RESUMEN

Este trabajo tiene como objetivo proponer un modelo de análisis que permita realizar una aproximación a los marcos de política pública destinados a las ciudades desde diferentes ámbitos territoriales. Para ello, se toman como objeto de análisis la Nueva Agenda Urbana elaborada por Naciones Unidas, documento de referencia para América Latina y el Caribe, y la Agenda Urbana para la Unión Europea. A partir de la aplicación de un método de análisis destinado a su comparación, este trabajo pone de manifiesto que, a pesar de conformarse a partir de un modelo marco de referencia común, el contenido de ambas agendas se modula de acuerdo con la naturaleza del territorio al que se orientan.

Palabras clave: Agenda 2030; agendas urbanas; análisis multinivel; análisis de políticas públicas; gobernanza; América Latina; Europa.

ABSTRACT

This work aims to propose an analysis model that allows an approximation to the public policy frameworks for cities from different territorial areas. For this, the New Urban Agenda promoted by United Nations, a reference document for Latin America and the Caribbean, and the Urban Agenda for the European Union are taken as cases of analysis. Based on the application of a comparison method, this work shows that despite conforming to a common reference framework model, the content of both agendas is modulated according to the nature of the territory to which they are oriented.

Keywords: 2030 Agenda; urban agendas; multilevel analysis; public policy analysis; governance; Latin America; Europe.

Cómo citar este artículo / Citation: Bohigues, A., Gañán Sánchez, E. y Huete García, M. Á. (2023). Las agendas urbanas como instrumento de implementación de la Agenda 2030. Propuesta de análisis para la comparación entre América Latina y Europa. Revista de Estudios Políticos, 200, 157-‍186. doi: https://doi.org/10.18042/cepc/rep.200.06

SUMARIO
  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. I. INTRODUCCIÓN
  4. II. EL ANÁLISIS DE LAS AGENDAS URBANAS ENTRE TERRITORIOS: PROPUESTA ANALÍTICA
    1. 1. La comparación entre instrumentos de política pública
    2. 2. Marco de referencia para las agendas urbanas: regulación, financiación y conocimiento
    3. 3. Contenido de las agendas urbanas: integrado, estratégico, territorializado y participativo
  5. III. INFORMACIÓN Y MÉTODO DE ANÁLISIS
    1. 1. Fuentes de información utilizadas
    2. 2. Metodología
  6. IV. PRINCIPALES RESULTADOS: COMPARACIÓN ENTRE AGENDAS URBANAS CON IMPACTO EN ALC Y EUROPA
    1. 1. Marco general de referencia: regulación, financiación y conocimiento
    2. 2. Contenido de las agendas urbanas: enfoque integrado, estratégico, territorializado y participativo
  7. IV. CONSIDERACIONES FINALES
  8. NOTAS
  9. Bibliografía

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

El comienzo del siglo xxi se ha caracterizado por un interés renovado en las políticas destinadas específicamente a las ciudades a nivel global. ONU-Hábitat (‍2014) define una política urbana como un conjunto de decisiones coherentes, derivadas de un proceso deliberativo de coordinación y que aglutina a varios actores hacia una visión y objetivos comunes, que ha de promover un desarrollo urbano a largo plazo, más transformador, inclusivo y resiliente.

En coherencia con esta definición, las Administraciones Públicas de diferentes niveles de gobierno han tratado de dar respuesta no solamente a este renovado interés por las ciudades, sino, sobre todo, a esta novedosa forma de comprender el hecho urbano en términos de política pública. Ello se ha materializado en instrumentos concretos como son las agendas urbanas. Dichas agendas constituyen un marco general a partir del cual se establecen las bases y directrices generales en relación con la intervención en áreas urbanas y se sustentan sobre un mismo marco de políticas públicas. Dicho marco especifica no solo los objetivos de la política y el tipo de instrumentos que pueden utilizarse para alcanzarlos, sino también la naturaleza misma de los problemas que deben abordar (‍Hall, 1993: 279) y los actores que han de implicarse en su conformación e implementación. En consecuencia, este modelo entiende la forma de acometer soluciones a los problemas de las ciudades tanto desde una dimensión sustantiva, relacionada con el contenido de la política pública, como lo que podríamos denominar su dimensión procedimental[1], referida a la forma en que se gestionan las políticas urbanas (‍Huete García et al., 2016; ‍Huete García y Merinero Rodríguez, 2021).

Este trabajo tiene como principal objetivo elaborar una propuesta de análisis que permita, en primer lugar, conocer la traslación de los principios recogidos en los documentos previos a las agendas urbanas, así como cuáles son los elementos fundamentales que conforman su contenido, desde las dimensiones procedimental y sustantiva. Posteriormente, se realiza una comparación entre dos agendas. Para ello, se toman como objeto de análisis la Nueva Agenda Urbana (NAU) elaborada por Naciones Unidas y la Agenda Urbana para la Unión Europea (AUUE), con el fin de conocer la forma en que se orientan las intervenciones en áreas urbanas en dos territorios concretos: América Latina y el Caribe (en adelante ALC) y Europa. Ambos territorios presentan un proceso de urbanización muy intenso, que además se espera que se acentúe en los próximos años. Para el año 2050 está previsto que el 88 % de la población de ALC resida en áreas urbanas, mientras que en Europa el porcentaje de personas residiendo en áreas urbanas se espera que alcance el 84 % (‍UN DESA, 2019). Si bien ambas regiones presentan índices de urbanización similares, los fenómenos asociados a estos procesos son diferentes. Es por ello por lo que resulta pertinente analizar la forma en que se materializan las propuestas que desde las políticas públicas se plantean para abordar el proceso de urbanización en ambos territorios.

Aunque las agendas están interconectadas y no pueden ser llevadas a cabo de manera aislada, ya que para responder a los desafíos que han de afrontar las ciudades y territorios se necesitan estrategias integradas y articuladas (‍UCLG, 2020), es obvio que no pertenecen a una misma arena de políticas públicas. De hecho, se presentan en momentos diferentes y responden a procesos distintos. Esto no es óbice, no obstante, para esta propuesta de análisis de sus similitudes y diferencias.

El artículo se estructura de la siguiente forma: la primera sección se destina a la presentación de los conceptos que constituyen el marco analítico de este trabajo. La siguiente parte plantea los principales aspectos relativos a las fuentes de información y el método diseñado para el análisis de los documentos analizados. La tercera sección se destina a la presentación de los resultados, ofreciendo una comparación entre las dos agendas objeto de investigación. La última parte se destina a las principales conclusiones y propuestas de análisis de cara al futuro.

II. EL ANÁLISIS DE LAS AGENDAS URBANAS ENTRE TERRITORIOS: PROPUESTA ANALÍTICA[Subir]

Tal y como se ha señalado, este trabajo tiene como propósito analizar de forma comparada diversas agendas urbanas promovidas desde diferentes niveles de la administración y con impacto en ALC y Europa. Para ello, se consideran dos dimensiones básicas. En primer lugar, el marco político a partir del cual se conforman las agendas. En segundo lugar, su contenido. Ambos elementos se analizan con el propósito de conocer cómo se materializan las propuestas en términos de intervención en áreas urbanas en cada una de las regiones. Para lograr este objetivo, se ha elaborado una herramienta de análisis que se detalla a continuación.

1. La comparación entre instrumentos de política pública[Subir]

En el marco de este trabajo, el análisis se centra en la comparación entre políticas[2] (‍Cejudo y Michel, 2016), más concretamente entre instrumentos de política pública. Para ello, se parte de la literatura sobre coherencia entre políticas públicas. Si bien este tipo de análisis trata de hacer énfasis en las similitudes o sinergias entre las políticas, el objetivo en este caso no es solamente resaltar las similitudes, sino también las diferencias entre los instrumentos de política pública objeto de análisis.

Tal y como señala Velasco (‍2007), podemos entender los instrumentos como categorías ideales que agrupan iniciativas desiguales que son utilizadas de manera combinada por los responsables de las políticas. Cada instrumento responde a una naturaleza, objetivos y carácter propio, y es su uso alternativo o simultáneo lo que permite conocer estrategias concretas de las políticas (‍Velasco, 2004). Junto con esta definición, Velasco (ibid.) identifica un tipo de instrumentos, a los que denomina programáticos, entre los que destacan los planes. Un plan es un instrumento político básico que guía la acción pública en un periodo de tiempo, generalmente acotado, ya que, por su carácter programático, contiene el referente básico y las ideas dominantes sobre el asunto concreto que permitirán orientar cualquier actividad que se desarrolle durante su vigencia. Es decir, diseña las estrategias generales que orientan la política considerando el conjunto del problema.

En el marco de este trabajo, las agendas se consideran instrumentos programáticos de política pública, puesto que responden de manera suficiente a la definición de instrumentos de carácter programático de Velasco (‍2007): se enmarcan en un periodo de tiempo y constituyen un conjunto de ideas básicas sobre un asunto concreto que permitirán orientar la acción política durante un periodo de tiempo establecido.

2. Marco de referencia para las agendas urbanas: regulación, financiación y conocimiento[Subir]

Este artículo tiene como primer propósito conocer la medida en que las agendas urbanas comparten un marco de referencia común. De forma concreta, el trabajo se centra en el análisis de tres principios básicos (tabla 1): la regulación, la financiación y el conocimiento. Dichos principios se ponen de manifiesto de forma clara en la literatura en relación con las políticas urbanas en los últimos años (‍Comisión Europea, 2016, ‍2017; ‍González Medina et al., 2016; ‍ONU-Hábitat, 2014).

Tabla 1.

Marco de referencia para las agendas: principales dimensiones de análisis

Dimensiones de análisis Elementos para constatar en las agendas
1. Regulación Normativa y diseño institucional
Capacidad institucional y poder local
Modelo de gestión
2. Financiación Previsión de fuentes de financiación
Acceso por parte de las ciudades
3. Conocimiento Generación
Intercambio

Respecto a la regulación, la comunicación de la Comisión al Parlamento al Consejo Europeo (‍Comisión Europea, 2015) recoge el principio de legislar mejor. Esto significa elaborar políticas y normativas más transparentes, basadas en evidencias y con el respaldo de las opiniones de la ciudadanía y las partes interesadas. Ahora bien, dichos principios han de recogerse en normativas y diseños institucionales que no vayan más allá de lo necesario, con cargas reglamentarias mínimas para empresas, ciudadanía y administración pública.

Por su parte, en el contexto de ALC, el principio de mejor regulación se materializa, tal como señala Winchester (‍2006), a partir de la existencia de ciertas condiciones o factores que sistemáticamente impactan en el desarrollo e implementación de estas políticas. Entre ellas, la autora destaca que los Gobiernos subnacionales carecen de responsabilidades claramente definidas. En este sentido, señala que se deben fortalecer las funciones del Gobierno central relativas al establecimiento de normas de desempeño, realización de evaluaciones y garantía de transparencia en los Gobiernos subnacionales. En esta línea, Carrizosa (‍2020) señala la descentralización como un asunto pendiente en la región. Si bien se ha producido un incremento de responsabilidades en asuntos urbanos por parte de los Gobiernos locales, su capacidad institucional no se ha visto fortalecida en la misma medida. En definitiva, mayor descentralización no implica necesariamente aumento de la capacidad fiscal, democrática o de eficacia para la implementación de políticas.

El presente trabajo trata de constatar, en primer lugar, la presencia de un principio de parsimonia, o búsqueda de modelos más sencillos, tanto en la normativa como en el diseño institucional. En segundo lugar, la importancia de generar un modelo de administración más eficaz y eficiente. Y, en tercer lugar, observar en qué medida el modelo normativo, institucional y de gestión se orienta hacia la dotación de una mayor capacidad institucional y de decisión a los actores locales.

Respecto al principio relacionado con la financiación, unido a lo señalado en la regulación, se persigue la creación de instrumentos financieros que funcionen mejor y cuya utilización sea más fácil para las ciudades. Tal como señala Cohen (‍2016) para la NAU, las recomendaciones que se recojan en la misma deben acompañarse de recursos financieros que realmente garanticen el cumplimiento de los compromisos por parte de los Gobiernos nacionales y locales. Teniendo en cuenta lo anterior, una reforma significativa de las finanzas urbanas debe ser un objetivo a largo plazo, que incluya el uso y valor del suelo, así como fortalezca los ingresos y garantice el acceso a los mercados nacionales e internacionales.

En una lógica similar, en el ámbito de la UE se plantea la simplificación en la utilización de los fondos y la creación de mayores posibilidades de combinarlos (‍Comisión Europea, 2017). Respecto a ALC, Winchester (‍2006) señala la escasez de mecanismos de financiación que fortalecen un modelo de desarrollo sostenible. La principal debilidad es que los actores gubernamentales están limitados en su acceso a fuentes adecuadas de financiación que garanticen un adecuado desempeño. Por otra parte, tanto en la teoría como en la práctica, las inequidades territoriales en materia de generación de ingresos son comunes en la región. También es necesario que el Gobierno central adopte iniciativas de redistribución para equilibrar la capacidad presupuestaria básica para la inversión en aspectos sociales y urbanos.

Para comprobar la existencia de estos elementos, sería necesario constatar evidencias en los documentos de política pública como la previsión de fuentes de financiación asociadas a la implementación de políticas destinadas a las ciudades y el acceso a las mismas por parte de las ciudades.

Respecto al conocimiento, Caprotti et. al. (‍2017) señalan las implicaciones políticas, ideológicas y de desarrollo que tienen como consecuencia incrementar el foco en las ciudades como «entidad medible», reducible a datos y controlable a través de las nuevas tecnologías. Una manifestación de esta tendencia es la creciente importancia que se concede a las políticas basadas en las evidencias (evidence-based policies).

Para el contexto europeo, Atkinson (‍2001) señala que la realidad de las ciudades puede variar mucho, tanto en relación con las responsabilidades de las autoridades locales, como de sus estructuras administrativas. Ahora bien, con independencia de estas diferencias, el principio asociado al conocimiento supone crear y promover el intercambio de información comparable entre ellas (‍Comisión Europea, 2017). En consecuencia, si bien ha habido un intento de producir conocimiento sobre las ciudades, esto toma una nueva dimensión, en tanto que se trata de definir el desarrollo urbano sostenible de forma estandarizada, a través de un modo técnico y sistemático (‍Joss, 2015), que permita la comparación entre diferentes territorios.

En consecuencia, la constatación de la existencia del principio relacionado con el conocimiento de las ciudades pasaría por cotejar en los documentos de política pública evidencias relacionadas con la generación de conocimiento sobre las ciudades; así como sobre el intercambio de dicho conocimiento.

3. Contenido de las agendas urbanas: integrado, estratégico, territorializado y participativo[Subir]

Tal y como se pone de manifiesto en la literatura, las políticas urbanas en los últimos años se han caracterizado por ser actuaciones que se orientan hacia el logro de un cierto grado de integralidad. Su diagnóstico parte del reconocimiento del carácter multidimensional de las ciudades, de las problemáticas y de los retos que han de enfrentar. En consecuencia, el diseño de las políticas asume la necesidad de intervenir en estos problemas y retos a partir de planteamientos holísticos. Junto a ello, son políticas articuladas sobre la base de principios de gobernanza, entendida esta como la articulación de redes conformadas por diversos actores (‍Blanco y Gomá, 2006). A ello se une la necesidad de conectar las actuaciones ancladas en el territorio con otras de ámbito mayor, ya sea a nivel local, regional, nacional o internacional.

Se puede decir que el modelo de intervención que caracteriza a las iniciativas que se acometen en las ciudades se conformaría a partir de los elementos fundamentales (‍Huete et al., 2016) presentados en la tabla 2:

Tabla 2.

Contenido de las agendas: principales dimensiones de análisis

Contenido de las agendas Elementos a constatar en las agendas
1. Integrado Contenido en términos de áreas de política pública (desarrollo económico; bienestar social; elementos físicos de la ciudad; medio ambiente)
2. Estratégico Planteamiento de la estrategia en coherencia con agendas de mayor alcance al objeto de que sean coherentes y contribuyan a objetivos de mayor alcance
3. Territorializado Búsqueda de la adaptación del contenido de la agenda a la realidad del territorio para el que se diseña
4. Participativo Búsqueda de la participación de los actores implicados tanto en el diseño como en la implementación de la agenda urbana

Hasta la década de los setenta primaba el convencimiento de que la solución a todos los problemas urbanos llegaría de la mano de la intervención física (hard issues) en el territorio (‍Cochrane, 2007). Sin embargo, a partir de ese momento los retos sociales (softer issues) se transforman en una cuestión urbana[3]. Atkinson (‍2001) señala que las ciudades europeas presentan procesos de exclusión social y segregación, conformando áreas urbanas de gran degradación, aisladas además del resto de la ciudad y de la sociedad en su conjunto.

Este planteamiento requiere de un enfoque de carácter integrado centrado en el territorio, pero desde una perspectiva intersectorial[4]. En esta línea, la Agenda 2030 establece como principal objetivo «no dejar a nadie atrás», indicando que las ciudades serán un espacio clave para lograr este objetivo, integrando los retos sociales, económicos y medioambientales a la vez (‍McGranahan et al., 2016).

En definitiva, tal como señalan Da Silva et al. (‍2012), las áreas urbanas son entendidas como una serie de sistemas compuestos, más que como un conjunto de partes separadas. Considerar todos ellos requiere adoptar un enfoque holístico (o integrado), en el que las ciudades se entiendan como sistemas de vida complejos. La evidencia a constatar aquí es la inclusión en las agendas de objetivos y asuntos relacionados con áreas de política pública diversas (medio ambiente, economía, bienestar social, elementos físicos, etc.).

En cuanto al contenido estratégico, esta característica asume que el planteamiento de una incitativa urbana debe considerar su posible conexión con las iniciativas implementadas en otros ámbitos (niveles de gobierno). Cohen (‍2016) señala que las propuestas señaladas en Hábitat III tendrán un efecto limitado si los Gobiernos nacionales no reconocen la importancia de la agenda urbana como parte del desarrollo macroeconómico, el cuidado del medio ambiente, la promoción de la justicia social y la democracia. En este sentido, el compromiso de la NAU debería conectarse, dentro de las políticas nacionales, con las prioridades reales de las ciudades y sus áreas metropolitanas. En esta misma línea, el documento preparatorio de la NAU elaborado por el Foro de Ministros y Autoridades Máximas de la Vivienda y el Urbanismo de América Latina y el Caribe (MINURVI) (2016), señala que la NAU no puede ser establecida sin repensar las relaciones, interacciones, sinergias y complementariedades de las ciudades con los territorios adyacentes. Estas iniciativas no deberían estar centradas solamente en ciudades, sino más bien en los sistemas territoriales o redes de ciudades integrando a sus áreas rurales. Es también clave la introducción de un marco bien articulado para la relación entre los gobiernos nacionales y locales.

Por su parte, en el ámbito europeo, González Medina (‍2013) señala la existencia de una interacción implícita en las políticas urbanas a escala multinivel, pues afirma que la política comunitaria se ha ido consolidando a pesar de la ausencia de competencias de la Unión Europea en esta materia, ya que las cuestiones urbanas son competencia formal de las autoridades nacionales, regionales y locales. Sin embargo, el carácter estratégico de las ciudades para el conjunto de la UE (‍Comisión Europea, 2009, ‍2011) ha hecho necesario su tratamiento en perspectiva comunitaria y su desarrollo de facto.

Respecto al contenido territorializado, dicha característica se puede entender como la adopción de un enfoque espacial explícito en las políticas[5], lo que permite entender de forma completa los efectos de los cambios que se producen en ellas, así como ayudar a organizar las respuestas en los diferentes niveles de gobierno (‍Atkinson, 2001). En este sentido, el documento preparatorio de la NAU elaborado por el Foro de Ministros y Autoridades Máximas de la Vivienda y el Urbanismo de América Latina y el Caribe (MINURVI) (2016), señala que la ciudad conectada a su territorio puede actuar como un mecanismo de redistribución e integración, regulando el uso y acceso a recursos escasos, gestionando las externalidades positivas y negativas y promoviendo igualdad para todos los sectores de la sociedad.

Esta forma de mirar a la ciudad atiende en definitiva a una dimensión estratégica y de gobernanza multinivel puesto que, tal y como señalan Barnett y Parnell (‍2016), existe actualmente un consenso sobre la importancia, quizá incluso la centralidad, de los procesos urbanos para asegurar la sostenibilidad en materias como el cambio climático, el desarrollo económico, la erradicación de la pobreza, la salud pública o la seguridad alimentaria.

Finalmente, respecto a la dimensión participativa, es esta una característica ineludible, teniendo en cuenta los principios en los que se basan las políticas urbanas en la actualidad. Howlett y Rayner (‍2017) señalan que, en relación con los nuevos retos planteados a las Administraciones desde la década de los noventa, ha sido necesario crear nuevos diseños institucionales orientados a concebir «estrategias integradas», las cuales, junto con la dimensión sustantiva relacionada con los objetivos que lograr, los Gobiernos tratan de reconstruir en espacios de política en los que se combinen objetivos coherentes con instrumentos de política robustos, que se fortalezcan mutuamente para el éxito de las políticas. Ello pasaría, entre otras cosas, por integrar las iniciativas políticas existentes en una misma estrategia y coordinar las acciones de diferentes agencias y actores. En consonancia con ello y dado el carácter multidimensional de las agendas, es de suponer la necesidad de establecer alianzas con otros actores para la consecución de los objetivos asumidos.

En este sentido, el análisis de las agendas urbanas ha de constatar en su redacción la búsqueda de la participación de los actores implicados, tanto en su diseño como en su implementación y evaluación. En el marco de este trabajo, se trata de constatar la existencia de modelos de gobernanza más o menos plurales (‍Dahl, 1961), las características de la red que se conforma a partir de la naturaleza de los actores (públicos vs. privados) (‍Marsh y Rhodes, 1992; ‍Rhodes, 2007; ‍Pierre, 1999, ‍2011), así como el modelo de interacción que se establece entre ellos. Más concretamente, se trataría de delimitar los espacios de colaboración, para conocer en qué medida los diferentes actores tienen mayor o menor capacidad de decisión en el diseño, implementación y/o evaluación de la agenda[6].

En resumen, el propósito consiste en configurar un cierto conocimiento en relación con el sistema de gobernanza a partir del cual se materializan las agendas urbanas en relación con a) el número de actores que se implican en el conjunto de la agenda (diversidad de la red); b) su carácter (naturaleza de la red), y c) la capacidad de decisión sobre la política que se atribuye a cada uno de los actores en relación con cada una de las fases de la política pública (coprovisión vs. coproducción).

III. INFORMACIÓN Y MÉTODO DE ANÁLISIS[Subir]

1. Fuentes de información utilizadas[Subir]

Para cumplir con los objetivos mencionados se han tomado como referencia diferentes documentos de política pública. Por una parte, los que conforman el marco general de políticas en el que se encuadran las agendas y que permiten analizar los principios relativos a regulación, financiación y conocimiento recogidos en el marco analítico. En segundo lugar, se analizan los propios documentos que recogen las agendas y que permiten analizar su contenido en términos de integralidad, territorialización, enfoque estratégico y participación.

Es importante señalar que no existe un documento que recoja como tal una agenda urbana para ALC. Ahora bien, sí existen documentos preparatorios o de implementación respecto a una agenda urbana para la región. Por una parte, respecto a los documentos preparatorios, en el año 2016 el Foro de Ministros y Autoridades Máximas de la Vivienda y el Urbanismo de América Latina y El Caribe (MINURVI) desarrolló el documento América Latina y El Caribe. Desafíos, dilemas y compromisos de una agenda urbana común. Dicho documento tiene como propósito establecer un marco común de diálogo acerca de una Nueva Agenda Urbana para ALC, así como generar acuerdos sobre los principios que guiarán esta agenda. Por otra parte, respecto a los documentos de implementación, en el ámbito de ALC se elaboró el Plan de Acción Regional (PAR) para la Implementación de la Nueva Agenda Urbana en América Latina y el Caribe.

Tabla 3.

Fuentes de información utilizadas: documentos de referencia

América Latina y El Caribe Unión Europea
Marco de referencia para las agendas — Declaración de Vancouver (1976)
— Declaración de Estambul (1996)
— Declaración sobre las ciudades y otros asentamientos humanos en el nuevo milenio (2001)
— Progresos logrados hasta la fecha en la aplicación del documento final de la segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos (Hábitat II) y determinación de los problemas nuevos y emergentes del desarrollo urbano sostenible (2014)
— Agenda de Acción de Addis Abeba (2015)
— América Latina y el Caribe: desafíos, dilemas y compromisos de una agenda urbana común (MINURVI) (2016)
— Rotterdam Urban Acquis (2004)
— Bristol Accord (2005)
— Carta de Leipzig (2007)
— Declaración de Marsella (2008)
— Declaración de Toledo (2010)
— Declaración de Riga (2015)
Contenido de las agendas Nueva Agenda Urbana (2016) Pacto de Ámsterdam (2016)

Sin embargo, para el caso de la Unión Europea sí existe un documento explícitamente destinado a la generación de una Agenda Urbana para la Unión Europea, el denominado Pacto de Ámsterdam. Dicho documento se materializa en diversos documentos de política pública, los denominados Planes de Acción. Por ello, para el territorio europeo el documento de referencia es el Pacto de Ámsterdam, a partir del cual se conforma la Agenda Urbana para la Unión Europea, mientras que para ALC se tomará como referencia la Nueva Agenda Urbana.

2. Metodología[Subir]

La metodología seguida para examinar los documentos indicados ha sido el análisis de contenido. Tal como señala Berelson (‍1952), esta técnica de análisis permite describir el contenido manifiesto de la comunicación, basado en la objetividad (reglas explícitas) y la sistematización (aplicable a todas las unidades de análisis). Para llevar a cabo el análisis, se seleccionaron una serie de unidades de registro o segmentos específicos dentro de los documentos seleccionados, que constituyen el material empírico analizado. El análisis de contenido realizado ha sido de carácter temático. Por lo tanto, ha estado orientado a analizar la presencia de términos o conceptos, independientemente de las relaciones que surjan entre ellos. Posteriormente, se creó una herramienta de codificación que permitiera la comparación entre agendas. Siguiendo a Bardin (‍1993), se consideraron tres reglas para generar el sistema de codificación: la presencia o ausencia de los elementos, la frecuencia, y la orientación o sentido del asunto adoptado en el texto. La herramienta tiene un doble propósito: primero, medir la importancia dada a diferentes problemas (temas) en cada agenda, y segundo, evaluar las similitudes o diferencias entre las diferentes agendas.

Para ello, el sistema de codificación ha tratado, en primer lugar, de evaluar cada asunto contenido en las agendas sobre la base de los siguientes criterios: muy presente (3); bastante presente (2), y escasamente presente (1).

Tabla 4.

Sistema de codificación basado en la presencia

Grado de importancia Descripción Valor
Muy presente El tema se recoge explícitamente en la agenda y es central 3
Bastante presente Se hace una referencia explícita, pero en términos generales 2
Escasamente presente Escasamente presente o ni siquiera aparece 1

Tras analizar la presencia de cada tema dentro de cada agenda, se utilizó una herramienta de codificación adicional para evaluar la orientación. En este estudio, la orientación se entiende como las propuestas específicas sobre un tema determinado que se presentan en cada agenda. El objetivo de este análisis fue determinar el nivel de similitud entre los temas. Según se muestra en la tabla 5, se considera un nivel alto (3) de similitud cuando las aproximaciones a un tema van en la misma dirección, tanto en términos de presencia como de las propuestas específicas para abordarlo. Se considera un nivel intermedio (2) cuando la importancia es similar, pero cada agenda presenta estrategias diferentes para abordarlo. Por último, se considera un bajo nivel (1) de similitud cuando las agendas divergen en cuanto al peso del tema y a la materialización de las posibles acciones a tomar.

Tabla 5.

Sistema de codificación basado en la orientación

Gado de similitud Descripción Valor
Alta Similitud entre las agendas analizadas
(tanto en términos de presencia como de materialización)
3
Media Similitud en términos de presencia, aunque con posibles discrepancias en cuanto a materialización 2
Baja Divergencia en términos de presencia y materialización 1

IV. PRINCIPALES RESULTADOS: COMPARACIÓN ENTRE AGENDAS URBANAS CON IMPACTO EN ALC Y EUROPA[Subir]

El análisis de las dos agendas atiende al marco general y su contenido. La primera parte del análisis se destina a analizar la medida en que las agendas reflejan los principios relacionados con la regulación, la financiación y el conocimiento. La segunda parte se centra en el análisis del contenido de las agendas. El propósito en el análisis de ambas dimensiones es identificar las similitudes y diferencias entre ambos instrumentos de política pública.

1. Marco general de referencia: regulación, financiación y conocimiento[Subir]

El principio de regulación se materializa en la propuesta de análisis en la búsqueda de evidencias sobre la existencia de un principio de parsimonia[7], tanto desde el punto de vista de la regulación como respecto a las estructuras institucionales. Junto a ello, se buscan evidencias en relación con una orientación al fortalecimiento de la capacidad institucional de los actores locales y a modelos de gestión transparentes, eficaces y eficientes. Respecto a la financiación, se trata de indagar sobre la previsión de estructuras financieras específicas para las áreas urbanas, así como el acceso a las mismas por parte de los actores locales. Finalmente, se analiza la presencia de los principios y lógicas relacionadas con el conocimiento que se genera, disemina y comparte. La tabla 6 muestra los resultados principales del análisis de los documentos de política pública objeto de estudio.

Tabla 6.

Marco de referencia de las agendas: principales resultados

Dimensiones NAU-América Latina y El Caribe AUUE-Unión Europea
Regulación Normativa y diseño institucional Principio de parsimonia No existen referencias explícitas Marcos legales existentes y adaptados al territorio. Estructuras de gobierno existentes
Capacidad institucional y poder local Fortalecimiento de la capacidad institucional y del poder local Referencias concretas al fortalecimiento de la capacidad institucional de las autoridades locales y otros actores locales Referencias concretas al fortalecimiento de la capacidad institucional de las autoridades locales
Modelo de gestión Instrumentos de gestión transparentes, eficaces y eficientes Referencias concretas a planteamientos y metodologías de gestión pública Referencias concretas a objetivos, criterios, métodos e instrumentos de gestión
Financiación Previsión de fuentes de financiación Flexibilidad de mecanismos e instrumentos financieros Flexibilidad de instrumentos financieros
Integración en un paquete de políticas más amplio
Acceso a por parte de las ciudades Basada en los ingresos que se generan en el municipio (autonomía fiscal) Basada en el acceso a fuentes externas
(acceso a fuentes externas)
Conocimiento Generación Acento en la generación de conocimiento Acento en la sistematización y en la diversidad de asuntos, adoptando un enfoque integrado
Intercambio Bajo desarrollo en herramientas/instrumentos concretos Alto desarrollo herramientas e instrumentos entre los Estados miembros

En primer lugar, respecto al principio relacionado con la regulación, en el entorno europeo se destaca la necesidad de simplificar las normativas y estructuras institucionales, cuestión a la que se hace referencia explícitamente[8]. Sin embargo, los documentos que conforman el marco general sobre el que se diseña la NAU no plantean con especial énfasis la necesidad de simplificar la regulación y el diseño institucional.

En relación a la capacidad institucional de los actores locales, tanto los documentos de la UE como los generados en el entorno de Naciones Unidas abogan por el fortalecimiento de la capacidad institucional de los actores locales, aunque en el caso de Naciones Unidas la definición de actor local es más amplia que en la UE. Mientras que los documentos de las Naciones Unidas otorgan mayor peso a las partes interesadas involucradas en las políticas de las ciudades[9], los documentos de la UE se centran en el fortalecimiento de la capacidad de las autoridades locales[10].

En cuanto a la gestión de políticas, una narrativa política común es la necesidad de una gestión más transparente, eficaz y eficiente de los documentos consultados. Si bien la gestión de políticas se establece como un principio en los documentos previos a la NAU[11], existe en el ámbito europeo un mayor desarrollo en los planteamientos, tanto respecto a objetivos, criterios, métodos o instrumentos de gestión.

Respecto a la financiación, los documentos que conforman el marco general de ambas agendas proponen modelos basados en la flexibilidad de los instrumentos financieros existentes[12], así como mejorar la capacidad fiscal de las ciudades, bien dotándolas de mayor autonomía fiscal (en el ámbito de ALC)[13], bien adoptando fuentes externas de financiación (entorno europeo)[14].

En cuanto a la generación de conocimiento en Naciones Unidas, la atención se enfoca en la producción de información[15], mientras que su sistematización adopta un menor desarrollo[16]. Por su parte, en el ámbito de la UE la importancia se sitúa en la generación conocimiento sobre las ciudades, aunque con especial énfasis en abordar todas las dimensiones de las mismas, es decir, la producción de la información sobre las ciudades adoptando un enfoque integrado. Junto a ello, en el ámbito europeo el principio asociado a la generación de conocimiento se plasma en la búsqueda de una agenda común de investigación, la obtención de conocimiento comparable y su intercambio entre territorios[17]. Se puede decir que es en Europa donde existe un mayor desarrollo en la obtención de información comparable y el intercambio de datos entre los países. En resumen, mientras que Naciones Unidas tiene como objetivo principal generar información sobre las ciudades, la Unión Europea va más allá, generando mecanismos de carácter formal que permiten la sistematización, la armonización y el intercambio de información entre los Estados miembros.

2. Contenido de las agendas urbanas: enfoque integrado, estratégico, territorializado y participativo[Subir]

Las dos agendas urbanas analizadas persiguen integrar varias áreas de política pública, incluyendo diferentes campos como el bienestar social, el desarrollo económico y el medio ambiente. Sin embargo, encontramos diferencias tanto en la definición de estas como en su forma de integración. Mientras que en el caso de la NAU existe una clara orientación hacia la equidad y la inclusión como elemento general a partir del cual se estructuran en el resto de las áreas (economía urbana, planificación, medio ambiente), en el caso de la UE se produce una mayor orientación hacia asuntos relacionados con el medio ambiente, así como el desarrollo económico. Esta priorización de asuntos muestra que, a pesar de tener un enfoque integrado, ambas agendas modulan sus contenidos en materia de política pública a la naturaleza de los problemas derivados de sus procesos de urbanización. La pobreza urbana, como asunto prioritario en regiones como ALC, frente al medio ambiente o el desarrollo económico en el ámbito de la UE.

Tabla 7.

Contenido de las agendas: principales resultados

Tipo de contenido NAU-América Latina y El Caribe AUUE-Unión Europea
Holístico Desarrollo económico Prosperidad urbana sostenible e inclusiva y oportunidades para todos Economía circular
Trabajo y economía local
Bienestar social Desarrollo urbano sostenible en pro de la inclusión social y la erradicación de la pobreza Inclusión de migrantes y refugiados
Pobreza urbana
Elementos físicos de la ciudad Planificación urbana (patrimonio, innovación, seguridad vial, eficiencia energética) asociada a un principio de equidad social y erradicación de la pobreza Uso sostenible del territorio
Movilidad urbana
Vivienda
Medio ambiente Desarrollo urbano resiliente y ambientalmente sostenible Adaptación climática
Transición energética
Calidad del aire
Otros ejes Contratación pública y transición digital
Estratégico Alineación a través de la coordinación entre y con niveles inferiores de gobierno Coordinación hacia niveles superiores de gobierno (Hábitat III)
Territorializado Muy presente Definido de manera general

Por su parte, ambas agendas adoptan un enfoque estratégico, pues en ellas se señala la importancia de alinearse con otros niveles de gobierno. Ya sea con una orientación hacia abajo (NAU), buscando la coordinación y alineación con niveles inferiores de gobierno, o hacia arriba (UE), tratando de lograr una alineación con la NAU.

Por otra parte, ambas agendas buscan también una modulación de sus contenidos a las características del territorio donde se implementan[18]. Ahora bien, su grado de definición es diverso: mientras que la NAU dota de gran importancia a la necesidad de territorializar las actuaciones, este principio se materializa de forma difusa en el territorio europeo.

En relación con la dimensión participativa, las agendas urbanas parten de una amplia participación de los actores públicos, tanto en su elaboración como en su desarrollo e implementación.

La densidad de actores implicados en el desarrollo de las tres agendas da cuenta también de la relevancia de los contextos institucionales. Como es lógico, dado su alcance global, la NAU es la que aglutina una mayor pluralidad de actores y la que mayor equilibrio entre actores públicos y privados muestra, aunque ambas se caractericen por un peso mayor del ámbito público frente al privado. Por su parte, la agenda de la UE incluye a los stakeholders sectoriales y territoriales, donde se concentran tanto redes de ciudades como grupos de interés privados, además de los actores públicos (ciudades, Estados miembros y la propia Comisión Europea).

Tabla 8.

Enfoque participativo: principales resultados

Modelo de gobernanza (participación) NAU-América Latina y El Caribe AUUE-Unión Europea
Densidad Estados Miembros; organizaciones intergubernamentales; ONU-Hábitat y otros organismos, agrupaciones de la Asamblea General y fondos de las Naciones Unidas; expertos de las unidades políticas; gobiernos subnacionales y locales y principales redes de gobiernos locales y regionales; organizaciones y redes Ciudades; Estados miembros; comisiones dentro de la UE; stakeholders (redes temáticas y redes de ciudades)
Naturaleza Ámbito público y privado. Mayor presencia del público
Modelo de interacción Diseño Expertos y partes interesadas Actores implicados en los diferentes Partenariados
Implementación Se reduce la capacidad de decisión de los gobiernos locales a espacios concretos Es por sistema delegada a algunos de ellos (Estados y ciudades) y la financiación: UE
Evaluación Corresponde principalmente a los gobiernos nacionales No se hace referencia explícita al papel de los actores en la evaluación

En relación al desarrollo e implementación de la agenda, los diferentes actores incluidos juegan un papel distinto en las diferentes fases. Es interesante contrastar hasta qué punto se incluye a los actores locales y cuál es el papel para las autoridades locales en el proceso. Analizando el policy process podemos ver que, si bien existe una gran apertura en el proceso de consulta (que no de diseño material de las agendas donde tienen una presencia importante los expertos), a medida que se avanza en el ciclo de las políticas puede observarse una menor participación de los actores de la sociedad civil, centrándose fundamentalmente en el ámbito público (Estados miembros y Gobiernos locales). A su vez, pese a ser el ámbito territorial al que se orientan las agendas de las ciudades, el papel de los Gobiernos locales se circunscribe a la fase de implementación. Una vez creado el marco de política pública general, serán los Gobiernos de las ciudades quienes los desarrollen a través de sus respectivos planes de acción. La imagen 1 recoge los actores clave en cada fase de la política pública.

Imagen 1.

Fases de la política pública: actores clave en cada fase

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IV. CONSIDERACIONES FINALES[Subir]

Este trabajo ha tenido como objetivo realizar una comparación entre agendas urbanas desarrolladas desde diferentes ámbitos territoriales (América Latina y Europa). Para ello, se ha diseñado un marco analítico destinado a conocer, en primer lugar, los principios a partir de los cuales se han materializado cada una de las agendas urbanas analizadas. Posteriormente, se ha tratado de conocer el contenido de las mismas. Ambas dimensiones (principios y contenido), se han operacionalizado y analizado con el propósito de comparar ambos instrumentos de política pública.

Así, a lo largo de estas páginas se ha mostrado que los principios relacionados con la regulación, la financiación y el conocimiento sobre las ciudades se recogen en los documentos que conforman el marco general sobre el que se sustentan ambas agendas. Sin embargo, la presencia de dichos principios no se muestra con la misma intensidad (entendida como la importancia que se asigna a ese principio) ni similar naturaleza (orientación concreta o materialización) en cada una de ellas. Se ha puesto de manifiesto un mayor grado de concreción en la AUUE, con propuestas adaptadas a la naturaleza de las áreas urbanas de la región.

Del análisis de los documentos de políticas en los que se construye el marco general en el que se diseñan las agendas, se han encontrado similitudes en los planteamientos relacionados con la gestión de las políticas y, de forma concreta, con la búsqueda de modelos de gestión transparentes, eficaces y eficientes, si bien en el ámbito europeo se detallan en mayor medida los objetivos, criterios, métodos e instrumentos de gestión. Del análisis de la información contenida en los documentos analizados se ha puesto de manifiesto también que, a pesar de tratarse de niveles de gobierno sin competencias formales en este asunto, tanto en el contexto de Naciones Unidas como en el de la UE se hace énfasis en la dotación de mayor capacidad institucional y poder a las autoridades locales.

Es en la dimensión relativa a la regulación donde se han identificado ciertas diferencias respecto a la manera en que se promueven normativas y estructuras institucionales más sencillas, lo que en el marco del artículo se ha denominado un principio de parsimonia en las regulaciones y diseño institucional, otorgándose mayor importancia en el ámbito europeo.

Ello mismo se produce en relación con el contenido. Podría afirmarse que ambas responden a un modelo común de intervención en las áreas urbanas, que sin duda se manifiesta en una serie de características comunes (integrado, estratégico, territorializado y participativo), pero de nuevo tanto la importancia que se concede a cada una de las características como su desarrollo concreto, difiere en cada una de las agendas. De forma concreta, en relación con la territorialización de las actuaciones, es especialmente reseñable la coincidencia en la importancia otorgada a este aspecto, así como la forma de entender su carácter estratégico, pues en todas ellas se señala la vocación de alinearse con otros niveles de gobierno, ya sea hacia abajo (NAU) o hacia arriba (UE). Ahora bien, se da una orientación diferente en las áreas de política sobre las que pivota cada una de las agendas. Mientras que en el caso de la NAU existe una clara orientación hacia la equidad y la inclusión como elemento general a partir del cual se estructuran en el resto de las áreas (economía urbana, planificación, medio ambiente), en el caso de la UE se produce una mayor orientación hacia asuntos relacionados con el medio ambiente, así como el desarrollo económico. Esta priorización de asuntos muestra que, a pesar de tener un enfoque integrado, ambas agendas modulan sus contenidos en materia de política pública a la naturaleza de los problemas derivados de sus procesos de urbanización. La pobreza urbana, como asunto prioritario en regiones como ALC, frente al medio ambiente o el desarrollo económico en el ámbito de la UE.

Finalmente, respecto al modelo de gobernanza plasmado en las agendas, en todas ellas se plantea la necesidad de llevar a cabo las actuaciones contempladas a partir de coaliciones con actores. Ahora bien, la mayor similitud se muestra en la naturaleza de la red que se genera, y que es en su mayor parte de carácter público, tanto en su presencia como en su papel en la política, asociado más a la toma de decisiones sobre el diseño de las actuaciones frente a los actores ubicados en el exterior de la administración, a quienes se asignan funciones asociadas a la producción de la política. Es importante destacar respecto a esto que la existencia de una agenda urbana para la región, como es el caso de la UE, permite una mayor delimitación del modelo de gobernanza, lo que posibilita conocer con mayor detalle cómo se conforma. La tabla 9 muestra de manera sintética la información de los principales hallazgos respecto a la comparación entre las agendas.

Por todo ello, es necesario llamar la atención sobre el hecho de que la AUUE tiene una mayor capacidad de modular su contenido, tratando de adaptarse a las necesidades de la región a la que se orienta. Mientras que para el caso de ALC los contenidos de la NAU son útiles para orientar la acción de los gobiernos locales, pero quizá demasiado genéricos para ser utilizados como un marco de política pública realmente útil para la región. Este aspecto se pone especialmente de manifiesto en la delimitación de la red de gobernanza y en la capacidad real que los actores de la región hayan tenido para incluir asuntos clave en la región en un documento de política a escala global como es la NAU. Con respecto a esto, será necesario analizar los diferentes planes de implementación en los que se desarrolle cada agenda, el Plan de Acción para América Latina y el Caribe y los Planes de Acción para la UE, al objeto de poder conocer la medida en que los principios recogidos en ellas se concretan en las ciudades en los próximos años.

En definitiva, el reto para el futuro será conocer la medida en que las agendas pasen del ámbito de lo normativo, en el que podemos afirmar que se encuentran actualmente, al ámbito de lo positivo. En ese momento se podrá conocer no solamente el alcance real de las agendas urbanas, sino también su capacidad de respuesta real a los retos que enfrentan las áreas urbanas en cada región.

Tabla 9.

Análisis comparado: marco general y contenido

Dimensiones y subdimensiones NAU- América Latina y El Caribe AUUE - Unión Europea Grado de similitud
MARCO GENERAL Regulación, organización y gestión de las políticas Normativa Principio de parsimonia -- ++ Bajo
Diseño institucional Principio de parsimonia -- ++ Bajo
Fortalecimiento de la capacidad institucional y el poder local ++ +- Medio
Gestión de políticas Instrumentos de gestión transparentes, eficaces y eficientes ++ ++ Alto
Financiación Previsión de fuentes de financiación +- ++ Medio
Acceso a por parte de las ciudades +- ++ Medio
Conocimiento Generación +- ++ Medio
Intercambio +- ++ Medio
CONTENIDO Holístico +- ++ Medio
Estratégico ++ ++ Alto
Territorializado ++ +- Medio
Modelo de gobernanza Densidad ++ +- Bajo
Naturaleza +- +- Alto
Interacción ++ +- Medio

NOTAS[Subir]

[1]

En relación con ambas dimensiones, Howlett y Rayner (‍2017) hacen referencia a los elementos sustantivos como aquellos diseñados para tener un efecto en la producción y distribución de bienes y servicios a la sociedad, mientras que los elementos procedimentales son aquellos diseñados para tener un efecto en la implementación (policy processes).

[2]

Cejudo y Michel (‍2016), identifican tres niveles de análisis desde los cuales evaluar la coherencia en las políticas públicas: en políticas (coherencia interna), entre políticas y entre espacios de políticas.

[3]

Le Galès (‍2005) señala que este hecho se debe a dos procesos. Por una parte, el fenómeno de la nueva inmigración, que plantea a las ciudades nuevas estrategias de adaptación. Por otra parte, los efectos sociales derivados de la crisis económica generalizada. En relación con hard y soft(er) issues puede consultarse el trabajo de Groth y Corjin (‍2005).

[4]

A este respecto, puede consultarse el artículo de Jordan y Lenschow (‍2010) sobre la influencia de los principios del desarrollo sostenible de la década de los noventa como respuesta política o objetivos inconexos relacionados con el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente.

[5]

A este respecto, Atkinson (‍2001) analiza cómo la perspectiva europea del desarrollo territorial ha ido calando en la agenda urbana europea, dándole un sentido territorial a las políticas de las ciudades.

[6]

A este respecto, Parks y Oakerson (‍1989) hacen referencia a la coproducción, cuando los actores se implican estrictamente en la implementación de las políticas públicas, frente a la coprovisión, cuando además se implican en el diseño de las políticas y por tanto tienen una mayor capacidad de influencia en las mismas.

[7]

La parsimonia se refiere al equilibrio entre la capacidad explicativa y la simplicidad, maximizando la primera y procurando la simplicidad a través de un número reducido de proposiciones (‍Hernández Sampieri, 2003: 90-‍91).

[8]

La declaración de Riga recoge la necesidad de utilizar «los marcos y estructuras legales existentes, evitando la creación de legislación innecesaria y adaptándose siempre a las características del territorio específico» (‍2015:2).

[9]

La Declaración de Estambul (1996) indica: «Una estrategia favorable, el fomento de la capacidad y el desarrollo institucional deben tener como objetivo empoderar a todas las partes interesadas, en particular a las autoridades locales, el sector privado, el sector cooperativo, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones de base comunitaria. organizaciones, para que puedan desempeñar un papel eficaz en la planificación y gestión de viviendas y asentamientos humanos». Posteriormente, la «Declaración sobre las ciudades y otros asentamientos humanos en el nuevo milenio» (2001) establece que: «Acoge[mos] con beneplácito los esfuerzos realizados hasta ahora por muchos países en desarrollo para efectuar la descentralización en la gestión de las ciudades como medio para fortalecer la operación de las autoridades locales en la implementación de la Agenda Hábitat». Esta declaración también establece la necesidad de: «Resolver aún más empoderar a las autoridades locales, las organizaciones no gubernamentales y otros socios del Programa de Hábitat, dentro del marco legal y de acuerdo con las condiciones de cada país, para desempeñar un papel más eficaz en la provisión de vivienda y en el desarrollo sostenible de los asentamientos humanos. Esto se puede lograr a través de la descentralización efectiva, cuando corresponda, de responsabilidades, gestión de políticas, autoridad para la toma de decisiones y recursos suficientes, cuando sea posible, incluida la autoridad de recaudación de ingresos a las autoridades locales, a través de la participación y la democracia local, así como a través de la cooperación y las asociaciones internacionales». En la misma línea, el documento preparatorio de la NAU elaborado por el Foro de Ministros y Autoridades Máximas de la Vivienda y el Urbanismo de América Latina y el Caribe (MINURVI) (2016) señala la necesidad de fortalecer las capacidades de los Gobiernos locales, dotándolos no solo de recursos financieros, en lo posible autogenerados por las propias entidades subnacionales, sino también, de recursos humanos, capacidad técnica, institucional y margen de acción.

[10]

Este principio está presente en la mayoría de los documentos, pero es en el Acuerdo de Bristol donde toma más importancia con el concepto de habilidades de «creación de lugares», entendido como capacidad institucional y poder local como liderazgo territorial, participación comunitaria, trabajo en asociación, gestión de proyectos, gobernanza y aprendizaje interprofesional.

[11]

La «Declaración sobre las ciudades y otros asentamientos humanos en el nuevo milenio» (2001) estipula la necesidad de «resolver e intensificar los esfuerzos para garantizar una gobernanza transparente, responsable, justa, eficaz y eficiente de las ciudades y otros asentamientos humanos. […] Las ciudades necesitan enfoques y metodologías específicas para mejorar la gobernanza […]».

[12]

Reconocemos que el desarrollo urbano sostenible, guiado por las políticas y estrategias urbanas existentes, puede beneficiarse de los marcos de financiación integrados.

[13]

El apoyo a marcos e instrumentos de financiación eficaces, innovadores y sostenibles que fortalezcan las finanzas municipales y los sistemas fiscales locales para crear, mantener y compartir el valor generado por el desarrollo urbano sostenible de forma inclusiva.

[14]

La Declaración de Marsella 2008. Amplía el abanico de instrumentos destinados a prestar ayuda financiera a las inversiones urbanísticas, facilitando así el desarrollo de estrategias de financiación individuales, que pueden incluir tanto subvenciones como instrumentos como JESSICA.

[15]

La Declaración de Vancouver (1976) recoge que «Las instituciones de investigación y académicas deberán contribuir más plenamente a este esfuerzo (generar conocimiento), prestando mayor atención a los problemas de los asentamientos humanos». Para ello, se crea un instrumento concreto: el Centro de Naciones Unidas para los asentamientos humanos (Hábitat).

[16]

La Declaración de Estambul (1996) propone «fortalecer los sistemas de información existentes relacionados con los asentamientos humanos adoptando metodologías y disposiciones institucionales eficientes y sostenibles incorporando sistemáticamente los resultados de las investigaciones y recopilando, analizando y actualizando los datos relativos a los asentamientos humanos y las estadísticas de vivienda e indicadores que respondan a las políticas».

[17]

El Acuerdo de Bristol (2004) recoge que «los ministros estimulan una mayor coordinación e integración de las políticas sectoriales nacionales que afectan a la base de conocimiento de las ciudades. […] Los estudios de caso deben demostrar soluciones flexibles y transferibles a desafíos comunes». Más adelante, la Carta de Lepzig (2007) plantea una «plataforma europea que recoja y desarrolle mejores prácticas, estadísticas, estudios comparativos, evaluaciones, revisiones de expertos y otra investigación urbana que apoye a los agentes implicados en el desarrollo urbano en todos los niveles y en todos los sectores». Posteriormente, la Declaración de Marsella (2008) propone una «mejora del conocimiento de la ciudad y que se refuerce, a través de la formación, el know-how y las habilidades de los individuos que colaboran con los institutos y organismos profesionales claves». Para lograrlo se crea Urban Audit. En esta misma declaración plantea «facilitar el acceso al conocimiento de las buenas prácticas y de los métodos existentes para desarrollar indicadores creados a nivel local y podría también apoyar medidas para el seguimiento de la implementación de propuestas de desarrollo urbano integrado, sostenible y cohesivo o de la ausencia de las mismas». Para ello se crea Tesauro. Es en este documento en el que se hace la primera referencia a indicadores cuantitativos y cualitativos precisos. Finalmente, la Declaración de Riga (2015) propone «promover la base de conocimiento y los datos sobre temas de desarrollo urbano, con referencia a diferentes tipos de unidades urbanas», a través de los siguientes instrumentos: Urban Audit, URBACT, ESPON y EUKN.

[18]

En la NAU, por ejemplo, se pone de relevancia el papel de la adaptación al territorio de todas las medidas que se implementen, apoyando las iniciativas propias de cada municipio y facilitando su financiación y cooperación y apoyo recíproco entre las diferentes ciudades que se encuentran dentro de los Estados miembros. Esta óptica territorial también se manifiesta en la creación de herramientas de evaluación y seguimiento, ofreciendo un papel principal a los Gobiernos locales, que deberán tener en cuenta las características y necesidades propias de las ciudades para evaluar las políticas se lleven a cabo en cada periodo objeto de evaluación.

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