Fruto del congreso Music, Nation, and Region in the Iberian Peninsula. (Re)Sounding History, Identity, and Heritage, celebrado en la Universidad de Cambridge en junio de 2017, la presente obra explora diferentes aspectos musicales del fenómeno nacional en España y Portugal desde finales del siglo xix hasta la actualidad. Más de una quincena de especialistas, en su mayor parte antropólogos y etnomusicólogos, se congregan en un volumen destinado a situar los países ibéricos en el centro del debate académico internacional sobre la dimensión musical de los nacionalismos.

Music and the making of Portugal and Spain. Nationalism and identity politics in the Iberian Peninsula está dividido en cuatro secciones. La primera de ellas trata acerca del papel de la música en la propaganda nacionalista desplegada por ambos Estados, particularmente durante los regímenes autoritarios franquista y salazarista, ámbito en el que cobran singular relevancia, por supuesto, los himnos nacionales. Del portugués ofrece un estudio detallado Paulo Ferreira de Castro, un análisis de «A Portuguesa» que pone de manifiesto la presencia en la marcha de elementos autóctonos —el fado y la saudade— en convivencia con la huella foránea de «La Marsellesa». Erigida en el principal emblema musical de los portugueses por la flamante Primera República en 1911, la composición de Alfredo Keil y Henrique Lopes de Mendonça mantendría este estatus hasta nuestros días, estabilidad que contrasta con la accidentada historia del himno español, sobre la que escribe Igor Contreras Zubillaga. Tras aludir al «Himno de Riego» y a la «Marcha Real» como piezas partidistas, el musicólogo pamplonés pone el foco en el proceso de institucionalización de la segunda como himno de la España franquista, dificultado por la pertinaz resistencia de los falangistas a aceptarla. Por otra parte, Vera Marques Alves examina los Bailados Portugueses Verde Gaio, compañía de danza folclórica que, inspirándose en el modernismo de los Ballets Russes, creó en 1940 el director del Secretariado de Propaganda Nacional de la dictadura, António Ferro, con el objetivo de que un país periférico como Portugal lograra visibilidad y reconocimiento en el escenario internacional. No hay un capítulo dedicado a la propaganda folclórica del franquismo, pero los editores del libro compensan en parte esta ausencia refiriéndose a los Coros y Danzas de España en el texto introductorio.

El segundo bloque temático de Music and the making of Portugal and Spain comprende cuatro capítulos situados en la intersección entre música, tecnología y nación. Eva Moreda Rodríguez se traslada a la España de finales del siglo xix e inicios del xx, la época del surgimiento de la industria fonográfica, para atender a sus interesantes vínculos con el movimiento regeneracionista, así como al debate en torno al carácter nacional de uno de los géneros más grabados en aquel período fundacional, la zarzuela grande. La formación del mercado nacional de música grabada es el objeto de estudio de Leonor Losa, que hace hincapié en el fructífero quehacer de dos pequeños empresarios, José Castello Branco y Carlos Calderon, ambos con sede en Lisboa. Seguimos en Portugal, pero avanzamos en el tiempo hasta situarnos de nuevo en el Estado Novo de Salazar, de la mano de Pedro Moreira. Su capítulo versa sobre la política de aportuguesamento de la música popular emprendida por António Ferro a principios de los años cuarenta desde la dirección de Emisora Nacional, la radio oficial del régimen, política alineada con las que ejecutaba en las mismas fechas el Secretariado de Propaganda Nacional, también a su cargo. El folclorismo salazarista sería combatido por Antonio Correira de Oliveira, Luís Cília y otros exponentes de la canción protesta portuguesa, a los que se refiere el etnomusicólogo Hugo Castro en un trabajo que, entre otras cuestiones, subraya la relevancia de las innovaciones tecnológicas introducidas por José Mário Branco en sus grabaciones de comienzos de los setenta.

Titulada «Negotiating the State, nation, and region», la tercera sección del volumen reseñado gira en torno a «cómo la música ha servido a visiones alternativas del nacionalismo», en palabras de sus editores. Los artistas encuadrados en el llamado «rock portugués» de los primeros ochenta, escribe Ricardo Andrade, volvieron la espalda al idioma habitual en el género hasta entonces, el inglés, e hicieron del uso de la lengua materna su principal seña de identidad; y es que expresar las percepciones y experiencias personales de forma inmediata y sin miramientos, como exigía el credo punk y nuevaolero, comportaba escribir las letras en el idioma propio. Gran experto en rock andaluz, Diego García-Peinazo sostiene que las bandas que florecieron en la región durante los años de la Transición debían incluir ingredientes flamencos en su música para ser ensalzadas como genuinamente andaluzas; las pocas que no lo hicieron, como The Storm, fueron marginadas. Por su parte, Héctor Fouce y Fernán del Val analizan la politización de la música indie en nuestro país, catalizada por el movimiento antiausteridad que eclosionó en 2011, cuyos adalides rechazaban la tradicional identificación de la españolidad con la democracia liberal y la Constitución de 1978. Cierra esta tercera parte un texto, firmado por Josep Martí, relativo al magma de sonidos que rodearon a los participantes en las movilizaciones impulsadas por el nacionalismo catalán entre el otoño de 2017 y la primavera de 2019, del cual formaba parte un conjunto de canciones francamente diversas, en consonancia con el carácter transversal del soberanismo.

Una de las mayores virtudes de Music and the making of Portugal and Spain radica en que amplía el espectro de géneros musicales relacionados con el nacionalismo en la bibliografía sobre España y Portugal, por lo general restringido a la música «culta», el flamenco y el fado. Un mérito que queda de manifiesto en la sección que acabamos de comentar y también en la cuarta y última, referente a los procesos de selección, promoción y gestión de expresiones musicales peninsulares como patrimonio cultural. En efecto, en el caso portugués no hallamos un trabajo acerca del fado, la opción más previsible, sino sobre el cante de Alentejo, inscrito en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la Unesco en el año 2014. Salwa El-Shawan Castelo-Branco aborda la patrimonialización de este canto tradicional polifónico del sur del país vecino desde un prisma histórico y etnográfico en un texto, por lo demás, muy deudor de la noción foucaultiana de gobernabilidad. No hay sorpresa, en cambio, en el caso español: la antropóloga Cristina Cruces Roldán se ocupa del flamenco, que a partir de la Transición perdería gradualmente la relevancia como ingrediente de la identidad nacional que había adquirido durante el franquismo, al tiempo que se convertía en el eje de las políticas patrimoniales del Gobierno andaluz y de otras instituciones locales y provinciales. Precede a estos dos estudios el único capítulo comparativo del libro, escrito por Cristina Sánchez-Carretero y el mencionado Castelo-Branco, que confronta la legislación y las políticas de patrimonio de ambos países desde el advenimiento de sus respectivas democracias, atendiendo especialmente, huelga decirlo, a la música.

Como es habitual en los volúmenes colectivos, a lo largo del que nos ocupa se producen reiteraciones que, aunque justificadas en el marco de los textos individuales, afean un tanto el conjunto; así, por ejemplo, la política cultural diseñada por António Ferro en los albores del Estado Novo —denominada política do espírito— es expuesta hasta en tres ocasiones. Por otro lado, la balanza temática hispano-lusa está bastante desequilibrada en un par de secciones: en la segunda hay tres capítulos encima del platillo portugués por tan solo uno sobre el español, mientras que en la tercera sucede justamente lo contrario. Pero estas tachas no son más que meros lunares y en absoluto restan valor a una obra interesantísima, modélica por su espíritu transdisciplinar y por el rigor de las investigaciones que alberga, un libro que testimonia hasta qué punto la música, entendida como fenómeno cultural, puede enriquecer el estudio de los movimientos sociales y políticos en general, y del nacionalismo en particular.