RESUMEN
La Operación Propaganda Exterior (OPE, 1958-1961) fue una operación de propaganda secreta del franquismo intermedio orientada a mejorar la imagen del régimen en el exterior, principalmente en EE. UU., ante el contexto previo de bloqueo internacional de España como antiguo aliado fascista y como dictadura. También se orientó a vigilar y moldear la opinión pública española recurriendo a los modernos métodos de propaganda política. Este artículo analiza el contexto histórico-ideológico previo de la OPE, así como su naturaleza, protagonistas y desarrollo en sus ámbitos principales: información, cultura y cine. Su principal logro fueron los largometrajes proespañoles de Bronston.
Palabras clave: Propaganda; política exterior; franquismo; ideología.
ABSTRACT
The «Operación Propaganda Exterior» (OPE, 1958-1961) was a secret propaganda operation of the intermediate Franco regime aimed to improving the image of the regime abroad, mainly in the US, given the previous context of the international blockade of Spain as a former fascist ally and as a dictatorship. It was also oriented to monitor and shape Spanish public opinion throughout modern methods of political propaganda. This article analyses the previous historical-ideological context of the OPE, as well as its nature, protagonists and development in its main areas: information, culture and cinema. The main achievement of OPE was Bronston’s pro-Spanish films.
Keywords: Propaganda; foreign policy; Francoism; ideology.
El concepto sociopolítico de propaganda, enraizado históricamente en la noción teológica de propaganda fide[1] y con ciertos precedentes en la Ilustración y en la Revolución francesa[2], experimentó un importante desarrollo teórico entre finales del xix y principios del xx gracias a Gustave Le Bon, entre otros teóricos de las masas y de su manipulación, como Scipio Sighele, Henri Fournial, Gabriel Tarde o Robert E. Park. Estos últimos describen las masas —reverso de la teoría de las élites— en términos de animales instintivos, o como un «subhumano» (Tarde). Le Bon recurre al símil de la mujer, zafiamente caricaturizada a estos efectos como «irritables, impulsivas, impresionables, versátiles, desprovistas de sentido crítico, sustituido por la exageración de los sentimientos» (Le Bon, 1983: 37, 44).
En su praxis política, la propaganda experimentó un gran auge en el contexto de la Primera Guerra Mundial desde sus dos variantes iniciales: la liberal angloamericana y la comunista soviética. En la rama anglosajona, destacaron los respectivos ministros de propaganda británico, Lord Beaverbrook[3], y norteamericano, George Creel ——autor de How we advertised America (1920)—. Dentro del frente comunista, fueron referentes Plejánov y, especialmente, Lenin con su obra ¿Qué hacer? (1902), donde vinculó el término propaganda —dirigido inicialmente a élites reducidas y cualificadas— al de agitación —referido a las masas—, conformando el binomio agitprop.
Otro desarrollo algo posterior de la propaganda fue el nazi —y fascista en Italia— por parte del propio Adolf Hitler, pero muy especialmente de su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels. Hitler, que en su Mein Kampf (1925) tituló un capítulo «Propaganda y organización», reconoce que aprendió las estrategias de propaganda de sus enemigos británicos, primero, y socialistas después, durante la Primera Guerra Mundial. También alude a los fascistas italianos, e incluso a fuentes religiosas (Pineda, 2007: 167). Pero mientras que Hitler la concibe en un sentido instrumental respecto a una consecución del poder y previa a la «organización» —como Lenin—, Goebbels tenía un modelo de propaganda total y permanente[4].
A estos tres frentes geopolíticos habría que añadir el publicitario, desde la manipulación psicosocial, donde destacó Edward Bernays con su célebre obra Propaganda (1928). Sobrino y discípulo de Sigmund Freud y antiguo colaborador de organismos públicos en la Gran Guerra, Bernays ideó impactantes y exitosas campañas publicitarias y electorales, cuyas estrategias, orientadas a impactar sobre el inconsciente freudiano de las masas, también imitaron mutatis mutandis Hitler, Goebbles o Creel. Pero la estigmatización nazi del término propaganda le llevó a redefinirla después bajo el eufemismo de relaciones públicas. Bernays trataba de aprovechar los impulsos inconscientes freudianos para intentar lograr algo cercano al control de las masas para fines económicos o políticos, como proponía en su obra La ingeniería del consentimiento (1955), por lo que es también pionero de la ingeniería social.
Un último frente, algo distinto a los anteriores por moverse netamente en el ámbito mediático-cultural e internacionalista, fue el que protagonizó Willi Münzenberg, responsable de la propaganda cultural comunista del Kommintern en Occidente. Desarrolló su actividad propagandística a través de una tupida red de órganos e instrumentos encubiertos de propaganda internacional —incluyendo producciones cinematográficas o el papel de periodistas, intelectuales orgánicos y escritores— a favor de la difusión internacional del comunismo y de la contrapropaganda antifascista[5].
La retroalimentación entre la teoría y la praxis —política, mediática, cultural y comercial— de la propaganda será una constante entre sus principales cultivadores del siglo xx.
En España, el uso político de la prensa y de la propaganda venía adquiriendo gran intensidad desde la Guerra Civil en ambos frentes debido a su intenso trasfondo ideológico y a su proyección internacional[6]. Durante las diversas etapas del franquismo, prensa y propaganda adquirieron una importancia estratégica, con la creación de diversos órganos estatales que desembocaron finalmente en la fundación en 1951 del Ministerio de Información y Turismo (en adelante: MIT), que contaba con el efímero precedente durante la II República del Ministerio de Propaganda[7]. Como en 1954 escribió Sánchez Bella a Fraga, responsables ambos del MIT: «Las palabras son los “obuses” del siglo xx. […] El Ministerio de Información es tan importante como el de la Guerra» (Muñoz Soro, 2014: 256).
En este sentido, el análisis de una operación secreta franquista orientada a la propaganda exterior española desde el MIT como fue la Operación Propaganda Exterior (en adelante, OPE), desplegada durante el ecuador del régimen, posee un especial interés histórico-político, pese a las escasas referencias existentes sobre la misma. Para una adecuada hermenéutica contextual de dicho episodio se profundizará en el marco histórico y conceptual planteado, antes de proceder en una segunda parte al análisis directo de la OPE, de acuerdo con la documentación hallada en el Archivo General de la Administración (AGA) y en la Filmoteca Española.
En su obra dedicada a la censura franquista, J. Sinova destaca cuatro fases en la política de prensa entre julio de 1936 y julio de 1951: primera mitad de la Guerra Civil (18-7-1936/31-1-1938), de control fundamentalmente bélico-militar; segunda etapa de la Guerra Civil, con un periodo de acercamiento al Eje protagonizado desde el Gobierno de 1938 por Serrano Suñer; tercera, de control falangista, entre 1941 y 1945, bajo dominio último de Arrese y delegación en Arias Salgado; cuarta etapa, «de alejamiento totalitario y de acercamiento a las democracias occidentales», encomendada por Franco, desde 1945, al sector católico de José Ibáñez Martín y Alberto Martín-Artajo (Sinova, 2006: 91). A estas cuatro fases podríamos añadir posteriormente otras dos etapas que afectan más directamente a la OPE: una matizada revancha falangista, con la creación y asignación del MIT a Arias Salgado, comprendida entre 1951 y 1962, y por último, el retorno del «colaboracionismo católico» —en la terminología historiográfica de J. Tusell, que toma del Gil Robles monárquico disidente (Tusell, 1984: 34)—, con los ministerios de Fraga Iribarne y Sánchez Bella, entre 1962 y 1973.
Otra línea fundamental para enmarcar la propaganda internacional española son los organismos surgidos previamente en el contexto de la Guerra Civil y dedicados explícitamente a la propaganda exterior desde ambos bandos. Entre ellos cabe destacar la Oficina de Propaganda Exterior de CNT-FAI[8] en el bando republicano, mientras que por el bando franquista destaca la conocida como Falange Exterior, nacida en 1935 y desarrollada sobre todo desde 1937 por el diplomático Felipe Ximénez de Sandoval, órgano convertido posteriormente en la Delegación Nacional del Servicio Exterior del Movimiento (González Calleja, 1994: 281). La propaganda cultural exterior ejercida por Falange Exterior y su Consejo de la Hispanidad sería posteriormente desplazada por la del Instituto de Cultura Hispánica, creado en 1945 por el sector católico.
Ciertamente, dentro del bando franquista se habían creado sucesivos órganos políticos dedicados al control de prensa y propaganda desde los mismos comienzos de la Guerra Civil, tales como el Negociado o Gabinete de Prensa (4-8-1936), la Sección de Prensa y Propaganda (2-10-1936) y la Delegación de Estado para Prensa y Propaganda[9] (14-1-1937). En paralelo a la Delegación estatal de Prensa, y con una denominación harto confusa —incluso en la propia época—, existía la Delegación nacional de Prensa y Propaganda de Falange, asignada desde mayo de 1937 a Fermín Yzurdiaga, conocido como el cura azul, entidad que sería gestora de la futura red de prensa del Movimiento. Durante este primer periodo, las actividades de control de prensa y propaganda estarían fuertemente militarizadas y marcadas por el contexto bélico.
En 1938, ya dentro del primer Gobierno formal de la dictadura en Burgos, se crea la Subsecretaría de Prensa y Propaganda[10], que se adscribirá al Ministerio del Interior, a cargo de Serrano Suñer. Esta desarrolló la primera ley de prensa franquista que, pese a su contexto genético de excepcionalidad bélica, se mantuvo vigente casi tres décadas, desde 1938 hasta 1966.
De mayor relevancia para la investigación que nos ocupa será la creación, ya en el periodo postbélico, de la Vicesecretaría de Educación Popular (20-5-1941), de la que iban a colgar las delegaciones de prensa y propaganda, pasando a depender directamente —tras la caída en desgracia de Serrano Suñer—, de la FET de las JONS y, por tanto, de la Secretaría General de José Luis Arresse. Se nombró director de la Vicesecretaría a Gabriel Arias Salgado, con lo cual la función de prensa quedaba fuera del control de Serrano Suñer y en manos del Movimiento (Bermejo, 1991: 83-84)[11]. Así, hasta 1945 se unificaría en Falange el aparato de control estatal de prensa y propaganda y se le confería un enfoque imperialista netamente falangista y pro-Eje, concretamente pronazi, con la relevante mediación de Hans Lazar, encargado de propaganda nazi en España. Una orientación que intentaba contrarrestarse desde Exteriores, no solo desde la gestión de un Martín Artajo, sino ya desde los ministerios de Suñer y de Jordana (ibid.: 89). En este sentido, hay evidencias de cierto viraje inicial hacia Estados Unidos incluso durante la etapa de Arias Salgado, hacia 1943 —fecha de la derrota de Mussolini y cercana a la de Hitler—, cuando según informes confidenciales norteamericanos, este manifestaba estar convencido de la victoria norteamericana (Pizarroso, 2009: 61)[12].
Pero en 1945 se produce un cambio de tercio —o de familia— en la orientación de la política exterior e interior franquista, marcada por el nombramiento como ministro de Asuntos Exteriores del principal representante del catolicismo político: Alberto Martín-Artajo. Coincidiendo con la derrota del Eje —Mussolini en 1943 y Hitler en 1945—, Franco tomó la determinación de dar un cambio a la política exterior española, como refleja el nombramiento de alguien como Artajo, contrario al falangismo y con cierto reconocimiento en ámbitos católicos internacionales como único haber político. Era fundamental vender una nueva imagen exterior de España, principalmente ante Estados Unidos, que rompiera el bloqueo y sanciones hacia la España de 1946. Ello imponía la necesidad de una propaganda y contrapropaganda exterior acorde, de manera que los sujetos y enfoques de política informativa franquista fueron mutando desde los referentes nazi-fascistas hacia otros de corte occidental y americano, subrayando estratégicamente el denominador común anticomunista.
Así, a instancias de Artajo, la política informativa pasaría a depender de la denominada Subsecretaría de Educación Popular, adscrita en adelante al Ministerio de Educación de Ibáñez Martín, muy cerca del sector católico. En enero de 1946 se produjo el desembarco de los católicos a sus principales cargos a propuesta de Artajo: Luis Ortiz Muñoz, como subsecretario de Educación Popular; Tomás Cerro Corrochano, como director general de Prensa, y Pedro Rocamora, director general de Propaganda (Tusell, 1984: 189). Todos ellos, incluyendo a ambos ministros —Artajo e Ibáñez Martín—, eran miembros de la ACN de P de Herrera Oria (Sánchez Garrido, 2020, 106). Artajo asumirá como puntos fundamentales de su programa de evolución del régimen una nueva ley de prensa de signo aperturista y un pulso con el Movimiento por la desfalangización del régimen (ibid.: 350), comenzando por la simbólica supresión del saludo fascista.
En todo ello, la interrelación entre los ministerios de Exteriores, Educación Nacional e Información fue crucial. El enfoque de esta familia supuso una cierta desfalangización de la prensa y propaganda, así como un progresivo viraje proamericanista, que roturaron el terreno para una operación como la OPE.
A comienzos de los cincuenta se produjo una cierta revancha falangista en la política de prensa del régimen, con el regreso de Arias Salgado, elevado ahora a la categoría de ministro tras la creación del MIT en julio de 1951[13], si bien una revancha muy mitigada externamente por la circunstancia internacional, e internamente por el pulso de Artajo y por la condición de Arias de franquista puro. Logró Artajo el nombramiento de Joaquín Ruiz-Giménez como ministro de Educación, e intentó poner al frente del MIT a Luis Ortiz y como director general de Prensa a José M.ª Sánchez de Muniaín —ambos acenepistas—. Pero finalmente Franco optó por este franquista puro que estaba orientado más bien hacia el falangismo y hacia su ley de prensa, por lo que no era favorable a una ley de prensa aperturista como la que proyectaba desde hacía años Artajo, bajo el impulso de Ángel Herrera Oria. Por tanto, esta ley de prensa más aperturista tendría que esperar hasta la siguiente etapa ministerial. Asimismo, con el nombramiento de Arias Salgado en el MIT, la política informativa pasaba a quedar más claramente bajo el control último de Carrero Blanco y, por tanto, del propio Franco (Chuliá, 2001: 10).
Sin embargo, el viraje proamericanista iniciado ya con el propio Arias en la Vicesecretaría y el desarrollado en el periodo católico, marcaba el rumbo del MIT y empujó al régimen a tener que jugar en el nuevo contexto internacional de Guerra Fría. Este imponía un cambio de paradigma que el Franco más pragmático quiso aprovechar de cara al exterior.
Por otro lado, Arias Salgado intentó desarrollar una teorización doctrinal propia como base teórica y práctica de su gestión ministerial dentro de lo que llamó «política española de la información», cuyas intervenciones y escritos compiló en tres volúmenes titulados Textos de doctrina y política española de la información (Arias Salgado, 1960). Pero no encontramos en dichas reflexiones aportaciones significativas a la teoría de la propaganda. Su «doctrina de la información» era intensamente religiosa, hasta el punto de que afirmó que equivalía a una «teología de la información». Paradójicamente, aunque Arias alardeaba de la fundamentación teológico-católica de su actuación, protagonizó en 1955 un sonado enfrentamiento público con el entonces obispo Ángel Herrera Oria, que denunció la incompatibilidad de la política de censura previa con la doctrina social pontificia —mucho más abierta que la de Arias—. Hay que tener en cuenta que Herrera había sido director de El Debate, periódico al que el régimen nunca perdonó su postura pública de acatamiento de la II República, por lo que impidió su reapertura. Por otro lado, Herrera era el maestro directo de Martín Artajo, a quien este consultó hasta su aceptación como ministro (Tusell,1984: 70).
El reñido pulso entre el sector católico y el falangista no quedaría ahí, pues a raíz del cese de Arias Salgado el 11 de julio de 1962 por su gestión del contubernio de Múnich —protagonizado en buena parte por el sector católico anticolaboracionista[14]— la cartera se aproximaría de nuevo al sector católico con el nombramiento ministerial de Manuel Fraga y su introducción de criterios más abiertos, plasmados, con sus limitaciones, en la ley de prensa de 1966. Esta ley más aperturista fue elaborada por su director general de Prensa desde 1962, el acenepista Jiménez Quílez[15]. El predominio del sector evolucionista católico se mantendría hasta 1973 con el siguiente ministro, Alfredo Sánchez Bella.
El grueso de la OPE, elaborada bajo carácter «altamente confidencial»[16], comprende los años 1958 y 1962, periodo que afecta a los años finales del Ministerio de Arias Salgado, con cierta continuidad en el comienzo del siguiente ministerio de Manuel Fraga. La OPE comienza en 1958 bajo la competencia del ministro Arias Salgado y responsabilidad última del propio Franco. La OPE tendría su máximo desarrollo operativo en 1960 de acuerdo con el plan del MIT, ejecutado desde su Secretaría General Técnica.
La finalidad era trazar un «plan de propaganda ideológica en el extranjero» para potenciar la imagen exterior de España, según el borrador del informe de la OPE de 31-8-1960. La OPE se inscribe en el marco más general de la estrategia del régimen, ya referida, de promocionar una imagen abierta de España al extranjero, tanto con fines geopolíticos e ideológicos, como también económicos y turísticos. Principalmente, tenía la finalidad geopolítica de posicionarse públicamente en la estela aliadófila norteamericana, atacando al enemigo común comunista, así como la finalidad secundaria de coadyuvar en la política internacional de la hispanidad. En este contexto prestó especial atención a la propaganda cinematográfica, usando como caballo de Troya el cine hollywoodiense. Con las coproducciones internacionales como las de S. Bronston, el régimen ganaría una incomparable distribución y eco internacionales, así como un idóneo camuflaje de la finalidad propagandística.
Pero también en el ámbito de la política interior se veía necesario el recurso a la propaganda como mecanismo de control ideológico de la sociedad española, así como para evitar que la contrapropaganda exterior de los exiliados hiciera mella en España. Algunos ejecutores de la OPE, como Sanabria, apuntaban con ello hacia lo que J. Ellull llamaría por aquellas fechas «propaganda de integración», como forma «actualizada» de entender la cultura y la así llamada «educación popular» en una sociedad de masas (Sanabria, 1962: 174). Se trataba, especialmente ante el contexto autoritario español, de lograr un favorable consenso social de los españoles para con el régimen, recurriendo para ello a los modernos métodos de propaganda y de comunicación de masas en el marco de operaciones gubernamentales de carácter secreto. En este sentido, Bermejo refiere, por ejemplo, la existencia de casos de «propaganda oculta» nacional durante la época de la Vicesecretaría de Educación Popular[17], aunque el carácter secreto de la propaganda era un componente casi consustancial de la misma ya desde los desarrollos esbozados en la Primera Guerra Mundial. Junto a los cauces habituales de influencia ideológica sobre la opinión pública, también se prestó atención a la denominada «cultura popular» a la que el fascismo italiano había dedicado todo un ministerio en 1937 y con lo que se buscaba la «nacionalización» de las masas[18].
Es coincidente con todo ello el inicio del Plan de Estabilización iniciado en 1959 y los subsiguientes planes de desarrollo a lo largo de los sesenta, ya con la entrada de los ministros vinculados al Opus Dei (Navarro Rubio, Ullastres, López Rodó…), otra familia católica, de un perfil tecnocrático orientado hacia la política económica —y tradicionalista en lo cultural—, aunque no vinculada formalmente con el sector católico acenepista. Estos planes buscaban romper con la autarquía económica del periodo anterior y mejorar la economía española. Lo relevante en este punto es que se vincularon igualmente a las actividades de propaganda exterior, vendiendo una España más abierta económicamente y atractiva a efectos turísticos, como se intentó mostrar en el reportaje de Bronston, copruducido por el Ministerio de Asuntos Exteriores, titulado Objetivo 67 (1964). Este reportaje intentaba vender por adelantado los avances económicos que se preveían asociados al Primer Plan de Desarrollo (1964-1967), coordinado por López Rodó.
El régimen de Franco preparó todo un hosting cinematográfico para producciones internacionales, especialmente norteamericanas, como modo de propiciar un cambio internacional favorable hacia España, desde lo político a lo turístico pasando por el cine. A la vez, era un modo de exportar las ideas afines al régimen, como la de hispanidad, equivalente a la de americanización, sobre la que Creel hizo gravitar la propaganda internacional norteamericana. En este contexto, el Ministerio de Fraga haría célebre desde 1963 el «Spain is different».
La bibliografía científica existente sobre este proyecto es escasa y casi toda apunta a esta línea de cinematografía (productores y distribuidores), cuyo principal exponente indirecto acabó siendo el famoso productor norteamericano de origen ruso Samuel Bronston[19]. La faceta cinematográfica era solamente uno de los ámbitos dentro un proyecto mucho más amplio, pero el eco mundial que lógicamente alcanzaron las películas de Bronston, apoyadas directamente por el régimen, desde John Paul Jones (1959) a El Cid, o reportajes de promoción nacional como Objetivo 67, ha eclipsado quizá el estudio de la génesis y demás facetas de la OPE.
Parece que la propia OPE como operación gubernamental a gran escala decayó una vez que se produjo el cambio de ministerio y de sus responsables, pero el MIT de Fraga continuó con esta línea más exitosa que había recomendado la OPE: la del cine de propaganda española con eco hollywoodiense.
El protagonismo ejecutivo de la OPE recayó sobre Eduardo del Río Iglesia, secretario general técnico del MIT en el periodo final de Arias Salgado[20]. La fase de preparación y documentación previa data de 1958, mientras que la ejecución oficial comienza el 13 de agosto de 1960, cuando el ministro Arias encarga a Eduardo del Río el desarrollo del plan[21]. En 1958 había sido nombrado director general de Prensa Adolfo Muñoz Alonso, a quien sustituyó Del Río en el cargo previo de aquel como secretario general técnico. En cuanto a la responsabilidad política superior de la OPE, en la documentación se constata la supervisión última del Ministro de Información. Igualmente, en el informe se indica que en todo caso correspondería al jefe del Estado la decisión última de una operación de este tipo, así como de fijar su «amplitud espacial» y «de sus otros objetivos tácticos y del contenido ideológico a propagar». En cuanto a los aspectos de contenido ideológico, se señala que deberían atenderse las directrices de la Secretaría General de Movimiento y del Ministerio de Educación para sus aspectos culturales. La propuesta de todas estas decisiones se considera materia conjunta de los ministros de Exteriores y de Información y Turismo. Pero se advierte que como los ministros no pueden desarrollar directamente estas operaciones, se propone la delegación en un equipo que responda directamente ante los mismos.
En el expediente de la OPE (1958-1960) se indican quiénes fueron los redactores y ejecutores del plan de ejecución de la OPE, si bien identificándolos meramente con el primer apellido. El principal autor fue Del Río[22], seguido de Torras[23], contando con la colaboración de Alonso[24], Sanabria[25], Ballesteros[26] y De la Peña. También consta, si bien en menor grado, la colaboración de los periodistas Alfredo Timermans y de José Ramón Aparicio.
En cuanto a la gestación de la OPE, el 29 de abril de 1958 Eduardo del Río remite al ministro de Información unas bases sobre propaganda de once páginas elaboradas por la Delegación Nacional de Prensa[27]. En el informe se dice que es necesaria «la formación de una opinión pública favorable a las Leyes Fundamentales», entonces en proyecto, previendo que serían sometidas a referéndum. A este efecto, se propone emplear nuevas técnicas y medios de información a través de la prensa de modo que calen en la opinión pública y venzan «la pereza mental y el recelo mental que muchas veces tiene el hombre de la calle frente a lo que se ha llamado “prosa oficial” cuando ha sido elaborada con poca habilidad» (Plan de propaganda política, p. 8).
En carta de 20 de septiembre, Del Río remite al ministro un Anteproyecto de plan de acción informativa en el exterior que modifica otro informe sobre el mismo tema remitido previamente por el ministro, pero sin procedencia. El informe previo proponía la creación de una revista sobre actualidad española orientada a un público internacional.
En la documentación de la OPE hay otros dos informes previos al inicio del mismo: uno titulado Esquema de un plan de extensión de la propaganda política, y otro Informe sobre la conveniencia de crear una publicación periódica relativa a la vida española para su difusión en el extranjero, los cuales, a tenor de las valoraciones críticas por parte de Eduardo del Río, no fueron escritos desde su Secretaría, sino desde la Delegación Nacional de Prensa del Movimiento[28]. No obstante, es posible que indirectamente sirvieran como base teórica previa, e incluso como justificación e impulso, para que el MIT acometiera por sí mismo la iniciativa de la OPE, evitando así que la Delegación de Prensa del Movimiento se les adelantara y asumiera estas competencias. De hecho, Eduardo del Río, en carta que remite al ministro a raíz del Esquema, señala que «aun discrepando en puntos concretos, encuentro que está escrito muy inteligentemente, sobre todo por lo que supone de velada crítica al Ministerio de Información y Turismo. La crítica nace de la facultad de sugerencia sobre esferas y medios de actuación nuestros que se abroga la Secretaría General del Movimiento»[29]. Esto es interesante pues muestra la pugna interna de este sector ministerial profalangista con respecto al Movimiento, lo cual da muestra no solo de la complejidad de familias dentro del régimen, sino de la complejidad interna de cada familia.
Sin embargo, el Esquema, de once páginas, tiene un tono ideológicamente beligerante en línea falangista y efectivamente señala la necesidad de deslindar la propaganda del régimen —que asocian al Movimiento— y la del Gobierno —que asocian al MIT— en un intento de mantener mayor control aquel sobre prensa y propaganda. De hecho, señala: «Toda personalidad responsabilizada políticamente y todo órgano estatal, paraestatal, etc., debe quedar públicamente comprometido por y con el Movimiento, defendiendo su gestión no sólo técnica o administrativa, sino como aportación a la empresa revolucionaria del Movimiento»[30]. Indica, más adelante, la importancia de poner en el centro de la propaganda al Movimiento, así como la necesidad de que «el Ministerio de Información y la propaganda del Movimiento deben estar sistemáticamente informados acerca de la iniciativas, planes realizaciones, etc., con el fin de que puedan producir la resonancia nacional adecuada» (pág. 10) y deposita veladamente en el MIT la responsabilidad sobre «el problema de la apertura de la crítica», ya que se ha hecho sin «un planteamiento formal sobre bases jurídicas definidas».
Al comienzo, el escrito señala que en las actuales circunstancias políticas y económicas del Estado «debe concederse al aspecto propagandístico una importancia preminente», no basta con una extensión de la propaganda política, hay que priorizarla «en la propia acción política». Para ello hay que tener muy en cuenta «la psicología de las masas» (p. 1), sobre la base de los criterios para una propaganda política eficaz, que según el propio informe ha de fundarse de «sobre motivos ideológicos sencillos y absolutamente coherentes entre sí», lo cuales «deben repetirse tenazmente y encontrar un reflejo constante en todos los medios de expresión y difusión de que se disponga hasta conseguir que constituyan la base de la conciencia colectiva» (p. 2). Aconseja para ello prestar especial atención al cambio de mentalidad operado sobre el hombre medio español desde el nacimiento del régimen, motivado por la modificación del nivel cultural y económico y de formas de vida anquilosadas, así como por la pérdida del espíritu «idealista, entusiasta y carente de resortes críticos» de la atmósfera «heroica» de posguerra. La depresión de la propaganda oficial hay que atribuirla, según el informe, a que opera con inercias de aquella mentalidad heroica ahora inoperantes y que «propenden a producir un impacto psicológico negativo» (p. 3).
A tal efecto, señala que «debe planearse desde ahora una operación propagandística gigantesca con ocasión del XX aniversario de la Victoria», movilizando para ello «todos los resortes de propaganda y de agitación» tal operación debe ser «el punto de partida para concebir y experimentar órganos especializados que asuman con carácter permanente la propaganda del Régimen» (p. 4). Sugiere usar para ello prensa, radio y televisión e «intensificar y actualizar la propaganda sobre la personalidad y la autoridad del Caudillo», subrayando los aspectos más humanos de su personalidad y vida familiar y combatiendo las especulaciones —y la «atmósfera de chistes»— sobre la sucesión, incidiendo «en el carácter vitalicio de la magistratura del Caudillo».
El informe señala que excepcionalmente cabe incluso recurrir a alguna noticia falsa cuando la situación y su posible efectividad lo justifiquen y pone diversos ejemplos históricos, como el basado en Bismarck.
Finalmente, también incide sobre la contrapropaganda. En este sentido, afirma: «La propaganda más efectiva contra la propaganda enemiga es reducirla a silencio», centrándose en la actividad clandestina y grupos del exilio por lo que es preciso «silenciar o interferir al máximo las llamadas Radio Pirineos y Radio España Independiente», así como neutralizar el clima de bulos. Sugiere crear grupos que desmientan los bulos de la contrapropaganda, o que les resten verosimilitud.
Otro documento que analiza críticamente Eduardo del Río desde la Secretaría General Técnica es el Informe sobre la conveniencia de crear una publicación periódica relativa a la vida española para su difusión en el extranjero, parece que de la misma autoría por parte de Prensa del Movimiento. La propuesta apuntaba a crear una publicación periódica relativa a la vida española para su difusión en el extranjero, pero —advierte— no como la fracasada Mundo Hispánico, vinculada al Instituto de Cultura Hispánica, sino mucho más generalista en su público, en la línea de Paris Match o Life. Este documento al parecer fue remitido «sin indicación de procedencia» por el ministro secretario del Consejo de Ministros (9-9-1958) al ministro de Información y Turismo. Advierte Del Río que el informe sería sometido a la consideración de la Comisión Delegada de Acción Cultural previo estudio de la propia Secretaría, desde la cual Del Río señala que asume las sugerencias generales, pero «discrepando respecto a la mecánica operativa», y propone un Anteproyecto de plan de acción informativa en el exterior que modifica la propuesta del anterior informe[31].
Muy probablemente esta propuesta de revista internacional fuera el origen de la revista Spanish Newsletter (1962-1972), que mezcla política internacional y sociedad, auspiciada desde el Ministerio de Asuntos Exteriores y editada por la embajada española en Washington.
De lo anterior se deduce que tanto la creciente iniciativa de la Secretaría de Prensa del Movimiento como la coyuntura política internacional empujaron a la Secretaría del MIT a contraponer una gran operación de propaganda exterior a estas iniciativas del Movimiento por tomar para sí la iniciativa y el control de prensa y propaganda exterior del régimen.
En lo referente a las fechas de las actuaciones de la OPE como tal, en el expediente figura un calendario de las primeras actuaciones, donde se indica que el 13-8-1960 el ministro de Información encargó al secretario general técnico la preparación de los extremos correspondientes al plan en cuestión. Esta sería por tanto la fecha de inicio de la OPE en cuanto a su ejecución, aunque sus preparativos se remontan a 1958. A partir de ahí, el cronograma que se incluye en la documentación alude a otros hitos. Así, el 16-8-1960, Del Río expone a los colaboradores las ideas dadas por el ministro sobre el plan. Como consecuencia de las conversaciones previas, Del Río y Torras redactan el primer borrador, incluyendo medios para operar y objetivos, que se somete a discusión junto con Sanabria al día siguiente. Solicitan sus impresiones a José Ramón Alonso y se reúen todos el día 19. Al equipo se incorpora De la Peña, de la Secretaría General Técnica. En dicha reunión se examinaron los borradores elaborados por los diversos miembros del equipo y se acordó el reparto de funciones respecto a la OPE: Torras, la preparación política; Alonso, planteamiento y desarrollo; De la Peña, coordinación. Se acuerda la incorporación de López-Ballesteros. Como resultado de esta reunión, el 22 de agosto, Torras presentó el borrador con la declaración de principios y José Ramón Alonso otro con el planteamiento y desarrollo[32]. Tras una reunión ese mismo día en el despacho de Eduardo del Río, junto con Torras, De la Peña y López-Ballesteros, este último señala que desarrollará su trabajo al margen de los borradores anteriores, en los que no había tomado parte. El 24 de agosto Del Río expone la operación a Alfredo Timermans y le encarga la parte de cinematografía y teatro[33]. El mismo día Del Río, en reunión con De la Peña y Sanabria, pide a este último adaptaciones en sus borradores de radiodifusión y radiotelecomunicación, elaborados por Sanabria. En la relación de documentos que forman parte de la OPE, Del Río incluye un artículo «redactado por el Sr. D. J. R. Aparicio» con fecha 25-8-1960, siglas que apuntan a José Ramón Aparicio Muñoz[34].
El mismo día 25 se recoge lo siguiente: «Párrafos del discurso de S. E. el Jefe del Estado en la inauguración del Monumento a D. José Calvo Sotelo». Esto significa que el propio Franco habría participado en la OPE[35]. Ciertamente, con el fin de potenciar la trascendencia de las actividades de propaganda exterior, diversos borradores de la OPE recomendaban que se proclamase públicamente al más alto nivel una especie de memorándum de ideas clave, así como pronunciamientos públicos por parte del jefe de Estado insistiendo en cuestiones como la paz internacional, el problema del comunismo, la hispanidad o los valores del catolicismo. Un ejemplo de esto se encuentra en el discurso programático a estos efectos que dio Franco el día conmemorativo del asesinato del denominado «protomártir» José Calvo Sotelo, cuya imagen figura en la portada del diario ABC (14-7-1960: 31-33)[36]. Hay varios borradores del discurso entre la documentación de la OPE y en el dosier se incluye una edición del ABC con el correspondiente discurso. El titular de la noticia es: «Calvo Sotelo vivirá estrechamente unido al Movimiento nacional»; y a continuación, como subtítulos, se repiten ideas que forman parte explícita de la OPE, tales como «La República española se presentó ligada al marxismo» o «El Comunismo plantea al mundo una batalla política, social y económica», que son prácticamente una transcripción del argumentario OPE. Por ejemplo, cuando en la sección de motivación se afirma: «El comunismo ha planteado su batalla no como una empresa bélica, sino como una batalla política y social, levantando la bandera del proceso de renovación política que la vida de los pueblos demanda»[37]. Es interesante señalar asimismo que en el referido ejemplar del ABC que consta en el expediente de la OPE, figuran subrayados en azul aquellos párrafos del discurso de Franco que son una transcripción literal de otros fragmentos que figuran en la documentación previa de la OPE sobre esta posible intervención de Franco, lo cual es evidencia de que el referido discurso fue confeccionado desde la OPE. El artículo aprovecha no solamente para reproducir las cuestiones de crítica internacional al comunismo, sino también de crítica del sistema liberal de partidos políticos y de los defectos del régimen de democracia inorgánica —como entonces denomina el régimen a la democracia parlamentaria por sufragio universal—, glosando la propia actitud crítica de Calvo Sotelo. Esto forma parte de la propaganda que insiste la OPE que hay que hacer ad extra para que los países extranjeros comprendan el modelo español de «democracia orgánica» y que se reduzca así el rechazo hacia la dictadura.
Otro aspecto relevante es que en la noticia hay un recuadro de llamada al discurso del ministro de Exteriores Fernando Castiella en Londres, entonces de viaje oficial, cuya noticia a tres páginas se reproduce justo a continuación con el siguiente titular: «Termina la visita oficial de Castiella a Londres». En ella se destacan los encuentros de Castiella con Selwyn Lloyd, su homólogo de Exteriores británico, con un argumentario llamativamente similar al de la OPE. Dice Castiella: «Admiro el sistema parlamentario de Inglaterra y otras instituciones que participan en su Gobierno. En vuestra nación es perfecto; pero no en todos los países y en todas las circunstancias es exacto». Y a continuación recordaba a Calvo Sotelo y citaba a Taine para señalar que distintos países europeos habían intentado trasplantar sin éxito el modelo inglés al no tener en cuenta que por debajo de las instituciones y del derecho están las costumbres, el carácter, los sentimientos recíprocos populares (ABC, 14-7-1960: 35). Señala explícitamente que no habló con su homólogo de la posible entrada de España en la OTAN, pero se subrayó que era el momento apropiado para el entendimiento entre los dos países y que «el hielo se ha roto» (ibid.: 36-38). Un discurso demasiado alineado con el de la OPE, cuyas coincidencias parecen ir más allá del discurso oficial común del régimen por estas fechas, por lo que permitiría deducir la conexión, aunque fuera coyuntural, del Ministerio de Exteriores con la OPE.
El esquema de la operación tenía los siguientes apartados: 1) motivación; 2) finalidad u objetivos; 3) campos de actuación sobre quien se opera, o sujetos de la operación; 4) instrumentos de la operación o medios [en otro pliego se indica aquí «contenido o base ideológica»]; 5) modo de operar; 6) plan de acción o desarrollo; 7) calendario [manuscrito a lápiz]; 8) presupuesto [en otro pliego][38].
En lo relativo a la motivación del plan se alude al discurso conmemorativo del asesinato de Calvo Sotelo. Muy similar es el apartado de finalidad y objetivos, donde se subraya la finalidad de recoger la antorcha del progreso político y dar cuenta al mundo de las experiencias y soluciones de España dentro del nuevo orden internacional. En otro pliego titulado «Operación P. E.» se alude en su motivación a la necesidad de defender la democracia orgánica como una tercera vía frente a los fracasos de la democracia inorgánica y del comunismo.
En cuanto a los campos [geográficos] de actuación, el plan los divide entre países comunistas y no comunistas, o también por bloques: europeo, hispánico, anglosajón soviético, asiático africano…
Los ámbitos o áreas generales de actuación fueron tres: el político, el cultural o intelectual y el social, o «la masa en general», como dice el propio informe. La operación tuvo a estos efectos diversos sectores concretos de aplicación. El fundamental era el de los medios de comunicación clásicos de prensa, radio y una incipiente televisión, pero también sería fundamental en este caso el cine e, incluso, se introduce el turismo, junto a la cultura de la edición bibliográfica. Asimismo, se señala a estos efectos la instrumentalización de otros tipos de organizaciones políticas, sociales y económicas, tales como la acción sindical exterior, organismos de negocios, entidades deportivas y folclóricas, relaciones públicas, etc. Igualmente, la acción instrumental de carácter cultural a través de becas oficiales, viajes y estancias en el extranjero, academias y centros literarios, conferencias culturales, etc.
A estos efectos, divide el plan los instrumentos en directos e indirectos. Entre los posibles instrumentos directos, señala: una agencia especializada, radiodifusión, televisión y cine, becas oficiales y viajes de estudios y festivales culturales en el exterior. Mientras que entre los indirectos recoge academias y centros literarios, productores y distribuidores de films, prensa nacional vendida en el extranjero, conferencias culturales y expansión universitaria en el exterior. El plan incluía un anexo relativo a «otros medios instrumentales» divididos en instrumentos de carácter económico-social como turismo, acción sindical, organismos exteriores de negocios, entidades deportivas y folclóricas y relaciones públicas. También comprendía instrumentos de carácter general, entre los que se detallan los contactos con organizaciones políticas, órganos de difusión en el exterior, clubes de prensa, etc.
En lo relativo a la articulación del «plan de acción», se alude a una dirección, así como a servicios instrumentales y a medios. Pero señala que corresponde al jefe de Estado la decisión última de una operación de este tipo. Advierte que la propaganda exterior no se debe hacer a través de las representaciones políticas, como embajadas y consulados, sino a través de instrumentos permanentes ad hoc, aunque puedan estar subordinados a los anteriores.
En cuanto al cronograma o calendario de ejecución, se prevé una duración de tres años con el siguiente cronograma anual: 1.º) nueva agencia nacional de información con cuatro filiales en el extranjero, así como la producción de «films propagandísticos de corto metraje», «fomento de a la distribución de películas españolas en el extranjero», creación de la Escuela de Relaciones Públicas, club de prensa y manejo de fondos reservados; 2.º instalación de nuevas emisoras de radio y Red Nacional de TV e Iberovisión, etc.; 3.º) puesta en funcionamiento de órganos propios o subvencionados de prensa en el extranjero[39]. Según se indica debería entrar en funcionamiento en 1961 «al menos en su esquema fundamental», pero como se ha indicado, antes los primeros pasos de la planificación datan, como poco, de 1958[40].
En otro pliego titulado «Proyecto estudio» (a mano: «julio 1958»), se propone establecer un «Servicio de Información» desde el MIT, esta vez dentro del territorio nacional, para auscultar la opinión de los españoles por ramas profesionales, así como «anular posibles infiltraciones de elementos desafectos» que tratan de boicotear al régimen. Se crearían provincialmente «redes de información» con «agentes» dirigidos por un «jefe de red» bajo «reserva absoluta». Eso sí, con una función informativa, no ejecutiva.
Finalmente, en lo relativo a presupuesto se recogen cifras diversas, como doscientos millones para la Agencia Nacional de Prensa y sesenta millones anuales para mantenimiento. Se justifica su alto presupuesto en que actualmente se habla de España desde fuera como «esa gran desconocida», pero con el plan dejaría de serlo y pasaría a adquirir una reputación positiva.
Un aspecto especialmente relevante de la OPE es el relativo a sus «bases teóricas» o ideológicas. Hay varios documentos con versiones similares que llevan por título: Plan de propaganda política (8 páginas), o Borrador para una declaración de principios, por el Sr. Torras (20-8-1960), así como los documentos que podríamos denominar de contrapropaganda anticomunista, como los titulados: Informe contra el comunismo (pliego de 8 páginas), o las Orientaciones generales para una campaña anticomunista (fechado en julio de 1958).
También es relevante la Declaración de principios, acompañada del subtítulo «doctrina de Franco», en el que se indica que «España propone al mundo un orden nuevo, igualmente opuesto a la tiranía del comunismo y a la indiferencia egoísta del sistema liberal» (punto 1), sobre la base de lo cual se proponen unos principios políticos básicos —coincidentes con los del régimen— y un modelo de convivencia occidental y cristiano basado en la propia historia internacional española. Denomina a este modelo «democracia orgánica» o «sistema social», ya que insiste en que no se ha eliminado la representación ni la democracia, sino una modalidad de la misma: la liberal. Defiende que con un modelo de participación orgánica que incluso recurra al referéndum para cuestiones sustantivas, se logra una mejor «integración masa-Estado».
El contexto internacional que expone la OPE es doble: la crisis internacional de la segunda mitad del siglo xx, y de otro la configuración de un orden internacional nuevo de convivencia mundial basado en la tendencia a constituirse en organismos supranacionales y a una mayor coordinación.
En cuanto a metodología, la documentación OPE hace referencia a que para lo relativo a la propaganda sobre «las masas» propone recurrir a teorías de psicología de las masas, como la de Gustave Le Bon. Le Bon fue el padre de la psicología de masas en la primera mitad del siglo xx, e influyó considerablemente sobre el control político de las masas que asumieron las ideologías nazi[41], fascista y comunista. Le Bon influyó decisivamente sobre Freud y este a su vez sobre su sobrino en EE. UU., Edward Louis Bernays, a quien ya nos hemos referido, y que asumía la metáfora bélica de la propaganda al afirmar: «Si se puede usar la propaganda en la guerra, seguro que se puede usar en la paz». Desarrollos teóricos posteriores, como el de Jacques Ellul —que influye en Sanabia—, proponen pasar de una «propaganda de agitación» hacia una «propaganda de integración» (Ellul, 1962: 88, 95).
En esta traducción española de las técnicas de propaganda, el informe de la OPE señala que puesto que «la masa es más influenciable» es necesario «aplicar sobre ella métodos que apelen a lo sentimental». A juicios de ciertos referentes del régimen, las masas podrían desdibujar la auténtica comunidad política. En este sentido, Arias Salgado apuntaba que la emergencia de unas masas carentes de identidad u organicidad implicaba la irrupción de una «seudodemocracia» (Arias 1956: 64, 304, 328). De modo similar, Fraga Iribarne asocia la pérdida del sentido de comunidad a la generalización del fenómeno de las masas (Fraga, 1954: 19). Pero, como señalaba Serrano Suñer, era de una importancia decisiva para todo régimen contar con la opinión de las masas (cfr. Cruz, 2008: 47). Por ello, la consideración de la masa no es del todo peyorativa, aunque sea en aras de su virtual ductilidad en el contexto del régimen franquista, así como por la situación de calma de las mismas en contraste con otras épocas. Pero la conquista propagandística de las masas y su incorporación al movimiento ideológico era asimismo un anhelo constante en Falange, que partía de un esquema moderno, e incluso revolucionario, de la política propagandística.
Toda esta teoría de las masas se podía aplicar a una serie de campañas de propaganda cultural sobre la historia de España, aseguraba el informe, para modificar la opinión pública española sobre la monarquía y hacerla pasar de una concepción de monarquía liberal —última previa a la II República— a otra de carácter tradicional como la deseada por el régimen. En un sentido similar, se proponen campañas coordinadas entre medios de comunicación y entidades culturales y académicas para defender los principios del Movimiento y para divulgar las consecuencias negativas que para España tuvieron episodios históricos como la Revolución de Asturias, el separatismo catalán o la II República (Plan de propaganda política, p. 2-8).
Por su parte, los escritos de contrapropaganda, ya referidos anteriormente, estaban dirigidos principalmente contra el comunismo. Señala la existencia de campañas contra España —principalmente radiofónicas—, ordenadas por el comunismo y la masonería. Dice que la respuesta a esto tiene que ser más ofensiva que defensiva, pues España ya no es el blanco fijo de las inculpaciones democráticas. Además, le resulta favorable el clima de contraofensiva internacional que se ha lanzado contra el comunismo: «Sin dejar de defender nuestra postura, debe tenderse a atacar, a desprestigiarla doctrina y anular las personas. Es preciso embutir en las conciencias la convicción de una realidad: que no es posible ganar nada para la paz del mundo sin extirpar radicalmente el comunismo» (Orientaciones generales para una campaña anticomunista, p. 1). Y añade motivos dialécticos sobre la repercusión negativa del comunismo en la paz internacional. Entre los principales países de órbita comunista señala a China, Corea, Hungría, Indochina, URSS e Indonesia. Hay que conducir a la deducción de que Rusia no ama la paz, que no quiere la fraternidad humana y que «constituye un imperialismo como no ha existido otro en el mundo, que emplea como carne de cañón las vidas humanas en su servicio» (ibid., p. 4). El epígrafe final se titula significativamente: «El comunismo como perversión, la URSS como monstruosidad», donde sugiere un ataque a las figuras de la Pasionaria, de P. Togliatti —sucesor de Gramsci— y de los «primates comunistas que vinieran a nuestra guerra y que siguen moviéndose en la obediencia a Moscú» (ibid., p. 3). En el otro pliego similar sugiere que se emitan evocaciones de los excesos rojos durante la Guerra Civil, «pero sin ánimo polémico y solo para evitar que se olviden. Hemos perdonado pero no olvidado», señala subrayando la última frase (ibid., p. 6).
La OPE, tanto para su finalidad de política exterior como interior, se centra en sectores clásicos de la propaganda: información y cultura, pero también el cine. Lenin insistía en la importancia propagandística del cine, como también Mussolini —«El cine es el arma más poderosa», afirmaba—.
Comenzaremos por el ámbito cultural de la OPE recordando que existía una Dirección General de Cultura Popular, además del Instituto de Cultura Hispánica, fundado en 1945 para desarrollar las relaciones culturales exteriores en el ámbito hispánico, dirigido por Joaquín Ruíz-Giménez, con vocación de sustituir al fascistizado Consejo de la Hispanidad.
En la OPE cultural destacó la «propaganda a través del libro». Según los informes de la OPE, el libro es fundamental en toda propaganda hacia círculos selectos, pero no puede radicar exclusivamente en la Editora Nacional por ser esta la editora oficial del Estado y por «el roce con la política». Por ello, a efectos de potenciar la eficacia propagandística, afirma: «Para una propaganda generalizada hacia el exterior, la acción a través del libro debe hacerse mediante la colaboración más íntima con las grandes editoras privadas, o provocando la aparición de editoras que en realidad estén controladas por organismos del Estado». Para este fin se propone lanzar colecciones especiales de gran calidad incluso con libros no políticos, concretamente propone una colección de «Textos Políticos Hispanoamericanos», que según se afirma, encontraría en América gran acogida, como demuestra el eco que ha tenido el «Fondo de Cultura» (sic), «editado en México por exiliados españoles»[42].
Dentro de los anexos al proyecto, destaca uno sobre «prensa y radio» dedicado a un servicio internacional de información y propaganda con «carácter altamente confidencial». Se trata de un seguimiento de la prensa y radio de aquellos países en los que se lance alguna campaña de propaganda, pero también de un servicio general de seguimiento. Esto requiere de un «servicio de escuchas» de radio con alcance internacional, a la vez que una oficina de información de países extranjeros[43]. Señala la colaboración indirecta de las embajadas: «Sin perjuicio de los recortes de prensa anteriormente citados, la Agregaduría o Embajada, que no deberá externamente implicarse en la “Operación de Propaganda Exterior”, enviará con la frecuencia que el caso lo requiera, cuanta información disponga o considere de interés». Propone la creación en el exterior de corresponsales directos del grupo de trabajo para gestiones no oficiales como edición, traducciones, contratación de autores, sondeos de opinión pública, relación con asociaciones, etc. Se sugiere que la central del grupo exterior debe estar situada en París por razones de situación geográfica, pero también por encontrarse allí las principales agencias internacionales de información y de organismos internacionales como la UNESCO o la OCDE[44]. Asimismo, es aconsejable París por las libertades de edición, impresión y distribución, así como «por ofrecer el servicio más rápido y seguro de comunicaciones». A lo cual se añade: «Tanto el trabajo del equipo central en Madrid como el del grupo de París y de los agentes en otras capitales, debe tener carácter altamente confidencial, sin aparecer como tales grupos». Además de las escuchas de radio, la operación también consta de un seguimiento generalizado de la prensa internacional.
Dicha información a través de la prensa extranjera —fundamentalmente periódicos, diarios y revistas— consta de cuatro ámbitos fundamentales con una jerarquización relativa en cuanto al grado de seguimiento de mayor a menor. En primer lugar, un seguimiento constante de cada país al que se dirija específicamente una eventual campaña de propaganda nacional —que serán prioritariamente países de habla hispana, o afines—, así como en un sentido más genérico al resto de los países del mundo occidental. Este primer nivel, de manera constante. En segundo lugar, en relación con los países comunistas europeos, se informará igualmente de modo constante, concretamente de los periódicos Pravda —diario asociado al Partido Comunista soviético— y Izvestia —diario oficialista del gobierno soviético—, y de modo accidental señala otros diarios menores. En tercer lugar, respecto del Vaticano, un seguimiento de L’ Osservatore Romano. Respecto al resto del mundo, señala que «normalmente nada». En cuanto al sujeto de dichas operaciones, indica que en los países en los que existiera representación diplomática, se hiciera a través de agregadurías de Información o de la Oficina de Prensa.
La OPE prestó una importancia muy especial al cine; de hecho, hay una carpeta con el emblema del Gabinete Técnico del Ministerio de Información en que figura «Operación P. E. Anexo. Cinematografía», que incluye a mano: «Sanabria (trabajos realizados)», por lo que parece que este jugó un papel especial en el mismo. Parte de la idea de que Hollywood ha tomado carácter de potencia internacional y por lo tanto el objetivo de la OPE en este plano es obtener en «la cumbre [del cine] acuerdos de politización cinematográfica en Hollywood y Nueva York directamente, no en sus delegaciones internacionales» (anexo «Cine», propuesta 5).
Se plantea la OPE dos ámbitos de desarrollo cinematográfico: el cine artístico y el cine informativo o documental. Advierte que la propaganda a través del cine de largometraje artístico plantea delicados problemas, tales como la complejidad técnica, el coste, así como la dificultad para combinar lo ideológico con lo artístico sin provocar una imagen demasiado politizada, como percibe en el cine soviético de Eisenstein. Por ello, inicialmente la OPE apunta hacia los documentales que entiende como «información presentada a través del cine revistiendo la forma de noticiario, documental, etc., en definitiva, reportaje filmado». Tiene mayor versatilidad y reducción de costes en la medida en que puede realizarse «el contratipado de los films de 35 mm en otros de 16 mm para la TV» y contar con el apoyo de empresas nacionales, vinculadas al Instituto Nacional de Industria (INI). Se buscaban cortometrajes sencillos, baratos y directos, tanto para el interior como para el exterior. El problema de la politización o de una imagen propagandística muy directa y evidente podría matizarse por el objetivo, el destinatario y el formato que se le quiera dar, ya que en él caben desde alegatos directos hasta un documental que «sin ser directamente propagandístico, deja adivinar fácilmente las condiciones políticas, sociales y económicas del país». Por lo tanto, reconoce que «aquí, la intención propagandística no necesita, en la mayoría de los casos, encubrirse».
El informe recoge diversas actividades dentro del cine informativo: producciones extraordinarias al servicio de la OPE, así como producciones para televisión y labores de distribución. Se proponen coordinaciones en la producción de documentales; por ejemplo, nuevamente con el INI, o bien recurrir al NO-DO, aunque señala que este tiene dificultades para su difusión exterior. Otra opción es la coproducción en los documentales, aunque observa en ello un campo muy limitado de aplicación, por lo que «no cabe más que conceder grandes facilidades de rodaje a productores extranjeros u otra forma de incentivo para su asociación en casas españolas».
Esta fue la fórmula seguida en adelante con Samuel Bronston. Así se hizo con el reportaje Objetivo 67, coproducido por el Ministerio de Asuntos Exteriores (1964), o también El Valle de los Caídos (1963)[45], Sinfonía española (1964) y El Camino real (1964)[46]. Estos reportajes fueron solicitados por el secretario de propaganda, Robles Piquer al propio Bronston en el contexto de la OPE (Rosendorf, 2010: 121). Rosendorf ha analizado el contenido de estos cuatro documentales propagandísticos, pero hubo otros programados con Bronston que no llegaron a realizarse, como Entre sin llamar, ya en el periodo ministerial de Sánchez Bella[47]. Era este un reportaje directamente de propaganda nacional en la línea de Sinfonía española u Objetivo 67, incluyendo una biografía encomiástica final del propio Franco y a continuación la del príncipe Juan Carlos, quien concluye exponiendo su idea del futuro de España.
De incuestionable alcance fueron los largometrajes producidos por Bronston en España: El Cid (1961), Rey de Reyes (1961), 55 Días en Pekín (1963), La caída del Imperio Romano (1964) y El fabuloso mundo del circo (1964). La primera película de Bronston que cuenta con un rodaje español fue John Paul Jones, que data de 1959, en pleno desarrollo de la OPE, en la que se le permitió rodar incluso en la sala del trono del Palacio Real, además de hacerlo en los parajes de la costa alicantina. El gran proyecto de largometraje que quedó frustrado fue el dedicado a la reina católica Isabel de España, planificado para 1965 con el enorme presupuesto de cincuenta millones de dólares de entonces. El papel de Bronston será crucial en todo el desarrollo de la política de propaganda a través el cine, hasta su caída en bancarrota. Rosendorf ha estudiado la conexión entre Bronston y la OPE, señalando especialmente el papel de Robles Piquer ya con el MIT de Fraga (Rosendorf, 2010: 117 y ss.).
Ciertamente, cuando Fraga llegó al MIT en 1962 continuó parcialmente con la OPE, sobre todo en lo que respecta a la fructífera línea abierta de la relación entre el régimen y el cine de Bronston, como reconoce uno de los protagonistas del periodo, Robles Piquer, director general de Información de Fraga —y a la sazón su cuñado— entre 1962 y 1967[48]. Por su parte, también el director general de Cinematografía y Teatro (1962-1967), José M.ª García Escudero —igualmente acenepista— continuó las relaciones con Samuel Bronston.
La propaganda fue un recurso de amplia utilización en la política internacional durante el siglo xx, desde el nazismo hasta el comunismo, pasando por las democracias liberales. El franquismo recurrió a ella en sus diversas etapas, pero más intensamente en la de crisis internacional motivada por la caída del Eje y el subsiguiente bloqueo internacional a España. Con la idea de mejorar la imagen exterior de España, el régimen se embarcó en una campaña de propaganda secreta, especialmente desarrollada entre 1958 y 1961, cuyos contenidos y protagonistas se ha analizado en profundidad. Esta operación fue continuada en su faceta cinematográfica varios años después, hasta que la ruina del productor Bronston impidió su desarrollo.
Su finalidad estuvo marcada por la necesidad de limpiar y abrir la imagen de España hacia el exterior, especialmente hacia EE. UU., a efectos políticos, ideológicos, económicos y turísticos, así como por la idea de propagar el ideal de la hispanidad en lo concerniente a Hispanoamérica. Pero igualmente tuvo como objetivo la política interior, fundamentalmente para lograr que la opinión pública española aceptase los principios políticos del régimen, así como la denominada democracia orgánica. Otro objetivo paralelo fue crear un servicio de inteligencia informativa, tanto nacional como internacional. Aunque no parece que los diversos aspectos de la ambiciosa OPE tuviesen gran recorrido, su faceta cinematográfica supuso un éxito propagandístico para el régimen, del que procuró sacar partido político, económico y turístico durante los sesenta. Pero esta cuestión, que dejamos abierta para ulteriores investigaciones, se sale ya de nuestro análisis sobre la gestación y desarrollo iniciales de la OPE.
[1] |
La Congregación católico-romana Propaganda Fide, creada en 1622, estaba orientada a la evangelización o propagación misionera de la fe católica fuera de los países católicos. |
[2] |
Destacaron Voltaire, Mirabet o Marat en su intención de movilizar e ilustrar a la sociedad. Pero quizá fue Napoleón quien hizo un uso político más intenso de los incipientes métodos de propaganda política. |
[3] |
En marzo de 1918 se crea el primer Ministerio de Información británico, dirigido por el magnate periodístico William Maxwell. También destacó como director de Propaganda otro magnate periodístico, Lord Northcliffe. |
[4] |
O estructural, según Welch (1995:18). Afirma Goebbels que Hitler le apoyaba en este «sentido totalitario» de propaganda: «Creo que cuando se crea un Ministerio de Propaganda, deben estarle subordinadas todas las materias relacionadas con ella, las noticias y la vida cultural, tanto dentro del Reich como en los países ocupados [...]. Quiero llevar con un sentido totalitario la propaganda y la política de noticias del Reich. El Führer coincidió conmigo de manera plena y sin la menor reserva» (Goebbels, 1967: 470). |
[5] |
El carácter secreto de las operaciones de propaganda de Münzenberg lo hace especialmente relevante para la operación aquí estudiada. Sobre este personaje, admirado por Goebbels y precedente de Gramsci, véase Koch (1997). |
[6] |
Sobre este tema, Pizarroso (2007). |
[7] |
Largo Caballero creó en noviembre de 1936 un Ministerio de Propaganda —a cargo de Carlos Esplá—, con funciones de prensa, propaganda y turismo. El primer «ministerio de propaganda» propiamente dicho fue el nazi, en 1933, inspirado en el modelo soviético de propaganda. Otros precedentes anteriores fueron el U. S. Committee on Public Information (1917) y el Ministerio de Información británico (1918). |
[8] |
En 1936 se crea la Oficina de Propaganda Exterior de CNT-FAI —anteriormente Oficina de Información Extranjera—. Se encargó de difundir material impreso y audiovisual, como panfletos, boletines, cuñas de radio y filmaciones. Este organismo, junto con la análoga Oficina de Información y Propaganda dirigida por Jacinto Toryho, produjeron abundante material de propaganda anarquista y contrapropaganda fascista. |
[9] |
Al frente de la Delegación estuvo desde su creación —enero de 1937— Vicente Gay, y desde el 13-4-1937 Arias Paz, contando como secretario con E. Vegas Latapié, vinculados ambos a Acción Española. En una etapa previa estuvieron como delegados de prensa Juan Pujol y José Millán Astray (Sinova, 2006: 94). |
[10] |
La creación de este órgano deriva del Decreto de 30-1-1938 (BOE). El delegado de Prensa fue Juan Antonio Giménez Arnau y el de Propaganda Dionisio Ridruejo |
[11] |
El delegado nacional de Prensa durante todo el periodo fue el camisa vieja Juan Aparicio López, mientas que el delegado de Propaganda fue el catedrático de Derecho Manuel Torres López. |
[12] |
Pizarroso da cuenta de las reuniones de Arias Salgado con el embajador Hayes a efectos de mejorar la presencia de EE. UU. en la prensa española (Pizarroso, 2009: 138). |
[13] |
Decreto ley de 19-7-1951. El de 15-2-1952 fijó su estructura y la atribución de las funciones de Prensa, Propaganda, Radiodifusión, Cinematografía, Teatro y Turismo. |
[14] |
Al parecer tuvo un efecto negativo en la imagen internacional hacia el régimen, afectando a la imagen de Arias por la negligencia en su gestión (Rojas Claros, 2013). |
[15] |
Quílez, que era acenepista de Herrera, se formó en la Escuela de Periodismo de El Debate y fue director de YA y EDICA. Fraga, aunque inicialmente procedía de Falange, se vinculó progresivamente al sector católico (Rojas Claros, 2013: 38; cfr. Muñoz Soro, 2014a: 235). Fraga había recibido formación en el contexto de los círculos de la ACN de P y estuvo al servicio previo de Ruíz-Giménez y Castiella. |
[16] |
En adelante se cita con la denominación «Archivo OPE» el expediente de la Operación Política Exterior hallado en el AGA, Cultura, Caja S28353, sección 49.06. El expediente está compuesto por documentos diversos, fundamentalmente borradores de la OPE. En adelante se sobreentiende esta misma referencia, salvo indicación contraria. |
[17] |
Destaca Bermejo la publicación de la propaganda impresa de la VSEP en una marca blanca editorial (Ediciones Toledo), para aumentar su efectividad. Sugiere, si bien con escasos datos, otros casos de «propaganda oculta», como folletos, carteles, así como proyectos para publicar obras de propaganda encubierta, como novelas rosas o policiacas, (Bermejo, 1991: 90). |
[18] |
La idea fascista de «cultura popular», relacionada con el Ministero della Cultura Popolare (1937), es muy relevante en este sentido, con su idea de «nacionalización». En Italia también Antonio Gramsci prestó especial atención a la propaganda cultural, en su caso comunista, con conceptos como «hegemonía cultural», o su texto «Necesidad de una preparación ideológica de la masa» (1925). |
[19] |
Su nombre real era Lev Davídovich Bronshtein; curiosamente, era sobrino de León Trotski. Americanizó su nombre como Samuel Bronston. |
[20] |
Eduardo del Río Iglesia, (18-3-1921-27-11-2014). Licenciado en Derecho y Economía. Combatiente en la División Azul, afiliado desde joven a Falange y alumno delegado del SEU en la primera promoción de la Facultad de Económicas. Fue director de la revista De Economía desde los 1950. Asesor técnico en la Vicesecretaría de Ordenación Económica de la Delegación Nacional de Sindicatos y colaborador en la Secretaría para la Ordenación Económico-Social de las Provincias, que dirigía Arias Salgado. Miembro del Cuerpo Técnico Administrativo del MIT, fue nombrado, con fecha 24-1-1958, secretario general técnico del MIT. Cesado el 6-10-1962 con la reorganización del MIT que hizo Fraga tras su llegada. Desde el 5-5-1962 fue secretario general de la Comisión Interministerial de Turismo, y cesado el 28-3-1963. Desde diciembre de 1962 fue nombrado gobernador civil de Lugo y jefe provincial del Movimiento, cargo que ejerció hasta 1970 (elaboración propia de las semblanzas). |
[21] |
Según consta en el cronograma recogido en la «diligencia sobre actuaciones relacionadas con los documentos adjuntos», p. 1. |
[22] |
Véase su nota biográfica correspondiente más arriba. |
[23] |
Francisco Torras Huguet (Madrid, 20-9-1919). Diplomado en Estadística. Fue jefe del Departamento Central de Seminarios de Falange y jefe de Administración del Cuerpo Técnico del MIT, donde desempeñó la jefatura de la Sección de Estudios de la Secretaría General Técnica y la jefatura nacional del Sector Servicios de la Vicesecretaría Nacional de Ordenación Económica. Recibió la orden del mérito civil, de Cisneros, entre otras. Fue director general del INE desde marzo de 1962 hasta 1966. En 1964, fue vocal de la Junta Interministerial del MIT de Fraga y colaborador de los planes de desarrollo, con López Rodó. |
[24] |
José Ramón Alonso Rodríguez-Nadales (1916-2000), durante la Guerra Civil fue oficial de propaganda del ejército. Tras la guerra, fue director de programación de RNE, Secretario nacional de Prensa del Movimiento y director de programación de TVE (1956-1958). A su vez fue director de Solidaridad Nacional, o de Pueblo, entre otras. |
[25] |
Francisco Sanabria Martín era licenciado y doctor en Derecho. Técnico de información del Estado y administrador civil del Estado. Subdirector general de Cinematografía y Teatro en 1968, colaborando con Carlos Robles Piquer. Secretario general técnico del MIT en 1977. Subsecretario del Ministerio de Cultura en 1980. En 1986 fue nombrado vocal del Consejo de Administración de RTVE. Secretario general de la Fundación Cánovas, fue director de su revista Siglo Veintiuno. Autor de diversas obras sobre teoría y técnica de la comunicación social, como «La educación popular» (1965), Radiotelevisión, Comunicación y Cultura (1974), o Estudios sobre comunicación (1975). Falleció en Madrid el 12-12-2016. |
[26] |
Luis López-Ballesteros y Cervino. En una historia reciente del CIS, se recoge una semblanza de Luis López-Ballesteros como director del Instituto de Opinión Pública, precedente del CIS. El texto está elaborado por Sanabria, compañero suyo en el MIT y en la OPE. Aunque no es una semblanza completa ni sistemática, es especialmente significativo lo siguiente: «Periodista de vocación, ejerció su profesión en medios diversos, desde la prensa a los audiovisuales, pero fundamentalmente lo hizo al servicio del Estado desde edad muy temprana, moviéndose en el ámbito de dos ministerios, el de Exteriores y el de Información y Turismo o a caballo de ambos». Comienza su servicio al Estado en la Oficina de Información Diplomática, en la República Federal Alemana. Después fue nombrado número dos del Cuerpo Especial de Técnicos de Información y Turismo del Estado y pasa a ocuparse de los asuntos británicos como agregado y después consejero de Información en Londres (Sanabria, 2003: 150). |
[27] |
«Adjunto el primer borrador de bases sobre propaganda política elaborado por la Delegación Nacional de Prensa» (Eduardo del Río, 29-8-1958). |
[28] |
No hay que confundir este esquema con el Borrador para esquema y desarrollo de la operación porque este fue escrito el 21-8-1960, mientras que el anterior es de 1958. |
[29] |
Eduardo del Río, «Nota para el Excmo. Sr. Ministro», 29-4-1958. Aunque Juan Pablo Fusi ha aludido a que la Delegación de Prensa pasó a integrarse en el MIT al crearse este en 1951, de lo expuesto aquí y en adelante se deduce que la Delegación de Prensa dependía más bien de la Secretaría del Movimiento y que se mantenía cierta pugna interna por el control último de la prensa y la propaganda (Fusi, 2007: 621). |
[30] |
Subrayado en el original, Esquema, p. 6. |
[31] |
Carta de Eduardo del Río al ministro de Información, 20-9-1958. Exp. OPE. |
[32] |
En carta de Alonso a Del Río también indica que remitió posibles medios de propaganda y declaración de principios (19-8-1960). |
[33] |
Alfredo Timermans Díez fue secretario general de Cinematografía y Teatro entre 1956 y 1962, tras sustituir a José M.ª Cano. |
[34] |
Periodista del régimen en cargos como delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo. Aunque de familia falangista, había escrito a Franco ya en 1949 proponiendo una estrategia de acercamiento hacia EE. UU., en la que se prestaba a escribir artículos de prensa de «propaganda exterior» filonorteamericana, (Fernández de Miguel, 2012: 234). |
[35] |
Hay un error en la fecha que consigna Del Río, pues el discurso de Franco no fue el 25 de agosto, sino el 14 de julio, fecha conmemorativa del régimen. |
[36] |
La alusión a los párrafos de este artículo figura como ítem número 14 de la relación de actividades de la OPE en 1960. |
[37] |
OPE, «Motivación», p. 2. |
[38] |
Hubo otra estructura similar en otro borrador: 1) motivación; 2) finalidad u objetivos; 3) campos de actuación sobre quien se opera o sujeto de la operación; 4) contenido o base ideológica; 5) instrumentos; 6) ejecución o modo de operar; 7) modo de operar; 8) calendario. |
[39] |
Según figura en el Borrador para una declaración de principios presentado por el Sr. Torras, 20-8-1960. |
[40] |
Aunque Robles Piquer y N. Rosendorf señalan que la OPE comienza en 1960, lo cierto es que uno de los borradores del plan data del 29-4-1958. |
[41] |
Hitler se reconoce seguidor de Le Bon en su Mein Kampf, e igualmente influyó sobre Mussolini. |
[42] |
Sobre este tema, impreciso en la OPE, véase Capella (2017). |
[43] |
Por el contexto, no parece que se refiera a «escuchas» en un sentido de espionaje, sino a un seguimiento de la información sobre España en las radios internacionales, así como en prensa. |
[44] |
La OCDE se fundó en París el 30-9-1961, por lo que este fragmento del informe ha de ser posterior a dicha fecha. |
[45] |
En el AGA hay una carta de García Escudero a Jaime Prades, vicepresidente de la productora de Bronston, poniendo dificultades a que este documental tenga como productora «Samuel Bronston Española S. A.» y no bajo su denominación americana. |
[46] |
Estos reportajes han sido visualizados en el Archivo de Filmoteca Española. |
[47] |
Entre sin llamar, AGA 36/05578. Dos ejemplares del libreto, uno de ellos dirigido a Alfredo Sánchez Bella, fechados en marzo de 1970. |
[48] |
Robles (2011): 260. Entre el 20-7-1962 y el 7-12-1967. En sus memorias, señala que la operación fue iniciada por el equipo de Arias Salgado en el MIT, pero que Fraga continuó con los aspectos relacionados con Bronston (Robles Piquer, 2011: 260). |
Arias Salgado, G. (1956). Textos de doctrina y política española de la información (vol.1). Madrid: Ministerio de Información y Turismo. |
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Arias Salgado, G. (1960). Textos de doctrina y política española de la información (vol. 2). Correspondencia y diálogo. Madrid: Ministerio de Información y Turismo. |
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