RESUMEN
Las elecciones generales del periodo republicano español confirmaron un hecho novedoso: la consolidación del nacionalismo vasco en el espacio rural. Entre las razones de dicho triunfo se ha apuntado la aparición en 1933 en Guipúzcoa de la asociación de campesinos denominada Euzko Nekazari Bazkuna (ENB, Federación de Campesinos Vascos). Este artículo pretende justamente analizar las relaciones entre ENB, el PNV y Solidaridad de Trabajadores Vascos, extendiendo además el campo de estudio a la provincia de Vizcaya, donde en 1935 se formó Euzko Nekazari Alkartasuna (Solidaridad de Campesinos Vascos). También pretende subrayar el hecho de que solo cuando los campesinos asumieron la necesidad de agruparse tuvo éxito esta propuesta asociativa.
Palabras clave: Sindicalismo agrario; nacionalismo vasco; República; Solidaridad de Trabajadores Vascos.
ABSTRACT
The general elections of Spanish republican period confirm a novelty, the consolidation of Basque nationalism in rural areas. Among the reasons for this success is the appearance of the peasant association called Euzko Nekazari Bazkuna (ENB, Basque Peasants Federation) in 1933 in Guipuzcoa. This article’s aim is to analyze the relationship between ENB, the PNV and Solidaridad de Trabajadores Vascos, also extending the field of study to the province of Vizcaya, where in 1935 Euzko Nekazari Alkartasuna (Solidarity of Basque Peasants) was formed. It also seeks to emphasize the fact that this associative proposal only succeed when peasants decided to group by themselves.
Keywords: Peasant association; Basque nationalism; Republica; Solidaridad de Trabajadores Vascos.
SUMARIO
El nacionalismo vasco ha mostrado desde su aparición pública en la década final del siglo xix una atención intermitente por la cuestión agraria. Esa atención, además, respondía más a motivos ideológicos que a preocupaciones de índole social y económica. De hecho, el mundo agrícola se presentaba a ojos de los primeros nacionalistas como un ámbito idílico donde apenas existían conflictos[2]. Tal vez por ello, y en contraposición al ámbito industrial, donde en 1911 se creó el sindicato Solidaridad de Obreros Vascos, no hubo una política específica sobre el agro vasco al menos hasta los años de la Segunda República.
El espacio agrario de la cornisa cantábrica vasca estaba compuesto de forma mayoritaria
por campesinos parcelarios que cultivaban sus pequeñas explotaciones en régimen de
arrendamiento. Salvo un reducido sector de jornaleros que compartían espacio, vida,
trabajo y parentesco con las familias campesinas, el resto del sector estaba formado
por pequeños propietarios. Un relieve accidentado, una edafología poco profunda, una
climatología lluviosa y el pequeño tamaño de las parcelas provocaron que solo una
utilización intensiva de la mano de obra familiar permitiese la supervivencia de los
caseríos vascos y esta circunstancia únicamente fue posible porque el policultivo
y la pluriactividad rural fue acompañada de una corriente permanente de expulsión
de los excedentes humanos que generaba este modelo de vida. Este universo experimentó
profundos cambios como consecuencia de los efectos de la transformación económica,
social, cultural y política que se produjo desde el último tercio del siglo xix, tanto en el País Vasco, como en España y en el mundo Legorburu, ( Legorburu Faus, E. (1993). La crisis del caserío. Situación del agro guipuzcoano en
torno a 1930. BRSBAP, 49 (2), 369-410.
Delgado Cendagortagalarza, A. (2009). Trabajo y vida cotidiana en la «Otra» Bizkaia, 1876-1923. Madrid: Catarata.
Berriochoa Azcarate, P. (2014). Como un jardín: el caserío guipuzcoano entre los siglos
xix
y
xx
. Leioa: Universidad del País Vasco.
Uno de las novedades que experimentó dicho sector a comienzos del siglo xx fue la aparición de un nuevo tejido asociativo agrario que completó y/o sustituyó
al tradicional entramado de suaro(s) —asociaciones de seguros contra incendios y ermandadeak, (contra la muerte del ganado)—. En 1907 se creó en Guipúzcoa una red semipública de
seguros contra la mortalidad del ganado vacuno, Anaitasuna, y poco antes, en 1904, se inició el proceso constituyente del sindicalismo agrario
católico vasco, los Alkartasuna
Berriochoa ( Berriochoa Azcarate, P. (2014). Como un jardín: el caserío guipuzcoano entre los siglos
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Berriochoa Azcarate, P. (2014). Como un jardín: el caserío guipuzcoano entre los siglos
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Muñiz, L. (1927). La Acción Social Agraria en España. Estado actual de la agricultura, importancia de
la Asociación y cooperación y necesidad del crédito agrícola. Madrid: Imprenta Palomeque.
En 1920 se creó la Federación Católica Agraria de Álava, manteniéndose el Sindicato
Agrícola Alavés como organización más importante ( Sanz Legaristi, P. y Reboredo Olivenza, D. (1985). El sindicalismo agrario en Álava
(1905-1924). Kultura, 8, 90-104.
Andrés-Gallego ( Andrés-Gallego, J. (1984). Pensamiento y acción social de la Iglesia en España. Madrid: Espasa.
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sindicatos federados el día 11 de enero de 1921. Bilbao: Imprenta de G. Ibáñez.
Para el caso navarro, véase Majuelo y Pascual ( Majuelo, E. y Pascual, A. (1991). Del catolicismo agrario al cooperativismo empresarial. Setenta y cinco años de la
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Pejenaute Goñi, J. M. (1989). Desarrollo del cooperativismo agrario navarro desde
la Federación a la Confederación (1910-1917). Príncipe de Viana, 50 (188), 649-686.
Se trataba en la mayoría de los casos de modelos creados de arriba abajo, tutelados
por la Iglesia católica, las diputaciones provinciales, los técnicos agrícolas y los
medianos y grandes propietarios y sin que se produjese una iniciativa espontánea de
los campesinos para su organización Delgado ( Delgado Cendagortagalarza, A. (2009). Trabajo y vida cotidiana en la «Otra» Bizkaia, 1876-1923. Madrid: Catarata.
Garrido Herrero, S. (2003). El primer cooperativismo agrario español. CIRIEC. Revista de Economía Pública, Social y Cooperativa, 44, 33-56.
Sorprende ese relativo eco, máxime en una región caracterizada por su alto nivel de
práctica religiosa. Las explicaciones tienen que ir por otro lado. No vamos a insistir
en aspectos de tipo político, institucional o empresarial, que además serían aplicables
a toda España Andrés-Gallego ( Andrés-Gallego, J. (1984). Pensamiento y acción social de la Iglesia en España. Madrid: Espasa.
Garrido Herrero, S. (2007). Why Did Most Cooperatives Fail? Spanish Agricultural Cooperation
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Román Cervantes, C. (2015). Agricultural cooperatives in Spain, between failure ans sucess? (1890-2001). Madrid: AEHE.
Ruiz Urrestarazu ( Ruiz Urrestarazu, E. (1985). La distribución de los terrenos comunales en Álava. Lurralde: Investigación y espacio, 8, 189-196.
Majuelo, E. y Pascual, A. (1991). Del catolicismo agrario al cooperativismo empresarial. Setenta y cinco años de la
Federación de cooperativas navarras, 1910-1985. Madrid: Ministerio de Agricultura.
La ineficacia de la actuación de muchas de estos sindicatos y sus debilidades estructurales
tampoco animaron a muchos campesinos a asociarse. No podemos olvidar, además, que
el pequeño tamaño de las explotaciones vascas y la existencia de un mercado urbano
próximo tampoco facilitaron dicho proceso asociativo
A partir de los años veinte del siglo xx apareció en la localidad guipuzcoana de Azpeitia una estructura societaria que buscaba trascender el mutualismo católico, focalizando su atención en el derecho de los arrendatarios a convertirse en propietarios y en una defensa más eficaz de la economía y el modo de vida agrario. Sería el germen de la Asociación de Campesinos Vascos, Euzko Nekazari Bazkuna (ENB). Este modelo encontró en el nacionalismo vasco de la época republicana un interlocutor privilegiado. La resistencia a tales iniciativas por parte de los grandes propietarios, vinculados con los partidos derechistas, incrementó el carácter político del nuevo sindicalismo agrario y provocó el recurso a un repertorio movilizador que, en el caso vasco, hasta entonces parecía haber sido patrimonio casi exclusivo de los grupos urbanos.
En un estudio anterior hemos discutido el contexto en el que surgió en Guipúzcoa ENB, matizando análisis que hacían hincapié en factores de tipo ideológico u organizativo-sindical para explicar la aparición de este nuevo fenómeno. Mi trabajo destacaba la actuación autónoma de los campesinos siguiendo la referencia azpeitiarra y su interacción con algunos elementos dirigentes del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y del sindicato de la misma ideología, Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV). Se trataba, por lo tanto, de un movimiento de autoafirmación agraria, pero que, al mismo tiempo, cubría un flanco descuidado hasta entonces por el nacionalismo vasco. En las páginas siguientes vamos a dedicar nuestra atención al trienio que se extiende entre febrero de 1933 y febrero de 1936.
Para ello analizaremos, por un lado, la actuación cotidiana de la nueva organización
y, por el otro, las relaciones entre ENB, el PNV y STV, extendiendo además el campo
de estudio a la provincia de Vizcaya, donde en 1935 se formó Euzko Nekazari Alkartasuna
(Solidaridad de Campesinos Vascos). Buscamos, asimismo, confirmar o desechar la hipótesis,
apuntada en investigaciones anteriores, de que fue el trabajo autónomo realizado por
los dirigentes nekazaris lo que permitió atraer a un buen número de campesinos, arrendatarios
mayormente, que, o bien habían permanecido alejados de las cuestiones políticas o
bien se habían alineado hasta entonces en las filas tradicionalistas La mayor parte de los movimientos agraristas europeos que tuvieron éxito se lo debieron
a la implicación del campesino en su organización y dirección ( Lynch, É. (2009). Pour et par le paysan. La movilización agraria en la Francia de
entreguerras. Historia Agraria, 49, 133-160.
Tras el final del proceso constituyente de Euzko Nekazari Bazkuna en febrero de 1933,
los primeros meses del sindicato fueron de gran actividad, combinándose las reuniones
locales para la constitución de agrupaciones con los mítines que buscaban una asistencia
masiva. No es sencillo discernir los ejes sobre los que se produjo la difusión del
movimiento agrarista. Las reuniones para constituir agrupaciones o celebrar actos
de propaganda se realizaron tanto en las sedes sociales del nacionalismo vasco, como
en espacios propios de la sociabilidad campesina, aprovechando los días de feria y
los momentos relacionados con el ámbito festivo. Los temas tratados en estas asambleas
no diferían mucho de un orador a otro: el principal era la importancia de la organización
de los campesinos y la virtud taumatúrgica de la asociación. El sacerdote Policarpo
Larrañaga, uno de sus principales propagandistas, lo expresó claramente en una charla
en Mondragón: si todos los baserritarras (los caseros) se asociaban, como habían hecho
los trabajadores industriales, era factible conseguir grandes progresos, pero el campesino
aislado no podía hacer nada «Arrasate», Euzkadi, 18-2-1933.
«Lasarte», Euzkadi, 21-4-1933; y en el mismo «Motriko», 26-8-1933.
En las reuniones constitutivas de las agrupaciones locales se producía la lectura
del reglamento de funcionamiento y, tras su aprobación, se efectuaba la inscripción
de los socios. Estos tenían que pagar una cuota de dos reales mensuales, que les daba
derecho a utilizar la asesoría legal instalada en San Sebastián. Por último, se producía
la elección de las juntas directivas que recaían generalmente en pequeños campesinos
arrendatarios, muchos de ellos afiliados al PNV y/o a STV. La culminación de este
primer desarrollo fue la constitución definitiva de la asociación, en agosto de 1933,
en una asamblea a la que acudieron representantes de veintisiete localidades y de
un total aproximado de 2000 afiliados El archivo de Euzko Nekazari Bazkuna desapareció en septiembre de 1936 tras la ocupación
de San Sebastián por parte de las tropas sublevadas, por lo que las fuentes fundamentales
de nuestra investigación han sido las noticias publicadas en la prensa.
Con anterioridad, en mayo, se produjo la adhesión de Euzko Nekazari Bazkuna a la Confederación
Nacional de Solidaridad de Trabajadores Vascos como organización autónoma relacionada
directamente con la directiva del sindicato, lo que le permitía mantener un funcionamiento
propio y una línea de actuación separada de la del sindicato. Las relaciones entre
las dos organizaciones fue motivo de debate en los primeros meses del año. Un escrito
en el semanario Argia sintetizaba los vínculos entre ambos entidades «Basarritar, alkartu», Argia, 2-3-1933.
«Oporketa ondoren», Euzkadi, 6-10-1933.
El año 1933 fue pródigo en acontecimientos en el ámbito político. El primero de ellos
fue las elecciones municipales en aquellos ayuntamientos que habían sido elegidos
por el artículo 29 en abril de 1931. Dichos comicios conocieron un doble fenómeno
complementario: el fuerte impulso que consiguieron las candidaturas cobijadas bajo
el paraguas del nacionalismo vasco Como es conocido, el PNV se presentó el año 1931 en coalición con otros grupos derechistas,
con la Comunión Tradicionalista en particular, y por lo tanto, no es posible comparar
los datos de los comicios de 1931 con los de 1933. En el periodo restauracionista,
los mejores resultados del PNV se produjeron en las zonas urbanas.
En septiembre de 1933, dos de los principales dirigentes nekazaris, Lino Lazcano (obrero mixto que combinaba el trabajo industrial con el de su caserío en arriendo) y Gabino Murua (casero propietario), fueron elegidos, junto con otras trece personas, como representantes guipuzcoanos en la Asamblea Nacional del Partido Nacionalista Vasco. ENB contó con el apoyo del semanario Argia y de la página semanal dedicada a cuestiones agrarias por el periódico filonacionalista El Día, más la cobertura ofrecida por el portavoz oficial del PNV, el diario Euzkadi. Parece evidente la complicidad y buena relación entre el sindicato agrario y el nacionalismo vasco. No parece, por lo tanto, que hubiese grandes diferencias políticas o ideológicas entre los impulsores de la organización y la entidad más destacada del nacionalismo vasco, aún manteniendo su respectiva autonomía.
ENB difundió un manifiesto anunciando su petición de voto afirmativo ante el referéndum
del proyecto de estatuto de autonomía para el País Vasco elaborado por las gestoras
provinciales y que sería votado el día 5 de noviembre de 1933 «Gipuzkoa’ko nekazariak», Euzkadi, 26-10-1933.
No se produjo idéntica manifestación con ocasión de las elecciones a Cortes que se
celebraron el día 19 de ese mismo mes, pero los resultados mostraron una clara correlación
entre la existencia de secciones locales de ENB y la victoria nacionalista. Los nacionalistas
obtuvieron el 45,13 % de los votos en las elecciones legislativas, triunfando en 75
de los 89 municipios guipuzcoanos. En la zona rural, el PNV obtuvo la victoria en
veintidós de las veintisiete localidades que la componían, elevando su porcentaje
de voto hasta el 62,28 % Rodríguez Ranz ( Rodríguez Ranz, J. A. (1994). Guipúzcoa y San Sebastián en las elecciones de la II República. San Sebastián: Fundación Kutxa.
«Gipuzkoa’ko Eusko Nekazarien 1935’ko gora-berak», Argia, 29-3-1936 ( Diaz Noci, J. (2001). Argia. Euskal astekari baten historia (1921-1936). Leioa: Egileak.
Si en un primer momento la dirección del sindicato estuvo encabezada por un casero
donostiarra, Eusebio Goñi, su secretario general, a partir de una fecha indeterminada,
pero que podemos fijar a mediados de 1934, Goñi desapareció de la escena pública para
ser sustituido por Lazcano, Murua y el sacerdote Larrañaga, verdadero triunvirato
de ENB en el segundo bienio republicano. En septiembre de ese año, Gabino Murua era
presentado como secretario general de los nekazaris de Gipuzkoa, colaborando estrechamente
con el joven abogado José María de Lojendio, encargado de la asesoría jurídica Lojendio, procedente de Acción Católica, se sumó al bando franquista en 1936, y aunque
no alcanzó la notoriedad de alguno de sus hermanos, fue elegido presidente de la Academia
de la Lengua Vasca en 1964.
Las actividades desarrolladas por el societarismo agrarista de signo nacionalista
abarcaron diferentes campos. Por una parte, la propaganda y la organización (los aspectos
más visibles de su actuación). También las ayudas a los damnificados por catástrofes
naturales. Las graves inundaciones que se produjeron en Guipúzcoa el 16 de junio de
1933, que causaron cinco muertos, un desaparecido y multitud de daños en la comarca
de San Sebastián de forma especial, permitieron mostrar la fortaleza de la nueva organización
y el apoyo que tenía del Partido Nacionalista Vasco. La Junta de Socorros de esta
organización se movilizó para allegar muebles, ropas, enseres y comestibles a unas
doscientas familias y, en algunos casos, se donaron yuntas de bueyes para que los
damnificados pudiesen reanudar sus actividades. Como era relativamente habitual en
la época, o así lo hacía al menos el PNV, la entrega de las ayudas sirvió como acto
propagandista. El presidente de ENB, Eusebio Goñi, «entusiasta propagandista solidario
y patriota», representó a la Junta de Socorros del PNV en dichos actos «De las inundaciones de Gipuzkoa», Euzkadi, 13-10-1933.
Euzko Nekazari Bazkuna y, en menor medida, Euzko Nekazari Alkartasuna, no se limitaron
a la labor proselitista. Buscaron la regulación de los mercados, la protección arancelaria
de sus productos y el apoyo a los baserritarras ante la enfermedad, los accidentes
y las catástrofes naturales. También reclamaron la mejora de las condiciones de arrendamiento,
el reconocimiento del derecho a adquirir las tierras arrendadas y asumieron la defensa
de los baserritarras frente a los propietarios. Lino Lazkano, el presidente de ENB,
animó a los arrendatarios a acudir a la asociación con más frecuencia, «a exponer
allí la queja más insignificante, siempre que sea justa, de un propietario tirano
o cosa similar, para que la Sociedad recurra al Jurado Mixto, del que él mismo es
miembro integrante, donde se mitiga la furia de esos jauntxos (señores) que parecen
indomables» «Bergara», Euzkadi, 19-9-1934.
Otro de los campos de actuación sindical fue el de la gestión ante las autoridades
municipales o provinciales, en una doble dirección. Por una parte, intentando que
se dejasen sin efecto medidas que afectaban a los campesinos, supuestamente de forma
injusta (excesivo rigor en los análisis de la calidad de los alimentos, creación o
eliminación de impuestos específicos sobre el campesinado, como la tasa establecida
en Vizcaya en 1935 a los carros tirados por ganado vacuno u asnal). Por otra, solicitando
mejoras en las infraestructuras: establecimiento de líneas telefónicas en zonas rurales,
construcción de carreteras que comunicasen los barrios más alejados con los núcleos
urbanos, establecimiento de escuelas, reparto de los presupuestos festivos de forma
equitativa ente las zonas urbanas y las rurales, etc. La secretaria acompañó, por
último, físicamente a numerosos campesinos en las gestiones que tenían que realizar
en los centros oficiales de la capital. Esta labor de intermediación reforzó la legitimidad
y prestigio de los líderes nekazaris
Uno de las cuestiones recurrentes en el discurso y en la práctica de los nekazaris
fue la cuestión de las carnicerías. Los campesinos negociaban con tratantes y matarifes
de forma individual la venta de sus reses y eran constante, por lo que se ve, las
quejas de los ganaderos, tanto por la comisión en especie que se llevaban los matarifes
al sacrificar los animales, como por el precio de venta de estos últimos «Elgoibar», Euzkadi, 27-9-1933.
«Gizarte-arazoak», Argia, 23-9-1933.
En el caso vizcaíno, ya antes de la propia creación de Euzko Nekazari Alkartasuna, los expertos al servicio de la Comisión Técnica del BBB mostraron su predilección por la formación de los caseros, un problema que era considerado como una de las principales dificultades de la economía campesina. Una de las formas de solventar dicha cuestión era a través de cursillos teórico-prácticos en los que un técnico mostraba a un grupo de campesinos diversos métodos para mejorar la producción, en especial de la fruticultura. Este sector estaba experimentando un importante crecimiento en los últimos años. La presencia de estos expertos, los ingenieros agrícolas Joaquín Olaizola y Jesús Olascoaga y el perito agrícola Antonio Laburu, es otra novedad frente al caso guipuzcoano, donde los titulados agrícolas no tuvieron, que sepamos, ningún papel en la actuación sindical.
El tratamiento de la cuestión agraria por parte del nacionalismo vasco en el territorio
de Vizcaya respondió a una dinámica específica. Una de las razones de dicho hecho
estriba en el más rápido y mayor desarrollo que el movimiento creado por Sabino Arana
había tenido en su tierra natal. En las elecciones de 1933, los candidatos nacionalistas
del distrito de Vizcaya-provincia obtuvieron en torno a 80 000 votos, los derechistas
unos 40 000 votos y las izquierdas 18 000 sufragios. Dos años más tarde, en la primera
vuelta los nacionalistas, que intentaron el copo votando a tres candidatos, obtuvieron
70 000 votos, por 46 000 los derechistas y 19 000 las izquierdas. Por ello era menos
necesaria una atención específica a los problemas del agro vizcaíno, al menos como
forma de proselitismo político
Hay que recordar en este sentido que la petición de la propiedad por parte de los
arrendatarios provocó, también en los casos gallego o catalán, una fractura o, cuando
menos, el tensionamiento de la sociedad local ( Pomés, J. (1995). La Unió de Rabassaires. Barcelona: Abadia de Montserrat.
Mayayo, A. (1995). De pagesos a ciutadans. Cents anys de sindicalisme i cooperatisme agraris a Catalunya
(1893-1994). Catarroja: Afers.
Fernández Prieto, L., et al. (1997). O proceso de adaptación do mundo agrario ó capitalismo. En VV. AA. Galicia fai dous mil anos. O feito diferencial galego (pp. 201-218). Santiago, Museo do Pobo Galego.
Prada Rodríguez, J. (2006). Ni tan viejo, ni tan nuevo: Conflictividad y protesta
social en el rural ourensano (1931-1936). En J. M. Ortíz de Orruño, et al. (comps.). Movimientos sociales en la España contemporánea (pp. 505-523). Madrid: Adaba.
El sacerdote Policarpo Larrañaga, por su parte, nos señala otras razones para explicar
la evolución en el tratamiento de la cuestión agraria en Vizcaya por parte del nacionalismo
vasco «Euzko Nekazariak». Archivo Histórico del Gobierno Vasco. Fondo del Departamento
de Presidencia. Secretaría General (Bilbao, Barcelona, París). Prensa y propaganda.
Informes. Legajo 09, exp. 01.
Aunque hay alguna localidad rural con cierta presencia republicana, el voto de izquierdas
en la zona rural vizcaína fue mínimo. En las elecciones de 1936 la candidatura del
Frente Popular obtuvo en la primera vuelta en el distrito de Vizcaya-Provincia (que
incluía varias poblaciones industriales y mineras) el 14,2 % de los votos.
Según los datos aportados por la diputación a Gregorio de Balparda ( Balparda, G. de (1935). La Aplicación de las leyes de reforma agraria en Vizcaya: memoria inaugural del curso
de 1935-36 leída el 19 de octubre. Bilbao: Academia de Derecho y Ciencias Sociales.
Ibañez García, G. y Vidaurrazaga Acha, V. (1934). Desarrollo y prosperidad de la Provincia de Vizcaya. Bilbao: J. Álvarez.
El último factor mencionado por Larrañaga sería la influencia del semanario Ekin. Este periódico filonacionalista estaba editado por la asociación de sacerdotes Jaungoiko-Zale,
y pese a la existencia de algunos artículos defendiendo la organización autónoma del
campesinado, la mayor parte de los textos, en especial los escritos por el principal
articulista sobre temas agrarios de la publicación, Kepa Desconocemos la persona que se encontraba bajo dicho pseudónimo. Puede tratarse de
Pedro Urquidi, un técnico de la Diputación Provincial de Vizcaya.
«Lur langilleak itxartu», Ekin 20, 18-6-1932.
Hay cierta confusión entre la organización católica y la federación ganadera. Formalmente
eran dos organizaciones diferentes, aunque no hemos encontrado información suficiente
para detallar las especificidades de cada asociación.
«El grandioso acto social de Mungia», Euzkadi, 19-5-1932. La sección local de Munguia había sido creada en 1914 y su primer presidente
fue Benito Gamboa, que también lo era de la Junta Municipal del PNV ( Delgado Cendagortagalarza, A. (2009). Trabajo y vida cotidiana en la «Otra» Bizkaia, 1876-1923. Madrid: Catarata.
En cualquier caso, la Federación Católica Agraria de Vizcaya estaba presidida por
el político dinástico Alejandro Gaytán de Ayala (vicepresidente de la Diputación de
Vizcaya en 1929), un miembro de la aristocracia con importantes propiedades en el
este de la provincia Gaytan de Ayala, tras ocultarse durante varios meses en un caserío a causa de la
Guerra Civil, pudo huir a la zona sublevada ( Juaristi Larrinaga, P. (2011). Markinako frontea. Markinako eta Xemeingo egoera politikoa eta soziala Bigarren Errepublikan
eta Gerra Zibilean (1931-1939). Bilbo: EHU.
«Ante la crisis monetaria y de la economía nacional», ABC, 31-7-1931.
«Un escrito de los propietarios de Vizcaya», La Época, 20-1-1933.
La preocupación del nacionalismo vizcaíno por la articulación de los sectores sociales
rurales se incrementó según avanzaban los años republicanos y se manifestó además
en la conciencia de que era necesaria la mejora de las condiciones de orden material
de dicho espacio para que pudiera producirse la libertad del pueblo vasco e incluso
su propia subsistencia como entidad diferenciada «Cuestiones sociales», Euzkadi, 21-4-1932.
«Cuestiones sociales», Euzkadi, 21-4-1932.
Hubo que esperar hasta enero de 1934 para que se iniciase en Vizcaya una actividad encaminada a la constitución de la Solidaridad de Campesinos Vascos. El día 12 de ese mes se publicó en el diario Euzkadi el manifiesto de presentación de la comisión organizadora. Aunque el apartado sobre la finalidad de la organización recogía prácticamente con las mismas palabras el articulado aprobado un año antes por Euzko Nekazari Bazkuna, había algunas diferencias significativas. La primera es la ausencia de referencia alguna a ENB. De hecho, la única organización mencionada en el texto era Solidaridad de Trabajadores Vascos, aunque no se expresase ningún tipo de vinculación entre el sindicato obrero y el campesino. La segunda es que el texto se presentó únicamente en castellano, siendo el euskera la lengua habitual y casi única de la gran mayoría de los campesinos vizcaínos. Ni siquiera se mencionaba el nombre oficial de la nueva organización, Solidaridad de Campesinos Vascos, Euzko Nekazari Alkartasuna (ENA). La tercera es la radicalidad de los términos utilizados en el escrito:
Tú, campesino bizkaino, continúas abandonado a tu suerte, luchando en la soledad del
campo contra toda clase de enemigos que se han conjurado contra ti: las Corporaciones
oficiales, que no se acuerdan de ti más que para sangrarte coa injustos impuestos;
la Banca y la usura, que no hacen más que explotar tu ahorro o tu indigencia, y, sobre
todo, el capitalismo rural, que se ha apropiado de más de la mitad del agro bizkaino,
creando esa plaga de grandes propietarios que, salvo honrosas excepciones, caciquilmente,
inhumanamente, anticristianamente, quieren constituirse en dioses feudales de los
pobres inquilinos que han caído en sus garras. ¡Y tú, campesino, digno hijo de la
raza más noble y libre del mundo, el más auténtico representante de nuestra amada
patria euskadiana, no puedes consentir esto «Al campesino bizkaino», Euzkadi, 12-1-1934
Una primera conclusión era evidente: los autores del escrito no eran campesinos. Ningún miembro del agro vizcaíno se hubiese autodefinido a si mismo con los términos utilizados en las última frase del párrafo que recogemos; tampoco hubiese utilizado expresiones como «capitalismo rural» desconocidas para él; sabía que la única forma de acceder a otros campesinos, salvo en las Encartaciones o en la Margen Izquierda, era utilizando el euskera y tenía que conocer, siquiera de forma indirecta, la aparición del sindicalismo nekazari en Guipúzcoa. De hecho, el modelo organizativo propugnado en el texto era el de ENB. Desconocemos la razón que llevó a no mencionar dicha organización en el manifiesto. No se incluían, por otra parte, en el texto, ni una dirección de contacto, ni los nombres de los miembros de la comisión organizadora. En estas condiciones, el «profundo y rápido triunfo» que se auguraba a la iniciativa no era más que una voluntariosa declaración de intenciones.
Afortunadamente Darío Ansel ha podido reconstruir los pasos que llevaron a la publicación
de dicho manifiesto
Hay que valorar, no obstante, si esa supuesta radicalidad solidaria era compartida
por todos los miembros de la comisión, por el PNV y, sobre todo, por el campesinado
vizcaíno, que no mostró excesiva celeridad para integrarse en la nueva asociación.
El portavoz periodístico del nacionalismo vasco hizo abstracción de que su afirmación
de que «con la implantación en Bizkaya de Euzko-Nekazari-Alkartasuna, quedan atendidos
los intereses profesionales de nuestros campesinos, que hasta la fecha venían constituyendo
la única clase profesional que no seguía, y no por falta de deseo, a sus hermanos
los solidarios vascos» «Una nueva organización», Euzkadi, 13-1-1934.
«Solidaridad y el Agro», Euzkadi, 16-5-1934.
Un mes más tarde, en febrero de 1934, se anunciaba la celebración del primer mitin
de la nueva organización. Se trataba en un acto en Markina, una localidad cercana
a la muga con Guipúzcoa y alejada de los centros neurálgicos de la provincia Sobre la historia de la localidad en los años republicanos, Juaristi ( Juaristi Larrinaga, P. (2011). Markinako frontea. Markinako eta Xemeingo egoera politikoa eta soziala Bigarren Errepublikan
eta Gerra Zibilean (1931-1939). Bilbo: EHU.
Además de las razones aducidas en la introducción de este apartado, cabe apuntar algunas
más, para explicar ese retraimiento. Se han comentado en diversos trabajos las numerosas
referencias de la publicística nacionalista vasca al tema rural, definido como eje
de la nación vasca y al modelo de sociedad propugnado por el nacionalismo vasco. Ni
esas referencias fueron tan abundantes, salvo en la iconografía, ni tal hecho convirtió
necesariamente al campesinado en un receptor favorable de los mensajes del nacionalismo
vasco. Por una parte, existía una ya larga tradición de vinculación entre el campesinado
parcelario vasco y las diferentes vertientes del carlismo. En segundo lugar, el control
y la presión de los propietarios rurales y de los notables locales, fuesen carlistas
o liberales, dificultaron la actuación autónoma de los campesinos. Hay, además, un
tercer factor que pocas veces se ha tenido en cuenta: la desconfianza campesina hacia
las propuestas sociopolíticas provenientes del ámbito urbano y el nacionalismo vasco,
por muy neorruralista que fuese, eran una ideología y un partido político urbanos.
La labor de los impulsores del sindicalismo nekazari tuvo, por lo tanto, que hacer
frente a numerosos obstáculos. Por ello fueron constantes las apelaciones a los caseros
a crear estructuras societarias o a integrarse en las ya formadas, haciendo abstracción
del origen foráneo de la propuesta e insistiendo en que el núcleo original de la nueva
organización estaba compuesto por los propios campesinos Una síntesis de estas cuestiones, «Euzko Nekazari Alkartasuna eta Euzko Baserrijak»,
Euzkadi, 3-6-1934.
La iniciativa recibió un impulso renovado a comienzos de 1935. Se constituyó una nueva comisión compuesta por dos delegados de Solidaridad de Trabajadores Vascos, dos técnicos agrícolas y un delegado del BBB. Dada la situación de represión que se vivía como consecuencia del intento revolucionario de octubre de 1934, la opción en este caso fue organizar una serie de cursillos de prácticas agrícolas con el apoyo de varios ingenieros agrónomos, demostrando los beneficios de la formación específica y las ventajas de estar asociados. El periódico Euzkadi también dedicó una mayor atención a las cuestiones agrarias a través de la página «Labor social. Página agrícola», y en la misma, junto con artículos orientados a la mejora de la producción agrícola, tampoco faltaron textos criticando la extensión que había adquirido la figura del campesinado arrendatario. Este hecho se vinculaba a la pérdida de los Fueros. Un miembro de la nueva comisión organizadora, que firmaba sus escritos como Dionisio de Arantzamendi, sintetizó la cuestión de forma lapidaria:
Los arrendatarios, salvo honrosas excepciones, han sido tratados por sus amos como
seres pertenecientes a una casta inferior, sometiéndola a condiciones e imposiciones
reñidas con la dignidad humana […]. No faltan quienes han afirmado que no hay cuestión
social en el campo vasco y que nuestro campesino vive alegre y feliz. Estos tales
no conocen el agro nuestro más que a través de las ventanas de los vehículos en que
han recorrido el país «Miremos también al agro», Euzkadi, 18-11-1934.
El mitin que se celebró en Gernika el 13 de mayo, día de mercado, marcó el inicio
de la expansión de los nekazaris en Vizcaya, tras una etapa en la que se reconocía
que «hay que consignarlo, no se ha ido a nuestro campo con un verdadero sentido católico
y profesional» «Un mitin en Gernika», Euzkadi, 14-5-1935.
Aunque estas afirmaciones dan a entender que se había producido una reformulación
del proyecto nekazari, no parece que la aseveración de Elorza sobre el enfriamiento
del interés del PNV por la cuestión agraria tenga demasiado fundamento
El resultado de todas estas actividades fue positivo. Los meses de la primavera de
1935 vieron como se celebraban charlas y mítines en diferentes poblaciones y el 21
de julio se reunieron de nuevo en Markina representantes de las once agrupaciones
ya formadas, eligiéndose una junta directiva presidida por Carmelo Gorroño, labrador
vecino de Forua, una localidad muy próxima a Gernika «El domingo quedó constituida Bizkai’ko Euzko-Nekazari-Bazkuna», Euzkadi, 28-7-1935.
A partir de este momento, Euzko Nekazari Alkartasuna experimentó un crecimiento muy
significativo. De esta forma, un año más tarde, en julio de 1936, alcanzó las 31 agrupaciones
locales y unos 2600 afiliados Abadiano, Ajangiz, Amorebieta, Amoroto, Arbatzegi-Gerrrikaitz, Arratzu, Artea, Arteaga,
Berriatua, Berriz, Busturia, Dima, Ermua, Errigoiti, Etxebarri, Foru, Garai, Gizaburuaga,
Ibarrangelu, Igorre, Iurreta, Kortezubi, Leioa, Lemona, Markina Mendata, Murelaga,
Nabarniz y Zeanuri.
Fuente: elaboración propia a partir de Elorza (Elorza, A. (1977). El tema rural en los orígenes literarios del nacionalismo vasco. En Actas del Quinto Congreso Internacional de Hispanistas: celebrado en Bordeaux del 2 al 8 de septiembre de 1974 (pp. 355-376). Burdeos: Université de Bordeaux III.1977).
Solo tres de esas poblaciones no habían conocido en 1933 el triunfo de la candidatura a Cortes del PNV y únicamente en cinco se vio superada esta lista por la coalición de derechas en 1936. Las cifras de afiliación, no obstante, estaban muy alejadas del eco alcanzado por ENB en Guipúzcoa. Si en esta provincia, los nekazaris agrupaban a más del 60 % de los campesinos del territorio, en Vizcaya, donde el voto nacionalista era proporcionalmente más alto, en especial, en el distrito de Vizcaya-provincia, solo lo hacían con un 15 % escaso. No estamos en condiciones de dar una explicación concluyente de esa disparidad, pero probablemente la existencia de un tejido asociativo agrario católico y o independiente más activo en el caso de Vizcaya sea un elemento más solvente para argumentar esa diferencia que la apelación a la desconfianza del PNV ante el movimiento nekazari.
El campesinado parcelario vasco de los años treinta era, fuese o no consciente de ello, fruto de la interacción entre la agricultura, la industria y un pujante sector servicios. Supo adaptarse a la nueva situación comercializando parte de sus productos y abandonando la economía de subsistencia. Esta transformación produjo una alteración sustancial de las relaciones sociales del baserritarra. El intenso contacto con el medio urbano, que le proporcionaba recursos económicos más estables, acarreó, en contrapartida, una pérdida de prestigio social en la medida en que los habitantes de las zonas rurales eran ahora mucho más conscientes de las diferencias de nivel de vida existentes entre la ciudad y las zonas rurales y de la incapacidad de estas últimas para satisfacer los nuevos estándares de calidad hegemónicos en la sociedad. El sindicalismo agrario tenía que defender un modelo economicista, que elevase los niveles de beneficio de los campesinos, al mismo tiempo que trataba de mostrar las excelencias de la vida rural frente a aquellos que optaban por abandonarla camino de las urbes de mayor o menor tamaño. Sus impulsores eran conscientes del sobreesfuerzo que exigía mantener un nivel de ingresos suficientes a través de una agricultura comercializada en un entorno en la que la agricultura estaba desprestigiada como ocupación.
Existía, en ese sentido, un doble sentimiento. Por una parte, la reivindicación incluida
en el programa de Euzko Nekazari Bazkuna de que pudiera perpetuarse y reproducirse
el modo de vida del caserío, pasando este de padres a hijos. El asociacionismo agrario
interpelaba de este modo a todos aquellos baserritarras que habían optado por seguir
en el caserío y no abandonarlo por un trabajo en la urbe. Consideraban que el modo
de vida campesino, una unidad moral en sí mismo, era compatible con su definición
de libertad y dignidad humana «La educación profesional de nuestro nekazari», Euzkadi, 26-5-1935.
Algunos de los analistas del agrarismo nacionalista y del católico han subrayado la
filosofía armonicista que subyace a los planteamientos aprobados en las diferentes
asambleas del sindicalismo nacionalista y su defensa de la paz social y de la importancia
del derecho de propiedad, frente a lo defendido por los sindicatos de clase
Para muchos campesinos la nueva realidad asociativa representaba la llegada de un mundo que reputaban extraño, con planteamientos que rompían con la forma de vida tradicional, que destruían la unanimidad y homogeneidad que, según ellos, había caracterizado la época anterior y cuestionaban el monopolio del poder por parte de determinadas elites rurales. La irrupción de «la política» como elemento de la vida cotidiana que rompía el consenso campesino y no como algo que sucedía cada pocos años en el día de las elecciones generales, la constante movilización que se les exigía, el nuevo lenguaje y las nuevas actitudes y actores que protagonizaron el cambio también fueron vistos con aprensión por algunos sectores.
Por otra parte, ya en el mismo año 1933, y pese a las protestas de apoliticismo y
moderación, se generaron las primeras tensiones entre nekazaris y los sectores vinculados
a los propietarios y a la derecha monárquica y tradicionalista. Así, en octubre de
ese año se produjo una reunión de la Agrupación Agropecuaria de Guipúzcoa en la que
se criticó duramente la actuación de la directiva de ENB. Como no se trataba de la
primera ocasión que se producía ese tipo de procedimiento, «confundiendo conceptos
y falseando los hechos, pretendiendo desacreditar ante sencillos nekazaris a honorables
propagandistas que se sacrifican por ideales más altos y sagrados», la agrupación
local retó a la agrupación a una controversia pública, que por los datos que tenemos
no llegó a producirse «Arrasate», Euzkadi, 15-10-1933.
El movimiento agrarista en la cornisa cantábrica vasca tuvo como objetivos fundamentales conseguir el acceso de los baserritarras arrendatarios a la propiedad de sus explotaciones, dignificar el modo de vida campesino y mejorar sus condiciones materiales. Su desarrollo fue un proceso irregular, tanto en el espacio como en el tiempo. Dicho proceso se inició y se consolidó en Guipúzcoa, mientras que tuvo una menor penetración en Vizcaya. El movimiento tuvo su origen en un núcleo muy concreto, la localidad de Azpeitia en la década de 1920 y solo pudo extenderse, ya en los años republicanos, cuando se produjo la combinación de la autoorganización campesina con el apoyo de una fuerza política emergente, el nacionalismo vasco. Ahora bien, es un error considerar al PNV como el agente inspirador de este fenómeno sociopolítico o como su dinamizador fundamental.
Las dificultades encontradas por este movimiento para encuadrar a los campesinos,
incluso en Vizcaya, donde electoralmente el nacionalismo vasco era la fuerza más importante,
cuando no la hegemónica, refuerzan la tesis de Jordi Planas sobre la inexistencia
de una adhesión incondicional del campesinado a otros grupos o de una subordinación
política del mismo
La aparición de este movimiento debe encuadrarse, por otra parte, en el proceso de crecimiento y complejización ideológica y social del nacionalismo vasco. En la medida en que esta corriente política fue ampliando su eco entre las distintas capas de la sociedad vasca, tuvo que hacerse más receptivo a las reivindicaciones de cada una de ellas, lo que provocó de forma inevitable un aumento de las tensiones intrapartidistas. Esta realidad es apreciable, hasta cierto punto, en el sindicalismo industrial, en Solidaridad de Trabajadores vascos. En lo que respecta al movimiento agrarista no pensamos, sin embargo, que su aparición y desarrollo provocasen en el periodo republicano especiales problemas de cohesión y de coherencia entre la actuación del PNV y de los dirigentes nekazaris.
No es sencillo realizar una valoración de todas estas actuaciones. Siempre es peligroso atribuir a una única razón las claves de un fenómeno social. Junto a los efectos de la propaganda societaria hay un sinnúmero de elementos que interactúan en los espacios sociales. La irrupción de la Guerra Civil provocó la desaparición de un conjunto de potencialidades que apenas estaban empezando a desarrollarse. Los actores sociales que participaron en el movimiento agrarista vasco estudiado en estas páginas lo hicieron desde unos presupuestos que eran hijos de un tiempo, un espacio y un pensamiento determinados, y partiendo de un universo simbólico, de un repertorio de recursos para la acción colectiva, de una estructura de oportunidad política y de unos mecanismos de movilización necesariamente limitados. Dudo mucho de que en su mayoría fuesen capaces de distinguir cuando actuaban como nacionalistas, como sindicalistas o como simples campesinos. Las tensiones que pudiesen existir por su actuación en cada uno de esos papeles eran mucho menores que las surgidas entre ellos y otros grupos políticos y sociales, y aún estas fueron más moderadas que las producidas en otros entornos rurales españoles.
[1] |
Este trabajo se ha realizado en el seno del grupo de investigación del Sistema Universitario Vasco IT-708-13, dirigido por el catedrático Luis Castells, en el marco de proyecto de investigación «El peso de las percepciones del pasado en la política vasca. Violencia política, memoria e identidad territorial» (MINECO HAR2014-51956-P), cuyo investigador principal es el catedrático Antonio Rivera. Una primera versión de este artículo se presentó al XV Congreso Internacional de Historia Agraria (Lisboa, 27-30 de enero de 2016). Agradezco a los evaluadores de la revista los consejos e indicaciones que han permitido mejorar su contenido. |
[2] | |
[3] |
Legorburu, (Legorburu Faus, E. (1993). La crisis del caserío. Situación del agro guipuzcoano en torno a 1930. BRSBAP, 49 (2), 369-410.1993); Delgado (Delgado Cendagortagalarza, A. (2009). Trabajo y vida cotidiana en la «Otra» Bizkaia, 1876-1923. Madrid: Catarata.2009), y Berriochoa (Berriochoa Azcarate, P. (2014). Como un jardín: el caserío guipuzcoano entre los siglos xix y xx . Leioa: Universidad del País Vasco.2014). |
[4] |
Mikelarena (Mikelarena, F. (1993). El proceso de urbanización en el País Vasco peninsular entre 1860 y 1930. Vasconia, 21, 413-434.1993): 419. |
[5] |
Gobierno Vasco (Gobierno Vasco. (2009). 117 urte nekazari ganberak Euskadin. 117 años de Cámaras Agrarias en Euskadi. Gasteiz: Eusko Jaurlaritza.2009): 63-64. |
[6] |
Arrieta (Arrieta, L. (1998). El Movimiento Cooperativo en Euskadi. Bilbao: Fundación Sabino Arana.1998): 220-248. |
[7] |
Berriochoa (Berriochoa Azcarate, P. (2014). Como un jardín: el caserío guipuzcoano entre los siglos xix y xx . Leioa: Universidad del País Vasco.2014): 406-435. No tenemos más noticias sobre la existencia o funcionamiento de dicha federación, por lo que presumimos que tuvo una vida extremadamente efímera. Hay que esperar hasta 1928 para que se crease la Federación Agraria Vasco-Navarra, con sede social en Vitoria (Arrieta, L. (1998). El Movimiento Cooperativo en Euskadi. Bilbao: Fundación Sabino Arana.Arrieta, 1998: 230). |
[8] |
Xabier Etxeberria (Román Cervantes, C. (2015). Agricultural cooperatives in Spain, between failure ans sucess? (1890-2001). Madrid: AEHE.2015) ha tratado de esbozar una primera síntesis de la difusión del sindicalismo católico en las Provincias Vascongadas, señalando las dificultades sobre la fiabilidad de las fuentes. En 1915 existían en Guipúzcoa, según el censo del Instituto de Reformas Sociales (1915), 44 sindicatos agrícolas y cajas rurales, otras seis sociedades genéricas y nueve asociaciones dedicadas a la ganadería. En Vizcaya contabilizaron seis sindicatos, veinticinco sociedades agrícolas y 44 dedicadas a la ganadería; Berriochoa (Berriochoa Azcarate, P. (2014). Como un jardín: el caserío guipuzcoano entre los siglos xix y xx . Leioa: Universidad del País Vasco.2014: 421) cifra en 32 el número de sindicatos miembros de la Federación Católica Agraria de Guipúzcoa en ese año, mientras que Muñiz (Muñiz, L. (1927). La Acción Social Agraria en España. Estado actual de la agricultura, importancia de la Asociación y cooperación y necesidad del crédito agrícola. Madrid: Imprenta Palomeque.1927: 295-296) identifica veintisiete asociaciones. |
[9] |
En 1920 se creó la Federación Católica Agraria de Álava, manteniéndose el Sindicato Agrícola Alavés como organización más importante (Sanz Legaristi, P. y Reboredo Olivenza, D. (1985). El sindicalismo agrario en Álava (1905-1924). Kultura, 8, 90-104.Sanz Legaristi y Reboredo, 1985). |
[10] |
Andrés-Gallego (Andrés-Gallego, J. (1984). Pensamiento y acción social de la Iglesia en España. Madrid: Espasa.1984): 266-267. |
[11] |
Etxeberria (Etxeberria Lasa, X. (2015). El cooperativismo católico agrario en las provincias vascas, 1906-1936. Barcelona: Master de Historia Económica. Universitat de Barcelona.2015): 20. La memoria de 1920 de dicha organización afirmaba contar con 38 delegaciones en Vizcaya, tres en Álava (en los municipios cantábricos de Ayala, Arceniega y Lezama) y uno en Burgos, el Sindicato del Valle de Mena (Federación Católica Agraria de Vizcaya. (1921). Memoria correspondiente al año 1920, leída y aprobada en la Asamblea anual de los sindicatos federados el día 11 de enero de 1921. Bilbao: Imprenta de G. Ibáñez.Federación Católica Agraria de Vizcaya, 1921: 12). |
[12] |
Para el caso navarro, véase Majuelo y Pascual (Majuelo, E. y Pascual, A. (1991). Del catolicismo agrario al cooperativismo empresarial. Setenta y cinco años de la Federación de cooperativas navarras, 1910-1985. Madrid: Ministerio de Agricultura.1991) y Pejenaute (Pejenaute Goñi, J. M. (1989). Desarrollo del cooperativismo agrario navarro desde la Federación a la Confederación (1910-1917). Príncipe de Viana, 50 (188), 649-686.1989). |
[13] |
Delgado (Delgado Cendagortagalarza, A. (2009). Trabajo y vida cotidiana en la «Otra» Bizkaia, 1876-1923. Madrid: Catarata.2009): 49. No hay que descartar, sin embargo, la confluencia de intereses de grandes y pequeños propietarios, interesados todos en políticas arancelarias tendentes a mantener altos los precios de los productos agrícolas (Garrido Herrero, S. (2003). El primer cooperativismo agrario español. CIRIEC. Revista de Economía Pública, Social y Cooperativa, 44, 33-56.Garrido, 2003: 50). |
[14] | |
[15] |
Andrés-Gallego (Andrés-Gallego, J. (1984). Pensamiento y acción social de la Iglesia en España. Madrid: Espasa.1984): 256-257; Garrido (Garrido Herrero, S. (2007). Why Did Most Cooperatives Fail? Spanish Agricultural Cooperation
in the Early Twentieth Century. Rural History, 18 (2), 183-200. Disponible en:
|
[16] |
Beltrán Tapia (Beltrán Tapia, F. J. (2012). Commons, social capital, and the emergence of agricultural
cooperatives in early twentieth century Spain. European Review of Economic History, 16, 511-528. Disponible en:
|
[17] |
Ruiz Urrestarazu (Ruiz Urrestarazu, E. (1985). La distribución de los terrenos comunales en Álava. Lurralde: Investigación y espacio, 8, 189-196.1985) y Majuelo y Pascual (Majuelo, E. y Pascual, A. (1991). Del catolicismo agrario al cooperativismo empresarial. Setenta y cinco años de la Federación de cooperativas navarras, 1910-1985. Madrid: Ministerio de Agricultura.1991). |
[18] |
Berriochoa (Berriochoa Azcarate, P. (2014). Como un jardín: el caserío guipuzcoano entre los siglos xix y xx . Leioa: Universidad del País Vasco.2014): 427. |
[19] | |
[20] |
La mayor parte de los movimientos agraristas europeos que tuvieron éxito se lo debieron a la implicación del campesino en su organización y dirección (Lynch, É. (2009). Pour et par le paysan. La movilización agraria en la Francia de entreguerras. Historia Agraria, 49, 133-160.Lynch, 2009: 135). |
[21] |
«Arrasate», Euzkadi, 18-2-1933. |
[22] |
«Lasarte», Euzkadi, 21-4-1933; y en el mismo «Motriko», 26-8-1933. |
[23] |
El archivo de Euzko Nekazari Bazkuna desapareció en septiembre de 1936 tras la ocupación de San Sebastián por parte de las tropas sublevadas, por lo que las fuentes fundamentales de nuestra investigación han sido las noticias publicadas en la prensa. |
[24] |
«Basarritar, alkartu», Argia, 2-3-1933. |
[25] |
«Oporketa ondoren», Euzkadi, 6-10-1933. |
[26] |
Como es conocido, el PNV se presentó el año 1931 en coalición con otros grupos derechistas, con la Comunión Tradicionalista en particular, y por lo tanto, no es posible comparar los datos de los comicios de 1931 con los de 1933. En el periodo restauracionista, los mejores resultados del PNV se produjeron en las zonas urbanas. |
[27] | |
[28] |
«Gipuzkoa’ko nekazariak», Euzkadi, 26-10-1933. |
[29] |
Rodríguez Ranz (Rodríguez Ranz, J. A. (1994). Guipúzcoa y San Sebastián en las elecciones de la II República. San Sebastián: Fundación Kutxa.1994): 408 y 480-486. |
[30] |
«Gipuzkoa’ko Eusko Nekazarien 1935’ko gora-berak», Argia, 29-3-1936 (Diaz Noci, J. (2001). Argia. Euskal astekari baten historia (1921-1936). Leioa: Egileak.Díaz Noci, 2001). |
[31] |
Lojendio, procedente de Acción Católica, se sumó al bando franquista en 1936, y aunque no alcanzó la notoriedad de alguno de sus hermanos, fue elegido presidente de la Academia de la Lengua Vasca en 1964. |
[32] |
«De las inundaciones de Gipuzkoa», Euzkadi, 13-10-1933. |
[33] |
«Bergara», Euzkadi, 19-9-1934. |
[34] | |
[35] |
«Elgoibar», Euzkadi, 27-9-1933. |
[36] |
«Gizarte-arazoak», Argia, 23-9-1933. |
[37] |
http://www.euskadi.eus/emaitzak/republica/republica_c.htm [consultado el 20-9-1936]. |
[38] | |
[39] |
Hay que recordar en este sentido que la petición de la propiedad por parte de los arrendatarios provocó, también en los casos gallego o catalán, una fractura o, cuando menos, el tensionamiento de la sociedad local (Pomés, J. (1995). La Unió de Rabassaires. Barcelona: Abadia de Montserrat.Pomés, 1995; Mayayo, A. (1995). De pagesos a ciutadans. Cents anys de sindicalisme i cooperatisme agraris a Catalunya (1893-1994). Catarroja: Afers.Mayayo, 1995; Fernández Prieto, L., et al. (1997). O proceso de adaptación do mundo agrario ó capitalismo. En VV. AA. Galicia fai dous mil anos. O feito diferencial galego (pp. 201-218). Santiago, Museo do Pobo Galego.Fernández Prieto, 1997, y Prada Rodríguez, J. (2006). Ni tan viejo, ni tan nuevo: Conflictividad y protesta social en el rural ourensano (1931-1936). En J. M. Ortíz de Orruño, et al. (comps.). Movimientos sociales en la España contemporánea (pp. 505-523). Madrid: Adaba.Prada, 2006: 507). |
[40] | |
[41] |
«Euzko Nekazariak». Archivo Histórico del Gobierno Vasco. Fondo del Departamento de Presidencia. Secretaría General (Bilbao, Barcelona, París). Prensa y propaganda. Informes. Legajo 09, exp. 01. |
[42] |
Aunque hay alguna localidad rural con cierta presencia republicana, el voto de izquierdas en la zona rural vizcaína fue mínimo. En las elecciones de 1936 la candidatura del Frente Popular obtuvo en la primera vuelta en el distrito de Vizcaya-Provincia (que incluía varias poblaciones industriales y mineras) el 14,2 % de los votos. |
[43] |
Según los datos aportados por la diputación a Gregorio de Balparda (Balparda, G. de (1935). La Aplicación de las leyes de reforma agraria en Vizcaya: memoria inaugural del curso de 1935-36 leída el 19 de octubre. Bilbao: Academia de Derecho y Ciencias Sociales.1935:46) existían en dicho territorio 19 216 fincas de labranza, de las que 7158 eran cultivadas por sus propietarios y 12 058 por arrendadores. El número de caseríos sencillos, habitados por una sola familia era de 9968 y el de dobles de 8330. 913 fincas estaban constituidas por lotes de tierra no adscritas a un caserío. Un año antes Ibañez y Vidaurrazaga (Ibañez García, G. y Vidaurrazaga Acha, V. (1934). Desarrollo y prosperidad de la Provincia de Vizcaya. Bilbao: J. Álvarez.1934: 96-97) situaban, sin citar sus fuentes, la proporción de propietarios en el 37,15 %, el de arrendatarios en el 65,25 % y el número de caseríos en 14 133. |
[44] |
Desconocemos la persona que se encontraba bajo dicho pseudónimo. Puede tratarse de Pedro Urquidi, un técnico de la Diputación Provincial de Vizcaya. |
[45] |
«Lur langilleak itxartu», Ekin 20, 18-6-1932. |
[46] |
Hay cierta confusión entre la organización católica y la federación ganadera. Formalmente eran dos organizaciones diferentes, aunque no hemos encontrado información suficiente para detallar las especificidades de cada asociación. |
[47] |
«El grandioso acto social de Mungia», Euzkadi, 19-5-1932. La sección local de Munguia había sido creada en 1914 y su primer presidente fue Benito Gamboa, que también lo era de la Junta Municipal del PNV (Delgado Cendagortagalarza, A. (2009). Trabajo y vida cotidiana en la «Otra» Bizkaia, 1876-1923. Madrid: Catarata.Delgado, 2009: 50). |
[48] |
Gaytan de Ayala, tras ocultarse durante varios meses en un caserío a causa de la Guerra Civil, pudo huir a la zona sublevada (Juaristi Larrinaga, P. (2011). Markinako frontea. Markinako eta Xemeingo egoera politikoa eta soziala Bigarren Errepublikan eta Gerra Zibilean (1931-1939). Bilbo: EHU.Juaristi, 2011: 231). |
[49] |
«Ante la crisis monetaria y de la economía nacional», ABC, 31-7-1931. |
[50] |
«Un escrito de los propietarios de Vizcaya», La Época, 20-1-1933. |
[51] |
«Cuestiones sociales», Euzkadi, 21-4-1932. |
[52] | |
[53] |
«Cuestiones sociales», Euzkadi, 21-4-1932. |
[54] |
«Al campesino bizkaino», Euzkadi, 12-1-1934 |
[55] | |
[56] |
«Una nueva organización», Euzkadi, 13-1-1934. |
[57] |
«Solidaridad y el Agro», Euzkadi, 16-5-1934. |
[58] |
Sobre la historia de la localidad en los años republicanos, Juaristi (Juaristi Larrinaga, P. (2011). Markinako frontea. Markinako eta Xemeingo egoera politikoa eta soziala Bigarren Errepublikan eta Gerra Zibilean (1931-1939). Bilbo: EHU.2011). |
[59] |
Una síntesis de estas cuestiones, «Euzko Nekazari Alkartasuna eta Euzko Baserrijak», Euzkadi, 3-6-1934. |
[60] |
«Miremos también al agro», Euzkadi, 18-11-1934. |
[61] |
«Un mitin en Gernika», Euzkadi, 14-5-1935. |
[62] | |
[63] | |
[64] |
«El domingo quedó constituida Bizkai’ko Euzko-Nekazari-Bazkuna», Euzkadi, 28-7-1935. |
[65] |
Abadiano, Ajangiz, Amorebieta, Amoroto, Arbatzegi-Gerrrikaitz, Arratzu, Artea, Arteaga, Berriatua, Berriz, Busturia, Dima, Ermua, Errigoiti, Etxebarri, Foru, Garai, Gizaburuaga, Ibarrangelu, Igorre, Iurreta, Kortezubi, Leioa, Lemona, Markina Mendata, Murelaga, Nabarniz y Zeanuri. |
[66] |
Greenwood (Greenwood, D. (1998). Hondarribia: riqueza ingrata (comercialización y colapso de la agricultura). Bilbao: EHU.1998): 194. |
[67] |
«La educación profesional de nuestro nekazari», Euzkadi, 26-5-1935. |
[68] |
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