El concepto de tolerancia no implica igualdad total. Si bien los autores difieren en su definición, se comprende, por ejemplo, a través del desarrollo de los diversos tipos de tolerancia expuestos en los trabajos de Kymlicka, que la concepción de esta conlleva un contexto histórico determinado. Dicha idea, ya estudiada por Locke o Spinoza en el siglo xvii, fue ampliamente debatida más tarde. Este término llama la atención del investigador Marco Piazza (Universidad Roma Tre), quien de la mano del grupo editorial Palgrave Macmillan ilumina a la comunidad académica con su trabajo Voltaire against the Jews, or The limits of toleration. Se trata de un estudio que continúa los diversos volúmenes que componen la serie Palgrave Critical Studies of Antisemitism and Racism, en la que destacan otros trabajos tales como Jews, liberalism, antisemitism (2020) o The Russian Army and the Jewish population, 1914-1917 (2022), todos ellos igualmente necesarios para comprender las múltiples facetas del proceso emancipatorio judío.
Piazza estructura su libro en siete capítulos, además de un breve índice onomástico y un rico aparato bibliográfico. Da inicio a su obra reclamando el peso que tuvo el debate sobre la tolerancia y las minorías, que el autor califica como «el hijo de la Ilustración», en ese largo siglo xviii (pp. 1-2). Tras ello, reflexiona acerca del empleo de anacronismos (p. 12) por parte de diversos autores entre los años 1936-1990 en el estudio de la figura del parisino François-Marie Arouet (Voltaire), a quien en la Francia de Vichy, Henri Labroue (profesor en la Universidad de Burdeos y colaboracionista) ya manipulaba como otro argumento más en favor de discursos antisemitas (pp. 5-7). Si Voltaire contaba con conductas antijudías, ello no resultaba nada fuera de lo común en el entorno en el que vivió, a pesar de que sus opositores insistieran en su perfil contrario a los judíos (pp. 113-117). No obstante, el autor del trabajo reconoce una obsesión en Voltaire por la cuestión judía (p. 5). Como el propio investigador destaca, no hay cabida para hablar de un «Voltaire antisemita», y ello se debe principalmente a la definición del vocablo en cuestión. Según Navarrete Alonso (2018) se debe «tener siempre presente la diferencia entre antijudaísmo y antisemitismo», ya que este último implica nociones raciales, configurando así «otra forma de aversión por lo judío que fue característica de la ideología nacionalsocialista», aspecto que también subraya Herzog (2014).
El especialista de la Universidad Roma Tre acude a los trabajos del filósofo francés, y a través de estos trata de dilucidar sus posibles argumentos antijudíos. Ejemplo de ello es la insistencia de Voltaire en «secularizar» el Antiguo Testamento (eliminando así toda esencia legitimadora de la existencia del pueblo de Israel) (pp. 22-23), una clara distinción entre la historia cristiana y la judía (p. 24), la descripción de los individuos judíos en base a sus fallos sociopolíticos en tiempos bíblicos (pp. 27-28) y su completa denigración (p. 28). Todo ello queda coronado por un Voltaire que se presenta a sí mismo como «antropólogo e historiador», un hombre versado con supuesta capacidad de crítica. Sin embargo, si los judíos se encontraban al nivel de los bárbaros según este intelectual dieciochesco y referente teórico de la Revolución de 1789, más brutos eran aquellos que creían en la labor de la Inquisición y la violencia contra los «hebreos», nunca justificada a ojos del propio Voltaire (pp. 32-34).
Para Piazza, el debate del judío sefardí Isaac Pinto y el eminente filósofo en la década de 1760 expone el reconocimiento de Voltaire de la capacidad dialéctica del primero. Lo que para el famoso pensador francés solo era posible si los judíos renunciaban a sus rasgos supersticiosos, a los cuales achacaba la «culpa de las terribles injusticias que sufren» (p. 42). En este sentido, Piazza confirma el hecho de que la teoría volteriana de la tolerancia es limitada (p. 148).
Otro enfrentamiento será objeto de atención del autor del estudio. Así, se presenta el conflicto entre el protagonista de este trabajo y el religioso Antoine Guenée, quien llegaría a publicar un «falso testimonio» titulado Lettres de quelques juifs portugais, allemands et polonais, à M. de Voltaire… en 1769 (pp. 83-84). Un impreso muy solicitado y reeditado en numerosas ocasiones más allá de 1770, e incluso en el siglo xix, en el que Guenée se presentaba como un conjunto de judíos indignados ante los escritos de su oponente. Aquí incluyó argumentos del ya citado Pinto y Voltaire no pudo corroborar la autoría del texto hasta noviembre de 1776 (p. 117).
En lo referente a las aportaciones que ofrece el análisis de Piazza sobre la figura de Voltaire y su posicionamiento antijudío, cabe destacar que no se trata de una investigación meramente filosófica. La contextualización histórica, aunque menor, no se deja de lado en este trabajo, al igual que los antecedentes historiográficos, con un excelente estado de la cuestión. En este último se nos presenta el amplio abanico de posicionamientos en torno a Voltaire y los judíos. Asimismo, Piazza explica con precisión el origen de los trabajos de su objeto de estudio, a los que atribuye una cronología concreta, una motivación y las consecuencias que estos desencadenaron en la época.
El investigador italiano concluye su ensayo, junto con otros aspectos, indicando que «la actitud de Voltaire hacia los judíos, revelada también en su intercambio con Pinto, nos permite enfocar claramente la considerable discrepancia entre su teoría y su práctica de la tolerancia, en consonancia con gran parte del pensamiento ilustrado» (p. 149). En definitiva, todo aquel especialista en discursos de odio, procesos emancipatorios o los conceptos de la «otredad» y la «tolerancia» en el Ancien Régime y la Revolución francesa, encontrará en la obra Voltaire against the Jews, or The limits of toleration un complemento perfecto para el entendimiento del estatus judío en la Francia del siglo xviii e inicios del xix.