La historia urbana ha conocido en los últimos años un importante avance en nuestro país, como demuestran la proliferación de estudios sobre los mercados de trabajo, la sociabilidad, la cultura y las diversas formas de politización. En este renacer de lo urbano, los historiadores de la ciudad de Madrid han jugado un papel protagonista, mostrando la riqueza documental que esconden los archivos y la complejidad de las redes que articulaban sus habitantes. Es en este contexto en el que debe enmarcarse la tesis de Charlotte Vorms, que tras ser publicada en francés con el título Bâtisseurs de banlieue à Madrid. Le quartier de la Prosperidad (1860-1936) (Creaphis Éditions, 2012), aparece ahora traducida al castellano.
La obra de Vorms trata el nacimiento y desarrollo de Prosperidad, un barrio de Madrid que, junto con otros arrabales, nació con el dudoso honor de formar parte del extrarradio. El término, originado en 1860, diferenciaba aquellas zonas distintas del casco urbano y del Ensanche, que se estaba proyectando en aquel momento. El Ensanche, que hasta ahora había sido el objeto predilecto de estudio por parte de los historiadores, fue diseñado con una serie de normas claras sobre los usos del suelo, la tipología urbana y el entramado de calles. El extrarradio, con Prosperidad como ejemplo palmario, se convirtió en una suerte de laboratorio de laissez-faire, es decir, sin planificación estatal y sin infraestructuras básicas, por lo que toda iniciativa quedaba en manos privadas. La autora hace un excelente uso de una multitud de fuentes (el padrón de habitantes, licencias de obras, fondos del Registro de la Propiedad, la prensa, etc.) para seguir la historia de este barrio desde sus orígenes como arrabal hasta convertirse en un populoso barrio con más de diez mil habitantes en 1930. Una de las cualidades más sobresalientes de esta obra radica en la capacidad de la autora por transitar de un registro a otro, utilizando argumentos cuantitativos y cualitativos con igual soltura. También cabe destacar un uso recurrente y riguroso a la comparación con otras ciudades europeas.
En este singular ejercicio de historia a ras de suelo, el libro de Charlotte Vorms plantea una serie de ideas novedosas y originales que merecen ser examinadas en detalle. La primera y más importante se refiere a los actores y redes que articulaban la propiedad urbana de la época. En buena parte de la historiografía anterior, el análisis se había centrado fundamentalmente en los proyectos y negocios de los grandes propietarios. Fueron ellos (y ellas) quienes lideraron la construcción del Ensanche y quienes acapararon el grueso de los inmuebles en las grandes ciudades durante todo este periodo. Vorms presenta un argumento singularmente distinto: en Prosperidad sin duda había grandes propietarios, pero el protagonismo aparece de la mano de infinidad de industriales y comerciantes, empleados y muchos jornaleros. El rasgo singular de este barrio en que estos pequeños promotores construyeron —en algunos casos literalmente con sus manos— este nuevo barrio y dieron forma a su fisonomía. Los menores costes de la vivienda naturalmente atrajeron a un número importante de personas de otras zonas y de aquellos que querían hacer negocio. De esta forma, en Prosperidad también se fueron abriendo paso con el tiempo los grandes propietarios y promotoras, aunque todavía en vísperas de la Guerra Civil jornaleros, obreros y artesanos seguían accediendo a la propiedad de una pequeña vivienda. La perspectiva es novedosa porque los historiadores hemos sido a menudo rehenes de nuestras fuentes favoritas, como los padrones o los registros fiscales, que habitualmente indican que el acceso a la propiedad era una condición muy minoritaria entre las clases medias y populares antes 1950. La historia de Prosperidad puede interpretarse como la excepción que confirma la regla, o mejor aún, como un barrio periférico donde se daban condiciones muy peculiares: una regulación muy laxa, un elevado número de obreros de la construcción que podían construir sus casas y el acceso al crédito a través de redes personales como para alterar este patrón. Esta historia permite situar la sociedad urbana en época de la Restauración en términos mucho más dinámicos de lo que habitualmente pensamos.
El otro tema estrella de este libro son los movimientos de protesta que articularon los vecinos de Prosperidad para conseguir que el Ayuntamiento de Madrid proveyera de infraestructuras básicas al barrio. Las autoridades municipales, por el contrario, acuciadas por los escasos recursos disponibles y apoyándose en el vacío legal en que se encontraban estas viviendas, buscaron ningunear o posponer estas demandas. Las peticiones se convirtieron en una constante y dieron lugar a una serie de movimientos bien documentados: las reclamaciones las formulaban las élites del barrio (industriales, comerciantes y promotores), primero a través de manifiestos, pero más adelante apelando al voto de los vecinos una vez se instauró el sufragio universal masculino. La autora identifica este movimiento como una continuación del caciquismo de la Restauración, aunque tal vez cabría preguntarse si caciquismo es el término más adecuado en unas elecciones como las de Madrid, con mayor competencia electoral y con escasos mecanismos de coacción.
Tras esta primera etapa con algunos éxitos relevantes, la década de 1920 dio lugar al nacimiento de un segundo tipo de movimiento. Los notables locales perdieron capacidad de influencia por la llegada de las grandes promotoras inmobiliarias, cuyas nuevas construcciones profundizaron la segregación del barrio. Algunos habitantes de Prosperidad pasaron a vivir en modernos hotelitos o colonias con una mejor situación, pero muchos otros seguían sin tener cubiertas sus demandas y, como resultado, los partidos políticos —como los socialistas— comenzaron a ganar influencia en el barrio. El hecho curioso es que los repertorios de protesta, la identidad de barrio, pero también la conciencia de ser ciudadanos y contribuyentes, nunca se perdió. Los movimientos vecinales tienen por tanto una serie de rasgos propios en la época previa al franquismo que merece ser estudiados en futuros trabajos.