No soy economista, por lo que, con total seguridad, no soy la persona más idónea para comentar un libro que trata de la vida, obra e ideas de Juan Velarde. Sin embargo, la lectura de este libro me ha impulsado a escribir esta reseña con una simple intención: recomendar a todos su lectura. Pues muchas son sus cualidades: estilo fácil y contenido ameno, anécdotas a raudales que no permiten que se reprima la risa, o por lo menos la sonrisa; además de esto, yo diría que lo sustancial es que el lector tiene la oportunidad de pasar su mirada por los últimos años de la historia de España, y muy especialmente por la etapa del franquismo y de la transición hacia el régimen democrático, que es donde los autores han puesto el foco.
El libro tiene la forma literaria de un diálogo, no al estilo platónico, sino al modo de entrevista moderna. En los Diálogos de Platón nos encontramos siempre con un Sócrates preguntón, e incluso a veces insolente, que saca de quicio a sus interlocutores al preguntarles sobre la esencia de las virtudes y de otras realidades humanas. Lo que tenemos ahora es un conjunto de conversaciones entre amigos, sin otra intención que la de proporcionar al lector un recorrido por la vida y milagros de una persona tan polifacética, apasionada e interesante como es el profesor Velarde. Las conversaciones son fluidas, saltan de un asunto a otro, aunque respetando un cierto hilo conductor, que permite dividir la obra en unos cuantos capítulos (aunque no se les dé este nombre). Los autores —además del propio entrevistado— son los profesores Mikel Buesa, catedrático de la Universidad Complutense y discípulo del propio Velarde, y Thomas Baumert, profesor también de economía y discípulo de Buesa. Nos encontramos, pues, con un gran diálogo entre tres personas de tres generaciones diferentes, un diálogo que rezuma simpatía, cordialidad y buen humor. Cosa que se agradece mucho en los ambientes universitarios, ya que lo habitual es que la gente se queje por todo y de todo. El libro, además, viene adornado con una serie de fotografías que ilustran distintos momentos de la vida del homenajeado, desde su infancia hasta las más recientes, que recogen el momento en que el profesor Velarde, como presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, acompaña a S.M. el Rey Felipe VI, en la apertura del curso de las Reales Academias que tuvo lugar el 15 de octubre de 2015. Esas fotos no solo reflejan la vida oficial de Juan Velarde, sino asimismo su vida familiar. Aparecen en ellas sus hijos y su esposa, Alicia Valiente, a la que se dedica la obra: «A Alicia Valiente, por demostrar que Schumpeter en ocasiones se equivocaba…». Según se dice después, el famoso economista austro-estadounidense sostenía que el matrimonio era incompatible con el trabajo intelectual serio, lo que queda desmentido por la vida y obra de un señor como Velarde, y de lo cual todos nos alegramos, por lo menos yo me alegro de que Schumpeter no tuviese siempre razón.
Juan Velarde nació en 1927 en Salas (Asturias). Estudió el bachillerato, al menos en parte, en el Instituto Ramiro de Maeztu, cosa que —según él—siempre «envidió» su gran amigo y compañero de fatigas, Enrique Fuentes Quintana, que también fue presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y al que conoció por casualidad en el campamento de «El Robledo», provincia de Segovia, con ocasión de cumplir los deberes propios de las Milicias Universitarias. Advertido de que en Madrid comenzaba la carrera de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, Juan Velarde se decidió por cursarla. Su centro de interés sería muy pronto el pensamiento económico español, no solo con una perspectiva interna, sino asimismo externa, o sea, vinculando aquel pensamiento de la mano de sus protagonistas con las circunstancias concretas de la historia de España. Su obra, obviamente, no se queda ahí ni mucho menos. Como profesor y como funcionario en puestos importantes y como político en activo —aunque en segunda línea, muy cerca de la primera— sus intereses intelectuales han sido múltiples. Esto encaja además perfectamente con su personalidad. Hay que contar aquí con sus libros y sus artículos, en cantidad notable, como investigador y como difusor de análisis económicos coyunturales en la prensa, como conferenciante y contertulio en la radio y en las televisiones… La obra de Velarde es variada, multifacética, comprometida siempre con la circunstancia, presidida por la sinceridad.
Si nos referimos ahora a los economistas españoles que influyeron en su formación hay que mencionar a los siguientes (por orden alfabético): Valentín Andrés Alvárez, Ramón Carande, José Castañeda (le explicó contabilidad), Flores de Lemus (sobre el que hizo su tesis de doctorado), Gaspar Jovellanos, Luis de Olariaga, Román Perpiñá, Joan Sardà, Manuel de Torres y José María Zumalacárregui (quizás me deje alguno). Con los extranjeros, simpatiza con Joseph Schumpeter y con Alfred Marshall. De Keynes, reconoce su mérito pero no le atrae su personalidad distante, y todavía se muestra más severo con F. A. Hayek (el cual, por cierto, no figura en el índice onomástico del final del libro, supongo que por descuido). Siguió en Madrid lecciones del alemán Heinrich Stackelberg, en Santander (en la Universidad Menéndez Pelayo) con Walter Eucken, representante del denominado «ordo-liberalismo» en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, y no fue ajeno a Gottfried Haberler, de la Universidad de Viena. Rememora el libro de este último El comercio internacional, publicado por la editorial Labor (Barcelona, etc.) en 1936; pero muy especialmente el apéndice, obra de Perpiñá, con título «De Economía Hispana» y con subtítulo «Contribución al estudio de la constitución económica de España y de su política económica, especialmente la comercial exterior». Dice que este trabajo le convenció y que decidió investigar en esa línea de la estructura económica de España. Además, menciona a otros autores, como Erik Lindahl, Simon Kuznets, etc., que pasaron en algún momento por la Facultad de Económicas de la Universidad de Madrid.
Entre los contemporáneos, su gran amigo, Enrique Fuentes, tiene presencia constante a lo largo de las páginas del libro. Van desfilando también numerosos economistas, políticos y otras personas relevantes de la vida española, así como sus discípulos: Ramón Tamames, José Luis García Delgado, Mikel Buesa, etc. Y todos los nombres vienen a pie de página con una breve biografía y, en su caso, bibliografía, que dan a la obra un carácter de fuente relevante para conocer la época del cambio en España, de la que —según reza el título— fue testigo Juan Velarde, aunque no solo testigo: también fue partícipe.
En la obra también se reflejan los gustos de Velarde en las diversas materias: música, pintura, etc. En cuanto a la pintura hay que destacar que no le entusiasma Picasso.
Lo que más me ha gustado del libro, aparte de la espontaneidad que resuma y que es de lectura divertida y entretenida, son los dos lemas de Juan Velarde: «ni un paso atrás» y «abrirse a la vida entera, estar pendiente de qué libro nuevo leer, qué película ver, a qué conferencia, concierto u obra de teatro asistir, qué exposiciones visitar, qué paisajes descubrir, qué países recorrer… ¡o qué dulces nuevos degustar! En suma: estar abierto a la vida cada día… ¡Eso es lo esencial!». Todo un programa de una personalidad vitalista, además de políticamente incorrecto.
Leer el libro es un placer, garantizo al lector que pasará un buen rato.