RESUMEN
La protección de la libertad religiosa está condicionada por lo que se entienda como religión. En los Estados Unidos, el concepto de religión se ha ampliado tanto que amenaza con volverse irrelevante. Un escenario en que puede verificarse el deterioro conceptual de la religión en cuanto categoría constitucional y su consecuente debilitamiento como criterio para resolver conflictos de libertad religiosa es el de las cárceles en los Estados Unidos. En este artículo se analiza la jurisprudencia sobre las excepciones al interior de las cárceles apoyadas en motivos religiosos. Específicamente, se observa que la fórmula para decidir dichas exepciones, y que articula una parte subjetiva (conciencia individual) y una parte objetiva (la administración de cárceles), es indiferente a la conciencia individual y, en cambio, conduce a que los conflictos se decidan en función de criterios sobre gestión penitenciaria.
Palabras clave: Libertad religiosa; objeción de conciencia; derechos fundamentales.
ABSTRACT
To understand what religion means is critical to determine the scope of protection of the First Amendment of the Constitution. In the United States of America, the concept of the religion has been watered down up to the point of becoming irrelevant under the light of its constitutional warrant. This conceptual detriment of religion as a constitutional category can be verifyed in the province of prision litigation. In this paper, we submitt to analysis the caselaw of religious accommodations for those within the prison walls. Specifically, we observe that judicial practice overlooks individual’s religious beliefs when it comes to guarantee a First Amendment claim. Instead, the adjudication process by the judicary hinges on much more secular criteria — those of prisions administration.
Keywords: Religious freedom; religious accommodations; fundamental rights.
SUMARIO
Es imposible proteger la libertad religiosa sin definir la religión. En un país como los Estados Unidos de Norteamérica, en que la definición de religión se ha ido ampliando hasta el punto de volverla indiferenciable de otras manifestaciones de lo humano merecedoras de protección constitucional (por ejemplo, asociación, expresión, igualdad), la garantía de la libertad religiosa como un bien específico se hace cada vez más difícil de justificar. Este resultado es confirmado por la jurisprudencia, en cuanto la religión y las formas de practicarla son generalmente incontrovertibles ante los jueces, decidiéndose la cuestión litigiosa en un terreno ajeno a la naturaleza de la pretensión, que debería ser si la conducta puede ampararse bajo la libertad religiosa legítimamente o no. Esta circunstancia se hace visible de manera especial en los casos en que los prisioneros demandan un reconocimiento de sus prácticas religiosas a los agentes adiministradores de las cárceles.
La tesis de este artículo es que la jurisprudencia sobre las demandas de prisioneros fundadas en la libertad religiosa refleja la debilidad de la religión en cuanto categoría constitucional. En otras palabras, la religión demuestra ser un concepto prácticamente inútil para orientar el razonamiento judicial, porque su determinación está entregada a criterios subjetivos imponderables desde una perspectiva objetiva. Una prueba elocuente del enervamiento de la religión en la defensa de su propio ejercicio es que lo casos terminan por decidirse en función de motivos relacionados con la gestión de las cárceles.
Si un preso declara que el mandamiento central de su religión es «haz como te plazca»[1], ¿sobre qué bases se podrá justificar una restricción a su ejercicio? En un contexto en el que el carácter religioso de una idea o conducta, o la sinceridad con que se cree o practica, o el lugar que tiene dentro del sistema de creencias, es incuestionable, la justificación tiene que buscarse en un terreno distinto del religioso, dominado por la subjetividad; un terreno que ofrezca a los jueces referencias objetivas. De ordinario, este resulta ser el de la administración penitenciaria.
En la medida en que la libertad religiosa de los presos requiere pronunciarse acerca de la acomodación de disposiciones generales a sus necesidades particulares, sobre la base de una fórmula que conjuga la dimensión subjetiva de la exigencia religiosamente motivada con la dimensión objetiva de la administración penitenciaria, la decisión está indefectiblemente predeterminada a inclinarse ante las alegaciones religiosas y, en consecuencia, cualquier discusión en ese terreno es inútil para los intereses de los guardias. Luego, es en el terreno de la administración de las cárceles donde puede construirse un razonamiento para justificar la restricción del ejercicio de la libertad religiosa. Esta circunstancia, sumada a una inclinación natural por rechazar las demandas de los prisioneros por mayor libertad, convierten la litigación penitenciaria en un buen ejemplo para ilustrar la inherente debilidad de un concepto de religión que se ha ampliado hasta el punto de quedar vaciado de contenido.
Este trabajo está dividido en tres secciones, además de la introducción y la conclusión. En la primera sección se presentan las coordenadas en que se enmarca la litigación de la libertad religiosa de los prisioneros, con el propósito de identificar las dificultades para precisar el significado constitucional de la religión, intrínsecos a su sistema de protección. La segunda sección desarrolla los estándares subjetivos que deben verificarse para proteger la libertad religiosa, subrayando la tendencia congénita que los conduce a un terreno donde es imposible la discusión racional. La tercera sección desarrolla los estándares objetivos que deben cumplirse para conceder una excepción religiosa a un prisionero, caracterizando la secularidad del terreno en el que se ponderan y las ventajas que esta cualidad representa para la tarea judicial.
En esta sección se desarrollan los elementos estructurantes de una de las vías por las que se protege la libertad religiosa en los Estados Unidos, la de las excepciones o acomodaciones. Esta vía apunta a conceder una excepción a la aplicación de una regla general, cuando hay motivos religiosos que obstan a su cumplimiento[2]. Las excepciones o acomodaciones religiosas se ponderan a través de una fórmula que admite diferentes gradaciones o estándares. Esta fórmula presupone en cada caso una determinada concepción de religión, cuyo ejercicio es precisamente lo que se trata de proteger. De allí que a continuación se trate de la religión en cuanto objeto de la fórmula de acomodaciones religiosas (2.1), de la historia de su protección entre los prisioneros (2.2), de la fórmula misma (2.3) y de los diferentes grados o estándares de aplicación de la fórmula (2.4).
El libre ejercicio de la religión ha sido objeto de atención constitucional desde
la fundación misma de la nación norteamericana ( McDonald, F. (1985). Novus ordo seclorum: the intellectual origins of the Constitution. Kansas: University Press of Kansas.McDonald, 1985: 41-45). La libertad religiosa probablemente sea una de las notas más características del
nuevo orden de libertades creado en 1787-1789 ( Paulsen, M. S. y Paulsen, L. (2015). The Constitution: An introduction. Philadelphia:
Basic Books.Paulsen y Paulsen, 2015: 100) Los autores destacan la «dramática expansión» que la formulación de la Primera Enmienda
supuso respecto de las nociones previas de libertad religiosa ( Paulsen, M. S. y Paulsen, L. (2015). The Constitution: An introduction. Philadelphia:
Basic Books.
La aplicación judicial de la Free Exercise Clause fue nula durante largos años La primera vez que la Corte Suprema federal se pronunció sobre la Free Exercise Clause fue casi un siglo después de haberse escrito en la Constitución, en el caso Reynolds
v. United States, 98 U.S. 145 (1878).
Por ejemplo, Mormon Church v. United States, 136 U.S. 1, 49 (1890), en que la Corte
afirmó que «[la poligamia] es contraria al espíritu del Cristianismo y de la civilización
que el Cristianismo ha creado en el mundo occidental».
United States v. Ballard, 322 U.S. 78, 86 (1944). United States v. Ballard, 322 U.S. 78, 86 (1944). United States v. Ballard, 322 U.S. 78, 87 (1944). United States v. Seeger 380 U.S. 163, 187 (1965). United States v. Seeger 380 U.S. 163, 185 (1965). Thomas v. Indiana Employment Security Division 450 U.S. 707 (1981). Thomas v. Indiana Employment Security Division 450 U.S. 707, 716 (1981).
Las sentencias Ballard,
Seeger y Thomas marcan el derrotero que ha seguido la libertad religiosa: privada por los jueces de
referencias objetivas que permitan identificar sus contornos, los alcances de la Free Exercise Clause se extienden potencialmente a toda demanda fundada en una convicción sincera y profunda
que comprometa a su conciencia. Sullivan ( Sullivan, W. F. (2005). The Impossibility of Religious Freedom. Princeton: Princeton University Press.
Employment Division, Department of Human Resources of Oregon v. Smith, 494 U.S. 872
(1990). Véanse infra notas 29 y ss.
Hasta 1950, los presos apenas conocieron la protección de sus derechos fundamentales,
por no mencionar su libertad religiosa ( Haas, K. C. (1977). Judicial politics and correctional reform: An analysis of the
decline of the hands-off doctrine. Detroit College of Law Review, 4, 795-832.Haas, 1977: 795-797). Estos llegaron a ser considerados como «esclavos del Estado» por algún tribunal. Ruffin v. Commonwealth, 62 Va. 790, 795-96 (1871): «Mientras dure el tiempo de su
condena en la cárcel [un convicto] se halla en un estado de servidumbre penal para
con el Estado [...]. Durante ese tiempo es un esclavo del Estado. Es un civiliter mortuus y su patrimonio, si es que tiene alguno, es administrado como el de alguien que ha
muerto».
Las aprensiones de los jueces respecto del federalismo se deben a que las cárceles
son algunas estatales y otras federales, no debiendo intervenir los jueces estatales
en las federales ni viceversa.
Haas v. United States, 344 F.2d 56, 67 (8th Cir. 1965).
En la década de los sesenta la situación comenzó a cambiar ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality
of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.Gaubatz, 2005: 507; Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.Solove, 1996: 466). La sentencia Cooper v. Pate Cooper v. Pate, 378 U.S. 546 (1964). Gaubatz ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality
of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.
Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.
Cruz v. Beto, 405 U.S. 319 (1972). Solove ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.
Este periodo de una ostensible preocupación hacia los presos habría visto su fin con
la sentencia Turner v. Safley ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality
of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.Gaubatz, 2005: 507) Turner v. Safley, 482 U.S. 78 (1987). De nuevo, Solove ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.
Committee on the Judiciary United States Senate. (1993). Senate Report no. 103-111.
Disponible en https://bit.ly/2LyyfuK.
Committee on the Judiciary United States House of Representatives. (1993). House of
Representatives Report no. 103-111. Disponible en: https://bit.ly/2HwhmhL.
Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.
O’Lone v. Estate of Shabazz, 482 U.S. 342 (1987). En este caso, la Corte rechazó
la impugnación por inconstitucionalidad contra unas normas penitenciarias que, en
la práctica, impedían a un grupo de prisioneros musulmanes participar en el Jumu’Ha,
porque la deferencia debida a la administración de cárceles requiere que las regulaciones
estén racionalmente ordenadas a un fin penológico legítimo.
O’Lone estableció el test que entonces pasaría a aplicarse en la materia, alineando así a
los tribunales inferiores ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration
act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.
Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality
of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.
Pell v. Procunier,417 U.S. 817 (1974). Price v. Johnston,334 U.S. 266 (1948). Jones v. North Carolina Prisoners’ Labor Union, Inc., 433 U.S. 119 (1977). Sobre
las tres premisas, véase Cooper ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration
act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.
Aunque la sentencia Employment Division, Department of Human Resources of Oregon v. Smith restringió el estándar de protección de la libertad religiosa en los Estados Unidos,
es discutible el impacto que tuvo en la litigación de la libertad religiosa de los
presos Véase, por ejemplo, la afirmación de Douglas Laycock en la discusión parlamentaria
de lo que terminaría siendo la RLUIPA: «Algunas cortes han asumido tácitamente que
los casos de las prisiones siguen rigiéndose por Turner v. Safley y que la sentencia
Employment Division v. Smith no se les aplica» (Committee on the Judiciary United
States Senate, 1997: 66-67). Véase también Cooper ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration
act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.
En el mismo sentido, Cooper ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration
act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.
Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.
Brady, K. L. (2011). Religious Sincerity and Imperfection: Can Lapsing Prisoners Recover
Under RFRA and RLUIPA? University of Chicago Law Review, 78, 1431-1464.
Committee on the Judiciary United States Senate. (1993). Senate Report no. 103-111.
Disponible en https://bit.ly/2LyyfuK.
Paulsen, M. S. (1995). RFRA Runs through It: Religious Freedom and the U.S. Code.
Montana Law Review, 56 (1), 249-294.
Las cortes siguieron decidiendo los casos con el estándar O’Lone ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.
City of Boerne v. Flores, 521 U.S. 507 (1997).
La Religious Land Use and Institutionalized Persons Act (RLUIPA), del año 2000, fue la reacción del Congreso contra la sentencia City of Boerne, y tuvo por objetivo —como antes la RFRA— restaurar el estándar de la Free Exercise Clause anterior a la sentencia Smith, impidiendo así que los jueces apliquen el estándar de los casos Turner y O’Lone en la litigación penitenciaria «RLUIPA rechazó explícitamente a O’Lone por la vía de extender abiertamente el test de la carga sustancial a los presos» ( Brady, K. L. (2011). Religious Sincerity and Imperfection: Can Lapsing Prisoners Recover
Under RFRA and RLUIPA? University of Chicago Law Review, 78, 1431-1464.
Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality
of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.
Desde la década de los sesenta, la historia de la Free Exercise Clause puede ser caracterizada como las idas y venidas de la doctrina de las excepciones
religiosas. Esta doctrina apunta al conflicto, cada vez más frecuente, entre la conciencia
individual y las regulaciones gubernamentales, con el propósito de indicar el justo
medio entre la deferencia para con los derechos del individuo y las necesidades del
Gobierno ( McConnell, M. (1992). Accommodation of Religion: An Update and Response to the Critics.
George Washington Law Review, 60 (3), 685-742.McConnell, 1992: 739) La excepción religiosa tambien puede ser entendida como una palanca entre las minorías
y las mayorías políticas (Tushnet, 1988); o el punto de articulación entre las prácticas
religiosas y el bien común ( Eisgruber, C. y Seager, L. (2009). Religious Freedom and the Constitution. Boston: Harvard University Press.
Eisgruber, C. y Seager, L. (2009). Religious Freedom and the Constitution. Boston: Harvard University Press.
En la adjudicación de excepciones religiosas, los jueces utilizan una fórmula que refleja en su estructura los intereses en conflicto. Una de las partes de esta fórmula sirve para ponderar el interés del individuo, expresado a través de la libertad religiosa, y la otra para ponderar el interés de la autoridad, expresado a través de regulaciones de aplicación general. A la primera la calificaremos como subjetiva, por estar centrada en esa dimensión tan personal que es la religión. A la segunda la calificaremos de objetiva, porque busca comprobar el cumplimiento de determinadas condiciones exigibles a las normas de carácter general.
Aunque la fórmula para resolver las acomodaciones religiosas tiene una estructura única, compuesta de una parte subjetiva y otra objetiva, su aplicación admite diferentes gradaciones, según cuál sea el estándar que se utilice. Estas diferencias, sin embargo, se alojan en la parte objetiva; los criterios para juzgar la libertad religiosa, en cambio, son siempre los mismos: la parte subjetiva permanece invariable.
Los estándares para decidir las excepciones religiosas varían entre ellos de acuerdo al grado de deferencia con que las regulaciones gubernamentales deben ser examinadas por los tribunales. Así, a mayor deferencia para con las autoridades, mayor dificultad para obtener una excepción; a menor deferencia, menor dificultad. La misma dinámica puede formularse en términos del grado de escrutinio con que se juzgan las regulaciones: cuanto más estricto sea el escrutinio, más fácil es obtener una excepción. Y viceversa.
Dos son los estándares aplicables a los casos de libertad religiosa de los prisioneros:
el de la Free Exercise Clause y el de la RLUIPA. La RFRA tuvo aplicación general en los casos de prisioneros hasta que su aplicación
a los estados fue declarada inconstitucional, en 1996. Véanse infra notas 29 y ss. Desde que la mayor parte de los casos ocurren en prisiones estatales
y no federales ( Scalia, J. (2002). Prisoner Petitions Filed in U.S. District Courts, 2000, with Trends
1980-2000. Bureau of Justice Statistics. Disponible en: https://bit.ly/2JwZYi7.
El estándar de protección de la libertad religiosa en las prisiones es diferente del
que se aplica a las personas libres; mucho menos favorable, por supuesto. Este estándar
es una combinación de dos líneas jurisprudenciales. La parte subjetiva corresponde
a la línea fijada por las sentencias Ballard,
Seeger y Thomas, y la parte objetiva corresponder al precedente establecido por las sentencias Turner y O’Lone. Esto significa que el estándar actual de la Free Exercise Clause requiere, por una parte, que las creencias del preso sean sinceras y, de acuerdo a
su propia cosmovisión, religiosas Por ejemplo, Shakur v. Schriro, 514 F.3d 878 (9th Cir. 2008): «Para que una creencia
pueda servir como fundamento de un cuestionamiento viable en contra de una regulación
carcelaria, esa creencia tiene que estar sinceramente sostenida por el prisionero
y enraizada en convicciones religiosas».
El interés penológico legítimo es un criterio para juzgar la conformidad de una regulación penitenciaria con los intereses de la administración carcelaria, tales como higene, integridad (safety) de las personas y seguridad. Turner v. Safley estableció cuatro criterios para guiar a los jueces en la evaluación de la legitimidad de una regulación penitenciaria: 1) la existencia de una conexión racional entre la regulación y los intereses de la prisión; 2) la existencia de medios alternativos para que el preso pueda practicar su religión; 3) el impacto que genera la excepción en otros prisioneros, en los agentes penitenciarios (funcionarios de prisiones) y en las instalaciones carcelarias; 4) la existencia de opciones para acomodarse a la libertad religiosa del preso que no añadan más que costos mínimos (de minimis) a los medios necesarios para alcanzar los objetivos de la prisión.
Los criterios de Turner fueron pensados para determinar una condición objetiva: cómo una política penitenciaria
sirve a los intereses de la cárcel. En el establecimiento de esta condición, los jueces
no deben eludir absolutamente las consideraciones religiosas, pero el énfasis está
en determinar la conformidad de una regulación secular con unos intereses también
seculares Palmer ( Palmer, J. W. (2010). Constitutional Rights of Prisioners. Abingdon: Routledge.
La sección 3 de la RLUIPA replica la estructura y redacción de la RFRA, porque su
propósito es el mismo 42 U.S.C.A. par. 2000cc-1: «(a) General rule. No government shall impose a substantial
burden on the religious exercise of a person residing in or confined to an institution,
as defined in section 1997 of this title, even if the burden results from a rule of
general applicability, unless the government demonstrates that imposition of the burden
on that person— (1) is in furtherance of a compelling governmental interest; and (2)
is the least restrictive means of furthering that compelling governmental interest».
Véase supra nota 31.
42 U.S.C.A. par. 2000cc-5, define las prácticas religiosas como «any exercise of
religion, whether or not compelled by, or central to, a system of religious belief».
La RLUIPA es el camino por el cual el estándar construido por la jurisprudencia anterior a Smith para los ciudadanos libres se cuela dentro de las prisiones hoy. Para tener éxito invocando la RLUIPA, los demandantes deben probar que su libertad religiosa ha sido restringida substancialmente por una regulación penitenciaria, a menos de que dicha regulación sea el medio menos lesivo para satisfacer un interés penitenciario imperioso.
Puesto que es habitual que la RLUIPA sea invocada junto con la Constitución (Free Exercise Clause), y puesto que ambos estándares comparten los mismos criterios subjetivos, hay que destacar las diferencias que median entre las partes objetivas de cada uno de estos dos estándares. En primer lugar, la RLUIPA requiere que el interés gubernamental sea imperioso, mientras que la Free Exercise Clause requiere que el interés penológico sea legítimo. La calificación del interés denota que el primero es más estricto con la autoridad que el de la Free Exercise Clause. En segundo lugar, la RLUIPA requiere que las regulaciones penitenciarias sean el medio menos lesivo para alcanzar el objetivo declarado, mientras que la Free Exercise Clause se satisface con que la regulación sea coherente con el fin declarado y deje alguna alternativa para practicar la religión.
La dimensión subjetiva de la fórmula para decidir una excepción religiosa consiste, esencialmente, en determinar, en primer lugar, si la conducta afectada por la autoridad es religiosa o está religiosamente motivada y, en segundo lugar, si el grado de afectación de la conducta es sustancial o no. El primer punto se satisface fácilmente, porque la religión es un concepto que en la práctica carece de límites: no existe test alguno que permita al juez evaluar si una determinada conducta es religiosa o no. Para abordar el segundo punto, los jueces cuentan con el test de la sustancialidad.
La determinación de la intensidad con que una creencia está siendo afectada enfrenta
serias dificultades. Para ejemplificar esta cuestión utilizaremos la sentencia Sossamon v. Lone Star State of Texas Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 329 (5th Cir. 2009).
De acuerdo con la jurisprudencia del Quinto Circuito, «una restricción es substancial
si realmente presiona al creyente a modificar su conducta religiosa y violenta significativamente
sus creencias religiosas» Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 332 (5th Cir. 2009). Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 332 (5th Cir. 2009). Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 333 (5th Cir. 2009) (énfasis
en el original).
Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 334 (5th Cir. 2009) (énfasis
en el original).
Podría pensarse que la ponderación de cuán sustancialmente es restringida la libertad
religiosa de un prisionero ofrece un cierto marco de referencias objetivas, porque
el test supone el binomio sustancial/accidental en relación al grado con que la libertad
religiosa puede ser afectada. Luego, debería existir algún parámetro que permita distinguir
unas limitaciones de otras. Dos criterios que han operado sobre esta base son el test
de la centralidad y el test de la compulsividad
No obstante, los test que miden la centralidad/marginalidad o la obligatoriedad/voluntariedad
de una práctica religiosa carecen prácticamente de aplicación en tribunales hoy por
hoy, debido a la incompatibilidad que esta clase de criterios tiene con la concepción
tan amplia de libertad religiosa Dos pruebas de esto son la sentencia Smith [«no hay principio legal ni lógico que pueda ser invocado para contradecir la afirmación
de un creyente de que un acto particular es ‘central’ para su fe personal»: Employment
Division, Department of Human Resources of Oregon v. Smith, 494 U.S. 872, 887 (1990)]
y la definición de práctica religiosa en la RLUIPA (véase supra nota 40). Un ejemplo reciente es Daley v. Lappin (3d Cir., Jan. 29, 2014), en que
se acogió la apelación contra la sentencia que, fundándose en que el vegetarianismo
no es un mandamiento obligatorio de la religión rastafari, rechazó la excepción a
un preso rastafari de una dieta vegetariana. No obstante, Gaubatz ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality
of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.
Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1316 (D.C. Cir. 2002).
En el caso Levitan v. Aschroft un grupo de presos católicos en una prisión federal en Pensacola iniciaron un juicio
en contra del gobernador por aplicar una ley que prohibía el consumo de alcohol en
el interior de la prisión, impidiéndoles como consecuencia comulgar con el vino consagrado
durante la misa. El juez de la Corte de Distrito rechazó la demanda porque, de acuerdo
con la declaración de una monja católica y una carta del obispo católico de Pensacola,
«la religión católica no requiere que los participantes consuman el vino en la comunión» Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1316 (D.C. Cir. 2002). Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1319 (D.C. Cir. 2002). Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1320 (D.C. Cir. 2002). La referencia a la Corte
Suprema corresponde a Employment Division, Department of Human Resources of Oregon
v. Smith, 494 U. S. 872, 887 (1990).
Lo dicho respecto de los test de la sinceridad y de la substancialidad vale también
para el segundo factor de los cuatro definidos por la sentencia Turner v. Safley. Este factor indica al juez que para juzgar una determinada disposición penitenciaria
a la luz de la libertad religiosa debe constatar si para los afectados por ella existen
formas alternativas de practicar su religión. Pero, ¿cómo se determinará si una práctica
religiosa admite formas alternativas? En un marco de referencias objetivas, esta determinación
podría obtenerse como resultado de un proceso analítico, pero en un ámbito dominado
por la subjetividad del prisionero el resultado dependerá absolutamente de lo que
él considere sustituible Esto no debería significar que cualquier interferencia de actuaciones religiosamente
motivadas pueda considerarse como una restricción sustancial a la libertad religiosa.
Es lo que recuerda la sentencia en el caso United States v. Sterling (US Armed Forces Ct. App., Aug. 10, 2016), en la que se rechazó la demanda de una
soldado obligada a retirar unos carteles con expresiones bíblicas que colocó fuera
de su espacio de trabajo, porque es diferente afectar la sensibilidad religiosa que
obligar a alguien a actuar en contra de lo que cree.
El test de la substancialidad es fácil de satisfacer en cualquier caso, porque los
jueces no pueden echar mano de las distinciones entre lo que es religiosamente obligatorio/voluntario
o de lo que es central/periférico dentro del sistema de creencias. De hecho, la RLUIPA
recogió legalmente lo que ya era una práctica común en las Cortes con la Free Exercise Clause: el colapso del test de la substancialidad en el test de la sinceridad, dado que inhibe
el uso de cualquier parámetro de referencia para evaluar la intensidad de una restricción,
aparte de las afirmaciones del propio interesado Termine ( Termine, K. (2005). Ford v. McGinnis: Should courts really enter the thicket of theology.
Quinnipiac Law Review, 24 (1), 187-226.
Su, A. (2016). Judging Religious Sincerity. Oxford Journal of Law and Religion, 5, 28-48.
Hay una distinción importante entre la fe sincera en unas verdades religiosas y la
mera afirmación de dichas verdades. Los tribunales están familiarizados con esta distinción,
especialmente en el contexto de las prisiones, en donde hay fuertes incentivos para
la población encarcelada de aprovechar cualquier oportunidad para eximirse de las
regulaciones generales. Los jueces son también conscientes del deber que tienen de
proteger las demandas fundadas en una auténtica conciencia religiosa, para lo cual
deben poderla distinguir de las falsas. Sin embargo, cuando se trata de trazar la
línea entre una y otra y adjudicar una excepción, la distinción se hace muy complicada,
si es que es posible. Determinar si la fe de alguien es sincera o no es una cuestión
de hecho. Si la tarea en sí misma puede resultar muy complicada para quien deba establecer
el hecho, esta deriva en la imposibilidad cuando es privada de toda referencia objetiva. Como resultado de esta hipersubjetivización, Sullivan ( Sullivan, W. F. (2005). The Impossibility of Religious Freedom. Princeton: Princeton University Press.
Un caso que ilustra el problema para determinar la sinceridad es Patrick v. LeFevre. Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153 (2d Cir. 1984). Como indica el Black’s Law Dictionary ( Black’s Law Dictionary. (2009). (9th ed.).
A juicio de la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito, la Corte de Distrito erradamente
restringió la definición de «creencias religiosas», subestimando el factor subjetivo.
En su sentencia hizo notar que una concepción de la religión basada en los contenidos
de la misma ha sido abandonada por la jurisprudencia, dada su incompetencia para lidiar
con asuntos que implican una interpretación de lo religioso. Una aproximación subjetiva,
continuó la Corte de Apelaciones, es más conforme con la naturaleza secular del poder
judicial, cuyo rol es proteger la libertad religiosa de interferencias ilegítimas,
«allí hasta donde el demandante concibe sus creencias como religiosas» Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984).
Esta aproximación subjetiva defendida en la sentencia Patrick v. LeFevre implica, en opinión de la Corte, un cuidadoso examen de «las actitudes internas del
individuo hacia un sistema particular de creencias» Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984).
Una concepción enteramente subjetiva de la religión domina el razonamiento de la Corte
de Apelaciones en la sentencia Patrick v. LeFevre. De acuerdo con una aproximación como esta, los jueces deben «sumergirse en los vericuetos
de la mente del demandante para ponderar la credibilidad de sus afirmaciones» Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984). Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984). Boston y Manville ( Boston, J. y Manville, D. E. (2010). Prisoners’ Self-Help Litigation Manual. Oxford: Oxford University Press.
Adams, B. y Barmore, C. (2014). Questioning Sincerity. The Role of the Courts After
Hobby Lobby. Stanford Law Review Online, 67, 59-6. Disponible en: https://stanford.io/2JQc2La.
Dada la prohibición que grava a los jueces de inmiscuirse en los contenidos religiosos,
podría estimarse que una forma viable de verificar la sinceridad de las creencias
es ponderar las conductas del interesado a la luz de sus creencias personales. Puesto
que, en principio, una fe auténtica se expresa en una conducta consistente con dicha
fe, la investigación podría indagar en el historial del prisionero a fin de conocer
si existe esa consistencia entre fe/conciencia y conducta. La ventaja teórica de este
camino es que corre paralelo a cualquier argumento religioso; para conducirse exitósamente
en él solo se precisa contrastar lo que se dice con lo que se hace. Sin embargo, este
ejercicio también se revela inútil en la práctica. La sentencia Lovelace v. Lee es un buen ejemplo de esto Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174 (4th Cir. 2006).
Leroy Lovelace, un musulmán encarcelado en una prisión del estado de Virginia, fue
removido de la lista de personas autorizadas para participar en las comidas de Ramadán.
El motivo de su remoción fue que, de acuerdo con el criterio de los oficiales de la
prisión, la fe de Lovelace era insincera, porque había quebrantado el ayuno de Ramadán.
Lovelace demandó alegando que su exclusión de la excepción hecha con los musulmanes,
consistente en una oración conjunta y comidas especiales, restringió substancialmente
su libertad religiosa. Si bien la Corte en su sentencia admitió que «los oficiales
de la prisión pueden con razón preguntarse si la religiosidad de un prisionero, en
cuanto condición básica para conceder una excepción, es auténtica o no» Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006). El test de la sinceridad no debe
llevarnos a pensar que se satisface con las meras alegaciones del interesado de que
sus creencias son sinceras. De hecho, se rechazan demandas porque no se ha podido
demostrar la sinceridad. Por ejemplo, Gardner v. Riska, 444 F. App’x 353 (11th Cir.
2011).
Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006). Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006). Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006).
En definitiva, los elementos de la parte subjetiva de la fórmula de acomodaciones
religiosas naufragan ante la ausencia de referencias externas a las declaraciones
de los presos Como consecuencia de esto puede entenderse la conclusión de Su ( Su, A. (2016). Judging Religious Sincerity. Oxford Journal of Law and Religion, 5, 28-48.
Su ( Su, A. (2016). Judging Religious Sincerity. Oxford Journal of Law and Religion, 5, 28-48.
Esta sección aborda los elementos objetivos contenidos en los estándares de acomodación de la Free Exercise Clause y de la RLUIPA.
De acuerdo a la sentencia Turner, el primer factor establece que «la regulación [carcelaria] es válida si es que tiene
un vínculo razonable con un interés penológico legítimo» Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 89, 107 S. Ct. 2254, 2261, 96 L. Ed. 2d 64 (1987).
El vínculo entre la regulación y los intereses puede conocer varios adjetivos: racional,
[Nasir v. Morgan, 350 F.3d 366, 371 (3d Cir. 2003)], válido [Frost v. Symington, 197
F.3d 348, 354 (9th Cir. 1999)], esencial [Walker v. Gomez, 370 F.3d 969, 977 (9th
Cir. 2004)], lógico [Victoria W. v. Larpenter, 369 F.3d 475, 484 (5th Cir. 2004)].
Pi-wei ( Pi-wei Liu, B. (2004). A Prisoner’s right to religious diet beyond the Free Exercise
Clause. UCLA Law Review, 51, 1151-1201.
Wall v. Wade, 741 F.3d 492, 499 (4th Cir. 2014).
Aquí no interesa tanto precisar lo que los tribunales entienden por una conexión racional,
razonable, lógica o válida entre una determinada disposición y la finalidad que estaría
justificándola, sino más bien subrayar la naturaleza secular del razonamiento necesario
para juzgar esa relación. Así, por ejemplo, la prohibición de dejarse crecer pelo
en la cara y la eventual excepción de esta regla para judíos jasídicos se decidirá
en función de las implicancias de higiene y seguridad que pueda tener para el penal
la existencia de presos barbados, y no de acuerdo a la significación religiosa que
la barba tiene para los miembros del judaísmo jasídico Flagner v. Wilkinson, 241 F.3d 475 (6th Cir. 2001). Smith v. Ozmint, 578 F.3d 246 (4th Cir. 2009) o Knight v. Thompson, 723 F.3d 1275
(11th Cir. 2013).
Fraise v. Terhune, 283 F.3d 506, 517 (3d Cir. 2002). Abdullah v. Kinnison,769 F.2d 345 (6th Cir. 1985). Allen v. Toombs, 827 F.2d 563 (9th Cir. 1987)
Spratt v. Rhode Island Dept. of Corr., 482 F.3d 33 (1st Cir. 2007). Washington v. Klem (3d Cir., Aug. 2, 2007). Washington v. Klem, 282 (3d Cir., Aug. 2, 2007).
Otro factor de la dimensión objetiva de la fórmula de acomodación consiste en ponderar
las implicancias que una excepción representa para la comunidad penitenciaria, considerando
al conjunto de los prisioneros, al cuerpo de oficiales y la distribución de los recursos
del penal Wall v. Wade, 741 F.3d 492, 499 (4th Cir. 2014). DeHart v. Horn, 227 F.3d 47 (3d Cir. 2000).
Robert P. DeHart es un budista que cumple cadena perpetua en una prisión estatal de
Pennsylvania. Él defiende que su religión le exige observar una dieta vegetariana,
por lo que solicitó que se le hiciera una excepción por motivos religiosos. Los oficiales
de la prisión rehusaron concedérsela aplicando el test de la compulsividad: el vegetarianismo
no es exigido «por ninguna de las sectas budistas reconocidas» DeHart v. Horn, 227 F.3d 47, 49 (3d Cir. 2000). La Corte corrigió la sentencia apelada hacienda notar que el test de la compulsividad
descansa en una distinción que es inconsistente con la jurisprudencia de la Corte
Suprema y, en consecuencia, no debe utilizarse en la aplicación del segundo de los
criterios de Turner. DeHart v. Horn, 227 F.3d 47, 54 (3d Cir. 2000).
DeHart v. Horn, 227 F.3d 47, 58 (3d Cir. 2000).
Acomodar el ejercicio de la libertad religiosa de DeHart vino a decidirse en un terreno ajeno al religioso. Cuán sinceramente DeHart creía en la significación religiosa del vegetarianismo, qué importancia tenía la práctica del vegetarianismo para DeHart, o qué lugar ocupa el vegetarianismo en el conjunto de las creencias budistas fueron todas cuestiones prácticamente irrelevantes en la discusión. Debido a que la libertad religiosa opera como una categoría que priva a los jueces del instrumental necesario para sostener una argumentación contra la subjetividad del prisionero, la decisión estriba en una cuestión mucho más mundana como lo es la del impacto que la compra de una taza de leche de soja al día representa para el presupuesto del penal.
Un tercer factor consiste en verificar la existencia de formas alternativas de acomodarse
a la necesidad religiosa del prisionero, a un costo mínimo para los intereses legítimos
de la prisión Este criterio —costo de minimis— está también presente, por ejemplo, en el título VII de la Civil Rights Act (1967): cuando acomodarse a las necesidades religiosas del empleado representa más
que un costo mínimo para el empleador, entonces no hay fundamento para demandar por
discriminación arbitraria. Por ejemplo, E.E.O.C. v. GEO Grp., Inc., 616 F.3d 265 (3d
Cir. 2010).
Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 90, 107 (1987). Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 80 (1987). Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 80 (1987).
En el caso Shakur v. Schriro un musulmán demandó a los oficiales de la prisión invocando la Free Exercise Clause y la RLUIPA Shakur v. Schriro, 514 F.3d 878, 887-88 (9th Cir. 2008). Shakur v. Schriro, 514 F.3d 878, 887-88 (9th Cir. 2008).
El test del costo mínimo no está confinado a consideraciones directamente económicas
de manera exclusiva Por ejemplo, Mauro v. Arpaio, 188 F.3d 1054 (9th Cir. 1999), en que se discutió el
costo que tendría en términos de seguridad para oficiales mujeres la habilitación
de una sala de lectura de material sexual explícito.
Liu ( Liu, B. (2004). Prisoner’s Right to Religious Diet beyond the Free Exercise Clause.
UCLA Law Review, 51 (4), 1151-1202.
Como se dijo más arriba, la RLUIPA excusa al Gobierno de restringir substancialmente
la libertad religiosa de alguien, siempre y cuando dicha restrición «obedezca a un
interés gubernamental imperioso y sea el medio menos lesivo para satisfacerlo» 42 U.S.C. § 2000cc–1(a).
En un caso de 2014, Yellowbear v. Lampert Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48 (10th Cir. 2014). Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 57-58 (10th Cir. 2014). Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 58 (10th Cir. 2014). Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 59 (10th Cir. 2014). Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 61 (10th Cir. 2014). Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 62 (10th Cir. 2014).
Yellowbear v. Lampert es un ejemplo elocuente del terreno en el que se deciden las excepciones religiosas
para los presos. Como nos enseña este caso, los elementos subjetivos de la fórmula
de la RLUIPA están fuera del núcleo de la discusión. La atención está puesta en los
componentes objetivos de la fórmula de acomodación. La decisión finalmente pivota
en el test del interés imperioso, con independencia de consideraciones religiosas.
Lo que inclinó decisivamente la balanza en favor de Yellowbear fue la falta de pruebas
que sustentaran las aprensiones administrativas y de seguridad de los oficiales de
la prisión. Los demandados no hicieron nada para demostrar que lo que sí estaban dispuestos
a hacer por motivos médicos (por ejemplo, cerrar a los presos en sus celdas para trasladar
a un enfermo) se justificaba negarlo a Yellowbear, que invocaba motivos religiosos.
Los jueces admiten la opción de que esta discriminación se apoye en un interés imperioso
de la autoridad, pero tienen el deber de argumentarla Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 61-62 (10th Cir. 2014).
No es infrecuente que las regulaciones penitenciarias atacadas caigan bajo el peso
del segundo de los componentes objetivos del estándar de la RLUIPA, esto es, la existencia
de medios menos lesivos para satisfacer el interés imperioso invocado Aunque se parece, no debe ser confundido con el test del costo mínimo. Fortner v.
Thomas, 983 F.2d 1024, 1030 (11th Cir. 1993): «Enfatizamos que el cuarto factor de
Turner no es un test “de la alternativa menos restrictiva”». En cambio, es fácil detectar
la similitud que guarda con el factor de Turner que requiere la existencia de formas alternativas para practicar la religión. Aunque
difieren en el grado de escrutinio aplicado a la restricción de la libertad religiosa
(la RLUIPA es más exigente que la Free Exercise Clause), comparten la perspectiva: ambas implican un cuestionamiento táctito acerca del
lugar que ocupa una determinada práctica religiosa en la subjetividad del preso. En
este sentido, es fácil que el test de la sustancialidad y el test de lesividad puedan
convertirse en (o ser entendidos como) las dos caras de una misma moneda ( Lupu, I. C. y Tuttle, R. W. (2011). The forms and limits of religious accommodation:
The case of RLUIPA. Cardozo Law Review, 32 (5), 1907-1936.
Lupu, I. C. y Tuttle, R. W. (2011). The forms and limits of religious accommodation:
The case of RLUIPA. Cardozo Law Review, 32 (5), 1907-1936.
Lupu, I. C. y Tuttle, R. W. (2011). The forms and limits of religious accommodation:
The case of RLUIPA. Cardozo Law Review, 32 (5), 1907-1936.
¿Por qué se le prohibe a un preso predicar, cuando se les permite liderar a sus compañeros
en otras circunstancias? Del mismo modo, ¿por qué se le permite [a Spratt] pararse
en frente de sus correligionarios y leer las escrituras, si es que es su presencia
en el púlpito lo que resulta problemático? Si el aspecto instruccional/pedagógico
de las escrituras es tan problemático, ¿por qué se autoriza a los presos asistir a
programas educacionales dentro de la prisión? ¿Por qué autorizar la predicación bajo
una estricta supervisión policial sería una solución menos efectiva para satisfacer
el propósito de seguridad del penal? Spratt v. Rhode Island Dept. of Corr., 482 F.3d 33, 42 (1st Cir. 2007).
Los oficiales de la prisión fueron incapaces de contestar estas preguntas, por lo que la prohibición de predicar quedó injustificada en cuanto medio para garantizar la seguridad del penal, lesionando lo menos posible la libertad religiosa de Spratt. En adición a esto, la Corte trajo a colación las políticas de la Federal Bureau of Prisons, que admitirían excepciones respecto de la predicación de los presos. De este modo, descubriendo las inconsistencias entre la prohibición de predicar y la necesidad de garantizar la seguridad del penal, el tribunal concluyó que la prohibición en este caso no satisfacía el test de lesividad.
La protección judicial de la libertad religiosa en las cárceles de los EE. UU. enseña que, al menos en el discurso, el concepto de religión se ha diluido en la pura subjetividad individual. Este resultado se infiere de la improcedencia de referencias objetivas que permitan definir la naturaleza religiosa de una práctica determinada. La consecuencia que se sigue de esto es que el centro de la discusión acerca del alcance de la libertad religiosa se desplaza desde lo que es una práctica religiosa legítima hacia lo que resulta razonable para administrar el penal (en términos económicos, disciplinarios, higénicos, etc.). Este cambio puede interpretarse como signo del debilitamiento de la libertad religiosa, en cuanto la religión se revela como una categoría inútil para precisar el ámbito de la libertad para practicarla. Es lógico, por tanto, que una parte del debate acerca de la libertad religiosa en los Estados Unidos discuta la justificación de la protección que la Constitución le garantiza: si se trata de una libertad cuyo contenido es imposible de precisar, quizá sea porque estamos frente a una libertad sin contenido. Si este fuera el caso, ¿por qué habría de protegerse?
[1] |
Este era el dogma central de Gregory Koger, un prisionero miembro del Ordo Templi Orientis, asociado a la religión Thelema; véase Koger v. Bryan, 523 F.3d 789, 794 (7th Cir.2008). |
[2] |
La bibliografía sobre el punto es amplia. Una referencia obligada es McConnell ( McConnell, M. (1985). Accomodation of Religion. Supreme Court Review, 1985, 1-60.1985). Un argumento reciente contra esta forma de proteger la libertad religiosa en Smith ( Smith, T. (2016). Religious Liberty or Religious License: Legal Schizophrenia and the Case against Examptions. Journal of Law Politics, 32 (1), 43-94.2016), quien apunta al daño que representa para la eficacia de un adecuado sistema legal. |
[3] |
Los autores destacan la «dramática expansión» que la formulación de la Primera Enmienda supuso respecto de las nociones previas de libertad religiosa ( Paulsen, M. S. y Paulsen, L. (2015). The Constitution: An introduction. Philadelphia: Basic Books.Paulsen y Paulsen, 2015: 100). |
[4] |
La primera vez que la Corte Suprema federal se pronunció sobre la Free Exercise Clause fue casi un siglo después de haberse escrito en la Constitución, en el caso Reynolds v. United States, 98 U.S. 145 (1878). |
[5] |
Por ejemplo, Mormon Church v. United States, 136 U.S. 1, 49 (1890), en que la Corte afirmó que «[la poligamia] es contraria al espíritu del Cristianismo y de la civilización que el Cristianismo ha creado en el mundo occidental». |
[6] |
United States v. Ballard, 322 U.S. 78, 86 (1944). |
[7] |
United States v. Ballard, 322 U.S. 78, 86 (1944). |
[8] |
United States v. Ballard, 322 U.S. 78, 87 (1944). |
[9] |
United States v. Seeger 380 U.S. 163, 187 (1965). |
[10] |
United States v. Seeger 380 U.S. 163, 185 (1965). |
[11] |
Thomas v. Indiana Employment Security Division 450 U.S. 707 (1981). |
[12] |
Thomas v. Indiana Employment Security Division 450 U.S. 707, 716 (1981). |
[13] |
Sullivan ( Sullivan, W. F. (2005). The Impossibility of Religious Freedom. Princeton: Princeton University Press.2005: 100-101) se pregunta en función de estos y otros casos análogos: «¿Quién está llamado a decir qué es la religión para efectos legales en los Estados Unidos? ¿Deberían las cortes o los legisladores tener competencia alguna para hacerlo?». Y responde sin resolver: «Una lectura de la Primera Enmienda sugeriría que cuando el Estado se involucra en la definición de lo que es la religión, viola su neutralidad en materias religiosas. El resultado será necesariamente discriminatorio. Definir es excluir, y excluir es discriminar». |
[14] |
Employment Division, Department of Human Resources of Oregon v. Smith, 494 U.S. 872 (1990). Véanse infra notas 29 y ss. |
[15] |
Ruffin v. Commonwealth, 62 Va. 790, 795-96 (1871): «Mientras dure el tiempo de su condena en la cárcel [un convicto] se halla en un estado de servidumbre penal para con el Estado [...]. Durante ese tiempo es un esclavo del Estado. Es un civiliter mortuus y su patrimonio, si es que tiene alguno, es administrado como el de alguien que ha muerto». |
[16] |
Las aprensiones de los jueces respecto del federalismo se deben a que las cárceles son algunas estatales y otras federales, no debiendo intervenir los jueces estatales en las federales ni viceversa. |
[17] |
Haas v. United States, 344 F.2d 56, 67 (8th Cir. 1965). |
[18] |
Cooper v. Pate, 378 U.S. 546 (1964). |
[19] |
Gaubatz ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.2005: 322) y Solove ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.1996: 467), en cambio, atribuyen este momento a la sentencia Cruz v. Beto. |
[20] |
Cruz v. Beto, 405 U.S. 319 (1972). |
[21] |
Solove ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.1996: 468) modera esta interpretación advirtiendo que la Corte Suprema mantuvo un alto grado de deferencia hacia los agentes penitenciarios, durante toda la década que siguió a Cruz v. Beto. |
[22] |
Turner v. Safley, 482 U.S. 78 (1987). De nuevo, Solove ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.1996: 470) es menos dramático: «Las sentencias Turner y O’Lone no significaron un retroceso
en la protección de los derechos de los presos: ellas simplemente clarificaron lo
que muchas cortes ya venían haciendo». Sin embargo, esto parece estar en conflicto
con las memorias legislativas: tanto el House Report como el Senate Report registran que la jurisprudencia pre-O’Lone había establecido un exigente estándar
de escrutinio para con las regulaciones penitenciarias (Committee on the Judiciary
United States Senate, Committee on the Judiciary United States Senate. (1993). Senate Report no. 103-111.
Disponible en
|
[23] |
O’Lone v. Estate of Shabazz, 482 U.S. 342 (1987). En este caso, la Corte rechazó la impugnación por inconstitucionalidad contra unas normas penitenciarias que, en la práctica, impedían a un grupo de prisioneros musulmanes participar en el Jumu’Ha, porque la deferencia debida a la administración de cárceles requiere que las regulaciones estén racionalmente ordenadas a un fin penológico legítimo. |
[24] |
O’Lone estableció el test que entonces pasaría a aplicarse en la materia, alineando así a los tribunales inferiores ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.Cooper, 1995: 328). «En muchos sentidos, O’Lone vino a ser el primer paso de la Corte Suprema en su distanciamiento respecto de la libertad religiosa de los presos, y que luego se extendería incluso más allá del ámbito de esa libertad» ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.Gaubatz, 2005: 508); el autor citado está haciendo referencia a la decisión Employment Division, Department of Human Resources of Oregon vs. Smith, 494 U.S. 872 (1990). |
[25] |
Pell v. Procunier,417 U.S. 817 (1974). |
[26] |
Price v. Johnston,334 U.S. 266 (1948). |
[27] |
Jones v. North Carolina Prisoners’ Labor Union, Inc., 433 U.S. 119 (1977). Sobre las tres premisas, véase Cooper ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.1995: 328-329). |
[28] |
Véase, por ejemplo, la afirmación de Douglas Laycock en la discusión parlamentaria de lo que terminaría siendo la RLUIPA: «Algunas cortes han asumido tácitamente que los casos de las prisiones siguen rigiéndose por Turner v. Safley y que la sentencia Employment Division v. Smith no se les aplica» (Committee on the Judiciary United States Senate, 1997: 66-67). Véase también Cooper ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.1995: 327 y 331). |
[29] |
En el mismo sentido, Cooper ( Cooper, A. (1995). Dam the RFRA at the prison gate: The religious freedom restoration
act’s impact on correctional litigation. Montana Law Review, 56 (1), 325-348.1995: 332) indica que «la historia de la ley atestigua que la intención del Congreso con RFRA
era superar O’Lone»;
y Solove ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion
in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.1996: 471) que «Smith no fue el único objetivo de RFRA, sino también O’Lone». «RFRA supuso un rechazo tácito de O’Lone por la vía de no preservar la excepción de
O’Lone para las prisiones» ( Brady, K. L. (2011). Religious Sincerity and Imperfection: Can Lapsing Prisoners Recover
Under RFRA and RLUIPA? University of Chicago Law Review, 78, 1431-1464. Brady, 2011: 1447). Durante la discusión parlamentaria, quedó claro que la RFRA apuntaba también a
fortalecer la protección de la libertad religiosa de los presos: «En cuanto aplicada
en el contexto carcelario, la intención de esta ley es restaurar la protección tradicionalmente
reconocida a los prisioneros para que practiquen su religión, y que fue debilitada
por la sentencia O’Lone v. Estate of Shabazz» (Committee on the Judiciary United States Senate, Committee on the Judiciary United States Senate. (1993). Senate Report no. 103-111.
Disponible en
|
[30] |
Véase también Committee on the Judiciary United States Senate ( Committee on the Judiciary United States Senate. (1997). Congress’ constitutional role in protecting religious liberty. Washington: U.S. Government Printing Office. Disponible en:
|
[31] |
Las cortes siguieron decidiendo los casos con el estándar O’Lone ( Solove, D. J. (1996). Faith profaned: The religious freedom restoration act and religion in the prisons. Yale Law Journal, 106 (2), 459-492.Solove, 1996: 474). |
[32] |
City of Boerne v. Flores, 521 U.S. 507 (1997). |
[33] |
«RLUIPA rechazó explícitamente a O’Lone por la vía de extender abiertamente el test de la carga sustancial a los presos» ( Brady, K. L. (2011). Religious Sincerity and Imperfection: Can Lapsing Prisoners Recover Under RFRA and RLUIPA? University of Chicago Law Review, 78, 1431-1464. Brady, 2011: 1447 ). Gaubatz ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.2005: 510) señala tres factores que prueban la finalidad de la RLUIPA de beneficiar a los presos. Aquí resulta oportuno señalar que la aplicación de RLUIPA es armónica con la aplicación de la Prison Litigation Reform Act (PLRA), aprobada en 1996 para disminuir los índices de litigación judicial: las restricciones procedimentales impuestas por la PLRA son condicionantes formales que dejan intacta la substancia de la RLUIPA, que es la protección de la libertad religiosa. Debo este punto Michael S. Paulsen. |
[34] |
La excepción religiosa tambien puede ser entendida como una palanca entre las minorías y las mayorías políticas (Tushnet, 1988); o el punto de articulación entre las prácticas religiosas y el bien común ( Eisgruber, C. y Seager, L. (2009). Religious Freedom and the Constitution. Boston: Harvard University Press.Eisgruber y Sager, 2009: 87) o entre el reconocimiento de los intereses individuales y de los intereses colectivos ( Eisgruber, C. y Seager, L. (2009). Religious Freedom and the Constitution. Boston: Harvard University Press.Eisgruber y Sager, 2009: 279). |
[35] |
La RFRA tuvo aplicación general en los casos de prisioneros hasta que su aplicación a los estados fue declarada inconstitucional, en 1996. Véanse infra notas 29 y ss. Desde que la mayor parte de los casos ocurren en prisiones estatales y no federales ( Scalia, J. (2002). Prisoner Petitions Filed in U.S. District Courts, 2000, with Trends 1980-2000. Bureau of Justice Statistics. Disponible en: https://bit.ly/2JwZYi7.Scalia, 2002), la RFRA es aplicada ahora muy rara vez. |
[36] |
Por ejemplo, Shakur v. Schriro, 514 F.3d 878 (9th Cir. 2008): «Para que una creencia pueda servir como fundamento de un cuestionamiento viable en contra de una regulación carcelaria, esa creencia tiene que estar sinceramente sostenida por el prisionero y enraizada en convicciones religiosas». |
[37] |
Palmer ( Palmer, J. W. (2010). Constitutional Rights of Prisioners. Abingdon: Routledge.2010: 124-125) desarrolla los intereses más frecuentemente invocados (consideraciones económicas, disciplinarias, de seguridad y discrecionalidad administrativa) y reconoce que si los oficiales de la prisión logran demostrar que las restricciones se apoyan en alguno de ellos, los tribunales les concederán la razón. |
[38] |
42 U.S.C.A. par. 2000cc-1: «(a) General rule. No government shall impose a substantial burden on the religious exercise of a person residing in or confined to an institution, as defined in section 1997 of this title, even if the burden results from a rule of general applicability, unless the government demonstrates that imposition of the burden on that person— (1) is in furtherance of a compelling governmental interest; and (2) is the least restrictive means of furthering that compelling governmental interest». |
[39] |
Véase supra nota 31. |
[40] |
42 U.S.C.A. par. 2000cc-5, define las prácticas religiosas como «any exercise of religion, whether or not compelled by, or central to, a system of religious belief». |
[41] |
Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 329 (5th Cir. 2009). |
[42] |
Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 332 (5th Cir. 2009). |
[43] |
Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 332 (5th Cir. 2009). |
[44] |
Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 333 (5th Cir. 2009) (énfasis en el original). |
[45] |
Sossamon v. Lone Star State of Texas, 560 F.3d 316, 334 (5th Cir. 2009) (énfasis en el original). |
[46] | |
[47] |
Dos pruebas de esto son la sentencia Smith [«no hay principio legal ni lógico que pueda ser invocado para contradecir la afirmación de un creyente de que un acto particular es ‘central’ para su fe personal»: Employment Division, Department of Human Resources of Oregon v. Smith, 494 U.S. 872, 887 (1990)] y la definición de práctica religiosa en la RLUIPA (véase supra nota 40). Un ejemplo reciente es Daley v. Lappin (3d Cir., Jan. 29, 2014), en que se acogió la apelación contra la sentencia que, fundándose en que el vegetarianismo no es un mandamiento obligatorio de la religión rastafari, rechazó la excepción a un preso rastafari de una dieta vegetariana. No obstante, Gaubatz ( Gaubatz, D. L. (2005). RLUIPA at four: Evaluating the success and constitutionality of RLUIPA’s prisoner provisions. Harvard Journal of Law Public Policy, 28 (2), 501-608.2005: 527-532) identifica varios circuitos en que las Cortes de Apelaciones todavía aplican el test de la centralidad y de la compulsividad. |
[48] |
Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1316 (D.C. Cir. 2002). |
[49] |
Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1316 (D.C. Cir. 2002). |
[50] |
Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1319 (D.C. Cir. 2002). |
[51] |
Levitan v. Ashcroft, 281 F.3d 1313, 1320 (D.C. Cir. 2002). La referencia a la Corte Suprema corresponde a Employment Division, Department of Human Resources of Oregon v. Smith, 494 U. S. 872, 887 (1990). |
[52] |
Esto no debería significar que cualquier interferencia de actuaciones religiosamente motivadas pueda considerarse como una restricción sustancial a la libertad religiosa. Es lo que recuerda la sentencia en el caso United States v. Sterling (US Armed Forces Ct. App., Aug. 10, 2016), en la que se rechazó la demanda de una soldado obligada a retirar unos carteles con expresiones bíblicas que colocó fuera de su espacio de trabajo, porque es diferente afectar la sensibilidad religiosa que obligar a alguien a actuar en contra de lo que cree. |
[53] |
Termine ( Termine, K. (2005). Ford v. McGinnis: Should courts really enter the thicket of theology. Quinnipiac Law Review, 24 (1), 187-226.2005: 222) celebra este resultado, porque «aplicar un estándar objetivo para determinar si acaso las creencias religiosas de alguien han sido afectadas sustancialmente, ignora tanto el concepto individualizado de religión como el lenguaje de la Primera Enmienda». Su ( Su, A. (2016). Judging Religious Sincerity. Oxford Journal of Law and Religion, 5, 28-48.2016: 30) se refiere a la confusión entre estos dos elementos del estándar y los problemas que pueden seguirse. |
[54] |
Como resultado de esta hipersubjetivización, Sullivan ( Sullivan, W. F. (2005). The Impossibility of Religious Freedom. Princeton: Princeton University Press.2005: 150) concluye que la religión se ha convertido en una categoría que ya no puede ser definida coherentemente para efectos del derecho norteamericano y, por lo tanto, inútil —aunque admite una reserva respecto de su valor retórico—. |
[55] |
Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153 (2d Cir. 1984). |
[56] |
Como indica el Black’s Law Dictionary ( Black’s Law Dictionary. (2009). (9th ed.).2009), el summary judgement es una vía procesal para decidir una controversia en la que no existe una genuina diferencia acerca de los hechos, sino sólo acerca del derecho. Esta vía es una manera de evitar un juicio. |
[57] |
Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984). |
[58] |
Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984). |
[59] |
Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984). |
[60] |
Patrick v. LeFevre, 745 F.2d 153, 159 (2d Cir. 1984). |
[61] |
Boston y Manville ( Boston, J. y Manville, D. E. (2010). Prisoners’ Self-Help Litigation Manual. Oxford: Oxford University Press.2010: 255) constatan lo obvio: «Las cortes generalmente recelan de declarar simuladas las creencias
en summary judgement». Adams y Barmore ( Adams, B. y Barmore, C. (2014). Questioning Sincerity. The Role of the Courts After
Hobby Lobby. Stanford Law Review Online, 67, 59-6. Disponible en:
|
[62] |
Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174 (4th Cir. 2006). |
[63] |
Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006). El test de la sinceridad no debe llevarnos a pensar que se satisface con las meras alegaciones del interesado de que sus creencias son sinceras. De hecho, se rechazan demandas porque no se ha podido demostrar la sinceridad. Por ejemplo, Gardner v. Riska, 444 F. App’x 353 (11th Cir. 2011). |
[64] |
Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006). |
[65] |
Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006). |
[66] |
Lovelace v. Lee, 472 F.3d 174, 188 (4th Cir. 2006). |
[67] |
Como consecuencia de esto puede entenderse la conclusión de Su ( Su, A. (2016). Judging Religious Sincerity. Oxford Journal of Law and Religion, 5, 28-48.2016: 43-44): «Actualmente no existe una teoría general o definición por la cual entender la carga substancial sobre la religión […]; no hay al presente una vía predecible para determinar legalmente lo que constituye una carga [sobre la libertad religiosa]». |
[68] |
Su ( Su, A. (2016). Judging Religious Sincerity. Oxford Journal of Law and Religion, 5, 28-48.2016: 41-42) matiza los efectos de esta conclusión señalando que la familiaridad del juez con una determinada práctica religiosa facilita significativamente la «prueba» de la sinceridad: «Es fácil creer que alguien es sincero respecto de una creencia particular, si tal creencia es inteligible para la corte». |
[69] |
Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 89, 107 S. Ct. 2254, 2261, 96 L. Ed. 2d 64 (1987). El vínculo entre la regulación y los intereses puede conocer varios adjetivos: racional, [Nasir v. Morgan, 350 F.3d 366, 371 (3d Cir. 2003)], válido [Frost v. Symington, 197 F.3d 348, 354 (9th Cir. 1999)], esencial [Walker v. Gomez, 370 F.3d 969, 977 (9th Cir. 2004)], lógico [Victoria W. v. Larpenter, 369 F.3d 475, 484 (5th Cir. 2004)]. Pi-wei ( Pi-wei Liu, B. (2004). A Prisoner’s right to religious diet beyond the Free Exercise Clause. UCLA Law Review, 51, 1151-1201.2004: 1156) señala las debilidades del estándar de razonabilidad en el contexto de las excepciones alimentarias, y propone un enfoque que lo refuerce. |
[70] |
Wall v. Wade, 741 F.3d 492, 499 (4th Cir. 2014). |
[71] |
Flagner v. Wilkinson, 241 F.3d 475 (6th Cir. 2001). |
[72] |
Smith v. Ozmint, 578 F.3d 246 (4th Cir. 2009) o Knight v. Thompson, 723 F.3d 1275 (11th Cir. 2013). |
[73] |
Fraise v. Terhune, 283 F.3d 506, 517 (3d Cir. 2002). |
[74] |
Abdullah v. Kinnison,769 F.2d 345 (6th Cir. 1985). |
[75] |
Allen v. Toombs, 827 F.2d 563 (9th Cir. 1987) |
[76] |
Spratt v. Rhode Island Dept. of Corr., 482 F.3d 33 (1st Cir. 2007). |
[77] |
Washington v. Klem (3d Cir., Aug. 2, 2007). |
[78] |
Washington v. Klem, 282 (3d Cir., Aug. 2, 2007). |
[79] |
Wall v. Wade, 741 F.3d 492, 499 (4th Cir. 2014). |
[80] |
DeHart v. Horn, 227 F.3d 47 (3d Cir. 2000). |
[81] |
DeHart v. Horn, 227 F.3d 47, 49 (3d Cir. 2000). |
[82] |
La Corte corrigió la sentencia apelada hacienda notar que el test de la compulsividad descansa en una distinción que es inconsistente con la jurisprudencia de la Corte Suprema y, en consecuencia, no debe utilizarse en la aplicación del segundo de los criterios de Turner. DeHart v. Horn, 227 F.3d 47, 54 (3d Cir. 2000). |
[83] |
DeHart v. Horn, 227 F.3d 47, 58 (3d Cir. 2000). |
[84] |
Este criterio —costo de minimis— está también presente, por ejemplo, en el título VII de la Civil Rights Act (1967): cuando acomodarse a las necesidades religiosas del empleado representa más que un costo mínimo para el empleador, entonces no hay fundamento para demandar por discriminación arbitraria. Por ejemplo, E.E.O.C. v. GEO Grp., Inc., 616 F.3d 265 (3d Cir. 2010). |
[85] |
Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 90, 107 (1987). |
[86] |
Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 80 (1987). |
[87] |
Turner v. Safley, 482 U.S. 78, 80 (1987). |
[88] |
Shakur v. Schriro, 514 F.3d 878, 887-88 (9th Cir. 2008). |
[89] |
Shakur v. Schriro, 514 F.3d 878, 887-88 (9th Cir. 2008). |
[90] |
Por ejemplo, Mauro v. Arpaio, 188 F.3d 1054 (9th Cir. 1999), en que se discutió el costo que tendría en términos de seguridad para oficiales mujeres la habilitación de una sala de lectura de material sexual explícito. |
[91] |
Liu ( Liu, B. (2004). Prisoner’s Right to Religious Diet beyond the Free Exercise Clause. UCLA Law Review, 51 (4), 1151-1202. 2004: 1172) apunta las diferencias de criterio entre las cortes de los distintos circuitos acerca de cuándo el costo es de minimis. |
[92] |
42 U.S.C. § 2000cc–1(a). |
[93] |
Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48 (10th Cir. 2014). |
[94] |
Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 57-58 (10th Cir. 2014). |
[95] |
Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 58 (10th Cir. 2014). |
[96] |
Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 59 (10th Cir. 2014). |
[97] |
Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 61 (10th Cir. 2014). |
[98] |
Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 62 (10th Cir. 2014). |
[99] |
Yellowbear v. Lampert, 741 F.3d 48, 61-62 (10th Cir. 2014). |
[100] |
Aunque se parece, no debe ser confundido con el test del costo mínimo. Fortner v. Thomas, 983 F.2d 1024, 1030 (11th Cir. 1993): «Enfatizamos que el cuarto factor de Turner no es un test “de la alternativa menos restrictiva”». En cambio, es fácil detectar la similitud que guarda con el factor de Turner que requiere la existencia de formas alternativas para practicar la religión. Aunque difieren en el grado de escrutinio aplicado a la restricción de la libertad religiosa (la RLUIPA es más exigente que la Free Exercise Clause), comparten la perspectiva: ambas implican un cuestionamiento táctito acerca del lugar que ocupa una determinada práctica religiosa en la subjetividad del preso. En este sentido, es fácil que el test de la sustancialidad y el test de lesividad puedan convertirse en (o ser entendidos como) las dos caras de una misma moneda ( Lupu, I. C. y Tuttle, R. W. (2011). The forms and limits of religious accommodation: The case of RLUIPA. Cardozo Law Review, 32 (5), 1907-1936.Lupu y Tuttle, 2011: 1932). Si acaso es posible separar absolutamente el test de lesividad del medio empleado de toda consideración religiosa, es algo que declinamos abordar aquí. Lupu y Tuttle ( Lupu, I. C. y Tuttle, R. W. (2011). The forms and limits of religious accommodation: The case of RLUIPA. Cardozo Law Review, 32 (5), 1907-1936.2011: 1934) piensan que sí es posible. De hecho, su propuesta es «permitir a los prisioneros el espacio para declarar por sí mismos la intensidad de la restricción que están experimentando en su ejercicio de la religión y, simultáneamente, garantizar a los oficiales de la prisión una ampia autoridad para definir materias concernientes a la integridad de los reclusos, la seguridad, y los recursos siempre limitados, como motivos para rehusarse a hacer excepciones por motivos religiosos» ( Lupu, I. C. y Tuttle, R. W. (2011). The forms and limits of religious accommodation: The case of RLUIPA. Cardozo Law Review, 32 (5), 1907-1936.Lupu y Tuttle, 2011: 1935). |
[101] |
Spratt v. Rhode Island Dept. of Corr., 482 F.3d 33, 42 (1st Cir. 2007). |
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City of Boerne v. Flores, 521 U.S. 507 (1997).
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