«¿Que las mujeres se ocupan de cosas que no entienden? Ya las aprenderán. También los hombres las aprendieron y muchos de ellos todavía no las saben». Esta defensa la escribió Francisca Bohigas en el Diario de León en 1930. Bohigas es una de las nueve activistas católicas que Alejandro Camino analiza en su obra Defensoras de Dios y de las mujeres. Las activistas católicas en España (1900-‍1936). Estas afirmaciones tan categóricas, además de otras ideas, hechos y discursos, son los temas centrales de esta importante publicación.

Existe ya una tradición historiográfica en España que ha ampliado los estudios sobre la movilización de las mujeres y que han arrojado luz sobre las mujeres católicas. Una línea en la que ya existen trabajos como los de Inmaculada Blasco, entre otros. Faltaba ir más allá y ahondar en las ideas de estas mujeres, analizando sus discursos, poniéndolos en relación y confrontándolos con otras culturas políticas de su tiempo. Esta es la aportación principal de la obra de Camino.

Este libro supone la publicación de su tesis doctoral, defendida en 2022, culminando así un trabajo de años. Es una investigación que busca insertar el pensamiento de estas mujeres en una corriente historiográfica general, pero también profundizar en sus ideas particulares, a la vez que las inserta en las corrientes intelectuales de su tiempo, mostrando que España no era tan diferente. ¿Lo logra? Indudablemente, sí. Camino ha logrado un libro equilibrado en el que aúna unas ideas de la órbita católica muy distintas entre sí y en un tiempo convulso. La lectura de su libro permite conocer cómo estas mujeres, desde el pensamiento católico, justificaron su salida al espacio público para defender la religión, y cómo desempeñaron una intensa labor intelectual y activista que las llevó a redefinir las identidades de género establecidas en ese tiempo y promovidas por la religión católica.

Analizar el discurso y las actividades de estas mujeres no es tarea fácil, pero Camino lo logra con una adecuada estructura de la investigación y la elección de fuentes. El autor trabaja sobre los escritos y las acciones de nueve mujeres activistas católicas: Francisca Bohigas, Natividad Domínguez, María de Echarri, Dolores de Gortázar, María López de Sagredo, Teresa Luzzatti, Elena Sánchez de Arrojo, la vizcondesa de San Enrique y Carmen Velacoracho, y selecciona un amplio número de sus publicaciones en prensa, revistas o literarias. Estructura esta información en torno a seis ejes temáticos, cada uno recogido en un capítulo diferente, donde muestra un excelente conocimiento de lo escrito hasta ahora sobre este tema y las distintas teorías. Así, contrasta y relaciona todo ello con lo escrito y defendido por las activistas, reflejando muestra cómo apoyaron su discurso tanto en la religión como en una serie de identidades «naturales» y «particulares» que eran extensivas a todas las mujeres. El peligro que percibieron en cuanto a la cuestión religiosa impulsó su salida a la escena pública, actuación que apoyó la Iglesia, que veía en las mujeres la oportunidad de salvación ante el creciente laicismo. Y en esta escena pública entraron en otras cuestiones que supusieron una reelaboración de los roles de género que el catolicismo asignaba. Estas católicas defendieron la formación femenina para poder transmitir adecuadamente el catolicismo a sus hijos y una instrucción del hogar en base a postulados científicos para poder reducir las altas tasas de mortalidad infantil. Aunque defendían el ideal de la familia tradicional, entendían que las mujeres de clase popular que tenían que ayudar para el sustento familiar merecían la misma remuneración que sus pares masculinos. Mucho más complejo fue su pensamiento sobre la ciudadanía y la participación política de las mujeres, sobre lo que despliegan muchos argumentos que, como señala este autor, hay que leer teniendo en cuenta a quiénes se dirigían y qué buscaban. Esta es la gran aportación de esta obra, porque lee más allá de las contradicciones de estas activistas. Por ejemplo, la defensa de la fortaleza de las mujeres para salvar a la sociedad o su sacrificio como madres por la patria enviando a sus hijos a la guerra, que en suma significaba que ellas eran tan ciudadanas o más que los hombres.

La justificación de la participación política, es otra de las aportaciones más interesantes. El libro demuestra como estas mujeres tuvieron un proyecto o unos proyectos feministas, y que podía existir un feminismo desde postulados religiosos. Las activistas católicas exigieron derechos para las mujeres, lo que las condujo a posicionarse sobre el derecho al voto, el sufragismo, muy bien desarrollado gracias a la cronología de su investigación, desde los primeros planteamientos en la dictadura de Primo de Rivera a la II República. Así descubrimos que, aunque de una manera suave, estas mujeres terminaron defendiendo el derecho al voto, como muestran las palabras de Bohigas que iniciaron este texto. Y esto las llevó a defender su participación en las instituciones. Camino también ahonda en la práctica, con el sindicalismo católico, la caridad y la justicia social, y termina con las reflexiones que para estas mujeres supuso la crisis de masculinidad.

El trabajo que hace Camino en torno al pensamiento de estas autoras unidas por su catolicismo permite ampliar el conocimiento en torno a la movilización de las mujeres. El único problema que puede adjudicarse a su obra viene de sus aciertos, la estructura del libro. Los capítulos divididos en ejes temáticos con la misma cronología hacen que reitere ciertas explicaciones. En todo caso, solo queda esperar que continúe sus investigaciones y poder conocer más sobre las activistas católicas. Unas investigaciones que permiten arrojar luz sobre aquellas que pensábamos que solo rezaban en la iglesia.