RESUMEN
«Libertad sin ira» se erige como una de las canciones más emblemáticas de la Transición española. Popularizada por el grupo Jarcha, este tema ha logrado articular, durante sus más de cuatro décadas de existencia, discursos y prácticas contrapuestas, vinculadas a destacados acontecimientos políticos y sociales. Tomando en consideración referentes metodológicos del análisis de lo político en música, de la intertextualidad en la canción grabada, así como enfoques teóricos relativos a la idea de la Transición como construcción cultural y sus «relatos», este artículo examina ejemplos de reapropiación musical e instrumentalización política de esta canción desde su aparición en 1976. Tras fundamentar las bases para un análisis político de lo sonoro en «Libertad sin ira», se pasa revista a las rupturas y continuidades en su presencia en diversos contextos, desde las movilizaciones por el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA en 1997 a manifestaciones en contra de la política antiterrorista de las legislaturas de J. L. Rodríguez Zapatero, el movimiento 15M o el procés catalán. No existe, sin embargo, un consenso en torno a la interpretación ideológica de esta canción, y es también objeto de crítica desde la perspectiva de los relatos revisionistas con la denominada cultura de la Transición. Este trabajo evidencia la centralidad de la canción de Jarcha como himno disputado de la España democrática en continua negociación de significados, a través de la pluralidad de memorias y relatos sobre «Libertad sin ira», que incluyen reapropiaciones y lecturas intertextuales, así como negaciones y exclusiones.
Palabras clave: Música popular; política; Transición española; himno; intertextualidad.
ABSTRACT
«Libertad sin ira» («Freedom without anger») is probably one of the most emblematic songs related to Spanish transition to democracy. Recorded and performed by the band Jarcha, this track has managed to articulate, over the last forty years, opposed discourses and practices which are linked with important political and social events. Following methodological approaches from music analysis and politics, intertextuality in recorded popular song, as well as theoretical approaches to the cultural construction of the idea of Transition to democracy and its different narratives, this paper examines examples of musical re-appropriation and musical instrumentalization of this song since its release in 1976. After dealing with the principles of a political analysis of music in «Libertad sin ira», it is summarized the main continuities and ruptures in its presence in different contexts, such as the mobilizations against the kidnap and murder of Miguel Ángel Blanco by ETA to the demonstrations against the anti-terrorist policies of ex-president J. L. Rodríguez Zapatero’s two terms, the 15M movement or the so-called Catalan procés. There is no consensus, however, around the interpretation of the song ideologies, since «Libertad sin ira» has been also criticized from the point of view of contra-hegemonic narrations of the so-called cultura de la Transición. This paper shows, through a plural range of memories and discourses around «Libertad sin ira»—which include from re-appropriations and intertextual strategies to denials and exclusions—the central role of this song as an «anthem» of democracy Spanish in a constant negotiation of meanings.
Keywords: Popular music; politics; Spanish Transition to democracy; anthem; intertextuality.
SUMARIO
«Libertad sin ira», compuesta por Pablo Herrero y José Luis Armenteros, con letra de Rafael Baladés, fue grabada y publicada por el grupo andaluz Jarcha en 1976. La canción formaba parte de una campaña publicitaria para el lanzamiento de un nuevo periódico español, Diario 16 —del que Baladés era su publicista— que aparecía al calor de los primeros meses tras la muerte de Francisco Franco en noviembre de 1975. La canción fue, desde sus primeros años de existencia, un espacio privilegiado para la argumentación política. El 9 de octubre de 1976, pocos días después del lanzamiento de este tema de Jarcha, el director general de Radiodifusión y Televisión, dependiente del Ministerio de Información y Turismo, catalogaba la canción como «no radiable». Una semana después, el 18 de octubre, desde la misma instancia ministerial —y también desde Televisión Española (TVE)— se informó que se trataba de un «error administrativo»[1]. La canción alcanzó gran popularidad en los días que circundaron al denominado Proyecto de Ley para la Reforma Política, celebrado el 15 de diciembre de 1976, y a la altura de junio de 1977, durante las primeras elecciones generales en España tras la dictadura, «Libertad sin ira» se había convertido en la banda sonora de estos comicios.
Desde aquellos años hasta nuestros días esta canción ha venido articulando narrativas y discursos, prácticas e instrumentalizaciones políticas de diverso signo en la España democrática. Su entidad como el himno no oficial de la Transición española (1975-1982)[2] es constatable, precisamente, por las múltiples vidas de «Libertad sin ira». Su poder evocador de la Transición y la consecución de las libertades es tan notable que ha sido el eje sonoro de acontecimientos político-sociales destacados en la historia reciente de España, desde su presencia significativa como música de repulsa en relación con los sucesos relativos al secuestro y asesinato del concejal del Partido Popular (PP) Miguel Ángel Blanco por parte de la banda terrorista ETA (1997) hasta las interpretaciones de su estribillo en manifestaciones de diferente signo ideológico. De la misma forma, es parte activa de una política de remix en montajes audiovisuales variados, elaborados por usuarios de plataformas como YouTube: la canción acompaña imágenes a modo del recuerdo y memoria nostálgica de los primeros años de la democracia, a finales de los setenta, a la vez que también es objeto de parodia intertextual, como en el caso de «Sin WhatsApp, sin WhatsApp», sketch presentado en Aragón TV en 2013[3].
Sin embargo, esta canción también ha sido observada de forma crítica, tratada con recelo y analizada como el resultado de una forma concreta de entender el proceso de la Transición sustentada en una lógica del consenso que propicia el olvido de la memoria de la Guerra Civil y el franquismo. No es tan solo objeto de mirada nostálgica de una Transición modélica, sino también entendida como icono del borrón y cuenta nueva. «Libertad sin ira» conforma, por tanto, un lugar del pasado capturado en forma de fonograma y en cuyos surcos se disputan ideas y valores contrapuestos sobre la idea de la España democrática.
Las razones por las cuales una canción se convierte en emblemática de un periodo de
la historia de un país son múltiples y atienden a factores de naturaleza diversa,
negociados desde diferentes agentes musicales, culturales, sociales y políticos. Para
Collado Seidel, himnos y canciones se vertebran como símbolos de las identidades colectivas
en torno a la idea de la «música nacional», pudiendo estos ser articulados «desde
abajo» o «desde arriba», esto es, tanto por los discursos y las prácticas (musicales)
ciudadanas como por «procesos racionales» de las élites[4]. De la misma forma, Sandie Holguín sostiene que en España, a lo largo del siglo xx fueron habituales los debates, «batallas» y disputas en torno a la construcción, definición
y promoción de una identidad nacional mediante proyectos culturales centrados en la
música y las performances musicales Holguín ( Holguín, S. (2017). Music and Nationalism. En J. Moreno-Luzón y X. M. Núñez Seixas
(eds.). Metaphors of Spain: Representations of Spanish National Identity in the Twentieth
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Alonso et al. Creación musical, cultura popular y construcción nacional en la España contemporánea
(pp. 39-56). Madrid: Instituto Complutense de Ciencias Musicales.
En el caso de «Libertad sin ira», atendiendo a factores culturales, identitarios y
políticos, cabría destacar, en primer término, su ubicuidad dentro de algunos de los
imaginarios, discursos y prácticas en torno a la Transición, esto es, los vinculados
a la «matriz cultural» de la democracia y a sus mitos fundacionales como nación tras
la muerte del dictador. Jorge A. Benedicto emplea el término «matriz cultural» de
la democracia española en base a la recurrencia de rasgos como «la centralidad y legitimidad
de la que disfruta la democracia como sistema político en las representaciones compartidas
sobre la vida política […] unas raíces vinculadas al marco simbólico de la necesidad
e inevitabilidad de la democracia (…) la debilidad de las relaciones de los ciudadanos
con el sistema político […] [y] la existencia de una visión limitada de la participación
[…]»
La relación de esta matriz cultural de la democracia española con la canción «Libertad
sin ira» como himno no oficial de la Transición es clara en tanto entraña una serie de significados compartidos de
efectiva evocación de las ideologías que articula dicha matriz en la ciudadanía. Por
otro lado, siguiendo a Sebastián Balfour y Alejandro Quiroga, dentro de los mitos
fundacionales de España después de la Transición a la democracia destaca aquel vinculado
a la reconciliación, el consenso y la tolerancia entre españoles en contraposición
al imaginario romántico de España como pueblo «apasionado y fratricida» con continuos
enfrentamientos civiles
Aunque no sea posible presentar aquí un estado de la cuestión detallado de las diferentes
investigaciones sobre música y Transición democrática en España, nótese que durante
el espacio de tiempo que va desde 1975 y 1985 convivieron diferentes géneros y escenas
musicales académicas y populares que se entreveraron con lo político de manera diversa Sobre las diferentes prácticas musicales: escenas de la Movida, véanse Fouce ( Fouce, H. (2006). El futuro ya está aquí. Música pop y cambio cultural. Madrid: Velecío.
Fouce, H. (2009). De la agitación a la Movida. Políticas culturales y música popular
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Jarcha, que había iniciado su carrera musical en la primera mitad de los setenta, puede enmarcarse en el movimiento del neofolk, asociado habitualmente a agrupaciones musicales con una prominencia del canto a varias voces y cuyas prácticas se vinculaban a la musicalización de textos de insignes poetas, así como a temáticas cercanas a los discursos de lo tradicional. Las sonoridades del neofolk fueron, sin duda, un referente para la composición de músicas electorales de la segunda mitad de los setenta en España, no solo por la presencia de grupos como Jarcha en el contexto político de la época, sino a través de composiciones escritas exprofeso, a la manera de jingles, para su inclusión en campañas políticas para las elecciones de 1977 y 1979 —sin ir más lejos, el jingle «Vota centro, vota Suárez» conserva esa sonoridad neofolk—. En este sentido, «Libertad sin ira» no fue, sin embargo, la única canción asociada a las primeras elecciones legislativas.
«Habla, pueblo, habla» (1976), canción compuesta por Álvaro Nieto e interpretada por
el grupo Vino Tinto, fue potencialmente representativa de aquellos primeros pasos
de la democracia. Su música sirvió como publicidad para promocionar el referéndum
sobre el Proyecto de Ley para la Reforma Política, celebrado el 15 de diciembre de
1976, una campaña «por el sí» promovida por Adolfo Suárez en la cual incluía la canción
de Vino Tinto y a diversos de sus integrantes interpretándola. En esta coyuntura,
la banda sostuvo que se produjo una instrumentalización política de su música: «Lo
que nosotros desconocíamos es que nuestras voces iban a ser utilizadas para inducir
al voto en un referéndum que no aprobamos» «Rechazamos la manipulación», Diario 16, 10-12-1976, p. 7.
En la actualidad, se sigue recurriendo a «Habla, pueblo, habla» para explicar los
procesos electorales de aquellos años, como constatan exposiciones como «Habla, pueblo,
habla», instalada en el Congreso de los Diputados durante el otoño de 2017, cuyo fin
fue conmemorar los cuarenta años de las primeras elecciones democráticas Exposición «Habla, pueblo, habla», Congreso de los Diputados (2018), disponible en:
El discurso musical, esto es, el texto sonoro, es decisivo en la conformación de imaginarios
y la articulación de discursos y prácticas políticas. Analizar lo político en la canción
popular no es tan solo, como puede intuirse, un asunto que concierna a lo que su letra
nos cuenta o lo que las culturas y poderes políticos desarrollen en torno a la misma,
enfoques que, sin embargo, suelen ser predominantes en las investigaciones que tratan
de tender puentes entre música y política Una excepción a este respecto se encuentra en el estudio de las relaciones entre
análisis musical y política desarrollado por Buch et al. ( Buch, E., Contreras, I. y Deniz Silva, M. (eds.). (2016). Composing for the State: Music in Twentieth-Century Dictatorships. New York: Ashgate. Disponible en: https://doi.org/10.4324/9781315573236. Buch, E. y Donin, N. (eds.). (2013). Du Politique en Analyse Musicale. Paris: VRIN.
A este respecto, Igor Contreras, en su análisis sobre el denominado Concierto de
la Paz (1964) llevado a cabo durante el franquismo y la posición ideológica de los
compositores que participaron en este evento, se muestra crítico con la posibilidad
de lecturas reduccionistas sobre un enfoque de estudio de la instrumentalización política
de la música que no contemple el posicionamiento inicial de los músicos ante las obras
al servicio de actos institucionales. Este musicólogo sostiene que «es difícil disociar
las obras musicales de los eventos políticos en torno a ellas, a pesar de los intentos
de situar la música más allá de la dimensión política, abanderar la idea de la libertad
musical, reivindicar la disociación entre arte y política y denunciar la apropiación
de obras con propósitos ideológicos» (traducción propia), Contreras ( Contreras, I. (2016). El Concierto de la Paz (1964): Three Commissions to Celebrate
25 Years of Francoism. En E. Buch, I. Contreras y M. Deniz Silva (eds.). Composing for the State: Music in Twentieth-Century Dictatorships (pp. 168-186). New York: Ashgate.
Dario Martinelli, en su estudio sobre lo que define como «canción de protesta social»
(song of social protest), determina que este conglomerado de repertorios puede ser conceptualizado bajo la
idea de «género musical» atendiendo, por una parte, al contenido de sus letras, que
recogen grandes ideales planteados desde la Ilustración, como los derechos humanos,
la igualdad o la libertad, independientemente del activismo político del cantante.
Por otro lado, Martinelli sostiene que se trata de músicas funcionales, ya que sus
canciones tienden a ser fácilmente memorizables y pueden interpretarse por personas
sin un bagaje musical previo Ibid.: 9-10.
«Libertad sin ira», de acuerdo con lo anterior, puede considerarse un tipo de «canción
de protesta social». Las estrofas están cantadas por su vocalista principal, Ángel
Corpa, a la manera de un cuento sobre la historia de España («Dicen los viejos […]»),
esto es, situando la nación en la narración. En la grabación, desde una dimensión proxémica de la producción musical, este cantante
está al frente de la mezcla, esto es, su voz, que se acompaña tan solo del piano,
está espacialmente cercana a nosotros cuando escuchamos la canción Sobre proxémica y producción en la canción popular grabada, véase Moore ( Moore, A. F. (2012). Song Means: Analysing and Interpreting Recorded Popular Song. Surrey y Burlington: Ashgate.
Si en su estribillo proclama «Libertad, libertad, sin ira, libertad», hay que tener
presente que este aparece como un fragmento coral, en el cual voces de hombres y mujeres
afirman, en colectivo y con armonía a varias voces —una suerte de consenso entre diferentes tendencias— Lo armónico constituye uno de los ejemplos más recurrentes de metáfora política a
través de la música, ya que «la armonía es una metáfora frecuente para la resolución
de conflictos», O’Connell, ( O’Connell, J. M. (2010). An Ethnomusicological Approach to Music and Conflict. En
J. M. O’Connell y S. E. Castelo-Branco (eds.). Music and Conflict (pp. 1-16). Springfield: University of Illinois Press.
Urbain, O. et al. (2008). Music and Conflict Transformation. Harmonies and Dissonances in Geopolitics. London: I. B. Tauris.
Sobre la definición de musema, véase Tagg ( Tagg, P. (2013). Music’s Meanings. A Modern Musicology for non-Musos. New York; Huddersfield: The Mass Media Music Scholars’ Press.
El concepto de refractación de la autenticidad es desarrollado por Grau Rebollo ( Grau Rebollo, J. (2015). «Oh, That’s So Typical!». Discussing Some Spanish «Authentic»
Essential Traits. En T. Fillitz y A. J. Saris (eds.). Debating Authenticity. Concepts of Modernity in Anthropological Perspective (pp. 91-107). New York; Oxford: Berghahn.
Un estudio pionero sobre las expresiones sonoras colectivas en manifestaciones en
la calle se encuentra en Ayats ( Ayats, J. (1997). Dos situaciones de expresión sonora colectiva: las manifestaciones
en la calle y en los estadios deportivos. Trans: Revista Transcultural de Música, 1. Disponible en: https://bit.ly/3bwxWOH.
La Transición a la democracia, como proceso histórico y político, conforma uno de
los imaginarios más poderosos en la España de las cuatro últimas décadas. Las formas
de imaginar este periodo, presentes en narrativas mediáticas, en el discurso político
o en las expresiones artísticas, entre otras, difieren en la lectura ideológica de
dicho proceso, en un amplio rango de posiciones, desde visiones celebratorias sobre
una Transición modélica, fruto del consenso, hasta perspectivas críticas e incluso
negacionistas en diferente grado, incluidos estudios que proponen la necesidad de
una ruptura con el mito pacífico de la Transición
«Libertad sin ira» ha operado como un dispositivo de recuerdo de un proceso histórico
y político como el de la Transición a la democracia. «Memoria sin ira» fue el nombre
de un capítulo dedicado a Jarcha de la serie Vivir cada día, de TVE, publicado cuando diez años habían pasado de manera soñolienta desde aquella
primera vida de la canción. Este documental recoge, entre otras, actuaciones de Jarcha
en el festival Andalucía Abierta, celebrado en Sevilla el 20 de marzo de 1987 J. L. Montoya: «El grupo Jarcha, nuevamente junto convocado por García Pelayo», ABC Sevilla, 7-3-1987: 59.
Cuéntame cómo pasó. Temporada 10, capítulo 162 (2008), RTVE a la carta, disponible en:
Coro Polifónico de Cebreros. (2018). Concierto 40 Años de Constitución, Museo Adolfo
Suárez y la Transición, disponible en:
Un cover o versión de una canción como «Libertad sin ira» también puede constituir un relato
sonoro sobre la transición a la democracia como proceso. Esta práctica o ejercicio
de versionar, implícita o explícitamente, articula nuevas visitas nostálgicas por
parte de bandas musicales, audiencias y fans para legitimar perspectivas ideológicas
y experiencias estéticas. Siguiendo a Rubén López-Cano, una versión implica «una experiencia
de escucha. Es la instauración, por parte de un oyente, de una relación entre una
canción considerada como punto de origen o referencia y otra entendida como su actualización» David Gallardo: «Porretas: “Julio Iglesias y José Luis Perales eran nuestros ídolos
de críos”». Europa Press, 13 de marzo de 2017, disponible en:
Sobre las tipologías transfonográficas vinculadas a la teoría de la intertextualidad
y transtextualidad de Gérhard Genette aplicada a la canción grabada, véase Lacasse
( Lacasse, S. (2018). Toward a Model of Transphonography. En L. Burns y S. Lacasse (eds.).
The Pop Palimpsest: Intertextuality in Recorded Popular Song (pp. 9-60). Michigan: University of Michigan Press.
Esos imaginarios sobre la libertad en «Libertad sin ira», canción inicialmente compuesta y escrita para ser contada en la España de la Transición, también fueron reapropiados en otros contextos y latitudes.
El 27 de noviembre de 1983, en plena dictadura cívico militar en Uruguay, se vivió
en torno al Obelisco de Montevideo un día histórico de movilización ciudadana, recordado
popularmente como «río de libertad». Jaque, revista semanario uruguaya, situaba en su portada los versos «Libertad, libertad /
sin ira libertad / guárdate tu miedo y tu ira», al lado de una fotografía en la que
un ciudadano de la tercera edad portaba una pancarta en la que podía leerse «No moriré
sin democracia» Jaque: Revista Semanario, Portada, 1 (3), del 2 al 8-12-1983.
Ibid.: 17.
Marita Fornaro ha estudiado la presencia de las filiaciones entre España y Uruguay
en la música popular entre 1972 y 1985, demostrando la importancia de canciones como
«Libertad sin ira», «A galopar» (música de Paco Ibáñez sobre un poema de Rafael Alberti)
o «Para la libertad» (música de Serrat sobre un poema de Miguel Hernández), que «fueron
reapropiadas por un público que se constituye en una comunidad con una identidad de
resistencia» «Paz Egaña Barahona, la menor de los hermanos mapucistas e izquierdistas cristianos,
cantaba en los actos: “Libertad, libertad, sin ira, libertad”». En Valenzuela ( Valenzuela, E. T. (2014). Dios, Marx… y el MAPU. Santiago: LOM Ediciones.
Si bien los casos anteriores ejemplifican el potencial de las relecturas intertextuales de esta canción, de entre todos los relatos en torno a «Libertad sin ira», su relación simbólica con lo acontecido en torno al terrorismo de ETA ha sido, sin duda, uno de los espacios más destacados en la construcción del imaginario sonoro de la España de las últimas décadas, especialmente significativa a finales de la década de 1990. El 13 de julio de 1997, ETA asesinaba, tras tres días de secuestro, a Miguel Ángel Blanco, concejal del Partido Popular por Ermua (Vizcaya). La movilización ciudadana que se desarrolló en el país en repulsa al terrorismo, sin precedentes en el país, estuvo marcada significativamente por la música del grupo Jarcha.
En su estudio de caso sobre las interacciones entre movilización colectiva y medios
de comunicación vinculadas al secuestro y posterior asesinato de Blanco, Teresa Sádaba
Garraza sostiene que aconteció «una amplia cobertura y una movilización social sin
precedentes» Ibid.: 72.
Ibid.: 73.
Ibid.
En los días previos al asesinato de Miguel Ángel Blanco, «Libertad sin ira» se posicionó
con efectividad como una canción emblemática que apelaba simbólicamente en su estribillo
a la no violencia y a la liberación del concejal que, finalmente, no se produjo. Ángel
Gonzalo, periodista de Amnistía Internacional, declaró en un programa radiofónico
dedicado al País Vasco a través de canciones que esta agencia pedía «una agenda de
derechos humanos y reconocimiento para todas las víctimas del conflicto» Véase descripción argumental textual del programa radiofónico en Coordenadas. Euskadi en la agenda, 23-3-2017, RTVE a la carta, disponible en:
Ibid., entre el 37’03’’ y el 39’00’’ del citado podcast. «Ángel Corpa: “Indignación es la palabra que mejor define el país”». La Región. Orense, 16-5-2015, disponible en:
G. Muñoz y A. Martínez: Jarcha pone música a «Hablemos», el poema de Benjamín Prado
sobre Cataluña. La Ventana, Cadena Ser, 4-12-2017 [podcast], entre el 13’25’’ y el 15’21’’ del audio, disponible
en:
El 10 de septiembre de 1997, RTVE organizó el macroconcierto Unidos por la Paz y la
Libertad en la madrileña Plaza de las Ventas, e informaba así en el telediario de
esta cadena tras la celebración del mismo: «La música, a través de la participación
de diferentes artistas, ha sido el nexo para exteriorizar la unidad de todos, ciudadanos
y políticos frente a la sinrazón etarra» Telediario TVE, 10-9-1997, disponible en:
Sin embargo, algunos sucesos acaecidos en este acto fueron significativos de las tensiones
políticas del momento. El cantautor Raimon fue abucheado en este concierto por cantar
en catalán. Como respuesta, el siguiente invitado al escenario, el actor José Sacristán
—quien también fue abucheado en la lectura del poema «Y por mí vinieron», atribuido
a Brecht, al citar la palabra «comunista»—, denunció ante el público: «No sé desde
qué extraño sentido de la libertad se silba a alguien que habla en su idioma» (55’12’’),
marchándose del escenario. Por otra parte, diarios como El País harían de altavoz de las desavenencias de representantes de formaciones políticas
como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU), que criticaban
la politización del acto por parte del Partido Popular, que gobernaba el país desde
el año anterior, 1996 Javier Casqueiro: «Críticas al PP por convertir el homenaje a Miguel Ángel Blanco
en un concierto partidista», El País, 12-9-1997, disponible en:
Quizá sea esa la clave: haber sido un cauce por el que han circulado todas las cosas
que nos han ido pasando desde que la canción se puso en el viento allá por 1976, que
era un momento en el que estábamos amaneciendo a las libertades y la democracia, hasta
el golpe tan brutal que supuso el secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel
Blanco 21 años más tarde (Ángel Corpa, líder de Jarcha) En Nuria Lozano: «“Libertad sin ira” es lo más hermoso que me ha pasado». Las noticias de Cuenca, 27-12-2017, disponible en:
Pero las relecturas políticas sobre «Libertad sin ira» han persistido. Las dos últimas
décadas en España (2000-2019) atestiguan una resignificación y revitalización notables,
que continúan con la tendencia de esta canción a articular relatos políticos diversos.
Esto incluye instrumentalizaciones que pasan tanto por la reapropiación simbólica
como por su no inclusión o abierto rechazo, ambas con intencionalidad política. Dentro
de las reapropiaciones, algunas de estas prácticas políticas con «Libertad sin ira»
se emparentan con las tipologías descritas en el punto anterior —como proceso de la
Transición española, como discurso transnacional de libertad o como repulsa a la violencia
terrorista—, mientras que otras crean nuevas filiaciones con modelos ideológicos,
grupos ciudadanos y colectivos sociales. Por su parte, la omisión o la oposición política
abierta a esta canción se vehicula fundamentalmente con los relatos contrahegemónicos
sobre el proceso de la Transición, revitalizados especialmente a partir de las movilizaciones
ciudadanas del 15M, también conocido como movimiento de los indignados. Así, siguiendo con la idea de la «matriz cultural» de la democracia desarrollada por
Benedicto, la emergencia de la crisis económica en España produce también una crisis
de dicha matriz cultural de la democracia, en un periodo dominado por «la desafección
institucional y la indignación popular»
A la altura de 1894, el cubano José Martí, quien sentaría las bases ideológicas para
la independencia de Cuba como colonia española, escribía las palabras «sea nuestro
lema: libertad sin ira» en su publicación «El tercer año del Partido Revolucionario
Cubano» para el periódico Patria Véase el compendio de este y otros escritos en Martí ( Martí, J. (2013). Claves del pensamiento martiano. Ensayos políticos, sociales y literarios. Madrid: Editorial Verbum.
García, A. C. (2017). Libertad sin ira: Secretos y Curiosidades Martianas. Caracas: Letras Latinas.
Véase dicho fragmento audiovisual en la plataforma YouTube, Dramatización muerte del libertador «Libertad sin ira», disponible en:
«Mariano Rajoy arenga al PP juvenil sacudiendo lo suyo a Pablo Iglesias, Monedero,
Errejón y los “caraduras” de Podemos», Periodista Digital, 24-1-2015, disponible en:
Un fragmento de dicha concentración de USTEA en Málaga en 2010 puede consultarse
en YouTube, disponible en:
Veáse en YouTube, disponible en:
Una de las continuidades más destacadas es la que asocia «Libertad sin ira» con la
repulsa a la banda terrorista ETA, pasando de emplear de forma restrictiva «Libertad
sin ira» como canción de la Transición a recordar «Libertad sin ira» como canción
emblemática vinculada al asesinato de Miguel Ángel Blanco. En el cambio de siglo se
produjo una repulsa por parte del Partido Popular, principal partido de la oposición,
a determinadas políticas vinculadas al País Vasco de la primera y segunda legislatura
de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno de España (2004-2008, 2008-2011).
La canción de Jarcha fue escuchada y coreada en diferentes manifestaciones y concentraciones
estrechamente vinculadas al Partido Popular contra el Gobierno a este respecto Véase, por ejemplo, el uso de esta canción en la marcha del 10 de marzo de 2007 impulsada
por el Partido Popular, disponible en YouTube:
Las lecturas críticas con el proceso y recuerdo de la transición democrática también han dedicado un espacio a «Libertad sin ira», pero con el objeto de destacar su naturaleza vinculada a los relatos celebratorios con el proceso de Transición. En su trabajo «Verdad sin ira. Repensar el silenciamiento del genocidio franquista», Pedro Piedras Monroy muestra su oposición a la «cultura de la Transición» a través de una crítica a las visiones celebratorias con este periodo en «Libertad sin ira»:
De los más niños a los más ancianos, todo el mundo conoce y ha tarareado en alguna
ocasión este popero himno parahippie. Sus notas han corrido invariablemente ligadas
a las imágenes más arquetípicas del relato épico de la heroica conquista de la democracia en España. […] «Libertad sin ira» colonizaba machaconamente desde la televisión y la radio las mentes de los expectantes
ciudadanos españoles. Un toque sentido y un estribillo pegadizo bastaban para inocular
un mensaje llamado a desactivar la memoria del genocidio y la represión franquista
La referencialidad intertextual a «Libertad sin ira», en este caso, se mueve mediante
el rechazo a un himno que, según el autor, representa tan solo una parte de las narraciones
de la Transición —entendidas como hegemónicas— y que olvida la necesidad de una memoria
histórica: «A la canción Libertad sin ira, escrita y aplaudida por los hijos de la
represión, se va oponiendo en los últimos tiempos otra menos amable, menos voluntariosa,
menos alegre, menos pegadiza y que no admite tan fácil acompañamiento de palmas. Esta
canción que han empezado a cantar algunos nietos y bisnietos de la represión bien
podría titularse "Verdad sin ira"» Ibid.: 35.
Durante los últimos diez años, la significación política de «Libertad sin ira» se ha resituado en España por parte de músicos, audiencias y ciudadanía a través de estrategias intertextuales sutiles, como la exclusión simbólica o la alusión, siendo dos casos paradigmáticos los del 15M o el procés catalán, respectivamente. El 15M, conocido como movimiento de los indignados (2011), acontecimiento de la historia más reciente de España de trascendencia política y social a nivel nacional e internacional, es un fenómeno de especial interés para nuestro objeto de estudio.
Germán Labrador ha analizado las concomitancias entre discursos y prácticas ciudadanas
de la transición y del 15M en torno a las demandas de mayores conquistas democráticas.
Así, pone su foco de atención en las relaciones entre el movimiento de los indignados y las movilizaciones de 1976 (año que coincide con la publicación de la canción «Libertad
sin ira»), ya que comparten lecturas contrahegemónicas sobre una «cultura de la transición»
—esto es, vinculada a la institucionalización de una serie de lecturas oficialistas
sobre la transición a la democracia—, que el autor distingue de la «cultura en la
transición», es decir, aquella articulada durante este periodo histórico. A través
de un análisis del lema «Lo llaman democracia», Labrador sostiene que «este grito, en España, atraviesa dos épocas manteniendo continuas las claves de una comunidad
hermenéutica sin continuidad sociológica definida. En él, se condensa una memoria
alternativa de la transición, basada en la crítica utópica de la democracia por venir»
No debe sorprender el hecho de que esta canción no haya sido utilizada de forma significativa en movilizaciones vinculadas al 15M, precisamente por esa revisión crítica de la Transición que este movimiento planteaba. A nuestro juicio, la omisión de este tema de Jarcha como canción emblemática en el movimiento de los indignados es otra forma de reapropiación política en música a través de la no inclusión, dado que toda selección de repertorios musicales obedece a motivaciones estéticas e ideológicas vinculadas a la creación de un canon o corpus de obras modélicas, algo especialmente evidente en este contexto.
Recientemente, Ángel Corpa, cantautor y líder de Jarcha, puso música a un poema de
Benjamín Prado sobre el procés catalán titulado «Hablemos» (2017), grabando una canción y videoclip con el mismo
nombre Ángel Corpa y Benjamín Prado: «Hablemos», disponible en YouTube:
[…] es un soneto que encontré un día en las redes y me llamó mucho la atención, porque
hay un guiño además a «Libertad sin ira» y, según lo iba leyendo, me iba surgiendo
la música y cuando terminé la canción estaba prácticamente acabada, a falta de unos
retoques. Me gustaría plantear un cauce por el que puedan fluir la cantidad de sentimientos
complejos y a veces encontrados que llenan gran parte de la sensibilidad de la gente
que habitamos España, dentro de una situación muy compleja. Hacer un llamamiento a
la concordia y al entendimiento mediante el diálogo siempre es un buen consejo En Nuria Lozano: «“Libertad sin ira” es lo más hermoso que me ha pasado», Las noticias de Cuenca, 27-12-2017, disponible en: http://bit.ly/38TuvzN (fecha de consulta: 19/12/2018).
El carácter icónico de «Libertad sin ira» está representado en la canción grabada
tanto por la alusión interfonográfica a esta emblemática canción —«con libertad, sin ira, como hermanos»— en los versos
como por el propio Ángel Corpa, quien encarna en su propia voz el recuerdo y la memoria
de la Transición. Este hecho es reforzado por un videoclip en el cual se presentan
escenas, planos y secuencias en los cuales la presencia del cantautor se intercala
con imágenes misceláneas de las manifestaciones sobre el procés y recortes de prensa sobre la marcha de empresas de Cataluña. No faltan, tampoco,
las manos blancas que, como se argumentó, operaron como un icono de las movilizaciones
en torno al secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Uno de los puntos culminantes
del videoclip se produce cuando, tras el estribillo, se realiza una alusión musical Sobre la alusión musical como recurso intertextual, véanse Ogas ( Ogas, J. (2010). El texto inacabado: tipologías intertextuales, música española y
cultura. En C. Alonso et al. Creación musical, cultura popular y construcción nacional en la España contemporánea
(pp. 233-252). Madrid: Instituto Complutense de Ciencias Musicales.
López-Cano, R. (2018). Música Dispersa: Apropiación, influencias, robos y remix en la era de la escucha digital.
Barcelona: Musikeon Books.
Sobre la naturaleza cultural, social y política del sonido, vinculada a los denominados
sound studies, véase el trabajo compilador de Pinch y Bijsterveld ( Pinch, T. y Bijsterveld, K. (2012). The Oxford Handbook of Sound Studies. New York: Oxford University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1093/oxfordhb/978019 5388947.001.0001.
Yo, cuando planteo una canción de cualquier tipo, fundamentalmente lo que busco es
propiciar un cauce a través del cual fluyan […] todos los sentimientos que nos habitan
en un momento determinado a los que somos potenciales oyentes de algún tema. Entonces,
el que una canción se convierta en himno o no se convierta en himno, a mí es una cosa
que particularmente no me va ni me viene porque, en definitiva, yo no soy dueño de
eso. Una vez que he puesto la canción en el viento siento que deja de pertenecerme
porque la harán suya, más o menos, las personas que la necesiten para algo. Esto ocurrió
en su día con «Libertad sin ira»: fue una canción que pusimos en el viento en el año
1976. Quería ser básicamente una canción donde ondeasen de una forma decidida las
libertades que demandábamos en aquellos momentos Véase nota 44.
En las palabras de Corpa se atisban tres aspectos fundamentales que sintetizan una parte importante de las relaciones entre música popular y política. Por una parte, esta canción popular opera como una suerte de artefacto cultural emblemático para la canalización individual de un sentir colectivo o una suerte de espíritu de época que facilita su identificación masiva. Por otro lado, está presente, de forma implícita, la barthesiana idea de «la muerte del autor», esto es, la que sugiere que el compositor o intérprete musical no tiene la última palabra en la construcción de los significados. Por último, derivado de lo anterior, se observa un énfasis decidido en la centralidad de ciudadanía, audiencias e instituciones para la reapropiación e instrumentalización personal, cultural y política en torno a la canción popular.
Aunque carezca de un carácter oficial como himno, la presencia y calado en la sociedad de «Libertad sin ira» a lo largo de las últimas cuatro décadas es altamente significativa. Ya sea mediante la interpretación vocal colectiva de la canción por parte de la ciudadanía, el uso del parafraseo de su letra con diferentes fines o mediante la emisión con altavoces de la grabación en concentraciones y manifestaciones, recurriendo a ella para la parodia, criticando su conformismo o no incluyéndola en los temas de otra Transición, ninguna canción se ha aproximado tanto a la representación de este mito fundacional de la nación moderna postfranquista como lo ha hecho este tema escrito por Armenteros, Baladés y Herrero e interpretado por Jarcha.
Conceptualizar una canción popular bajo la denominación de himno vinculado a un periodo de la historia reciente de España no está, por supuesto, exento de complejidades y contradicciones. El propio ejercicio de patrimonializar determinadas músicas para que estas queden inscritas a un territorio, ya sea por parte de instituciones dedicadas a la salvaguarda de las tradiciones inmateriales o por asociaciones culturales devotas de su estudio, acarrea paradojas, contradicciones discursivas y fragmentaciones identitarias. Esto no implica, necesariamente, la aceptación de que lo que es representativo de un lugar nos represente a unos o a otros. Parece obvio entonces que, de manera análoga al modus operandi de la patrimonialización de la música, el hecho de que una canción constituya, a nivel oficial o simbólico, un himno, no implica que la ciudadanía, en su totalidad, se identifique o se sienta representada por los valores reflejados en sus letras o articulados por diferentes poderes políticos. Precisamente, la pluralidad de memorias y relatos contrapuestos sobre «Libertad sin ira», sus reapropiaciones diversas y lecturas intertextuales en distintos formatos, tanto como su negación o no inclusión, no hacen sino reforzar aún más su centralidad como himno disputado de la España democrática en constante negociación y redefinición.
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