RESUMEN
Durante la II República, la movilización política fue una cuestión central para la nobleza. Desde la pasividad a la conspiración, pasando por la militancia partidista, los nobles tuvieron distintas actitudes desde el nacimiento del nuevo régimen. El estudio de este grupo social permite poner en cuestión interpretaciones consolidadas sobre la actitud de las derechas, con implicaciones evidentes en su papel en el bando sublevado, así como durante el franquismo. En este artículo se abordarán desde la perspectiva de la nobleza acontecimientos clave como la propia proclamación de la República, los sucesos del 10 de mayo o el golpe de Sanjurjo. Además, se hará una nueva lectura sobre la expropiación de los Grandes y su importancia en la movilización política de la nobleza. El estudio de las actitudes, estrategias e incoherencias de la aristocracia permite percibir una corriente elitista en las derechas en los complejos procesos de desliberalización, fascistización y captura nacionalista.
Palabras clave: Nobleza; expropiación; radicalización; derechas; monárquicos.
ABSTRACT
During II Spanish Republic, political mobilization was a key matter for the nobility. Passivity, plot involvement or party militancy: all these attitudes were displayed by the noblemen and women in a just newborn regime. The study of this social group questions traditional interpretations on right-wing attitudes in the Second Republic, what have substantial consequences until the end of the regime, even for the Spanish Civil War and the Francoism. The article tackles some key events from the point of view of the nobility: Republic proclamation, the 10th May events and the Sanjurjo coup. Moreover, it is offered a new approach to the Grandees of Spain expropriation and its connection with their political mobilization. The aristocracy decisions, strategies and paradoxes allow us to understand more deeply the right-wing evolution in the Republic, adding the elitist dimension of the group to the complex processes of deliberalization, fascistization and capture by the radical nationalism.
Keywords: Nobility; expropriation; radicalization; right-wing parties; monarchists.
En noviembre de 1930, Leopoldo Matos, ministro de Gobernación, empezó a tantear a los gobernadores civiles y políticos con redes en diversas provincias para diseñar la estrategia de cara a unas posibles elecciones. Las cartas remitidas desde la Puerta del Sol trazaban todo un intento de resucitar el régimen de la Restauración a base de sinergias frente a candidaturas republicanas de cualquier signo. En las propuestas se barajaron varios nombres de nobles. La mayoría resultaban viejos conocidos, como el conde de Romanones, y solían ser el vértice de amplias y densas redes, como el marqués de la Viesca de la Sierra. Curiosamente, también aparecían otros títulos menos frecuentes. Este fue el caso del duque de Híjar.
Matos preguntó a Joaquín Montes Jovellar sobre las candidaturas posibles para el distrito de Almunia (Zaragoza). Aquí es donde surgió la posibilidad del duque de Híjar, quien se postuló para representar a los monárquicos apoyado por Dámaso Berenguer. Montes Jovellar, respondió «sus condiciones personales hacen fácil su derrota». Después, continuaba elocuentemente «cuenta con un castillo y cincuenta colonos que no piensan votarle», para acabar subrayando que «necesitaría gastar mucho dinero»[2]. Híjar era Grande de España, suegro del duque de Alba y residía en un palacete en la Castellana: todo un prototipo de la nobleza del momento. Su interés por conseguir un asiento en un Congreso restaurado conecta con la aspiración de algunos nobles a principios del xx por obtener un escaño durante un breve periodo de tiempo. La lectura de Montes Jovellar plantea una visión desde el universo conservador donde la nobleza podía resultar a esas alturas de siglo un obstáculo más que un aliado para la continuidad de un régimen monárquico en entredicho.
Al margen de la anécdota, la fugaz aparición de un duque como Híjar se podría conectar
con aquella reflexión de Tuñón de Lara sobre la sorprendentemente amplia presencia
de nobles en los últimos gobiernos de la monarquía. Para Tuñón esto era un signo inequívoco
de la descomposición del régimen de la Restauración y de su incapacidad de renovación[3]. Montes Jovellar y Tuñón podríamos decir que coinciden al pensar que la nobleza resultaba
poco más que un vestigio del pasado. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, la
presencia de la nobleza y, sobre todo, su postura ante los acontecimientos, resulta
una vía desperdiciada para abordar el cambio político y social que supuso la II República
en España. A la altura de 1931, existían en el país algo más de dos mil títulos, de
los cuales unos doscientos sesenta ostentaban la Grandeza de España. Muchos tenían
tierras, aunque estas no fueran su única fuente de ingresos. Madrid, la Corte, era
su hábitat habitual, pero Barcelona, Valencia o Sevilla también los albergaban. Los
nobles eran un grupo social poco cohesionado, si bien algunas características comunes
de gran interés (la mezcla entre tierra, familia e Historia) conducen necesariamente
a interrogarse sobre la evolución del mundo conservador frente a la democracia Leonhard y Wieland ( Leonhard, J. y Wieland, C. (2011). Noble identities from the Sixteenth to the Twentieth
Century. En J. Leonhard y C. Wieland (eds.). What Makes the Nobility Noble?: Comparative Perspectives from the Sixteenth to the
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Hernández Barral, J. M. (2014). Perpetuar la distinción: grandes de España y decadencia social, 1914-1931. Madrid: Ediciones 19.
Los trabajos de Stephan Malinowski, Maria Malatesta y Eckart Conze han ofrecido interesantes
reflexiones en torno al papel de las aristocracias ante el fascismo, su visión sobre
la monarquía en estos regímenes o la presencia de élites de origen histórico en nuevas
culturas políticas Malinowski ( Malinowski, S. (2004). Vom König zum Führer: deutscher Adel und Nationalsozialismus. Frankfurt am Main: Fischer.
Conze, E. (2007). «Only a dictator can help us now»: Aristocracy and the radical right
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Urbach, K. (2015). Go-betweens for Hitler. Oxford: Oxford University Press.
No obstante, como señaló Roger Griffin, la actitud de aquellos nobles tuvo mucho de
falta de realismo ante las circunstancias políticas, y los historiadores pecaríamos
de lo mismo si no se trata la relación entre la nobleza y las derechas más o menos
radicales pero abiertas a las masas Sin pretender ser exhaustivo: Montero Gibert ( Montero Gibert, J. R. (1977). La CEDA: el catolicismo social y político en la II República. Madrid: Ediciones de la Revista de Trabajo.
Blinkhorn, M. (1979). Carlismo y contrarrevolución en España, 1931-1939. Barcelona: Crítica.
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La nobleza española resulta un objeto de estudio apropiado para replantearse ese recorrido
de las derechas en los años treinta en los complejos procesos de fascistización, desliberalización
o radicalización nacionalista Sobre la relación entre conservadores y fascistas sigue siendo muy acertado Blinkhorn
( Blinkhorn, M. (1990). Fascists and conservatives: the radical right and the establishment in twentieth-century
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Reflexiones similares en torno a la burguesía, entre otros, en: Beckert ( Beckert, S. (2001). The monied metropolis: New York City and the consolidation of the American bourgeoisie,
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El artículo recorre todo el periodo republicano, pero se ofrece una mayor atención hacia el primer bienio. En ocasiones, a la luz del golpe de Estado de 1936, la República se analiza distorsionadamente. El estudio de la nobleza entre 1931 y 1933 plantea cómo la oposición contra esta se fue definiendo, los motivos que la espolearon y las vías de actuación que se eligieron. De esta manera se aportan otras perspectivas al debate sobre el accidentalismo y sus tiempos. Por otra parte, la actitud de la nobleza en el segundo bienio y en el Frente Popular recorrió la senda de la radicalización atendiendo principalmente a la amenaza de la reforma agraria. Su definitiva apuesta por el golpe reafirma la visión de muchos monárquicos, convencidos de que era prioritario acabar con la República antes que restaurar la monarquía.
La llegada de la República resultó para los monárquicos una auténtica sorpresa. Si
González Calleja califica su actitud como una mezcla entre impotencia y estupor, González
Cuevas los define como perplejos y desorganizados ante la situación La sorpresa en Gil Pecharromán ( Gil Pecharromán, J. (1994). Conservadores subversivos: la derecha autoritaria alfonsina (1913-1936). Madrid: EUDEMA.
González Calleja, E. (2011). Contrarrevolucionarios: radicalización violenta de las derechas durante la Segunda
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República. En F. del Rey (ed.). Palabras como puños: la intransigencia política en la Segunda República española (pp. 419-479). Madrid: Tecnos.
Un relato menos crítico, pero muy sugerente, lo ofreció el marqués de Villavieja,
amigo del rey y cercano a destacados nobles. En sus memorias, recordó cómo el mismo
día de las elecciones tuvo que salir para París. Allí se encontraba agonizando su
pariente el duque de Montellano. Al fallecer el duque, Villavieja regresó a Madrid,
donde pudo observar que, según su opinión, en apenas tres días todo había cambiado.
Para este noble la revolución se había producido en su dimensión más profunda —y equivocada—,
si bien no daba a esos días una connotación violenta. Si algo se podía explicar es
que la situación resultaba completamente inexplicable. Otro testimonio vino de la
pluma de Antonio de Hoyos, marqués y conocido escritor. Para él, el papel de la aristocracia
ante la caída del Rey fue fruto de la «inconsciencia e imprevisión», pues con altos
ideales, «no supo poner a su servicio ni la voluntad, ni la energía, ni la resolución».
Según este autor, los nobles estaban capacitados para actuar, simplemente no habían
sabido cómo hacerlo Alcalá Galiano ( Alcalá Galiano, Á. (1933). La caída de un trono (1931). Madrid: Compañía Ibero-Americana de Publicaciones.
Villavieja, M. (1938). Life has been good: memoirs of the marqués de Villavieja. London: Chatto and Windus.
De Hoyos y Vinent, A. (1931). El primer estado: actuación de la aristocracia antes de la Revolución, en la Revolución
y después de ella. Madrid: Compañía Ibero-Americana de Publicaciones.
La creación del Círculo Independiente Monárquico y su primera reunión el 10 de mayo
se ha presentado como un primer intento de movilización de los monárquicos tras la
caída de Alfonso XIII, el fin de aquella parálisis inicial. Esa reunión tuvo de inicio
un espíritu rectificador ante la cobardía que para algunos había supuesto la ausencia
de una postura si no violenta, sí más firme que aquel 14 de abril y los siguientes
días. La iniciativa en torno a esta reunión corrió a cargo de Juan Ignacio Luca de
Tena, director del periódico ABC
En la mesa presidencial de aquella reunión se encontraban el duque de Grimaldi, el
duque de Hornachuelos y el duque de la Seo de Urgel. Los tres parecían reflejar una
tipología que definía la actitud de muchos otros monárquicos ante la República, incluso
sus actitudes ante la política en un sentido amplio. A pesar de que la reunión tuvo
mucho de movilización elitista de otra época, en ella se podía ver una perspectiva
constitucional a la manera de la Restauración —Seo de Urgel—, otra claramente autoritaria
—Hornachuelos— y una última, por concretar aún desde nuestro punto de vista, la opción
por la contrarrevolución del duque de Grimaldi El pensamiento de Hornachuelos en: Hoces y Dorticos Marin ( Hoces y Dorticos Marin, J. R. (1931). Noblesse Obligue. Madrid: Blass.
Varela Ortega, J. (dir.) (2001). El poder de la influencia: geografía del caciquismo en España: (1875-1923). Madrid: Marcial Pons Historia.
La reunión recordaba bastante a la promovida por el duque del Infantado en el contexto
del fin de la Gran Guerra. El lema, aunque fuera un clásico, era el mismo: «La unión
de todos los monárquicos». Hernández Barral ( Hernández Barral, J. M. (2014). Perpetuar la distinción: grandes de España y decadencia social, 1914-1931. Madrid: Ediciones 19.
Weber, E. (1972). Prólogo. En H. Rogger y E. Weber (eds.). La derecha europea (pp. 5-27). Barcelona: Luis de Caralt.
González Calleja, E. (2011). Contrarrevolucionarios: radicalización violenta de las derechas durante la Segunda
República, 1931-1936. Madrid: Alianza Editorial.
Por otra parte, la contestación ante su primera iniciativa también era de otra época
—«tumultuaria», dice González Calleja—, pero sin duda fue efectiva a la hora de desactivar
la iniciativa monárquica. La propuesta de Acción Nacional, fundada tres días antes
de la reunión del Círculo, quizá hubiera ido por los mismos derroteros si se hubiera
planteado en un acto público. Sin embargo, como ocurrirá el año siguiente tras el
golpe de Sanjurjo, el fracaso se apuntó a los monárquicos de viejo cuño. Al mismo
tiempo, aquella reunión en la calle Alcalá seguía la pauta de los últimos gobiernos
de la monarquía, donde distintos nobles sin un perfil público destacado colaboraron
siguiendo una especie de llamada del deber. Así, la confusión no sería algo exclusivo
del contexto del 14 de abril. Se trataría, más bien, de una herencia de las conflictivas
decisiones tomadas por el monarca durante toda la década de los veinte y de la desubicación
del propio grupo. Para las derechas, la llegada de la República fue vista como un
terremoto, pero su respuesta se basaba en esquemas heredados de una idealizada lealtad
monárquica Martorell Linares ( Martorell Linares, M. (2003). El Rey en su desconcierto. Alfonso XIII, los viejos
políticos y el ocaso de la monarquía. En J. Moreno Luzón (ed.). Alfonso XIII: un político en el trono (pp. 372-402). Madrid: Marcial Pons Historia.
Prada Rodríguez, J. (2013). Clientelismo y poder local en la Segunda República. Hispania Nova, 11, 215-249.
La reunión del Círculo Monárquico Independiente adquiere una dimensión particular
por los disturbios ocasionados al acabar el encuentro. Aunque, por sus dimensiones,
el objeto principal de la violencia fueron la prensa monárquica y, posteriormente,
edificios eclesiásticos de distinto tipo, la nobleza fue víctima con un carácter simbólico.
Los relatos sobre los sucesos recogieron el incendio de tres coches: el de Juan Ignacio
Luca de Tena y los de los duques de Santo Mauro y Fernán Núñez El Imparcial, 12-5-1931. Rodríguez de la Peña y Montero Alonso ( Rodríguez de la Peña, H. y Montero Alonso, J. (1931). El incendio de los conventos: Dos días de sangre y de fuego. Madrid: [s.n.].
Alcalá Galiano ( Alcalá Galiano, Á. (1928). Entre dos mundos. Madrid: Espasa-Calpe.
Solo se tiene conocimiento de una cacería en la finca del duque de Arión con este
carácter. Riesco Roche ( Riesco Roche, S. (2005). La lucha por la tierra: reformismo agrario y cuestión yuntera en la provincia de Cáceres
(1907-1940). Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
Entre mayo de 1931 y agosto de 1932, el papel de los nobles queda sumido en la nebulosa
de las conspiraciones y la incógnita de una actividad posterior que tuvo que ser programada
y definida en algún momento. Para González Cuevas, la actitud de los monárquicos,
y en general de la derecha, se explica en el desplazamiento al que los republicanos
les habían sometido desde un principio y con una fuerza superior desde las elecciones.
El problema principal sería la escasa intención integradora de las izquierdas
Desde un punto de vista institucional, la poca relevancia de lo antinobiliario que
se daba en los repertorios de movilización colectiva se puede poner en duda. Tras
los sucesos de mayo los nobles, y, en especial, la aristocracia como símbolo de aquello
a desterrar de la nueva república, se convirtieron en objetivo de algunas medidas
de un marcado contenido simbólico. El 1 de junio de 1931 se aprobó la extinción de
los títulos nobiliarios. Como se decía en el breve preámbulo al decreto, la República
era un régimen «incompatible, por su esencia, con la práctica, tanto de concesión
de títulos y mercedes de carácter nobiliario, reminiscencia de pasadas diferenciaciones
de clases sociales, cuanto con el uso de éstos en actos oficiales y documentos públicos».
Se procedía por tanto a prohibir la concesión de nuevos títulos, el uso en documentos
públicos de los mismos y que supusieran algún privilegio de cualquier carácter Gaceta de Madrid, núm.153, 2-6-1931, pp. 1122-1123.
En su memoria anual enviada a todos los Grandes de España, el decano —marqués de Santa
Cruz— argumentaba que en ese momento solo le preocupaba que, ante la desaparición
del control oficial, la nobleza «quedara expedita a intromisiones y se(a) difícil
distinguir lo verdadero de lo falso». Es cierto que esas breves líneas empezaban con
un contundente recurso a la Historia como juez del nuevo régimen, pero el fin de los
títulos no supuso un argumento que condujera a la movilización, ni en general para
la derecha ni siquiera en el caso de los nobles La Época, 2-6-1931 y 11-11-1931. Memoria correspondiente al año 1931, 30-12-1931, Archivo Fundación Casa de Alba (AFCA), fondo Don Jacobo, C. 5.
La Época, 29-6-1932.
En cambio, ciertos nobles desarrollaron una actividad en manifiesta oposición contra
la República. Para González Calleja, la conspiración fue un ámbito donde los nobles
se movieron con gran comodidad González ( González, N. (1983). Los exiliados monárquicos durante la II República. En P. Brouéet al. (eds.). Ponencias presentadas al Coloquio Internacional sobre la II República Española (pp. 35-57). Barcelona: Edicions de la Universitat de Barcelona.
Vilallonga, J. L. de. (2001). La cruda y tierna verdad. Barcelona: Debolsillo.
De Foxá, A. (1938). Madrid de Corte a checa. Salamanca: Jerarquía.
Cabe destacar dos figuras como contrapunto a la interpretación sobre unos nobles amenazados
en el ámbito simbólico, legalistas en público y condenados a la ruptura fraguada en
lo privado. En el caso del duque de Alba, su exilio se produjo bastante pronto, viviendo
durante la República a caballo entre Londres y España. Se le ha señalado como un eje
central en la movilización frente al nuevo régimen, especialmente a partir de las
memorias de Luis Bolin. En una fecha bastante temprana, Alba ya propuso su diagnóstico
frente a los problemas de los monárquicos. En carta a Leopoldo Matos, tenía muy claro
que la situación políticamente adversa no era incompatible con «trabajos de estudio,
de programación, preparación colectiva e individual y de organización en suma» que
conseguirían «la regeneración total para la Patria» a través de la rehabilitación
de los individuos Carta del duque de Alba a Leopoldo Matos, 30-6-1931, AHN, sección Títulos, fondo Leopoldo Matos, C. 3109, D. 493. Subrayado
en el original.
Sin duda, la postura de Alba se encontraba muy lejos de la parálisis sufrida (o consustancial)
a muchos. Sin embargo, la creación de los llamados «Amigos de España» y su actividad
desde Londres guarda bastantes conexiones con actividades anteriores como el Comité
Hispano-Inglés. También las tiene con su postura durante la Guerra Civil, como insistió
Nazario González, pero resulta prematuro dar, a la altura de los primeros momentos
de la República, un carácter contrarrevolucionario como el sostenido en 1936 y en
adelante, aunque fuera antiliberal y autoritario en muchos aspectos Bolín ( Bolín, L. (1967). España: los años vitales. Madrid: Espasa-Calpe.
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La segunda figura que rompe el esquema de este periodo es el marqués de Quintanar.
Su papel en la fundación de Acción Española es bien conocido, especialmente como captador
de donativos para su puesta en marcha Los donativos, en Gil Pecharromán ( Gil Pecharromán, J. (1994). Conservadores subversivos: la derecha autoritaria alfonsina (1913-1936). Madrid: EUDEMA.
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González Calleja ( González Calleja, E. (2011). Contrarrevolucionarios: radicalización violenta de las derechas durante la Segunda
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El 10 de agosto de 1932 es una fecha capital para entender la evolución de la II República.
Para algunos autores, supone el fin de un periodo de transición que empezaría incluso
antes del 14 de abril de 1931, provocando un cambio trascendental en las actitudes
de la izquierda y la derecha. El papel jugado por los monárquicos es una pieza esencial
en ese giro. Desde hace años se ha insistido en la complejidad de esta trama, más
allá de la lectura del golpe como una simple confluencia entre militares y monárquicos.
Townson subrayó la equívoca actitud de Alejandro Lerroux en sus acercamientos a los
implicados, especialmente su sintonía con el general Sanjurjo. González Calleja también
ha insistido en el conjunto del golpe como un «juego político complejo», más allá
de la parte que tenga de pronunciamiento clásico militar. Para la nobleza el 10 de
agosto tiene una trascendencia, si cabe, aún mayor Ucelay Da Cal ( Ucelay Da Cal, E. (1995). Buscando el levantamiento plebiscitario: insurreccionalismo
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Su participación en el golpe en sus dos focos centrales —Madrid y Sevilla— fue activa
y hasta cierto punto protagonista. En la preparación, en su consecución, entre las
víctimas y los represaliados: en todos estos ámbitos hubo una presencia nobiliaria
destacada. El papel que pudo tener en la preparación un noble tan relevante como el
duque del Infantado parece limitarse a albergar reuniones de los conspiradores, pero
la connivencia de nobles muy señalados resulta fuera de toda duda Insistiendo en la postura de sus hijos más que del duque: De Arteaga ( De Arteaga, A. (2015). La estela de un recuerdo. Barcelona: Planeta.
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Vilallonga, J. L. de. (2001). La cruda y tierna verdad. Barcelona: Debolsillo.
Entre los muertos se encontraba Justo San Miguel. Noble de reciente creación; sin
embargo, se trataba de un miembro muy reconocido de la aristocracia madrileña. Estaba
emparentado con el duque de la Seo de Urgel y completamente inmerso en los espacios
de sociabilidad nobiliaria. A pesar de ello, la definición de estos muertos como mártires
de la contrarrevolución no tuvo en la nobleza su protagonista. Como mucho, quedó diluida
en el sacrificio necesario ante el combate entre tradición y revolución donde Sanjurjo,
que no cayó, se convirtió en una especie de mito. El poema compuesto por Pemán pasaba
de puntillas sobre el elemento aristocrático González Calleja ( González Calleja, E. (2015). Cifras cruentas: las víctimas mortales de la violencia sociopolítica en la Segunda
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En cuanto a la respuesta inmediata al golpe desde las instituciones y la oposición,
cabe destacar dos situaciones. Al margen de las detenciones que acabaron en las deportaciones
a Villa Cisneros a partir de septiembre, nada más fracasar el golpe se detuvo a varios
nobles que pronto quedaron en libertad. Entre ellos estaban el duque de Medinaceli
y el de Infantado, de los cuales se tenían distintas informaciones sobre su implicación
en el pronunciamiento. Eran dos de los nobles más conocidos del país, tanto por la
tradición de sus títulos como por su capital económico. A pesar de lo breve de esas
detenciones, su misma realización transmitió un cambio de actitud por parte de la
República hacia las posiciones abiertamente contrarias al régimen, lo cual planteaba
ya las futuras interpretaciones del levantamiento Detenidos en La Época, 15-8-1932. Deportados en La Época, 16-9-1932.
Por otra parte, la respuesta antinobiliaria desde las masas movilizadas fue casi inexistente.
Sevilla se convirtió en el centro de la respuesta contra el golpe desde las organizaciones
de izquierda. Sin embargo, los objetivos fueron el Círculo de Labradores y el Casino,
principalmente, y no casas o propiedades de la nobleza. En Granada algunos hombres
se dirigieron en represalia contra la casa del conde de Guadiana, quien disparó sobre
los manifestantes, siendo detenido y liberado posteriormente por orden del juez. No
obstante, este tipo de ataques no se extendió a otros escenarios Álvarez Rey ( Álvarez Rey, L. (1993). La derecha en la II República: Sevilla, 1931-1936. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad.
González Calleja, E. (2015). Cifras cruentas: las víctimas mortales de la violencia sociopolítica en la Segunda
República española (1931-1936). Granada: Comares.
La interpretación del golpe desde el Gobierno señaló a los monárquicos como los verdaderos
culpables de este, concediendo una oportunidad tanto al radicalismo como a la derecha
accidentalista. De hecho, es en este momento cuando esa derecha posibilista se posiciona
por delante de los monárquicos en su condición de verdaderos intérpretes de los límites
y opciones de las derechas en la República. Esta lectura tiene en la postura de Azaña
hacia la Grandeza un argumento clave. La evolución de los discursos del mes de agosto
en el Congreso refleja una intención de señalar a la nobleza, y no tanto a los militares
o a una oposición en sentido amplio, como los autores del golpe. El enemigo era ante
todo social y menos político «Además de estas personas (los involucrados en el golpe), anda por ahí una clase social
entera, enemiga declarada de la República, que por alguno de sus representantes más
o menos destacados ha cooperado económicamente y personalmente a la operación con
que se ha pretendido derribar al régimen. Y esas gentes, a las que no hay que confundir
con la categoría social que se ha considerado en la ley Agraria —que tiene otros fines,
otros propósitos y otros procedimientos», estas gentes son a las que hay que poner
en condición de inermes contra la República». Discurso de Manuel Azaña en el Congreso, 9-9-1932, Azaña ( Azaña, M. (1990). Obras completas. En el poder y en la oposición (vol. 2). Una política. Madrid: Giner.
El resultado de la estrategia daba la impresión de contentar a un sorprendentemente
amplio espectro político. La izquierda salía reforzada pudiendo por fin llevar a cabo
una serie de reformas programáticas que hasta entonces se habían detenido ante la
incapacidad de llegar a acuerdos amplios. La reforma agraria no era la única gran
apuesta del régimen que tomó impulso, pero en la expropiación a los Grandes se incorporaba
una misión social que satisfacía a muchos republicanos de izquierdas y la convertía
en un emblema de la República (y a la larga en una auténtica losa) Malefakis ( Malefakis, E. (2001). Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo xx. Madrid: Espasa Calpe.
Robledo Hernández, R. (2010). El fin de la cuestión agraria en España (1931-1939).
En R. Garrabou Segura y R. Robledo Hernández. Sombras del progreso: las huellas de la historia agraria (pp. 117-150). Barcelona: Crítica.
De una forma compleja, pero en cierto sentido evidente, la opción de Azaña consolidó
el accidentalismo. Aquí tuvo una trascendencia esencial la interpretación dentro de
la propia Acción Popular, que se distanció de los autores y partidarios del golpe.
En su decisión algunos se quedaron por el camino y el resultado fue la creación de
Renovación Española, fraguada en la ruptura con Antonio Goicoechea entre octubre y
noviembre. La culminación de esa ruptura se podría situar en el momento de la lectura
pública de su manifiesto-programa de enero de 1933, que supuso el nacimiento de Renovación González Calleja ( González Calleja, E., Cobo Romero, F., Sánchez Pérez, F. y Martínez Rus, A. (2015).
La Segunda República española. Barcelona: Pasado y Presente.
Desde su fundación, Renovación Española contó en sus filas con un destacado número
de nobles. González Cuevas definió al partido como el de la «aristocracia terrateniente
y financiera», una perspectiva bastante extendida en la historiografía. En este sentido
llama especialmente la atención la presencia de nobles en los comités del partido
y no solamente en sus reuniones o convocatorias. Un síntoma destacado de la implicación
de los nobles fue la aparición de mujeres en algunos puestos organizativos, como la
condesa de Villagonzalo, y una presencia fiel en otros actos de un grupo bastante
consolidado (duquesas de Dúrcal y Algete, condesa de Heredia Spínola). La existencia
de mujeres de la nobleza con un papel político destacado había sido hasta entonces
algo completamente inaudito. No obstante, su función como anfitrionas e intermediarias
esconde una significación y conciencia más profunda. El caso de la duquesa de Dúrcal
es paradigmático en este sentido. La evolución guarda similitudes importantes con
Francia, aunque allí se produjera antes González Cuevas ( González Cuevas, P. C. (1998). Acción española: teología política y nacionalismo autoritario en España (1913-1936).
Madrid: Tecnos.
MacKnight, E. C. (2012). Aristocratic families in republican France, 1870-1940. Manchester: Manchester University Press.
Tras hacerse pública la lista de los Grandes de España sujetos a expropiación sin
indemnización, esta problemática centró la atención de muchos de ellos. Durante el
periodo de alegaciones no existió una línea centralizada en su actuación. Algunos
se acogieron a su implicación en el cultivo agrícola, otros a los méritos por los
que habían recibido el título, su condición de consortes o el no haber ejercido sus
privilegios Listado en Gaceta de Madrid, núm. 290, 16-12-1932, pp. 379-384. Alegaciones y resultado en Boletín del Instituto de Reforma Agraria, núm. 11, marzo 1933. Algunos recursos en Riesco Roche ( Riesco Roche, S. (2006). La reforma agraria y los orígenes de la Guerra Civil: cuestión yuntera y radicalización
patronal en la provincia de Cáceres (1931-1940). Madrid: Biblioteca Nueva.
Los recursos y su denegación, Centro Documental para la Memoria Histórica, Sección
Político-Social, 694-696, Actas de la Comisión ejecutiva del Instituto de Reforma
Agraria, sesiones 1 y 2 de febrero, 13 de marzo 1933. La lentitud, en Robledo Hernández
( Robledo Hernández, R. (1996). Política y reforma agraria: de la Restauración a la
II República (1868/74-1939). En Á. García Sanz y J. Sanz Fernández (eds.). Reformas y políticas agrarias en la Historia de España: (de la Ilustración al primer
franquismo) (pp. 247-349). Madrid: Ministerio de Agricultura.
Conze ( Conze, E. (2007). «Only a dictator can help us now»: Aristocracy and the radical right
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West, F. C. (1985). A Crisis of the Weimar Republic: A Study of the German Referendum of 20 June 1926.
Philadelphia: American Philosophical Society.
Al avanzar el año 1933, las posibilidades se concentraron para muchos en una última
opción: las lógicas elecciones que seguirían al proceso constituyente. Nada más convocarse
las mismas en octubre, la Diputación de la Grandeza promovió una campaña de captación
de fondos para financiar a los partidos de derechas. En su propuesta sorprendía el
carácter relativamente abierto de la misma. Se ofrecían a los Grandes de España como
intermediario para los donativos, pero también se contentaban con la notificación
de los que se hubieran realizado por iniciativa propia. Además, se nombró un representante
de lo que se llamó «comité de enlace» —el agrario José Martínez de Velasco—, que repartiría
posteriormente los ingresos entre los distintos partidos de derechas. La confianza
en los agrarios y la apertura en cuanto a las donaciones suponen una interpretación
del primer bienio en la que se valoraban las alianzas que pudieran dar la mayoría
en el Parlamento Villa García ( Villa García, R. (2011). La República en las urnas: el despertar de la democracia en España. Madrid: Marcial Pons Historia.
Gil Cuadrado, T. (2007). El Partido Agrario Español (1934-1936): una alternativa conservadora y republicana.
Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
La iniciativa comenzó en octubre al conocerse la fecha de las elecciones y pronto
llegaron las primeras cartas respondiendo al llamamiento. El duque de Arión escribió
al marqués de Santa Cruz notificándole que había ingresado 25 000 pesetas para el
comité de enlace, otras 5000 entregadas directamente al partido agrario en Toledo,
2000 más para la Unión Agraria de Cáceres y, finalmente, 1000 más entregadas al marqués
de Portago para las candidaturas de Melilla. El duque acababa consignando que no incluía
en estas cantidades aquellas destinadas a «gastos electorales locales ni otras imposibles
de fijar de antemano» Carta del duque de Arión al marqués de Santa Cruz, 13-11-1933. Archivo Marqués de Santa Cruz (ASC) C. 621, d. 1. El archivo del marqués
de Santa Cruz se ha trasladado recientemente al Archivo Histórico de la Nobleza y
está pendiente de una nueva catalogación.
El marqués de Guad el Jelú —que había sido ministro en el gobierno Berenguer— tuvo
una reacción bien distinta. En su caso se dirigió al marqués de Castelar manifestándole
su extrañeza ante la petición. Sobre todo ante un acuerdo que desconocía. Y transmitiendo
además cierto malestar, al ser el único momento en el que había recibido notificación
de la diputación al margen «de ponerme anualmente al cobro del recibo» Carta del marqués de Guad el Jelú al marqués de Castelar, 13-11-1933. ASC C. 621, d.1.
Algo antes había escrito el duque de Medinaceli. En su caso, la carta se remitió a Martínez de Velasco. En ella decía:
He dado cien mil pesetas a Acción Popular o sea a Gil Robles, cincuenta mil como sabes
a la Diputación de la Grandeza y otro tanto fuera de Madrid o sea un total de cuarenta
mil duros. Servirá todo eso? (sic) That is the question. Creo sin embargo que todo
el mundo debe contribuir para el triunfo de las derechas. Lo que hace falta es que
haya elecciones y que no nos hagan alguna toda esa gentuza para estorbarlo antes de
ese día. En fin Dios sobre todo Carta del duque de Medinaceli a José Martínez de Velasco, 30-10-1933. ASC, C. 621, d. 1.
Sin duda, la convocatoria de elecciones supuso un impulso decisivo para la movilización política de los nobles. Por otra parte, esta iniciativa plantea una visión muy diferente del posicionamiento de la nobleza en el ámbito de las derechas. Como ya se ha podido apreciar, los partidos objeto de los donativos fueron varios. El dinero destinado al comité de enlace se repartió equitativamente entre los cuatro partidos y el denominado como «provincias» podía ir dirigido a partidos agrarios locales o a secciones provinciales de Acción Popular. Renovación Española no resultaba de una manera tan evidente el partido de la aristocracia (tabla 1).
Renovación Española | 426.500 |
Acción Popular | 421.000 |
Provincias | 251.000 |
TYRE | 155.000 |
Agrarios | 121.500 |
Comité de Enlace | 95.500 |
Total | 1.470.500 |
Fuente: Archivo Santa Cruz, C. 621, d.1.
En el análisis de algunos casos particulares, esta preferencia por el accidentalismo
antes que el proyecto de Renovación es especialmente llamativa. El duque de Medinaceli
(100 000 ptas.), el de Alba (50 000), el de Infantado (50 000), el marqués de Fontalba
(15 000) o Urquijo (25 000) confiaron en Acción Popular como la opción más fiable
a la hora de afrontar las elecciones. El duque de Híjar, aquel que pretendió un escaño
en la coyuntura de 1930, abonó 10 000 pesetas a Renovación y 20 000 a Acción Popular.
Los donativos del marqués de Quintanar (500 pesetas por igual a TYRE, Acción Popular
y los agrarios) son paradigmáticos de una nobleza que optó por una movilización intensa
pero cohesionada exclusivamente en torno al cambio de Gobierno y no precisamente de
régimen. Hubo más casos de algunos nobles que, como Guad el Jelú, se negaron a participar
de ese toque a rebato. Fue el caso de la marquesa de Valdeterrazo, la duquesa de Santa
Elena, los marqueses de Alcedo y, sorprendentemente, el conde de los Moriles. También
se mencionaba la situación de algunos Grandes que «han manifestado su sentimiento
al no poder contribuir, dadas las difíciles circunstancias por las que atraviesan» Todos los datos de ingresos, en un legajo titulado simplemente «Documento encontrado
en el palacio de los marqueses de Santa Cruz» firmado en febrero de 1934. ASC, C.
621, d.1.
Por último, cabe destacar una referencia esporádica a pagos a un «comité exterior»,
sin más noticia ni cifras concretas. Este comité pudo ser el dirigido por el conde
de los Andes en fechas cercanas, estudiado por González Cuevas. Los compromisos que
ese comité consiguió representan una cantidad muy superior a lo obtenido por la Grandeza,
en torno a veinte millones de pesetas. Sin embargo, las cifras allí reseñadas no parecen
ser más que intenciones y obedecen a una lógica que no es exclusivamente nobiliaria.
Por otra parte, también puede tratarse de un comité distinto al referirse González
Cuevas a fechas y circunstancias bastante anteriores, como es enero de 1933 González Cuevas ( González Cuevas, P. C. (1998). Acción española: teología política y nacionalismo autoritario en España (1913-1936).
Madrid: Tecnos.
González Cuevas, P. C. (2011). El sable y la flor de lis: Los monárquicos contra la
República. En F. del Rey (ed.). Palabras como puños: la intransigencia política en la Segunda República española (pp. 419-479). Madrid: Tecnos.
Conocidos los resultados de las elecciones, la Diputación de la Grandeza se volvió a reunir al acabar el año, como venían haciendo habitualmente. En la memoria correspondiente, el decano hizo un resumen de la actuación ante las elecciones que, procuró subrayar, fue decidida en varias reuniones a mediados de octubre. En primer lugar, recordaba los acuerdos sobre la venta de los activos que tenía la diputación y la entrega del montante a Renovación Española, «la entidad más afín a nuestros ideales». Santa Cruz continuaba mencionando la movilización de donativos de cara a las elecciones, «una obligación patriótica», y subrayaba el papel del duque del Infantado por «la actividad y celo que todos le conocemos». Las últimas líneas de la memoria constataban el marcado giro dado por los nobles durante ese año:
El gesto de desprendernos de nuestros fondos, aunque de escaso valor material, reviste
una significación ética a la altura que nos corresponde, como igualmente resalta el
espíritu de solidaridad de la Clase al acudir espléndidamente al llamamiento cuando
en sus circunstancias económicas constituía sacrificio. Debemos robustecer este espíritu
corporativo de unión, que es fuerza, y teniendo en cuenta que el fondo ha quedado
exhausto y que para un porvenir quizá no muy lejano, se precise nuevamente nuestro
esfuerzo, debemos continuar formando reservas, lo más amplias posibles por lo cual
os agradeceremos vuestras aportaciones, en la forma, tiempo y cuantía que las posibilidades
de cada uno contrastadas con el imperativo de conciencia y nombre, os permitan Memoria de la Diputación de la Grandeza de España, 31-12-1933. AFCA, fondo don Jacobo, c. 5. Los valores se vendieron en Bolsa a principios
de noviembre por 74 235,55 pesetas.
Tras los momentos de duda, la nobleza optaba por una actitud bien distinta. Según
Santa Cruz, era necesario ante «la trascendencia del momento político». Desde su punto
de vista, era la exacerbación de la persecución tras los sucesos del 10 de agosto
lo que les movía, muy especialmente «los preceptos confiscatorios dirigidos contra
nuestra Clase» Ibid.
El primer bienio marcó decisivamente la actitud de la nobleza en la República, en especial el binomio golpe de Sanjurjo/expropiación. No obstante, existió una interesante evolución en el periodo 1933-1936 que, sin contradecir la radicalización de las derechas subrayada por la historiografía, sugiere cuestiones relevantes.
En febrero de 1934, al resumir las donaciones realizadas de cara a las elecciones
de noviembre, en la Diputación de la Grandeza hicieron una reflexión sobre su postura.
Ante todo, la significación social de la clase planteaba que los Grandes debían sumarse
al «esfuerzo general». Para ellos, existía una mayoría en la opinión pública que repudiaba
las leyes promulgadas desde el cambio de régimen y a los políticos que «acaparaban»
el gobierno de la nación. Por lo tanto, solo «recogían un estado de ánimo». Este discurso
planteaba dos cambios claros: los nobles debían participar activamente en política
y, en consonancia, esa acción debía hacerse en conjunto. Como se ha visto, este análisis
no se correspondía del todo con la realidad, pero suponía un giro más que notable
en el distanciamiento habitual y, sobre todo, en la ausencia previa de una acción
coordinada «Documento encontrado en el palacio de los marqueses de Santa Cruz», febrero de 1934.
ASC, C. 621, d.1.
En primer lugar, la expropiación sin indemnización de los Grandes se convirtió en
un elemento polémico en las filas de la izquierda liberal, cuando se había definido
como elemento de unión. Como ejemplo de ello, a principios de 1934 Gregorio Marañón
escribió al marqués de Santa Cruz manifestándole su desacuerdo con la expropiación.
Además, le hacía referencia a una conversación con Alcalá Zamora y Cirilo del Río
en la que ambos se oponían a esta solución y se mostraban partidarios de su entorpecimiento.
El parón que sufrió la reforma agraria durante el bienio seguiría esta lógica, convirtiendo
a los nobles en obstáculo evidente para el desarrollo de un proyecto que ya tenía
suficientes problemas Carta de Gregorio Marañón al marqués de Santa Cruz, 17-1-1934. ASC, C. 621, d. 1. Robledo y González ( Robledo Hernández, R. y González Esteban, Á. L. (2017). Tierra, trabajo y reforma
agraria en la Segunda República española (1931-1936): algunas consideraciones críticas.
Historia agraria, 72, 7-36.
Simpson, J. P. y Carmona Pidal, J. A. (2017). Too many workers or not enough land?
The experience of land reform in Spain during the 1930s. Historia Agraria, 72, 37-68.
Por otra parte, aunque el estancamiento de la reforma se considerara como un éxito,
el miedo a la expropiación se instaló en los nobles —en especial en los Grandes— como
el eje de una postura no solo cada vez más antirrepublicana, sino también antiliberal.
La caída de las rentas agrarias asociada a la legislación republicana que apuntan
tanto Robledo y Gallo como Carmona y Simpson tuvo un papel destacado. Además, en 1934
se produjeron algunas de las pocas expropiaciones efectivas a los Grandes. En Ciudad
Real se ocuparon fincas del marqués de Santa Cruz y de su madre, la duquesa de San
Carlos. La llegada de Giménez Fernández al Ministerio de Agricultura en octubre solo
empeoró la situación. Un triunfo que parecía más que logrado con el cambio de Gobierno
no iba a ser tan fácil de conseguir y esto multiplicó los temores Robledo y Gallo ( Robledo Hernández, R. y Gallo Rivera, M. T. G. (2009). El ojo del administrador: política
económica de una aristocracia en la Segunda República. Ayer, 73, 161-194.
Carmona Pidal, J. A. y Simpson, J. (2014). Los contratos de cesión de la tierra en
Extremadura en el primer tercio del siglo xx. Historia Agraria, 63, 183-213.
Ladrón de Guevara Flores, M. P. (1993). La esperanza republicana: reforma agraria y conflicto campesino en la provincia de
Ciudad Real (1931-1936). Ciudad Real: Diputación Provincial.
En tercer lugar, 1934 revela que los nobles participaban en las distintas iniciativas
de las derechas desde una posición ambivalente. La creación del Bloque Nacional demostró
singularmente esas contradicciones. Mientras el duque de Alba, el conde de Vallellano,
el marqués de Arriluce de Ibarra o el marqués de Quintanar firmaron el manifiesto
fundacional, otros como el marqués de Riscal se negaron a tomar parte en la iniciativa
de Calvo Sotelo. Ni siquiera el clima posterior a la revolución de octubre de ese
año disolvió las diferencias ante las respuestas posibles frente a la República. Había
que hacer algo, pero no era evidente el qué. La figura de José Antonio Primo de Rivera
es paradigmática. Aunque su persona desborde este estudio, como marqués de Estella
era percibido como «uno de los nuestros» desde un punto de vista social. Algo bien
distinto serían sus opciones políticas con las que congeniaron muy pocos nobles Las críticas a Riscal, en CDMH, leg. 2412. Citado en González Cuevas ( González Cuevas, P. C. (1998). Acción española: teología política y nacionalismo autoritario en España (1913-1936).
Madrid: Tecnos.
Gil Pecharromán, J. (2003). José Antonio Primo de Rivera: retrato de un visionario. Madrid: Temas de Hoy.
La trascendencia de la reforma agraria en la postura de la nobleza siguió cobrando
fuerza según pasaban los meses. En mayo del 35, el conde de Atarés finalizó un libro
sobre el archivo de la Diputación de la Grandeza. Lo abrían unas palabras del marqués
de Santa Cruz dirigidas al rey. Insistía en que su intención no era ni recuperar privilegios
ni eximirse de la culpa que pudieran tener en la llegada de la República. Sobre todo,
quería contestar a los que les llamaban «desleales, ambiciosos y explotadores del
pueblo». Para ello «conscientes de anteponer nuestros deberes a nuestros derechos,
esta Diputación quiere reavivar la unión de los Nobles para que, inspirándonos todos
en la tradición, podamos legar a nuestros descendientes la consideración y el prestigio
que les deben corresponder en un Estado orgánico». Después, y aunque el texto de Atarés
se trataba de un recorrido por la historia de la diputación, dedicó unas cuantas páginas
a criticar la reforma agraria. La injusticia ante la ausencia de indemnización, la
ignorancia en cuanto a la distribución de unas tierras de secano con escasa productividad
y, ante todo, la ruptura de unas relaciones seculares propietario/arrendatario que
eran clave para la estabilidad social subrayaba el gran error de los reformistas republicanos
o, más bien, su sectarismo. En esta línea también insistió el conde de Rivadavia en
un folleto que llevaba por título «La reforma agraria». Este noble ya había publicado
otras obras contrarias a la República, siguiendo una línea marcadamente primorriverista.
En este texto llamaba la atención su argumentación seudofilosófica para incidir en
una idea muy similar a las propuestas por Atarés y Santa Cruz: las propiedades de
los nobles eran parte insustituible de un orden social que se quería destruir por
una mezcla de desconocimiento y espíritu revolucionario López y Nieulant ( López y Nieulant, J. (1935). Apuntes del Archivo 1815-1864. Madrid: [s.n.].
Fernández de Henestrosa y Gayoso de los Cobos, I. (1935). La Reforma Agraria. [s.l.]: [s.n.].
La senda que condujo a una mayor radicalización de la nobleza menos convencida fue
la oposición a la expropiación. En otros contextos, la defensa de la tierra también
fue motivo para la radicalización de los nobles. En la Francia de Vichy, la tierra
fue un aglutinante, como también la defensa de los valores familiares y la descentralización.
En el caso alemán, en la etapa nazi, los nobles se vieron atraídos por el antiamericanismo,
el antisemitismo y el anticapitalismo, además de por una determinada visión de la
propiedad agraria Malinowski ( Malinowski, S. (2007). A counter-revolution d’outre-tombe: notes on the French aristocracy
and the extreme right during the Third Republic and the Vichy Regime. In K. Urbach
(ed.). European Aristocracies and the Radical Right, 1918-1939 (pp. 15-33). London: Oxford University Press-German Historical Institute.
Baranowski, S. (1995). The Sanctity of Rural Life: Nobility, Protestantism, and Nazism in Weimar Prussia.
New York: Oxford University Press.
La cercanía de unas nuevas elecciones captó de nuevo el interés de los nobles. Desde
la Diputación de la Grandeza no tardaron en pedir un nuevo esfuerzo económico «para
la organización monárquica». A esta se destinaron los fondos de la diputación. Además,
se remitió a los Grandes a una comisión dirigida por el duque de Alba, el de Sotomayor
y el de Fernán Núñez. Para esos nuevos comicios pedían «todo el esfuerzo pecuniario
que vuestras circunstancias os permitan realizar». Ahora resultaba más conveniente
una acción centralizada antes que el simple —pero eficaz— ánimo de 1933 Circular de la Diputación de la Grandeza, 18-1-1936. AFCA, fondo don Jacobo, c. 5
Precisamente el último de esos nobles, el duque de Fernán Núñez, se dio de baja unos
meses más tarde en la CEDA. Sus palabras fueron más que elocuentes: «Aún discrepando
del criterio en que la CEDA ha venido inspirando su actuación, he aguardado bastante
tiempo una rectificación, pero convencido ya que por el camino emprendido nuestras
ideologías han de estar cada día más distanciadas, conservando siempre mi mayor respeto
y consideración personal hacia sus dignos dirigentes, he resuelto firmemente presentar
mi baja» Carta del duque de Fernán Núñez, 13-5-1936. Archivo Histórico de la Nobleza, Fernán Núñez, C 1713, D 1. Cit. en Robledo
y Gallo ( Robledo Hernández, R. y Gallo Rivera, M. T. G. (2009). El ojo del administrador: política
económica de una aristocracia en la Segunda República. Ayer, 73, 161-194.
El golpe del 18 de julio recibió el apoyo de la nobleza como un bloque homogéneo.
Los nobles muertos y su participación económica y militar son reflejo de esto, también
de la visión que de ellos se tuvo desde fuera. Aunque este apoyo decidido no se salga
del análisis habitual sobre los monárquicos ante la sublevación, pensamos que su recorrido
previo ilumina especialmente el alto precio que tendrían que pagar después —no solo
ellos— en su apuesta por el golpe como única salida San Juan de Piedras Albas ( San Juan de Piedras Albas, M. de (1945). Héroes y mártires de la aristocracia española. Madrid: [s.n.].
Artola Blanco, M. (2015). El fin de la clase ociosa: de Romanones al estraperlo, 1900-1950. Madrid: Alianza Editorial.
Juliá, S. (2017). Transición: historia de una política española (1937-2017). Barcelona: Galaxia Gutenberg.
La actuación de los nobles ofrece interesantes perspectivas para profundizar en el análisis de la República. En primer lugar, resulta claro que el desconcierto y la sorpresa del 14 de abril tuvo mucho que ver no solo con el impacto de la caída de la monarquía, sino también con la ausencia de efectivas estrategias de movilización política por parte de los monárquicos. La nobleza fue paradigma de esa desubicación, acentuada por un prolongado distanciamiento de la política y, como un análisis externo a ellos, por la idea extendida de que los nobles eran un problema antes que la solución.
Los nobles se movilizaron acudiendo a iniciativas que podrían quedar definidas como
conspiraciones, pero que abarcan actitudes muy distintas. Todas ellas antirrepublicanas,
pero no todas ellas contrarrevolucionarias, aunque los matices sean sutiles. Las propuestas
siempre rondaban lo autoritario y antiliberal, si bien ni los apoyos ni la extensión
de esos planteamientos rompieron la confusión inicial, como demostraron los sucesos
de mayo de 1931. En este sentido comparto la idea de González Calleja sobre la condición
de transición que tuvieron los años 1930-1932, muy especialmente para las derechas.
Sin duda, el 14 de abril fue un hecho decisivo, pero para entender la evolución del
universo conservador hay que mirar a los meses previos y posteriores
Hasta agosto de 1932 los nobles fueron legalistas en público; al menos, no consideraron
las medidas contra la distinción social factor suficiente para romper con la República.
El papel que se les concedió en el golpe de Sanjurjo y, sobre todo, el castigo de
la expropiación de los Grandes hizo que esta actitud cambiara. Los ataques a su prestigio
simbólico no parecían tan importantes como a sus bienes materiales La relevancia del peso del prestigio simbólico frente a otros capitales (económico
y social) es central en el análisis de las distinciones entre distintas élites de
Lamont ( Lamont, M. (1992). Money, morals, and manners the culture of the French and American upper-middle class.
Chicago: University of Chicago Press. Disponible en: https://doi.org/10.7208/chicago/9780226922591.001.0001.
Como se ha visto, la nobleza es muestra de cómo la ruptura entre monarquismo y posibilismo
no fue algo tan tajante, a diferencia de lo que se suele sostener Kallis ( Kallis, A. A. (2003). «Fascism», «Para-Fascism» and «Fascistization»: On the Similarities
of Three Conceptual Categories. European History Quarterly, 33 (2), 219-249. Disponible en: https://doi.org/10.1177/02656914030332004.
Saz, I. (2016). Entre la reacción y el fascismo: las derechas europeas en la primera
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Álvarez Tardío, M. (2011). La CEDA y la democracia republicana. En F. del Rey (ed.).
Palabras como puños: la intransigencia política en la Segunda República española (pp. 341-418). Madrid: Tecnos.
En último término, la República define en la evolución política de los nobles un cambio
que también es social y se acelera en estos momentos. La nobleza fue protagonista
de algunas conspiraciones, también fomentó iniciativas de carácter intelectual o directamente
conectadas con la movilización política. Aportó mártires a la causa, algún culpable
de la caída de la monarquía, colaboró con el cambio de Gobierno de noviembre de 1933
y se enrocó en su oposición a la reforma agraria camino de la radicalización. A pesar
de todo esto, su hora había pasado definitivamente. Como ha recordado recientemente
Fernando del Rey, merece la pena volver sobre las derechas en la República, muy especialmente
por las implicaciones sociales de su actuación
Más importante aún: ellos mismos demostraron en escenarios distintos que buscaban desempeñar un papel activo, pero, a la vez, ejercían una influencia decreciente. Aún más: su peso, lo que los nobles podían aportar como algo propio —centralidad del monarca, elitismo social, sentido de la historia nacional— quedaba diluido en las aportaciones de otros a los que se podía apoyar sin dificultad a pesar de las incoherencias. Sin duda, esta evolución de los nobles en su dimensión política y social es relevante para comprender su posicionamiento —y el de muchos monárquicos identificados con esa concepción jerárquica del mundo— durante la Guerra Civil y el franquismo. La radicalización tenía un peaje para los nobles: su marginación en el nuevo horizonte político y social hasta que las cosas tomaran una orientación muy distinta.
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