RESUMEN
El afán de dar prioridad temporal al nacionalismo liberal sobre el nacionalismo reaccionario —y, más en concreto, de afirmar que el «nacionalcatolicismo» no surgió hasta la segunda mitad del xix— ha llevado a la historiografía reciente a asumir las siguientes ideas sobre el discurso «servil»: 1) que se oponía a los Bonaparte por motivos religiosos y no patrióticos; 2) que era férreamente absolutista y no otorgaba ningún papel a la nación en sus esquemas políticos; 3) que rechazaba la palabra «patria» y aún más la palabra «nación»; 4) que, lejos de apelar al pueblo y de identificarse con él, lo temía profundamente; 5) que no invocó a los héroes de la patria ni elaboró un relato histórico nacional opuesto al de los liberales; 6) que no esgrimió la idea de la «antiespaña»; y 7) y que, si bien dio muestras de xenofobia, no exaltó la propia identidad nacional. Sin entrar en la compleja cuestión del origen y los rasgos esenciales del nacionalismo contemporáneo, este artículo pretende demostrar que los textos escritos entre 1808 y 1814 por los reaccionarios españoles contradicen claramente estas asunciones historiográficas.
Palabras clave: Serviles; reaccionarios; nacionalismo español; nacional catolicismo; Guerra de la Independencia.
ABSTRACT
Many recent scholars have assumed that liberal nationalism arose long before reactionary nationalism, and more specifically, that Spanish “national Catholicism” did not emerge until the second half of the 19th century. This assumption has led a number of noted historians to embrace the following ideas concerning the political discourse of the so-called “serviles”: 1) that it opposed the Bonapartes for religious and not patriotic reasons; 2) that it was thoroughly absolutist and did not grant any role to the nation in its political schemes; 3) that it rejected the word patria and even more the word nation; 4) that it deeply feared the people; 5) that it did not invoke the heroes of the fatherland or elaborate a national historical narrative opposed to that of the liberals; 6) that it did not espouse the idea of the “anti-Spain”; and 7) and that it showed signs of xenophobia but did not exalt the Spanish national identity. Without pretending to solve the much debated question of the origins and nature of modern nationalism, this article shows that the reactionary texts published in Spain between 1808 and 1814 do not support any of these historiographical assertions.
Keywords: Counterrevolution; anti-liberalism; Spanish nationalism; National Catholicism; Peninsular War.
En las páginas de Mater dolorosa, José Álvarez Junco sostiene que las naciones y los nacionalismos surgieron cuando las revoluciones liberales asignaron derechos políticos a los pueblos. De ahí que, en su opinión, no fuese hasta las Cortes de Cádiz que «España, siguiendo a Francia, se inventó la nación»[1].
Según esto, la insurrección antinapoleónica de 1808 no pudo ser una guerra de la independencia,
ya que en la España de entonces no había nacionalismo alguno que reclamase una nación
independiente. El patriotismo de 1808 no fue, para Álvarez Junco, más que celo religioso
y xenofobia antifrancesa Álvarez Junco ( Álvarez Junco, J. (2001). Mater Dolorosa. Madrid: Taurus.
Asimismo, según Mater Dolorosa, los enemigos del liberalismo gaditano rechazaron de plano la «idea de nación», y por
eso en sus escritos dieron más importancia a Dios y al rey que a la patria y mostraron
«repulsión» ante el término nación Ibid.: 306 y 349.
Álvarez Junco admite que antes de 1808 existía un «patriotismo étnico» basado en la
identificación entre España y el catolicismo. Y hasta ve en los antiilustrados del
siglo xviii «los orígenes del futuro nacional-catolicismo». Pero insiste en que la evolución hacia
el «nacional-catolicismo» se truncó con la Revolución francesa. Hasta entonces, en
su opinión, el clero ultramontano había sido más bien «antiabsolutista», pero el estallido
revolucionario lo empujó a exaltar los derechos de la monarquía absoluta y a rechazar,
por tanto, los de la nación Ibid.: 336 y 340.
Según Mater dolorosa, el discurso «nacional-católico» no empezó a construirse hasta los años 40 del siglo xix, cuando escritores como Balmes, Zorrilla o Fernán Caballero introdujeron «en los ambientes
conservadores la idea de “nación”» al asumir la «creencia romántica» en el protagonismo
histórico de las naciones y difundir la idea de España como nación esencialmente católica
y monárquica. Pero no fue hasta los sesenta cuando los conservadores españoles —queriendo
identificar «la entidad nacional llamada “España” con el catolicismo» para responder
a la ya asentada historiografía liberal— crearon un nuevo relato histórico que atribuía
a Santiago, Recaredo y Pelayo la paternidad de la patria, presentaba a judíos y moriscos
como extraños a la nación, asignaba a la Inquisición una misión histórica ineludible,
ensalzaba la España de los Reyes Católicos y los Austrias, y atribuía la decadencia
nacional al reformismo antiespañol del siglo xviii. Finalmente, y siempre según Álvarez Junco, «la construcción intelectual del nacional-catolicismo»
culminó con Menéndez Pelayo y su idea de la «anti-España» Ibid.: 390, 407, 417 y 457.
Algunas de estas tesis son anteriores a la aparición de Mater Dolorosa en 2001 Maravall ( Maravall, J. A. (1967). El sentimiento de nación en el siglo xviii: la obra de Forner. La Torre, 57, 25-56.
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En las últimas décadas, hasta quienes subrayan la relevancia política que la idea
de nación alcanzó en la España del xviii suelen asumir que los patriotas ilustrados ignoraban «el sentido de lealtad excluyente
y de reconocimiento de una voluntad colectiva que —jacobinismo y romanticismo de por
medio— configurarán el nacionalismo contemporáneo» Fernández Sebastián ( Fernández Sebastián, J. (1994). España, monarquía y nación. Cuatro concepciones de
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El éxito de Mater Dolorosa no ha impedido, sin embargo, que algunos autores sigan hallando evidencias de patriotismo
independentista en los discursos de 1808 Moliner ( Moliner, A. (2007). A vueltas con la Guerra de la Independencia. Ayer, 66, 253-268.
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En cuanto a los adversarios del liberalismo gaditano, varios autores piensan que sí
tuvieron una idea de nación, por muy distinta que fuese a la nación soberana, unitaria
y ciudadana de los liberales Varela Suanzes-Carpegna ( Varela Suanzes-Carpegna, J. (2007). Política y Constitución en España (1808-1978). Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
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Jesús Torrecilla ha sido, tal vez, quien más se ha alejado de las tesis de Álvarez
Junco. Sus trabajos recientes han invertido por completo la trama de Mater dolorosa al afirmar que ya hubo un fuerte nacionalismo antiilustrado en la España del siglo xviii y que los liberales del xix construyeron su discurso patriótico en respuesta a este previo y exitoso nacionalismo
conservador Torrecilla ( Torrecilla, J. (2009a). Guerras literarias del XVIII español: la modernidad como invasión. Salamanca: Universidad de Salamanca.
Torrecilla, J. (2009b). Spanish Identity: Nation, Myth, and History. Studies in 20th and 21st Century Literature, 33, art. 2.
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Por el contrario, los historiadores del llamado nacionalcatolicismo suelen seguir
a pies juntillas el relato de Mater dolorosa Álvarez Chillida ( Álvarez Chillida, G. (2002). El antisemitismo en España. Madrid: Marcial Pons.
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Antes de 1808, el «derecho de independencia», que exigía la no intromisión de «nación
alguna en el gobierno ajeno», ya había sido expresamente enunciado; y la posibilidad
de una invasión, claramente contemplada Olmeda y León ( Olmeda y León, J. (1771). Elementos del derecho público de la paz, y de la guerra (2 vols.). Madrid: Viuda de Manuel Fernández.
Torrecilla, J. (2009a). Guerras literarias del XVIII español: la modernidad como invasión. Salamanca: Universidad de Salamanca.
Ya en el siglo xvii, los historiadores afirmaban que «la soberanía de España» había comenzado, o bien al
desligarse del Imperio romano «en tiempo de los reyes godos», o bien cuando, tras
resistir a la invasión musulmana, «quedaron los españoles libres» y pasó «a ser señora
la nación que hasta entonces había vivido rendida» De la Puente ( De la Puente, J. (1612). La conveniencia de las dos monarquías católicas. Madrid: Imprenta Real.
Salazar y Mendoza, P. (1770). Monarquía de España. Tomo I. Madrid: Joaquín Ibarra.
A finales del xviii, las posturas no habían cambiado en exceso. Para Juan Pablo Forner, la historia de
la «nación considerada como una sociedad civil independiente de imperio o dominación
extranjera» empezaba con los godos Ortiz y Sanz ( Ortiz y Sanz, J. F. (1795). Compendio cronológico de la historia de España. Madrid: Imprenta Real.
Cartas de un español ( Cartas de un español residente en París (1788). Madrid: Imprenta Real.
En la España del xviii, hasta los más monárquicos admitían que, en sus orígenes, la nación había pactado con
el rey las leyes fundamentales que establecían la sucesión y los límites del poder
real Pérez y López ( Pérez y López, A. J. (1785). Principios del orden esencial de la naturaleza. Madrid: Imprenta Real.
Villanueva, J. L. (1793). Catecismo del Estado según los principios de la religión. Madrid: Imprenta Real.
Peñalosa y Zuñiga, C. (1793). La Monarquía. Madrid: Viuda de Ibarra.
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de Dios, y no del pueblo. Girona: Vicente Oliva.
Quevedo Quintano ( Quevedo Quintano, P. (1808). Respuesta dada a la Junta de Gobierno.
Desde 1808, los «patriotas» españoles —por más conservadores que fueran— presentaron
el conflicto armado como una «guerra nacional» sostenida por el pueblo «en masa»,
muy distinta a las habituales contiendas «entre los príncipes» Francisco José de Molle, cit. en Eastman ( Eastman, S. (2005). La que sostiene la Península es guerra nacional: identidades colectivas
en Valencia y Andalucía durante la Guerra de la Independencia. Historia y Política, 14, 245-272.
Diario de Santiago, 5-VIII-1808, p. 257, y Alvarado ( Alvarado, F. (1811). Carta crítica de un filósofo rancio que impugna a la española antigua y no a la francesa
el discurso del Sr. Diputado Argüelles. Isla de León: Periu.
Pérez Villaamil ( Pérez Villaamil, J. (1808). Carta sobre el modo de establecer el consejo de regencia. Madrid: Imprenta de la Hija de Ibarra.
Solchaga, F. (1809). Carta pastoral y patriótico manifiesto. Sevilla: Imprenta Real.
Borrull, F. J. (1810). Discurso sobre la Constitución que dio al Renio de Valencia su invicto conquistador
el Sr. D. Jaime IV. Valencia: Benito Monfort.
Lardizábal, M. (1811). Manifiesto que presenta a la nación. Alicante: Nicolás Carratalá Menor y hermanos.
Carnicero, J. C. (1813). Napoleón o el verdadero D. Quijote de la Europa (8 vols.). Madrid: Ibarra.
Los predicadores fernandinos insistieron en que la «nación española» —opuesta siempre
al dominio de «nación alguna extranjera»— requería «nuevos héroes dignos del nombre
español», dispuestos a dar «su sangre por la independencia de la patria» Gutiérrez y Polop ( Gutiérrez y Polop, I. (1809). España regenerada. Valencia: Viuda de Peris.
Diario político de Mallorca, 30-6-1808, p. 62, y Pérez Villaamil ( Pérez Villaamil, J. (1808). Carta sobre el modo de establecer el consejo de regencia. Madrid: Imprenta de la Hija de Ibarra.
Diario de Santiago, 5-8-1808, p. 257.
En los discursos de la época, la «salvación de la patria» se vincula con frecuencia
a la mera expulsión de los ejércitos franceses Proclama a los vencedores ( Proclama a los vencedores de los vencedores de Austerlitz y Jena (1808). En Demostración de la lealtad española (vol. 2; pp. 79-80). Cádiz: Manuel Jiménez Carreño.
Gaceta de la Junta-Congreso del Reino de Valencia, 7-5-1811, p. 507.
Siguiendo a Javier Herrero, Álvarez Junco ve a los «serviles» como absolutistas. El
problema es que, en este punto, Herrero hizo una interpretación más que forzada de
las fuentes Hervás y Panduro ( Hervás y Panduro L. (1807). Causas de la revolución de Francia. Madrid.
Amat, F. (1838). Apéndice a la vida del Illmo. Sr. D. Félix Amat. Madrid: Fuentenebro.
Frente a los tópicos historiográficos sobre el absolutismo «servil», María del Mar
Alarcón ha señalado recientemente que muchos críticos del liberalismo gaditano reprobaron
también la «tiranía» y el «despotismo» de anteriores gobiernos
Estos rasgos antiabsolutistas enlazan el discurso «servil» con el de aquellos ultramontanos
que, en tiempos de Carlos III y Carlos IV, denunciaron la «persecución de la Iglesia»
desatada por Godoy y otros ministros empeñados en «sojuzgar» al clero para extender
la «soberanía de los príncipes civiles» Memorial ajustado ( Memorial ajustado hecho de orden del Consejo pleno (1768). Madrid: Joaquín de Ibarra.
Menéndez de Luarca, R. T. (1812). Mentidos arbitrios de felicidad. En Viva Jesús. Opúsculos cristiano-patrios. Santiago: Juan Francisco Montero.
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En tiempos de las Cortes de Cádiz, los ultramontanos insistieron en que el despotismo
liberal había «dejado en zaga al de Godoy» y criticaron a los «diputados filósofos»
por imitar el gran error del reformismo borbónico: conceder a la autoridad civil una
«ilimitación de poderes» contraria a la autoridad eclesiástica Aviso importante ( Aviso importante y urgente a la nación española (1811). A Coruña: José Voltas.
Alvarado, F. (1816). Constitución filosófica que el Filósofo Rancio transformado en Filósofo Liberal escribió
antes que las llamadas Cortes Extraordinarias sancionasen su Constitución Política
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Discusión del proyecto ( Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Se atrevieron, por ejemplo, a criticar el «despotismo ministerial» que había llevado
a España «hasta el borde de la ruina» Freire Castrillón ( Freire Castrillón, M. (1809). Remedio y preservativo contra el mal francés. Valencia: Viuda de Martin Peris.
Representación y manifiesto que algunos diputados a las Cortes ordinarias firmaron
(1814). Madrid: Ibarra.
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Santiago: Ignacio Aguayo.
Alvarado, F. (1846). Cartas inéditas. Madrid: José Félix Palacios.
Colón ( Colón, J. J. (1811). La España vindicada en sus clases y autoridades. Cádiz: Manuel Bosch.
Carnicero, J. C. (1813). Napoleón o el verdadero D. Quijote de la Europa (8 vols.). Madrid: Ibarra.
Hermida, B. R. (1812). Breve noticia de las Cortes, Gobierno, o llámese Constitución del Reino de Navarra.
Santiago: Ignacio Aguayo.
Hay que tener en cuenta, además, que la soberanía nacional no fue, ni de lejos, el
principal punto de desencuentro entre liberales y «serviles». El art. 3 de la Constitución
—según el cual la «soberanía nacional» residía «esencialmente en la nación»— tuvo
solo veinticuatro votos en contra, mientras que fueron sesenta los diputados que se
opusieron a abolir la Inquisición. El caso de Vicente Terrero evidencia que era posible
ser, al mismo tiempo, un radical defensor de la soberanía popular y un ardiente apologista
de la España inquisitorial y antiilustrada
Desde su exilio británico, José María Blanco White lamentó que las Cortes se empeñaran
en «hacer existir la patria» sobre el «dogma» liberal de la «soberanía nacional».
En su opinión, los reaccionarios españoles habrían aceptado sin problemas la soberanía
de la nación si esta no se hubiese tomado «numeralmente como una horda de bárbaros
que entran por la primera vez en sociedad, sino como un cuerpo político compuesto
de jerarquías, en cuya escala está el primero el rey» El Español, 30-11-1811, p. 149.
Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 25-8-1811, p. 15, y Quevedo Quintano ( Quevedo Quintano, P. (1813). Manifiesto del obispo de Orense a la nación española. La Coruña: Oficina del Exacto Correo.
Múzquiz y Aldunate et al. ( Múzquiz y Aldunate, R., Peláez Caunedo, F., Aguiar Caamaño, A., García Benito, J.
y Menéndez Luarca, R. (1811). Representación dirigida a las Cortes por el M. R. Arzobispo de Santiago, y RR. Obispos
de Lugo, Mondoñedo, Tuy, y Santander. Santiago: Juan Francisco Montero.
Para buena parte de los reaccionarios, la «nación española» tenía «en sí el poder
de gobernarse», pero no podía ejercerlo a espaldas de las «leyes fundamentales» que
ella misma había pactado con el rey Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 29-8-1811, p. 76.
Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 25-8-1811, p. 21; Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 18-1-1812, p. 320.
Aviso importante ( Aviso importante y urgente a la nación española (1811). A Coruña: José Voltas.
Alvarado, F. (1846). Cartas inéditas. Madrid: José Félix Palacios.
Carnicero, J. C. (1813). Napoleón o el verdadero D. Quijote de la Europa (8 vols.). Madrid: Ibarra.
Los reaccionarios creían que el «derecho de establecer las leyes fundamentales» no
pertenecía «ni a la nación sin el rey, ni al rey sin la nación» Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 18-1-1812, p. 320; Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 29-8-1811, p. 82.
Múzquiz y Aldunate et al. ( Múzquiz y Aldunate, R., Peláez Caunedo, F., Aguiar Caamaño, A., García Benito, J.
y Menéndez Luarca, R. (1811). Representación dirigida a las Cortes por el M. R. Arzobispo de Santiago, y RR. Obispos
de Lugo, Mondoñedo, Tuy, y Santander. Santiago: Juan Francisco Montero.
Se ha dicho que los reaccionarios veían la patria «más como el lugar donde nacieron
nuestros padres que como un territorio sometido a una misma legislación, a un poder
o comunidad política» Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 25-8-1811, p. 19.
En apoyo de sus tesis, Mater dolorosa aduce un párrafo del reaccionario francés Augustin Barruel contra «le nationalisme,
ou l’amour national». Álvarez Junco parece ignorar que dicho párrafo es traducción
literal de un discurso del fundador de los illuminati de Baviera y que Barruel lo copia, precisamente, para denunciar a ilustrados y masones
por sus «blasphèmes contre l’amour de la patrie» Barruel ( Barruel, A. (1798). Mémoires pur servir à l’histoire du jacobinisme. Hambourg: P. Fauche.
Álvarez Junco cita también unas palabras del «Filósofo Rancio», Francisco Alvarado:
«¿Por dónde se nos ha aparecido […] esta nación a la que ahora se cuelga la soberanía?».
En realidad, basta leer el texto del que estas palabras provienen para advertir que,
lejos de negar la realidad nacional, Alvarado sostiene que los hombres no se reúnen
«todos juntos, sino en tantas porciones cuantas han sido y son las naciones independientes».
De hecho, el «Filósofo Rancio» atribuye a esas naciones «la soberanía nacional en
virtud de la cual eligieron un gobierno» De Maistre ( De Maistre, J. (1797). Considérations sur la France. Londres.
Yo solo he hallado dos textos «serviles» que, hacia el final de la guerra, muestran
cierto rechazo al uso del término «nación» en «sentido filosófico y espíritu republicano» López de Ulloa ( López de Ulloa, M. M. (1813a). Afectuosos gemidos que los españoles consagran en este día 14 de octubre de 1813.
Cádiz: Nicolás Gómez de Requena.
López de Ulloa, M. M. (1813b). Respuesta de la española autora del papel intitulado Afectuosos gemidos. Cádiz: Nicolás Gómez de Requena.
El Procurador general de la nación y del rey, 25-II-1813, p. 1213.
Aurora patriótica mallorquina, 30-9-1813, p. 113.
Menéndez Luarca ( Menéndez de Luarca, R. T. (1794). El reino de Dios y su justicia. Santander.
La lealtad en triunfo (1814). Madrid: Collado.
Actualmente, hay numerosas ediciones digitales de obras «serviles» en las que es posible
realizar búsquedas por palabras dentro del texto. Cualquiera puede, por tanto, comprobar
fácilmente que los reaccionarios empleaban con profusión los términos «nación», «patria»
y «pueblo», y que ni siquiera preferían «patria» a «nación». De hecho, en varios de
los más relevantes escritos serviles, «nación» aparece más del triple de veces que
«patria» Freire Castrillón ( Freire Castrillón, M. (1809). Remedio y preservativo contra el mal francés. Valencia: Viuda de Martin Peris.
Lardizábal, M. (1811). Manifiesto que presenta a la nación. Alicante: Nicolás Carratalá Menor y hermanos.
Aviso importante y urgente a la nación española (1811). A Coruña: José Voltas.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Basándose en el catálogo de la Biblioteca Nacional y en la aplicación informática
Google Ngram Viewer, Juan Francisco Fuentes ha mostrado que el uso escrito de la palabra
«nación» se disparó durante la Guerra de la Independencia y el Trienio Constitucional
y se desplomó tras las restauraciones de 1814 y 1823. Pienso, no obstante, que Fuentes
se equivoca al esgrimir este auge del término «nación» en épocas revolucionarias —observable
también en el Sexenio Democrático— como prueba de que los reaccionarios no lo aceptaron
plenamente hasta las últimas décadas del siglo xix
Sin duda, en 1814 los conservadores adaptaron su lenguaje a las exigencias de la restauración fernandina, igual que en 1808 lo habían adaptado al momento de fervor patriótico que atravesaba España. En cualquier caso, las fuentes evidencian que, en su combate contra los liberales, los «serviles» emplearon continuamente la palabra nación, si bien muchos la entendieron como una unión de estamentos y provincias encabezada por el rey.
Es más, aunque entre los reaccionarios abundasen los provincialistas, algunos se inclinaron
por reforzar la unidad nacional. Y no me refiero a quienes insistían en reestablecer
Inquisición para hacer de España «un solo pueblo; tierra de un solo labio, idioma,
e ideas»
Álvarez Junco cree que a los «serviles» les disgustaba el concepto nación por lo que
«tenía de fortalecedor del poder del Estado». Sin embargo, él mismo afirma que el
«nacionalcatolicismo», aun en tiempos de Franco, tuvo siempre un «lastre antiestatal» Álvarez Junco ( Álvarez Junco, J. (2001). Mater Dolorosa. Madrid: Taurus.
Más que a la palabra «nación», los reaccionarios mostraron cierta resistencia al «nuevo
término patriota», asociado con frecuencia a ilustrados y liberales. Asimismo, algunos
preferían rancias expresiones como «amor a la patria» frente a neologismos dieciochescos
como «patriotismo». Pero, por más que se opusieran a «la moderna patria republicana»,
siempre insistieron en su lealtad a la «verdadera patria». Para ellos, el «verdadero
amor a la patria» era el de los «españolazos antiguos» y no el de los liberales, que
hablaban de la patria como si fuese «la primera de las divinidades» pero, en la práctica,
ansiaban entregarla a sus enemigos y extinguir «todas las costumbres españolas» Vaca de Guzmán ( Vaca de Guzmán, G. J. (1785). Suplemento, o tomo tercero de los viajes de Enrique Wanton al país de las monas. Madrid: Miguel Escribano.
Diccionario razonado: manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocación
han nacido en España (1811). Cádiz: Junta Superior de Gobierno.
Alvarado, F. (1812a). Segunda carta crítica del Filósofo Rancio. Sevilla: Agustín Muñoz.
Thiulen, L. I. (1813). Nuevo vocabulario filosófico-democrático. Sevilla: Viuda de Vázquez y Compañía.
Los «serviles» rechazaban el patriotismo «filosófico» que relegaba la religión a un
segundo plano. En 1811, un escrito antiliberal clamaba contra «esos proyectos gentílicos,
esas canciones patrióticas» que invitaban a «morir por la patria» como si la patria
pudiese «socorrer al soldado en el trance o después de la muerte». Pero ese mismo
escrito celebraba el «espíritu de patriotismo y unión» que había triunfado en 1808
gracias a los «sentimientos de la religión» Espíritu irreligioso ( Espíritu irreligioso de las Reflexiones sociales de D. J. C. A. (1811). Valencia: Yernos de José Esteban.
Giralt ( Giralt, V. (1809). Los Macabeos invencibles de la ciudad de Barcelona. Tarragona: Imprenta de la Gaceta.
Freire Castrillón, M. (1809). Remedio y preservativo contra el mal francés. Valencia: Viuda de Martin Peris.
Carnicero, J. C. (1813). Napoleón o el verdadero D. Quijote de la Europa (8 vols.). Madrid: Ibarra.
Ostolaza ( Ostolaza, B. (1811a). Sermón patriótico-moral. Valencia: Benito Monfort.
Apéndice al Procurador general de la nación y del rey, 19-3-1814, p. 79.
Los reaccionarios tenían claro que la religión era más importante que la patria Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 15-1-1811, p. 120.
Se ha dicho que, en esos años, la palabra «patria» «figuraba al final de la triada
absolutista», pero lo cierto es que no había un orden establecido El Procurador general de la nación y del rey, 16-1-1814, p. 3, y Apéndice al Procurador general de la nación y del rey, 19-3-1814, p. 78.
Junta de Gobierno de Cádiz ( Junta de Gobierno de Cádiz (1809). Edicto. Cádiz: Nicolás Gómez de Requena.
Gutiérrez y Polop, I. (1809). España regenerada. Valencia: Viuda de Peris.
Carnicero, J. C. (1813). Napoleón o el verdadero D. Quijote de la Europa (8 vols.). Madrid: Ibarra.
Múzquiz y Aldunate et al. ( Múzquiz y Aldunate, R., Peláez Caunedo, F., Aguiar Caamaño, A., García Benito, J.
y Menéndez Luarca, R. (1811). Representación dirigida a las Cortes por el M. R. Arzobispo de Santiago, y RR. Obispos
de Lugo, Mondoñedo, Tuy, y Santander. Santiago: Juan Francisco Montero.
Los «serviles» juzgaban indisolublemente «unida la defensa de nuestra santa religión
católica con la justísima causa de nuestro rey, y de nuestra libertad, patria y vidas» Centinela contra algunos españoles… ( Centinela contra algunos españoles alquilados por Bonaparte para derribar la religión
y el trono de España (1813). Manresa: Ignacio Abad.
Carnicero, J. C. (1813). Napoleón o el verdadero D. Quijote de la Europa (8 vols.). Madrid: Ibarra.
Larrea ( Larrea, F. (2006a). Una aldeana a sus compatricias. En M. Cantos Casenave (ed.). Los episodios de Trafalgar y Cádiz en las plumas de Frasquita Larrea y Fernán Caballero
(pp. 73-74). Cádiz: Diputación de Cádiz.
Torres, J. M., Salinas, A. J., Sichar, P., De la Dueña, F. A., Álvarez de Palma, B.
J. y Arias, V. (1813). Instrucción pastoral de los ilustrísimos señores obispos de Lérida, Tortosa, Barcelona,
Urgel, Teruel y Pamplona. Mallorca: Brusi.
«No hay casi enemigo de la patria que no comience o no acabe por enemigo de la religión»,
escribió Alvarado en 1810 El Sol de Cádiz, 10-11-1812, p. 41.
Vélez ( Vélez, R. (1812). Preservativo contra la irreligión. Cádiz: Junta de Provincia.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 31-1-1811, p. 179.
En prueba del escaso patriotismo «servil», varios autores citan esta frase de fray
Manuel Amado sobre 1808: «No fue cuanto hicimos a favor de nuestra patria; obramos
porque la religión exigía de nosotros que obrásemos de ese modo». En realidad, al
decir esto, Amado solo pretendía argumentar que el «heroico pueblo» no había rechazado
la «invasión de Napoleón» por atender a los intereses materiales de la patria, sino
por un sentimiento religioso que lo empujaba a «arrojar lejos del Pirineo» a los «tiranos»
que pretendían «subyugar» a España y acabar con «nuestra libertad». Porque en España
—que según Amado no era «como las demás naciones»— solo la fidelidad religiosa podía
inclinar la balanza de la historia «a favor de la nación». Para este autor, los liberales
de Cádiz «no eran la nación» y, por el contrario, los clérigos —acostumbrados a servir
«en todos tiempos a la patria»— habían contribuido «cual nadie a nuestra resistencia
y triunfo» Amado ( Amado, M. (1831). Dios y España (3 vols.). Madrid: Eusebio Aguado.
Discusión del proyecto ( Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Según Mater dolorosa, el «temor al pueblo» de los primeros reaccionarios españoles los llevó a recelar de
la intervención popular en la insurrección de 1808 y les impidió identificarse con
el pueblo, como sí harían, décadas más tarde, los conservadores románticos Álvarez Junco ( Álvarez Junco, J. (2001). Mater Dolorosa. Madrid: Taurus.
Apéndice al Procurador general de la nación y del rey, 20-3-1814, p. 81, y F. A. y B. ( F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
A medida que el enfrentamiento político se iba centrando en torno a la Inquisición,
los «serviles» se mostraron más y más seguros de que el pueblo estaba de su parte
y deseaba revertir las políticas liberales. En sus discursos, encomiaron una y otra
vez «la religiosidad del pueblo español» y acusaron a los diputados liberales de contrariar
la «voluntad general», la «voluntad de la nación», la «voluntad del pueblo», el «clamor
universal de todos los españoles» o el «voto uniforme de la nación» Discusión del proyecto ( Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Alvarado, F. (1846). Cartas inéditas. Madrid: José Félix Palacios.
Alvarado ( Alvarado, F. (1811). Carta crítica de un filósofo rancio que impugna a la española antigua y no a la francesa
el discurso del Sr. Diputado Argüelles. Isla de León: Periu.
El Cristiano Viejo (1813). Centinela contra filósofos. Palma: Buenaventura Villalonga.
Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Discusión del proyecto ( Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Atalaya de la Mancha, 20-7-1813, p. 21; El Procurador general de la nación y del rey, 15-12-1812, p. 612, y Decreto definitivo ( Decreto definitivo sobre la Inquisición al gusto de los liberales (1813). Cádiz: José María Guerrero.
Cuando, a finales de 1813, se reunieron las Cortes ordinarias, los «serviles» exhortaron
a los nuevos diputados a representar más fielmente a «una nación católica que reclama
sus créditos menguados por la tanta filosofía que se manifestó en las Cortes extraordinarias» El Cristiano Viejo ( El Cristiano Viejo (1813). Centinela contra filósofos. Palma: Buenaventura Villalonga.
El Procurador general de la nación y del rey, 15-12-1812, p. 620 y 16-1-1814, pp. 1-3.
Diario patriótico de Cádiz, 15-1-1814, pp. 794-795.
El Procurador general del rey y de la nación, 24-12-1814, p. 1440.
Los mismos liberales acusaron con frecuencia a los «serviles» de «hacer del pueblo
un instrumento ciego de sus caprichos», inflamar «los ánimos de la multitud» e instigar
«una revolución popular» contra las «legítimas autoridades» Discusión del proyecto ( Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Los antiliberales insistieron también en que la resistencia a la invasión francesa
se había debido a los «arraigados principios de barbarie» del pueblo español y no
a las «lecciones filosóficas» de sus «ilustrados políticos y legisladores» Historia sucinta ( Historia sucinta del liberal Padilla. (1811). Cádiz: Imprenta de Figueroa.
Espíritu irreligioso de las Reflexiones sociales de D. J. C. A. (1811). Valencia: Yernos de José Esteban.
Diario patriótico de Cádiz, 15-1-1814, p. 794, y Alvarado ( Alvarado, F. (1811). Carta crítica de un filósofo rancio que impugna a la española antigua y no a la francesa
el discurso del Sr. Diputado Argüelles. Isla de León: Periu.
Los reaccionarios no se cansaron de repetir que «solo el pueblo, ese pueblo anti-liberal,
iluso y supersticioso», guiado por sus «clérigos y frailes ignorantes», había dado
la cara en los «primeros días de horror y de peligro» Traggia ( Traggia, M. (1811). Memoria sobre el derecho de los religiosos al voto en cortes extraordinarias. Valencia: Salvador Faulí.
Espíritu irreligioso de las Reflexiones sociales de D. J. C. A. (1811). Valencia: Yernos de José Esteban.
Vélez, R. (1812). Preservativo contra la irreligión. Cádiz: Junta de Provincia.
Alvarado, F. (1812a). Segunda carta crítica del Filósofo Rancio. Sevilla: Agustín Muñoz.
Alvarado, F. (1812c). Carta décima séptima del Filósofo Rancio. Cádiz: Junta de Provincia.
Decreto definitivo sobre la Inquisición al gusto de los liberales (1813). Cádiz: José María Guerrero.
El Cristiano Viejo (1813). Centinela contra filósofos. Palma: Buenaventura Villalonga.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Múzquiz y Aldunate et al. ( Múzquiz y Aldunate, R., Peláez Caunedo, F., Aguiar Caamaño, A., García Benito, J.
y Menéndez Luarca, R. (1811). Representación dirigida a las Cortes por el M. R. Arzobispo de Santiago, y RR. Obispos
de Lugo, Mondoñedo, Tuy, y Santander. Santiago: Juan Francisco Montero.
Carnicero, J. C. (1813). Napoleón o el verdadero D. Quijote de la Europa (8 vols.). Madrid: Ibarra.
Alvarado, F. (1846). Cartas inéditas. Madrid: José Félix Palacios.
Los conservadores españoles presentaron la intervención napoleónica de 1808 como una
ocasión providencial para que «la nación española» recobrara la «grandeza» que había
tenido hasta «finales del siglo xvii». Esta antigua grandeza la atribuían sobre todo a los «héroes de la España» que habían
«purgado» el país de arrianos, judíos, moriscos y herejes De Jesús ( De Jesús, J. M. (1809). ¿Debemos esperar o temer? En Demostración de la lealtad española (vol. 4; pp. 3-26). Cádiz: Manuel Jiménez Carreño.
López de Ulloa, M. M. (1813a). Afectuosos gemidos que los españoles consagran en este día 14 de octubre de 1813.
Cádiz: Nicolás Gómez de Requena.
Gutiérrez y Polop, I. (1809). España regenerada. Valencia: Viuda de Peris.
De Jesús ( De Jesús, J. M. (1809). ¿Debemos esperar o temer? En Demostración de la lealtad española (vol. 4; pp. 3-26). Cádiz: Manuel Jiménez Carreño.
Torres, J. M., Salinas, A. J., Sichar, P., De la Dueña, F. A., Álvarez de Palma, B.
J. y Arias, V. (1813). Instrucción pastoral de los ilustrísimos señores obispos de Lérida, Tortosa, Barcelona,
Urgel, Teruel y Pamplona. Mallorca: Brusi.
Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Artola, M. (1976). Los orígenes de la España Contemporánea (2 vols.). Madrid: Instituto de Estudios Políticos.
Los reaccionarios recurrieron con frecuencia a las «luces de la historia de nuestra
nación» para reivindicar «nuestra gloria nacional» frente a las críticas ilustradas.
Y celebraron la «antigua legislación» española —que, a su entender, podía «eternamente
servir de modelo a las naciones»— para deslustrar, por comparación, las reformas liberales Cerezo ( Cerezo, L. (1811). El ateísmo bajo el nombre de pacto social propuesto como idea para la Constitución
española. Valencia: Francisco Brusola.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Los reaccionarios llamaron a volver la atención «sobre nuestras cosas, antes disipada
con el embeleso de extrañas, y lisonjeras novelerías de la Francia». En sus escritos,
exhortaron a los españoles a estudiar el pasado de su patria si no querían ser «extranjeros
en su propio país» y acusaron a los sabios «a la francesa» de haber desfigurado a
«nuestros reyes, personajes, y sucesos históricos» y arrinconado a «nuestros mejores
escritores del siglo de oro» Historia sucinta ( Historia sucinta del liberal Padilla. (1811). Cádiz: Imprenta de Figueroa.
Freire Castrillón, M. (1809). Remedio y preservativo contra el mal francés. Valencia: Viuda de Martin Peris.
Hermida, B. R. (1812). Breve noticia de las Cortes, Gobierno, o llámese Constitución del Reino de Navarra.
Santiago: Ignacio Aguayo.
Centinela contra algunos ( Centinela contra algunos españoles alquilados por Bonaparte para derribar la religión
y el trono de España (1813). Manresa: Ignacio Abad.
Sanz, T. (1812). La verdad triunfante, o la Sagrada Escritura, la tradición y la historia. Cádiz: Viuda de Comes.
Traggia, M. (1812). El amigo de la verdad. A todo el pueblo español. Mallorca: Brusi.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
De este «siglo de oro para la España», los reaccionarios rescataron también a Cisneros,
a «los sabios españoles del Concilio de Trento» y, en general, a «los teólogos y doctores
españoles que fueron el honor de España y de su siglo en todo género de literatura» Ostolaza ( Ostolaza, B. (1811b). Carta sobre el establecimiento del Tribunal de la Inquisición. Cádiz: Manuel Quintana.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Mon y Velarde, R., Torres, J. M., Salinas, A. J., Sichar, P., De la Dueña, F. A.,
Álvarez de Palma, B. J., Jiménez Sánchez, J. y Arias, V. (1814). Colección de las representaciones y edictos de los obispos refugiados en Mallorca.
Valencia: Manuel Muñoz y Compañía.
Alvarado presumía de decir «lo mismo que se ha pensado y dicho siempre en España por
toda la nación», a excepción de Juan Padilla y «pocos otros sediciosos». Según esto,
sus ideas coincidían en todo con las que tiempo atrás habían expresado Isidoro, Leandro,
Ildefonso, Vitoria, Suárez «y otro millón de teólogos», Mariana, Zurita y «todo el
resto de los historiadores», Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Saavedra Fajardo y
una «turbamulta de filósofos (rancios se supone), humanistas, y poetas»
Cree Álvarez Junco que los «serviles» habrían podido «explotar la idea de que ellos
eran los “verdaderos españoles”» para «expulsar a los liberales fuera de la comunidad
imaginaria»; pero que, en lugar de eso, presentaron su lucha como un combate universal
entre el catolicismo y la impiedad, dejando así «la nación en manos de los liberales» Álvarez Junco ( Álvarez Junco, J. (2001). Mater Dolorosa. Madrid: Taurus.
Lo cierto es que, en sus escritos, los «serviles» sí se presentan como los «verdaderos
españoles», los «españoles legítimos» que defienden el «lenguaje y las máximas de
toda la nación española» y quieren «en todo y siempre ser españoles» Aviso importante ( Aviso importante y urgente a la nación española (1811). A Coruña: José Voltas.
Diccionario razonado: manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocación
han nacido en España (1811). Cádiz: Junta Superior de Gobierno.
El Cristiano Viejo (1813). Centinela contra filósofos. Palma: Buenaventura Villalonga.
Diccionario manual ( Diccionario razonado: manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocación
han nacido en España (1811). Cádiz: Junta Superior de Gobierno.
Traggia, M. (1812). El amigo de la verdad. A todo el pueblo español. Mallorca: Brusi.
Múzquiz y Aldunate et al. ( Múzquiz y Aldunate, R., Peláez Caunedo, F., Aguiar Caamaño, A., García Benito, J.
y Menéndez Luarca, R. (1811). Representación dirigida a las Cortes por el M. R. Arzobispo de Santiago, y RR. Obispos
de Lugo, Mondoñedo, Tuy, y Santander. Santiago: Juan Francisco Montero.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Sanz, T. (1812). La verdad triunfante, o la Sagrada Escritura, la tradición y la historia. Cádiz: Viuda de Comes.
Según el relato «servil», en los «primeros años de nuestra gloriosa revolución» los
«liberales ilustrados», lejos de contribuir «a la expulsión de los enemigos», fueron
«prosélitos, adoradores, o íntimos aliados» de los afrancesados. Contagiados como
ellos del «espíritu francés», tuvieron por «bárbara temeridad el movimiento popular»
del «memorable 2 de mayo» e hincaron la rodilla «ante su adorado Pepito». Tras los
insospechados éxitos de la «resistencia del pueblo», los liberales cambiaron de estrategia
e intentaron continuar —mediante escritos contra las «principales características
y máximas» de la nación española— el «plan político y religioso que empezaron los
franceses» Vélez ( Vélez, R. (1812). Preservativo contra la irreligión. Cádiz: Junta de Provincia.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Decreto definitivo sobre la Inquisición al gusto de los liberales (1813). Cádiz: José María Guerrero.
Diccionario razonado: manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocación
han nacido en España (1811). Cádiz: Junta Superior de Gobierno.
Historia sucinta ( Historia sucinta del liberal Padilla. (1811). Cádiz: Imprenta de Figueroa.
Desde la perspectiva «servil», el liberalismo era un «hijo bastardo» de la nación
que se disfrazaba de «amor a la patria» para introducir ideas y costumbres «cada vez
más antiespañolas» El Sensato, 2-2-1812, p. 337, y López de Ulloa ( López de Ulloa, M. M. (1813c). Fiddelida. Cádiz: Nicolás Gómez de Requena.
Alvarado ( Alvarado, F. (1811). Carta crítica de un filósofo rancio que impugna a la española antigua y no a la francesa
el discurso del Sr. Diputado Argüelles. Isla de León: Periu.
Los reaccionarios presentaron a los liberales como herederos de los «filósofos a la
francesa» que, empujados por su «galomanía», llevaban un siglo empeñados en «pervertirnos
y trastornar nuestras costumbres antiguas y graves, que dieron en otro tiempo tanta
gloria al nombre español» Freire Castrillón ( Freire Castrillón, M. (1809). Remedio y preservativo contra el mal francés. Valencia: Viuda de Martin Peris.
Historia sucinta del liberal Padilla. (1811). Cádiz: Imprenta de Figueroa.
Vélez, R. (1812). Preservativo contra la irreligión. Cádiz: Junta de Provincia.
Freire Castrillón ( Freire Castrillón, M. (1809). Remedio y preservativo contra el mal francés. Valencia: Viuda de Martin Peris.
Alvarado, F. (1811). Carta crítica de un filósofo rancio que impugna a la española antigua y no a la francesa
el discurso del Sr. Diputado Argüelles. Isla de León: Periu.
Vélez, R. (1812). Preservativo contra la irreligión. Cádiz: Junta de Provincia.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Decreto definitivo sobre la Inquisición al gusto de los liberales (1813). Cádiz: José María Guerrero.
Vélez ( Vélez, R. (1812). Preservativo contra la irreligión. Cádiz: Junta de Provincia.
López, S. (1809). Despertador cristiano-político. Valencia: Salvador Faulí.
La excepcional situación política creada por las abdicaciones de Bayona permitió a
los antiilustrados españoles expresar más radicalmente su rechazo a la «francomanía»
de la España dieciochesca y atribuirla directamente al reformismo borbónico Decreto definitivo ( Decreto definitivo sobre la Inquisición al gusto de los liberales (1813). Cádiz: José María Guerrero.
Para Álvarez Junco, el estallido de xenofobia antifrancesa en la España de 1808 poco
tuvo que ver con el «patriotismo positivo, de exaltación de la propia identidad»,
asociado a los nacionalismos modernos Diario político de Mallorca, 30-VI-1808, p. 62; El Patriota compostelano, 21-7-1809, pp. 21-24; Gutiérrez y Polop ( Gutiérrez y Polop, I. (1809). España regenerada. Valencia: Viuda de Peris.
López, S. (1809). Despertador cristiano-político. Valencia: Salvador Faulí.
Espíritu irreligioso de las Reflexiones sociales de D. J. C. A. (1811). Valencia: Yernos de José Esteban.
Ostolaza, B. (1811b). Carta sobre el establecimiento del Tribunal de la Inquisición. Cádiz: Manuel Quintana.
Decreto definitivo sobre la Inquisición al gusto de los liberales (1813). Cádiz: José María Guerrero.
Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
El Cristiano Viejo (1813). Centinela contra filósofos. Palma: Buenaventura Villalonga.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Según el discurso «servil», mientras el pueblo ansiaba «volver a ser español» y luchaba
por mantener su «carácter nacional», una minoría de «afrancesados o afilosofados»
trataba de «extraviar la voluntad de la nación, y sacarla de sus máximas y principios» Diario de Santiago, 1-6-1808, p. 3 y 5-8-1808, p. 257; López ( López, S. (1809). Despertador cristiano-político. Valencia: Salvador Faulí.
Diccionario razonado ( Diccionario razonado: manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocación
han nacido en España (1811). Cádiz: Junta Superior de Gobierno.
Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
F. A. y B. ( F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Apología de la Inquisición (1811). Cádiz: Nicolás Gómez de Requena.
Los reaccionarios temían sobre todo que se introdujese en «la religiosa España» una
«libertad de pensar, y tolerancia de todas las sectas» incompatible con el «carácter
español», siempre firme «en el odio implacable a toda novedad contraria a su religión
santa» El Observador político y militar de España, 15-7-1809, pp. 10-11; El Procurador general de la nación y del rey, 23-12-1812, p. 674.
Los «serviles» aceptaban con gusto los «honrosos epítetos de fanáticos, supersticiosos
y otros semejantes» y celebraban que «español e intolerante» fueran «nombres sinónimos» Sidro Vilarroig ( Sidro Vilarroig, J. C. (1813). El fraile en las Cortes. Alicante: Manuel Muñoz.
Diccionario razonado ( Diccionario razonado: manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocación
han nacido en España (1811). Cádiz: Junta Superior de Gobierno.
Los crímenes constitucionales de Francia (1811). Valencia: Imprenta de Salvador Faulí.
F. A. y B. (1813). Prodigiosa vida, admirable doctrina y preciosa muerte de los filósofos liberales de
Cádiz. Cádiz: Lema.
Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Discusión del proyecto ( Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (1813). Cádiz: Imprenta Nacional.
Aldao y Castro, V. (1814). Fernando VII el más amado. Santiago de Compostela: Juan María de Pazos.
Apéndice al procurador general de la nación y del rey, 19-3-1814, p. 86.
No pretendo resolver aquí la disputada cuestión del origen de las naciones modernas. Si se entiende que el nacionalismo depende de la idea liberal de «soberanía nacional», es obvio que los «serviles» no fueron nacionalistas. Frente al ideal revolucionario que otorgaba a la nación el derecho a constituirse libremente, los «serviles» predicaron un patriotismo retrospectivo basado en la obligada fidelidad a una supuesta tradición religiosa, identitaria y constitucional. Lo cierto es, en cualquier caso, que este patriotismo retrospectivo ha sido una constante entre los reaccionarios españoles, también durante la Restauración y el franquismo.
Varios autores creen que el nacionalismo católico empezó a gestarse en España cuando
los conservadores asumieron las ideas románticas. Siguiendo las tesis de Vicente Llorens,
Álvarez Junco asume que el romanticismo no llegó a España hasta que, hacia 1833, la
élite liberal adoptó ciertas modas culturales extranjeras. Hay, sin embargo, estudiosos
que asignan al romanticismo español un origen más temprano, autóctono y conservador Flitter ( Flitter, D. (1992). Spanish Romantic Literary Theory and Criticism. Cambridge: Cambridge University Press.
Silver, P. W. (1997). Ruin and Restitution. Nashville: Vanderbilt University Press.
Torrecilla, J. (2016). España al revés. Los mitos del pensamiento progresista (1790-1840). Madrid: Marcial Pons.
Álvarez Junco ( Álvarez Junco, J. (2001). Mater Dolorosa. Madrid: Taurus.
Centinela contra algunos ( Centinela contra algunos españoles alquilados por Bonaparte para derribar la religión
y el trono de España (1813). Manresa: Ignacio Abad.
El Cristiano Viejo (1813). Centinela contra filósofos. Palma: Buenaventura Villalonga.
Alvarado, F. (1846). Cartas inéditas. Madrid: José Félix Palacios.
Herrera González, J. (2007). ¡Serviles! El grupo reaccionario de las Cortes de Cádiz. Málaga: Fundación Unicaja.
Las deudas del conservadurismo romántico español con el pensamiento antiilustrado
y reaccionario de la España de finales del xviii y comienzos del xix son, a mi entender, evidentes Flitter ( Flitter, D. (2006). Spanish Romanticism and the Uses of History. London: Legenda.
Tampoco resulta convincente la tesis de Manuel Suárez Cortina según la cual el «nacionalcatolicismo»
surgió cuando algunos antiliberales, empujados por las circunstancias de la Restauración
canovista, transigieron con la modernidad admitiendo el parlamentarismo y cierta tolerancia
religiosa
Sin duda, el patriotismo «servil» estuvo poco organizado y careció de los rituales
conmemorativos que proliferaron a finales del siglo xix. Pero algunos «serviles», como el mencionado Freire Castrillón, ya propusieron la creación
de fiestas, efemérides, monedas, escudos, premios y hasta de «un cántico y baile nacional»
para «memoria y lección perpetua» de los españoles Freire Castrillón ( Freire Castrillón, M. (1809). Remedio y preservativo contra el mal francés. Valencia: Viuda de Martin Peris.
Con independencia de dónde se sitúe el origen del nacionalismo reaccionario español, las fuentes evidencian que la propaganda antifrancesa y antiliberal de 1808-1814 exhibió un españolismo que —en su visión de la identidad, la historia y los enemigos de la patria— se asemeja al que luego desarrollaron autores como Balmes o Menéndez Pelayo.
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