RESUMEN
En este artículo se explica por qué Compromís, alianza entre partidos competidores formada por Iniciativa del Poble Valencià (IdPV) y el Bloc Nacionalista Valencià (Bloc), se ha mantenido de forma estable desde el 2008 hasta la actualidad. La teoría ha esgrimido que este tipo de alianzas son inestables y que solo se mantienen en el tiempo si existe desigualdad entre sus partidos. Sin embargo, a través de un nuevo marco de análisis se argumenta que existen otros factores que pueden contribuir a la estabilidad y el mantenimiento de este tipo de alianzas: primero, las alianzas presentan incentivos que pueden ayudar a satisfacer objetivos de los partidos; segundo, la ideología no solo funciona como un elemento que depende de la organización, sino también como un instrumento de los partidos para alcanzar sus fines, entre otros, el mantenimiento de las alianzas. El análisis de la trayectoria y de la evolución ideológica de Compromís y sus partidos permite contrastar las expectativas teóricas presentadas, establecer una causalidad que justifica su mantenimiento y su estabilidad, así como reflexionar sobre las dinámicas ideológicas en las alianzas entre partidos.
Palabras clave: Coaliciones; alianzas; ideología de los partidos; partidos regionalistas; partidos de ámbito no estatal.
ABSTRACT
This article explains why Compromís, an alliance between competing parties formed by the Iniciativa del Poble Valencià (IdPV) and the Bloc Nacionalista Valencià (Bloc), has remained stable from 2008 to the present. The theory has argued that these types of alliances are unstable and that they are only maintained over time if there is inequality between their parties. However, through a new framework of analysis, it is argued that there are other factors that can contribute to the stability and maintenance of this type of alliances: first, alliances present incentives that can help satisfy party objectives; Second, ideology not only works as an element that depends on the organization, but also as an instrument of the parties to achieve their goals, among others, the maintenance of alliances. The analysis of the trajectory and ideological evolution of Compromís and its parties allows contrasting the theoretical expectations presented, establishing a causality that justifies its maintenance and stability, as well as reflecting on the ideological dynamics in alliances between parties.
Keywords: Coalitions; alliances; party ideology; regionalist parties; non-state parties.
La Coalició Compromís (Compromís) es una alianza de partidos[2] que se autoproclama de carácter progresista, valencianista, ecologista y de izquierdas. Esta apareció en 2010 como una coalición electoral para las elecciones autonómicas y generales de 2011, formada por el Bloc Nacionalista Valencià (Bloc), Iniciativa del Poble Valencià (IdPV) y Els Verds-Esquerra Ecologista (Verds), los cuales ya se había presentado en coalición a las elecciones generales de 2008. Posteriormente, y tras un ciclo electoral provechoso, en 2012 Compromís se dotó de estructuras organizativas propias (una ejecutiva y un consejo), pasó a tener vocación permanente y se permitió la afiliación individual directa. Sin embargo, los coaligados han mantenido su total independencia dentro de la alianza, tal y como rezan los estatutos de esta.
Compromís ha sido escasamente estudiado para la relevancia política que ha tenido, ya que durante su trayectoria en dos legislaturas (2015-2023) ha participado en el ejecutivo autonómico valenciano y ha gobernado la ciudad de Valencia, así como ha obtenido repetidamente representación en el Congreso de los Diputados. Además, también ha formado coaliciones electorales de cara a las elecciones generales con otros partidos del espacio de izquierda como Podemos (2015 y 2016), Más Madrid (2019) y, recientemente, ha suscrito un pacto para formar parte de la coalición Sumar en las elecciones de 2023.
La peculiaridad del caso reside en que los partidos que componen Compromís son competidores ideológicos ya que, aparentemente, comparten territorios de caza. En este sentido, la teoría defiende que las alianzas entre este tipo de partidos son muy inestables y tienden a romperse (o a propiciar una fusión) debido a que estos amenazan sus respectivos territorios de caza y, por tanto, su propia integridad y supervivencia. Sin embargo, la alianza ha conseguido mantenerse en el tiempo durante más de una década sin una inestabilidad manifiesta. Así pues, la pregunta que guía este artículo es ¿Por qué una alianza entre partidos competidores se ha mantenido de forma estable en el tiempo? Para responderla, se argumenta que los factores que se aportan desde la teoría previa sobre las alianzas no pueden explicar por sí solos este caso. Por su parte, es necesario tener en cuenta los incentivos que las alianzas proporcionan a sus integrantes y partir de la ideología desde una perspectiva diferente para justificar teóricamente la estabilidad de este tipo de alianzas.
El objetivo de este artículo es así tratar de descubrir por qué una alianza entre partidos como Compromís ha perdurado tanto en el tiempo y, además, lo ha hecho sin una inestabilidad manifiesta. Así pues, se plantea un estudio de caso de la trayectoria de un partido de ámbito no estatal (PANE), en la línea de otros como los del BNG (Nogueira y Fernández, 2004) o las CUP (Barberá, 2018). Sin embargo, en lugar de centrarse en la dimensión organizativa, se analizará su ideología y la de sus componentes en diferentes etapas temporales por el método process-tracing para tratar de descubrir los mecanismos causales que han facilitado o propiciado su mantenimiento y estabilidad.
Para ello, primero se presenta la teoría sobre el mantenimiento de las alianzas y se propone un nuevo modelo de análisis a raíz del cual se presentan las expectativas que guían esta investigación. Posteriormente, se expone el diseño metodológico y, tras esto, se analiza la trayectoria y las dinámicas ideológicas de la alianza y de los partidos que la componen[3]. Finalmente, en las dos últimas secciones se discute la evolución de la alianza describiendo la influencia e interacción de los factores planteados y se resumen las conclusiones obtenidas reflexionando sobre el papel de la ideología en las alianzas entre partidos.
El funcionamiento de las alianzas entre partidos se ha explicado fundamentalmente desde una perspectiva organizativa. El primer autor de referencia es Duverger (1981), que se ocupó de la naturaleza y el concepto de alianza, así como de las relaciones entre los aliados, concretamente, sobre sus relaciones jurídicas y de fuerza representadas estas según el tamaño o nivel de desigualdad de los coaligados. Posteriormente, Panebianco (1990) analizó los efectos que tienen las alianzas para los partidos que las componen relacionándolos con el fenómeno que nos ocupa: el mantenimiento y la estabilidad de las alianzas entre partidos.
Panebianco, desde una perspectiva similar a la Michels (1979), concibe a los partidos como un sistema natural en tanto que, conforme se institucionalizan, la finalidad última de estos es su propia conservación, la cual relaciona con su estabilidad o capacidad de sus coaliciones dominantes para establecer acuerdos duraderos (Panebianco, 1990: 316). En este sentido, la integridad de la identidad organizativa es el factor principal que garantiza la estabilidad de los partidos y, por tanto, su conservación, ya que de la identidad depende el dominio de su territorio de caza y la satisfacción de los intereses colectivos, los cuales siempre importan ya que los partidos necesitan de un mínimo de participación no obligada (ibid.: 43-47).
A partir de esta premisa, Panebianco ha diferenciado dos tipos o modelos de alianza según factores ideológicos y relacionados con la identidad organizativa, la cual condiciona la estabilidad de los partidos coaligados y, por tanto, el mantenimiento de las alianzas (ibid.: 411-412). Por un lado, si los partidos que forman la alianza son opositores y no comparten territorios de caza estas se mantendrán estables, dado que no ponen en peligro las identidades de estos. Por otro lado, las alianzas entre partidos competidores y que actúan sobre los mismos territorios de caza son a priori más fáciles que se produzcan, ya que los partidos presentan ciertos intereses compartidos en sus identidades. Sin embargo, estas son mucho más inestables, dado que pueden arañarse sus territorios de caza amenazando así la integridad sus identidades.
Para que este tipo de alianzas entre partidos competidores se mantenga, Panebianco (ibid.: 413-414) ha destacado una serie de factores. Primero, que los partidos que forman la alianza no sean realmente competidores o lo sean solo en apariencia, siendo así opositores al dirigirse a electorados sociológica y políticamente diferentes. Segundo, que una diferencia de tamaño importante entre los partidos que componen la alianza provoque que estos no perciban peligrar sus territorios de caza. De esta forma, el grande no ve al pequeño como una amenaza, mientras que este último se encuentra en una situación hostil que le hace sacrificar la integridad de su identidad, ya que hay otros factores que comprometen aún más su estabilidad organizativa. Finalmente, y en un sentido similar, si hay un partido fuertemente institucionalizado que tenga poca dependencia del entorno y, por tanto, que domine tanto su territorio de caza de forma que su identidad no peligre, este podrá favorecer el mantenimiento de la alianza.
Sin embargo, en caso de que la alianza consiga mantenerse pese a la inestabilidad inicial, provocará un deterioro en el proceso de institucionalización del partido con menor dimensión que acentuará sus tensiones en la coalición dominante por lo que, tarde o temprano, este terminará por romper la alianza (ibid.: 415-416).
El modelo de Panebianco para entender las alianzas se ha ido refinando con el tiempo y, entre otros aspectos, se ha desligado el concepto de estabilidad y mantenimiento de las alianzas que el autor iguala, no por ser una afirmación equívoca, sino por incompleta. Las alianzas, sobre todo con el paso del tiempo, pueden generar una serie de incentivos que provocan que los costes para la estabilidad organizativa de los partidos sean más altos si se rompen que los problemas que estas generan respecto a sus identidades. A partir de estos argumentos, Barberà (2006: 60) concluyó que una alianza puede ser inestable, pero tener incentivos para superar dicha inestabilidad y mantenerse en el tiempo.
Además, teniendo en cuenta esta perspectiva, Barrio (2007: 48-49) elaboró un modelo de análisis sobre las dinámicas que se producen en la alianza y sobre cómo afectan a su mantenimiento (o ruptura) y su estabilidad (o inestabilidad) a partir de los factores que contemplan tanto Panebianco (polarización ideológica) como Duverger (tamaño o desigualdad organizativa). Un modelo en el que afirma que si los partidos competidores presentan un alto grado de igualdad, los conflictos identitarios internos son tan grandes que suelen terminar en ruptura o que, de no producirse, conllevará la fusión de los partidos y el nacimiento de una nueva identidad. Sin embargo, si los partidos competidores presentan diferencias de tamaño o un alto grado de desigualdad, la alianza podrá mantenerse, pero de manera inestable debido los conflictos internos generados por la alianza. Por consiguiente, argumenta que las alianzas entre partidos competidores sí pueden mantenerse si existe desigualdad entre sus miembros, aunque este será siempre un mantenimiento inestable[4].
La posibilidad de explicar una alianza estable entre partidos competidores requiere que se revisen algunas premisas establecidas por Panebianco (1990) y su modelo de referencia sobre el mantenimiento de las alianzas. Concretamente, aquellas sobre la determinación de los objetivos de los partidos y sobre la conceptualización de la ideología.
Primero, respecto a los objetivos Harmel y Janda (1994), sin negar que los partidos son sistemas naturales cuyo fin último es su propio mantenimiento, entendieron esta como una visión restrictiva e incorporaron para completarla la teoría de los objetivos de los partidos (Strom, 1990; Muller y Strom, 1999). Según estos, los partidos pueden defender objetivos organizativos y, al tiempo, otros objetivos contrapuestos de vote-seeking, office-seeking y policy-seeking[5].
De tal manera, aunque las alianzas entre partidos competidores ponen en riesgo la identidad y territorios de caza de los partidos, también pueden ofrecer incentivos para la consecución de otros de sus objetivos; por ejemplo, pueden aumentar sus votos uniendo sus territorios de caza (vote-seeking) e indirectamente facilitarles cargos (office-seeking) y/o recompensas ideológicas (policy-seeking). Así pues, planteamos una primera expectativa: las alianzas pueden proporcionar incentivos a los partidos para alcanzar objetivos de los que también depende su estabilidad y, por tanto, que favorezcan el mantenimiento de la alianza.
Segundo, respecto a la ideología, esta es entendida como identidad organizativa de los partidos que delimita su territorio de caza y de cuya integridad depende su estabilidad. Sin embargo, aunque sus cambios y dinámicas son siempre resultado de la organización, también condiciona las estrategias de los partidos como un instrumento que estos utilizan para alcanzar sus objetivos. En este sentido, la ideología también da forma a los discursos que estos proyectan al exterior.
La ideología de los partidos consta así de estos dos elementos que han delimitado los dos grandes enfoques sobre su estudio (Ware, 2004: 47-48): la identidad, como sistemas de creencias y valores que los partidos asumen y que se analizan en los estudios de las familias de partidos (Beyme, 1986; Mair y Mudde, 1998), y el discurso, como los mensajes que estos proyectan fundamentalmente de cara a la competición electoral. Ambos elementos, y sus correspondientes enfoques de análisis, se han diferenciado según su sensibilidad frente al cambio ideológico (Ware, 2004: 48).
Por un lado, en los análisis de la competición partidista la ideología es entendida como los discursos contingentes que se adaptan a las necesidades de competición para maximizar votos, aunque limitados por sus identidades (Budge, 1994). La teoría de la elección racional argumentó que los partidos se adaptan constantemente a las preferencias del electorado (Downs, 1957). Sin embargo, esta premisa se ha matizado argumentado que los partidos disponen de información limitada, por lo que en situaciones de incertidumbre se fijan en diferentes factores para fijar sus discursos o posiciones (Adams, 2012; Meyer, 2013; Fagerholm, 2016), entre los cuales los más destacados son los cambios en la opinión pública o la ideología de un partido marcador rival (Budge, 1994).
Por otro lado, las identidades se entienden como elementos reificados que son relativamente estables y solo cambian, como establece Panebianco (1990: 454-467), a consecuencia de los cambios organizativos. Sin embargo, también se ha defendido que los cambios en la identidad no dependen obligatoriamente de las dinámicas organizativas. Seliger (1970: 326-330; 1976) analizó el cambio ideológico través de dos niveles del discurso: el nivel fundamental, que representa los valores o principios éticos del discurso, y el nivel operativo, que encarna las necesidades de la acción inmediata y de las circunstancias a través de este (esta distinción también en Petersson, 1964; Demker, 1997). El autor alega que el nivel operativo no se basa necesariamente en los principios del nivel fundamental, por lo que puede así comprometerlos y cambiar los valores centrales de la ideología como identidad. Además, Buckler y Dolowitz (2009; 2012), aunque defienden que las identidades están formadas por elementos reificados, determinan que su contenido es contingente y que los partidos pueden renovarlo progresivamente a través de sus discursos, afectando incluso los elementos centrales que delimitan su integridad.
Por consiguiente, a raíz de estos argumentos entendemos que los elementos de la ideología de los partidos, el discurso y la identidad, están conectados por el cambio ideológico a través de los niveles del discurso, el fundamental y el operativo (Guillén, 2022: 58-61) Así pues, los partidos cambian y adaptan constantemente sus discursos para adaptarlos a la competición teniendo como límite la integridad de sus identidades. Sin embargo, la identidad también puede cambiar no solo como consecuencia de las dinámicas organizativas sino también por 1) una renovación progresiva sus contenidos mediante sus adaptaciones circunstanciales a la competición a través de sus discursos, aunque sin comprometer la integridad de su identidad; o bien por 2) una reposición o redefinición de la identidad, como elemento reificado de los partidos políticos, que implica cambios que afectan a la integridad de estas, bien a parte sustancial de sus postulados o bien sustituyéndose por otra (sucesión de fines).
Adaptando estas premisas a las alianzas, al igual que en los partidos, en estas la ideología no solo es un elemento estático y dependiente de la organización que determina las relaciones entre los aliados, sino que también es contingente, dinámica, sobre la que los partidos tienen capacidad de agencia y que utilizan para alcanzar sus objetivos. Por un parte, en estas los partidos no presentan un discurso propio, sino que introducen uno diferente que supone cambios respecto a su nivel operativo mientras mantienen sus identidades ideológicas. Además, el discurso de la alianza también puede cambiar respecto al nivel fundamental de los coaligados, unos cambios que incluso pueden generar una identidad nueva en la alianza, y su correspondiente terreno de caza, diferenciada respecto a las de los partidos que la componen. Por otro parte, los partidos también pueden cambiar sus identidades, especialmente si están condicionados por cambios en el nivel fundamental del discurso, lo cual afectará a la relación entre los aliados y, por tanto, a la estabilidad y al mantenimiento de la alianza.
A partir de lo expuesto se entiende que, si una alianza entre partidos competidores no les reporta incentivos para sus objetivos, su evolución estará condicionada por las diferencias de tamaño de sus miembros, es decir, por su igualdad (ruptura o fusión) o desigualdad (mantenimiento inestable). Sin embargo, si les proporciona incentivos para cumplir sus objetivos, los partidos pueden instrumentalizar la ideología para facilitar su consecución, ya sea a través del discurso de la alianza o de cambios en sus propias identidades (véase figura 1). En este sentido, planteamos una segunda expectativa directamente relacionada con la primera: si una alianza reporta incentivos para los objetivos de los partidos que la componen, estos pueden instrumentalizar la ideología para favorecer su estabilidad y, por tanto, su mantenimiento.
En este artículo se pretende ilustrar los factores y mecanismos causales que intervienen el mantenimiento estable de las alianzas entre partidos competidores. Para ello, el diseño que se plantea es un estudio de caso para tratar de explicar otros supuestos similares a través de un estudio intensivo de una unidad de análisis (Gerring, 2004: 342).
El caso de Compromís es una alianza cuyos componentes, Bloc e IdPV, y pese a los diferentes matices ideológicos, se pueden considerar a priori competidores al reconocerse como progresistas o de izquierdas, así como nacionalistas o regionalistas en tanto que defienden cierto grado de autonomía territorial, y tener importancia los postulados de ambas dimensiones en sus identidades (Guillén, 2022: 274-278). Además, estos no solo son competidores en apariencia, sino también lo son sociológicamente, ya que antes de la fusión compartían un electorado de izquierdas y con posiciones territoriales muy similares (Cubas, 2007)[6]. Sin embargo, contrariamente a lo que dice la teoría, esta alianza se ha prolongado desde 2008 hasta la fecha con un alto grado de estabilidad y sus partidos han superado sus tensiones sin cambios en sus coaliciones dominantes. Por otra parte, en el momento en el que Compromís pasa a tener afiliación directa esta necesita de incentivos colectivos a su participación y evidencia así la aparición de una identidad y territorio de caza nuevos respecto a los de los partidos coaligados.
La elección de Compromís responde así a su excepcionalidad debido a que no se ajusta a los parámetros teóricos existentes. Así, sobre este caso se pueden generar nuevas teorías, identificando problemas o patrones no detectados anteriormente (Gerring, 2004: 351), concretamente, aquellos sugeridos en nuestras expectativas teóricas. En este sentido, es necesario precisar que, pese a lo afirmado, Bloc e IdPV podrían considerarse partidos complementarios al centrase en nichos diferentes: el Bloc en el nacionalismo valenciano (Guillén, 2022: 265-270) e IdPV en la nueva izquierda (Guillén, 2022: 503-507). Sin embargo, en dicho caso su estabilidad seguiría reflejando también la excepcionalidad del caso, ya que se prevé un mantenimiento inestable para este tipo de alianzas (Barrio, 2007: 49-50). Por tanto, con la elección de un caso excepcional se pretende, frente a los estudios comparados, desentrañar mecanismos causales complejos y explicar un fenómeno no comprobado para completar o matizar parte de la teoría previa (Sotomayor 2008: 168-169).
Por su parte, se asume el método intraunidad (within case-study), el cual se aplica en casos donde existe una sucesión temporal entre los factores y la cual es fuente de causalidad del fenómeno (Bennet, 1999). Este es similar al método histórico, aunque implica un análisis delimitado por una serie de variables con la voluntad de comprobar o generalizar teoría. Concretamente, este se centra en el control del papel de los diferentes factores en un caso, analizando los mecanismos causales que se establecen entre la causa y el efecto (Barberà, 2006: 79-80).
Una de las técnicas que se ha utilizado para desarrollar el método intraunidad es la del process-tracing para, a través de diferentes etapas temporales, determinar los procesos causales, cadena y mecanismo causal, que existen entre una causa y un resultado concreto. De esta forma, intenta identificar las variables explicativas y la forma en la que conectan o vinculan un factor o variable independiente en la producción de un fenómeno determinado o variable dependiente (Collier, 2011). Una técnica que es así especialmente útil para los estudios de caso, ya que se utiliza para intentar no confundir una correlación espuria con una asociación causal (Mahoney, 2003: 363).
Además, hay que especificar que se aplica el process-tracing a través de sus dos variantes (George y Bennett, 1997: 5). Por un lado, mediante el process-verification se pretende confirmar si el factor identificado en la teoría, la desigualdad, es suficiente para explicar la estabilidad y/o el mantenimiento de las alianzas entre partidos competidores o si, como formulamos en la hipótesis, también son otros factores los influyen y favorecen la producción del fenómeno. Por otro lado, la variante del process-induction nos permite mediante el análisis de la interacción de los factores propuestos descubrir los mecanismos causales en la producción del fenómeno, concretamente, cómo se desarrollan las dinámicas ideológicas en las alianzas entre partidos competidores que garantizan su estabilidad.
Finalmente, para el análisis de las variables se estudiará la trayectoria y evolución ideológica de la alianza y de los partidos coaligados. Primero, se analizan sus características organizativo-ideológicas, así como los incentivos que la alianza proporciona. Segundo, se observarán las tensiones en los partidos coaligados y cómo evolucionan sus ideologías en relación con la de la alianza. En este sentido, el análisis de la ideología se realiza a través de sus dos elementos: el discurso de la alianza mediante los programas electorales que Compromís ha presentado en las elecciones autonómicas y la identidad de los partidos formantes, Bloc e IdPV, a través de sus documentos internos, centrándonos especialmente en sus resoluciones congresuales (véase el apéndice).
Existen datos disponibles de programas electorales de partidos regionales, como los del Regional Manifesto Project, donde se utiliza la asignación cuantitativa de frases a diferentes temas para observar su importancia en los partidos y para calcular sus posiciones dimensionales (véase, por ejemplo, Gómez et al., 2019). Sin embargo, para describir sus ideologías e identificar cambios en sus discursos, pero también en sus identidades y observar cómo los primeros les condicionan, se utiliza el método de cadena causal clasificando los postulados ideológicos según su jerarquía e importancia (Mudde, 2000: 23-24), tanto en los programas como en los documentos internos.
El origen del Bloc[7] se encuentra en una coalición electoral para las elecciones autonómicas de 1995, que en 1998 se transformó en el Bloc como federación de partidos y que se estableció definitivamente como partido en su congreso constituyente en el año 2000. De esta forma, es una alianza que ha acabado en la fusión de sus componentes (Guillén, 2022: 165). Los dos partidos más importantes que dieron origen al Bloc, junto con otros partidos minoritarios[8], fueron Unitat del Poble Valencià (UPV) y el Partit Valencià Nacionalista (PVN), el cual se había formado como una escisión del primero en 1990, por lo que ambos partidos se reencontraban de nuevo en la constitución del Bloc.
Respecto a la ideología del Bloc, UPV había defendido los postulados fusterianos asociados a posiciones de izquierda y a la construcción nacional y cultural en torno al Països Catalans. Sin embargo, el Bloc se caracterizó por una primacía del nacionalismo valenciano de la tercera vía más propio del PNV, como un valencianismo estricto que ha copado su discurso y que ha otorgado sentido a su identidad ideológica. De esta forma, ha defendido la construcción nacional en un marco estrictamente valenciano a través del amplio refuerzo de las instituciones de autogobierno, sin llegar a reclamar un Estado independiente, y de una identidad valenciana propia mediante la unidad y la extensión del uso de la lengua.
En un primer momento, dicho valencianismo se conjugó con priorizar alianzas con otros partidos valencianistas para tratar de unir al valencianismo político independientemente de sus posiciones izquierda y derecha. Sin embargo, tras el cambio en la dirección, esta se fue decantando hacia un valencianismo progresista y de izquierdas vinculado a las ideas de la cuarta vía o tercera vía progresista[9], priorizando así los pactos con diferentes partidos de izquierda (Català, 2012: 576-584). El Bloc pasó así a reconocerse como partido progresista, posición que fue dotando de contenido con el paso de sus congresos y que se asoció a un amplio reconocimiento de derechos individuales y colectivos, así como a la defensa del Estado de bienestar. Por otra parte, el ecologismo se adoptó también como pilar ideológico del partido, dando también sentido a la etiqueta amplia de progresista. Finalmente, el Bloc presentó ideas ambiguas y genéricas respecto a su propuesta de modelo económico y social, siendo esta una cuestión secundaria tanto en sus programas como en las resoluciones de sus congresos.
En definitiva, las corrientes internas del partido no cuestionaron el modelo de nacionalismo, sino que debatieron sobre cómo aglutinar mayorías en torno a este. El debate no se planteó así en términos ideológicos, sino estratégicos, sobre si disociar el valencianismo de determinados principios para poder formar alianzas amplias a partir de la cuestión nacional, o si bien decantarse por un espacio progresista y de izquierdas, tal y como rezan los planteamientos nacionalistas de la cuarta vía (véase también Català, 2012: 678).
Los antecedentes de IdPV se encuentran en Esquerra i País (EiP), corriente interna de Esquerra Unida del País Valencià (EUPV), fundada en 1990 y que se estableció como la corriente más importante del partido tras la hegemonía del Partit Comunista del País Valencià (PCPV). Una de las principales razones por la cuales EiP se habían constituido como corriente dentro de EUPV fue la renovación del nacionalismo vinculado al ideario socialista y, siguiendo las ideas de Fuster, defender el derecho de autodeterminación y la creación de un Estado confederal.
EiP se constituyó en el partido IdPV en 2007, debido fundamentalmente a una crisis interna que se desencadenó por desavenencias ideológicas en el grupo parlamentario en les Corts de la coalición electoral formada por EUPV y el Bloc: Compromís pel País Valencià[10]. De los siete representantes que tenía el grupo dos de EUPV, Mónica Oltra y Mireia Mollà, ambas de EiP, junto con los dos diputados del Bloc, decidieron relevar como síndica del grupo a Gloria Marcos (PCPV), que era coordinadora general de EUPV. Acto seguido, EUPV expulsó a sus dos diputadas, lo que conllevó que EiP se transformase en IdPV y que a inicios de 2008 abandonara EUPV.
A la hora de justificar su creación, IdPV aludió a la necesidad de revisar y cambiar algunos de los principios de la izquierda tradicional que, en sus propias palabras, representaba EUPV y el PCPV. En este sentido, ideológicamente IdPV surgió como un nuevo partido para impulsar las ideas ecologistas y de la nueva izquierda dentro de EUPV. Unas ideas que quedaron reflejadas bajo el ecosocialismo como su principal postulado. Este suponía una síntesis entre los principios socialistas, vinculados con la transformación social, y los ecologistas para la conservación del medio ambiente. Además, también era un símbolo del resto de luchas de los nuevos movimientos sociales como el feminismo o el pacifismo, que lo vinculaban a la nueva izquierda del siglo xxi. IdPV se centró así en políticas de nueva izquierda entre las cuales destacaba el ecologismo, las propuestas de economía social o las de participación política, asimilándose más a su homólogo catalán Iniciativa per Catalunya-Verds (Botella, 2003) que a sus exsocios.
Por otra parte, IdPV también adoptó el valencianismo político para la defensa del autogobierno y de la identidad valenciana. Respecto a este valencianismo, IdPV se reconoce como un partido explícitamente nacionalista cuyas demandas implican la defensa del autogobierno, aunque compartida con el centro federal en un «federalismo asimétrico», el reconocimiento de las particularidades de las nacionalidades históricas, de los vínculos con Cataluña y de su posicionamiento frente al anticatalanismo (véase también Català, 2012: 672-673). Sin embargo, especificaban que este nacionalismo quedaba vinculado a la cuestión ecológica y los problemas sociales, por lo que pasaba a un segundo plano en relación con el ecosocialismo.
La ruptura de la coalición que formaron para las elecciones autonómicas de 2007 EUPV y el Bloc provocó que rápidamente este último, junto con IdPV, impulsaran una coalición electoral de cara a las elecciones generales de 2008. Pese a que los resultados no fueron los esperados y se quedaron sin representación, decidieron reeditarla para las autonómicas de mayo de 2011, ya bajo el nombre de Compromís, y en las que fueron tercera fuerza política con seis representantes. Unos meses después, esta se repetiría para las elecciones generales y obtuvieron un representante en el Congreso de los Diputados de la mano de Joan Baldoví.
Posteriormente, liderado por la mediática presencia de la líder de IdPV Mónica Oltra, Compromís capitalizó la oposición al Partido Popular (PP), que cada vez estaba más salpicado por los numerosos escándalos de corrupción. Tras sus buenos resultados, en 2012 los partidos de la coalición deciden otorgarle un carácter permanente y la dotaron de una estructura organizativa, eligiendo una ejecutiva integrada por veintiún miembros y encabezada por Enric Morera (Bloc) y Mónica Oltra (IdPV) como coportavoces, aunque los partidos integrantes continuaron teniendo autonomía organizativa y voz propia. Además, se permitió la afiliación directa de independientes respecto a los partidos integrantes, militantes que se agruparon desde 2013 hasta 2019 en el espacio Gent de Compromís[11].
Las elecciones de 2015, con Oltra como candidata, les fueron muy favorables, ya que lograron revalidar el tercer puesto, aunque aumentado sustancialmente sus votos y pasando de seis a diecinueve representantes, solo cuatro menos que el Partit Socialista del País Valencià (PSPV). Ante el aumento de la fragmentación, el PP no consiguió revalidar su mayoría absoluta, por lo que Compromís y el PSPV suscribieron un acuerdo de gobierno facilitado por Podemos, el Acord del Botànic, con el que consiguieron llegar a la Generalitat con Oltra como vicepresidenta y Morera como presidente de les Corts. A su vez, el candidato de Compromís, Joan Ribó, conseguía ser elegido alcalde de Valencia con los apoyos del PSPV y València en Comú (Podemos). Unos resultados que, pese a una ligera pérdida de votos, consiguieron revalidarse en las elecciones autonómicas y municipales de 2019.
Respecto a la ideología de Compromís, los principios expuestos en su manifiesto fundacional supusieron una síntesis de las ideologías de los partidos formantes, los cuales quedaron plasmados también en los contenidos en su programa para las autonómicas de 2011. Unos principios que se agruparon en torno a tres postulados: el ecologismo político, el valencianismo progresista y la izquierda moderna.
Primero, el «ecologismo político» aparecía como uno de los pilares ideológicos de su manifiesto y se convirtió en sus programas en uno de los problemas más importantes que, además, otorgaba contenido a muchas otras propuestas, sobre todo en relación con la economía. De tal manera, más allá del énfasis específico, el ecologismo ha sido uno de los postulados fundamentales de su discurso, que ha definido un modelo de producción alternativo, nuevos valores que han de propagarse desde los poderes públicos a la ciudadanía para cambiar las pautas de consumo y, en general, para transformar sus comportamientos individuales hacia otros más sostenibles.
Segundo, la apuesta por un «valencianismo progresista» implicaba dos postulados diferentes, ya que quedó reflejado tanto en propuestas favorables al reconocimiento del autogobierno para el País Valencià y el refuerzo de la identidad valenciana a través de la lengua, como para la ampliación tanto de derechos individuales como colectivos. Por un lado, la defensa de un mayor nivel de autonomía para el territorio valenciano se centró, sobre todo, en un mayor nivel competencial en el aspecto económico y fiscal, y con la posibilidad de poder aplicar en este un determinado tipo de políticas públicas. Por otro lado, el progresismo se vinculaba a la ampliación de derechos y libertades de los ciudadanos, fundamentalmente de las mujeres, las minorías sexuales, los jóvenes o los inmigrantes. Además, este también se puede relacionar con las medidas que reclaman una transformación del sistema democrático hacia uno más participativo, transparente y limpio, así como un fuerte discurso contra la corrupción y contra la austeridad en el contexto de crisis económica.
Finalmente, la definición progresista está también estrechamente relacionada con el tercer pilar de la identidad del partido: la apuesta por ser un partido de «izquierda moderna». Por tanto, este tipo de políticas progresistas se vinculaban, junto con la defensa del ecologismo, con otras propuestas y principios de la nueva izquierda. Por otro lado, esta definición también implicaba políticas de corte redistributivo para garantizar el Estado de bienestar, aunque apenas han sido favorables a regular el mercado desde la demanda y a aumentar el control del Estado sobre la economía. Por consiguiente, estas políticas se asocian más bien al espacio de centro-izquierda, siendo favorables a redistribuir la renta e impulsar la economía desde el Estado, pero no a la planificación y control económico desde este.
Además, de manera complementaria a estas políticas, apostaron por la economía social a través de modelos cooperativos, así como en incentivar la producción y el consumo tradicional y de proximidad como alternativa al sistema económico vigente. Así pues, la «izquierda moderna» también se ha caracterizado por valores autonomistas en tanto que han defendido una economía de corte social y la reforma del sistema democrático con propuestas ligadas a la participación ciudadana horizontal o al control de las élites políticas.
En definitiva, estos rasgos ideológicos heredados, pero, a su vez, que marcaban diferencias respecto a los de los coaligados, muestran cómo con el paso del tiempo la alianza fue configurando una identidad propia. Una identidad que se confirmó con la aparición de la afiliación directa e independiente de la de los partidos formantes, la cual proporcionaba respecto a estos unos incentivos colectivos diferentes para la participación en Compromís.
Por su parte, esta identidad se iría renovando progresivamente, ya que a partir de las elecciones de 2019 en el discurso de Compromís se pueden observar algunos cambios en su nivel fundamental. Primero, Compromís ha ido otorgando más importancia a sus posiciones asociadas a la izquierda política mediante la defensa de una mayor intervención del Estado en el mercado, de la transformación del sistema hacía uno de corte más social y, sobre todo, primando más el conflicto en la dimensión izquierda-derecha respecto a aquel que se representa en la dimensión territorial. Segundo, aunque las reivindicaciones sobre el autogobierno se han mantenido, la identidad nacional prácticamente ha desaparecido del argumentario de Compromís.
Estos cambios han provocado la renovación del contenido de los postulados fijados inicialmente en su identidad, aunque apenas han afectado a la integridad de esta. De esta forma, Compromís ha evolucionado desde un «valencianismo progresista», en el cual sí se aludían cuestiones identitarias como la lengua, la cultura o el territorio, a un soberanismo amplio no identitario en el que las reivindicaciones de autogobierno para el País Valencià ya no se asocian a cuestiones identitarias, sino que se vinculan las posiciones de izquierdas previamente descritas. La evolución de Compromís ha evidenciado así una renovación de su identidad, ya que, al adaptarse a las dinámicas de la competición partidista, las cuestiones identitarias pasaron a un segundo plano mediante la adopción de un soberanismo amplio y de izquierdas (Guillén, 2022: 499-500).
La exitosa trayectoria (y la identidad) de Compromís planteó tensiones y un debate principal en los coaligados sobre la necesidad de fortalecer la alianza en un proceso que anticipara la fusión o, por el contrario, mantener su independencia al margen del formato organizativo adoptado. En este contexto, primero el Bloc y a continuación IdPV iniciaron sendos procesos de actualización ideológica.
La alianza le planteó al Bloc numerosos debates estratégicos, organizativos e ideológicos. En su VI Congreso, celebrado en 2012, Morera revalidó el liderazgo del partido, apostando sin ambages por seguir reforzando Compromís. Sin embargo, en su VII Congreso de 2016, el partido se vio inmerso en un conflictivo proceso de renovación del liderazgo que evidenció las divisiones internas y las discrepancias ideológicas. Por un lado, el sector oficialista, liderado por Àgueda Micó, representaba la continuidad en el partido y la apuesta por Compromís. Por otro lado, liderado por Rafael Carbonell se encontraba el sector más estrictamente nacionalista, el cual era reticente a una apuesta firme por la alianza dadas las posibles consecuencias ideológicas que podía tener para su identidad: el valencianismo político.
En el congreso se acordó una lista de consenso liderada por Micó como coordinadora y Carbonell como portavoz. Pese a ello, apenas un año después de su celebración, este último dimitió, evidenciando los desacuerdos entre corrientes. Además, su sector se organizó en la corriente Bloc i País para mantener su idiosincrasia frente a futuras coaliciones y reivindicar el carácter nacionalista del partido, ya que consideraban que este se había diluido al priorizar la cuestión social y apostar en Compromís por un nacionalismo amplio (Pérez, 2017). Posteriormente, tras un nuevo triunfo del sector oficialista, en su VIII Congreso de junio de 2021 la ejecutiva revalidó su mandato y prefirió apostar por un proceso en el que reforzar la alianza, refundando el partido bajo una nueva nomenclatura, Més Compromís, y culminado así un proceso de renovación ideológica.
Así pues, el Bloc en este periodo fue progresivamente renovando y definiendo su identidad ideológica en sus documentos internos, de forma que fue relacionando el valencianismo político con la izquierda política al adoptar muchos principios progresistas fundamentalmente vinculados a la nueva izquierda. El Bloc reafirmó su identidad nacionalista, pero reforzando también el resto de las cuestiones que habían sido muy ambiguas o se habían definido de forma amplia en torno al progresismo, y concretándose así poco a poco. Por tanto, los debates entre la tercera o la cuarta vía del nacionalismo exclusivamente valenciano, que habían marcado al partido en su primera etapa, se terminan dilucidando por esta segunda opción.
En este sentido, aunque el Bloc reafirmó su identidad al margen de la alianza, consolidaba su alianza con otros partidos de izquierda en Compromís y apostaba por una crítica al capitalismo y por los valores de la nueva izquierda para completar su identidad ideológica nacionalista, ubicándose así en el espectro de la izquierda política. Así pues, en este proceso de renovación, el valencianismo político de la tercera vía como identidad ideológica del Bloc no vio comprometida su identidad, sino que se fue renovando progresivamente, asumiendo así la cuarta vía o tercera vía progresista.
Sin embargo, en el VIII Congreso de 2021 este proceso de renovación culminó en una redefinición (o reposición) de su identidad, poniendo el acento en fortalecer Compromís a través de dicho proceso de actualización ideológica. De esta forma, el Bloc ha abandonado el nacionalismo valenciano por el soberanismo amplio no identitario.
El valencianismo político ha pasado así a concebirse como una identidad política amplia asociada a los valores de la nueva izquierda y no solo a la identidad nacional estrictamente valenciana. En el origen del partido se propugnaba la construcción del bloque nacional-popular gramsciano para agrupar a los que se identificaran como valencianos, independientemente de su posición ideológica (Català, 2012: 704). Sin embargo, ahora el valencianismo ya no se circunscribe a la identificación nacional respecto a la lengua o el territorio, sino sobre una oposición pueblo/élite mucho más amplia y que se asocia al espacio de la izquierda política. Además, en este congreso el Bloc ha continuado orientando hacia la izquierda su ideología, reconociéndose como «antifascista» y defendiendo posiciones económicas más intervencionistas. Finalmente, prueba de su voluntad por fortalecer Compromís y reflejar su renovación ideológica, el partido ha cambiado incluso su nombre (Més Compromís).
En definitiva, el Bloc ha cambiado su identidad, primero por un renovación progresiva del valencianismo político de la tercera vía a uno de la cuarta vía y, finalmente, a través de una redefinición de fines por la cual ha adoptado un soberanismo amplio y progresista. Una redefinición que no ha sido radical, no ha sustituido su identidad por otra diferente (sustitución de fines), pero que sí ha afectado a la integridad de su principal postulado: el valencianismo político.
IdPV tuvo una trayectoria interna más tranquila que la del Bloc, marcada por la ausencia de conflictos o tensiones internas, en la que se ha mostrado favorable a mantener la independencia de los partidos dentro de la alianza (Pérez, 2019). El liderazgo de Mónica Oltra en Compromís, la fuerza mediática de su discurso y la sobrerrepresentación de cargos en la alianza en relación con su peso organizativo, favoreció un mayor tamaño del Bloc. Por su parte, la ideología de Compromís era más similar a los principios de nueva izquierda de IdPV, como se puede observar, por ejemplo, en la centralidad del ecologismo, lo cual no solo evitaba contradicciones con la alianza, sino que le reportaba incentivos ideológicos al partido. En este sentido, su ideología apenas se alteró respecto a su origen, aunque cuando el Bloc llevó a cabo su renovación ideológico-organizativa sí que ha abordado una serie de cambios ideológicos.
La ideología de IdPV siguió así la línea de sus primeros congresos, refiriéndose al ecosocialismo como el principio que otorga sentido a identidad del partido. En su IV Congreso manifestaron que en su ideario tenían que representar una tercera izquierda que representara la emancipación colectiva del socialismo, pero también la libertad individual y el derecho a la singularidad del cual ha hecho gala el liberalismo. Sin embargo, más allá de esta retórica, en las propuestas del partido estuvo presente la importancia de medidas políticas reformistas relacionadas con la nueva izquierda o, incluso, con las políticas y partidos socialdemócratas: medidas para cambiar las tendencias del sistema reforzando el Estado social, fomentando la sostenibilidad ecológica, apostando por nuevos valores postmateriales asociados al reconocimiento de derechos individuales y a los mecanismos colectivos de solidaridad, así como por nuevas prácticas políticas horizontales que superen tanto las limitaciones del sistema político representativo como las organizaciones de las viejas estructuras partidistas.
Por otra parte, respecto de la defensa del valencianismo político, en los siguientes congresos de IdPV se ha observado una importancia secundaria de la cuestión nacional y territorial en detrimento de los postulados que desarrollan la definición ecosocialista del partido. En este sentido, IdPV ha ido consolidando así su línea valencianista respecto a su manifiesto fundacional y ha continuado con un valencianismo plural, vinculado a sus demandas de izquierdas. Sin embargo, ha insistido en una definición no identitaria del mismo para reivindicar el autogobierno sobre unos mínimos comunes denominadores como la defensa de la lengua, el Estado de bienestar y los valores de la nueva izquierda. Así pues, las demandas identitarias apenas han tenido peso, sino que han sido importantes las reivindicaciones de autogobierno que vinculan a su modelo económico, social y político.
Finalmente, también hay que destacar las posiciones de IdPV respecto a la apuesta por Compromís y sus estrategias. A lo largo de las resoluciones de sus congresos fue defendiendo la política de alianzas con otros partidos verdes, situando la punta de lanza de estas políticas en el proyecto de Compromís. Sin embargo, pese a reivindicar la federación de partidos, siempre han manifestado la intención de mantener su independencia organizativa dentro de la alianza, alegando que el espacio de izquierdas y sus valores no los va a representar otro partido o sector en el caso de disolverse mediante una fusión. Además, han puesto también en valor su influencia cualitativa para facilitar y construir alianzas con otros partidos, así como su contribución para fomentar cambios estructurales en el sistema.
Paradójicamente, desde IdPV se fue reivindicando en todas sus resoluciones políticas la necesidad de defender valores al margen de Compromís cuando la mayor parte de principios del partido se han visto reflejados en los programas de la alianza. La identidad del partido se utilizó como argumento para mantenerla en los mismos términos, ya que se pondría en riesgo su integridad como partido si se disolviera en Compromís junto con un partido cuantitativamente mayor. En este sentido, cuando el Bloc cambia su ideología y se acerca tanto a IdPV como especialmente a Compromís, este ve peligrar su utilidad política dentro de la alianza y, por tanto, el mantenimiento de su territorio de caza y de su propia integridad ante una posible fusión.
En este contexto, en su VI Congreso, celebrado a principios de 2022, IdPV abordó también un proceso de actualización ideológica (véase también Pérez, 2021) a través de nuevos referentes y propuestas. De tal manera, han reivindicado el igualitarismo a través de la redistribución fiscal y los servicios públicos, así como mediante nuevas medidas como la prohibición de la escuela concertada y privada. A su vez, han insistido en la autonomía personal y en medidas para el desarrollo comunitario al margen del Estado y de la cultura de los cuidados, lo cual se relaciona con críticas al punitivismo y a determinadas instituciones como las penitenciarías o la policía. Todo ello en la misma línea de insistencia en la transición ecológica y el valencianismo a través de medidas de autogobierno. Por tanto, el contenido ideológico que había asociado al «ecosocialismo» no cambia, pero sí se actualiza con nuevos conceptos y con una mayor importancia de la transformación social hacia una sociedad más igualitaria.
En definitiva, IdPV ha dotado de nuevo contenido a su identidad, aunque sin que se vea alterada su integridad, de forma que han buscado una diferenciación tanto del Bloc como de Compromís, insistiendo en políticas de nueva izquierda radical (Gómez et al., 2016) para hacer valer su utilidad dentro de la alianza y justificar su independencia dentro de esta y, por tanto, su mantenimiento. Pese a ello, recientemente IdPV también se ha visto afectada por nuevos problemas, como la imputación y dimisión de Mónica Oltra, o por algunos conflictos internos, como el cese de Mireia Mollà de la Vicepresidencia Segunda del Gobierno. Todo ello, en un contexto marcado por la renovación del liderazgo de Compromís de cara a las autonómicas de 2023, en las que Baldoví tomó el relevo de Oltra.
La desigualdad de la alianza favoreció su mantenimiento inicial sin apenas tensiones. IdPV se encontraba en una situación hostil tras su formación y separación de EUPV, teniendo así incentivos para formar y mantener la alianza, todo y pese al riesgo que suponía para su integridad debido al peligro de poder ser absorbido por un partido con mayor tamaño. Además, la debilidad inicial de este partido provocaba que el Bloc no sintiera amenazado su territorio de caza y mantuviera dicha unión. Por otro lado, la alianza proporcionó numerosos incentivos a los partidos para mantenerla más allá del riesgo que suponía para la integridad de estos. El aumento sustancial de los votos respecto al pasado inmediato de ambos partidos y las perspectivas de entrar en el Gobierno, que se terminaron materializando, les recompensaba tanto en la posibilidad de cargos como en la de intervenir en las políticas públicas.
Por su parte, los partidos a través de la alianza introdujeron cambios en el nivel operativo y fundamental del discurso, consagrándose así una identidad nueva para la alianza y diferenciada de la de los coaligados, la cual incluso se fue renovando al adaptarse a las dinámicas de la competición. Esta circunstancia ayudó a ganar votos e, indirectamente, influir en cargos y en políticas, es decir, contribuyó a sus incentivos. Además, evitó contradicciones en IdPV como el partido de menor tamaño al igualar sus fuerzas respecto al Bloc, favoreciendo así su estabilidad y ayudando al mantenimiento de la alianza. Concretamente, IdPV tuvo muchos incentivos adicionales a los ya mencionados para mantener la alianza por las recompensas ideológicas, debido a la mayor similitud de su ideología con la de la alianza, pero también por la sobrerrepresentación de sus cargos en esta en proporción a su peso organizativo.
Sin embargo, en este contexto, el aumento de la igualdad, debido una mayor importancia sociopolítica de IdPV en Compromís, tanto en los cuadros y dirigentes como en la ideología, ponía en riesgo la estabilidad de los partidos e, incluso, el mantenimiento de la alianza, pese a los numerosos incentivos que les proporcionaba. Concretamente, el aumento de la igualdad provocó así tensiones en el seno del Bloc, ya que, pese al mayor tamaño organizativo del partido, las contradicciones con su identidad y el riesgo para su integridad aumentaron, tanto porque percibían ahora sí a IdPV como una amenaza para su territorio de caza como por las diferencias de la ideología de Compromís con el valencianismo político del Bloc.
En este sentido, son las dinámicas ideológicas en la alianza las que siguieron favoreciendo la estabilidad de los partidos y, por tanto, el mantenimiento de esta. Primero, el Bloc solucionó sus tensiones sin cambios en su coalición dominante mediante una renovación progresiva de su identidad que, además, ha terminado en una redefinición que ha afectado a su integridad al adoptar el soberanismo amplio. De esta forma, ha ido igualando así su identidad a la de Compromís para evitar contradicciones y, especialmente, para tratar de dominar la alianza, así como su nuevo y exitoso territorio de caza, encaminándose hacia una futura fusión. Segundo, tras este cambio, las relaciones entre los aliados se alteraron y continuó el riesgo para la estabilidad y el mantenimiento de la alianza, ya que IdPV paso a sentirse amenazado por la posibilidad de ser fagocitado por el Bloc. A raíz de esta nueva circunstancia, IdPV ha cambiado su ideología para marcar diferencias respecto a su aliado y hacer valer su utilidad sociopolítica en la alianza para poder mantenerla, garantizando así sus objetivos y evitando una situación mucho más conflictiva para su integridad.
Estas reflexiones no evitan que se puedan producir futuras tensiones en la alianza que dificulten la estabilidad de los partidos y, por tanto, su mantenimiento. Esto es debido a que los aliados presentan objetivos diferenciados, los incentivos que proporciona pueden disminuir o por la constante recomposición de fuerzas entre estos. En relación con este último argumento, los cambios ideológicos en el Bloc parecen oportunos para dominar organizativamente la alianza y su territorio de caza, favoreciendo así una posible fusión en la que absorber o dominar a su aliado. A consecuencia de esto, IdPV se puede ver en un callejón sin salida ante su menor tamaño y romper o aceptar una fusión en desventaja que puede ser el mal menor, especialmente si su fuerza sigue disminuyendo sin el liderazgo de Oltra en Compromís. Sin embargo, los incentivos que ha generado la alianza con el tiempo provocan que, pese a posibles inestabilidades en IdPV, estas puedan superarse sin una ruptura que repercutiría aún más en la estabilidad organizativa de los partidos coaligados.
El análisis de la trayectoria de Compromís y sus partidos permite comprobar la influencia de los factores previstos teóricamente sobre el mantenimiento estable de una alianza entre partidos competidores, confirmando así las expectativas que se añadían al modelo de Panebianco (1990): la alianza ha proporcionado a los coaligados numerosos incentivos a sus objetivos para mantenerla, pese a los riesgos que suponía para la integridad de estos, mientras que son las dinámicas ideológicas las que han contribuido a su estabilidad favoreciendo dicho mantenimiento. De esta forma, aunque la desigualdad favoreció su mantenimiento inicial, esta no explica su estabilidad y mantenimiento a largo plazo, ya que la correlación de fuerzas entre los aliados se igualó y fue cambiando en su evolución.
Por otra parte, mediante el análisis se pueden explicar también algunos de los mecanismos causales en la producción de este fenómeno excepcional. Los partidos utilizaron la ideología para alcanzar sus objetivos: a través del discurso de la alianza para maximizar votos y cambiando sus identidades para preservar su estabilidad organizativa y favorecer el mantenimiento de la alianza. Además, introduciendo cambios en el nivel fundamental del discurso generaron una nueva identidad y diferenciada de la alianza, la cual alteró la correlación de fuerzas entre los aliados añadiéndoles contradicciones, ventajas e, incluso, incentivos para aprovecharse de su éxito. Así pues, el discurso y la identidad de la alianza, pero también el tamaño de los partidos, interaccionan condicionando sus intereses y, por tanto, cómo ha instrumentalizado la ideología alcanzarlos (figura 2).
En este sentido, los factores organizativos, como la diferencia de tamaño, son también relevantes, aunque un estudio más amplio sobre esta dimensión podría dar una visión más completa sobre las razones que han favorecido el mantenimiento de Compromís. Así pues, sería interesante profundizar en cómo el partido de menor tamaño fue capaz de compensar su utilidad sociopolítica en la alianza que ayudó a su mantenimiento, fundamentalmente a través del liderazgo de Mónica Oltra y su protagonismo mediático, mientras el Bloc no ha tenido un líder alternativo y ha compensado este déficit con una renovación o reposicionamiento ideológico.
En definitiva, como se ha argumentado en la teoría, en las alianzas los partidos tienen capacidad de agencia para instrumentalizar la ideología de cara a la consecución de sus objetivos y esta no solo depende de sus dinámicas organizativas. Por tanto, además de que se podrían extrapolar las conclusiones a supuestos similares ‒por ejemplo, para otras coaliciones entre partidos competidores o ideológicamente cercanos como en los casos de las CUP o BNG, o recientemente a los casos de Unidas Podemos e incluso Sumar en un futuro‒, a través de este caso se destacan nuevos elementos teóricos sobre la ideología para tener en cuenta el funcionamiento de todas las alianzas. Para todo ello, el análisis de estos casos o un estudio comparado puede permitir profundizar en las conclusiones obtenidas y seguir ampliando la comprensión de las dinámicas ideológicas en las alianzas entre partidos que, hasta el momento, han tenido un papel secundario en la explicación de su funcionamiento.
[1] |
Agradecer al profesor Juan Rodríguez Teruel la dirección de la tesis que sustenta parte del contenido de este artículo, así como al profesor Oscar Barberá y a los dos revisores anónimos de la Revista de Estudios Políticos por los comentarios y sugerencias que han contribuido a mejorar el mismo. |
[2] |
Entendemos las alianzas como aquellas que se prolongan en el tiempo y que se diferencian de otro tipo de coaliciones más efímeras. |
[3] |
No se analiza el partido Verds-Esquerra ecologista, Verds-Equo desde 2014, ya que consideramos que este es un partido menor y apenas relevante para las dinámicas de la alianza. |
[4] |
También añade que los partidos podrían ser complementarios, es decir, competidores solo en alguna de las dimensiones de competición, lo cual provocaría también un mantenimiento inestable. |
[5] |
Además, añadieron otros objetivos como la búsqueda de la democracia interna en el partido (democracy-seeking) o el mantenimiento de su identidad, aunque concluyeron que estos se podían considerar como objetivos instrumentales a la búsqueda de políticas (policy-seeking). |
[6] |
Como IdPV no se había presentado previamente a las elecciones, los datos de este estudio a los que nos referimos para situarlo son los de EUPV, partido del cual formaba parte y del que se había escindido inmediatamente antes de formar Compromís. |
[7] |
A partir de la celebración de su VIII Congreso en 2021, el Bloc ha pasado a denominarse Més Compromís. |
[8] |
Nacionalistes d'Alcoi, el Bloc Progressista de Monòver y el Grau Unit de Castelló. |
[9] |
La cuarta vía es un intento de varios autores del nacionalismo valenciano para hacer más «digerible» la tercera vía al nacionalismo de izquierdas, profundizando en los valores laicos, en la comarcalización, en la modernización del País Valencià, y adoptando el lenguaje y los valores progresistas y de centro-izquierda. |
[10] |
El Bloc e IdPV intentaron registrar este nombre para la coalición, pero EUPV, que también había participado bajo las mismas siglas, se negó y, finalmente, tuvieron que optar por la denominación de Compromís. |
[11] |
Se disolvieron denunciando la desigualdad interna respecto a los militantes de los partidos y la poca voluntad de los dirigentes de estos de integrarse en Compromís. |
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Programa de gobierno para las elecciones autonómicas y generales de 2019: «Imparables» (programa completo) |