RESUMEN
El artículo analiza el significado de democracia plebiscitaria en la obra de Max Weber desde las dos dimensiones desde las que lo aborda: 1) como el fenómeno de la transformación de los partidos políticos en organizaciones burocráticas y centralizadas, y 2) como un tipo de poder dentro de su tipología del poder —un tipo combinado de poder carismático y de poder legal—. La reconstrucción del concepto que se lleva a cabo se basa en pasajes de las obras no tomados en cuenta habitualmente, lo cual desemboca en conclusiones críticas con la interpretación dominante del concepto establecida por Wolfgang Mommsen.
Palabras clave: Max Weber; política; democracia; democracia plebiscitaria; poder plebiscitario; historia de los conceptos; tipos de legitimidad; W. Mommsen.
ABSTRACT
The paper analyses the meaning of plebiscitary democracy in Max Weber's work from the two dimensions from which he approaches it: 1) as the phenomenon of the transformation of political parties into bureaucratic and centralised organisations, and 2) as a type of power within his power typology-a type of combined charismatic and legal power. The carried out reconstruction of the concept is built on passages in the works not usually taken into account, leading to critical conclusions with the classical interpretation of the established concept by Wolfgang Mommsen.
Keywords: Max Weber; politics; democracy; plebiscitary democracy; plebiscitary power; conceptual history; types of legitimate power; W. Mommsen.
Este trabajo reconstruye el significado de la democracia plebiscitaria en Max Weber a partir de los textos no tenidos en cuenta en la interpretación habitual y predominante. Se trata de fragmentos de las dos obras de Weber en las que aparece la expresión democracia plebiscitaria. En La política como profesión (1919) Weber describe el fenómeno de la transformación de los partidos políticos modernos, mostrando sus características, su establecimiento en dos casos históricos (Inglaterra y Estados Unidos.) y su ausencia en Alemania (epígrafe II). En Economía y sociedad, cuya nueva versión compone Weber para su edición publicada en 1921, se ocupa de la dimensión tipológica de la nueva forma de poder que se da en los partidos políticos modernos (epígrafe III).
En ambos epígrafes, II y III, el análisis del concepto lo realizamos mostrando la inserción interna de los respectivos textos en la estructura expositiva y argumentativa de las dos obras mencionadas de Weber. Está presente igualmente en el análisis la cuestión de la coherencia entre las dos dimensiones de la democracia plebiscitaria —como fenómeno histórico y su adscripción a la tipología del poder— que Weber aborda en las dos obras. Partiendo de esta base llegamos a la conclusión de que la democracia plebiscitaria es el nombre que da Weber al fenómeno de la transformación moderna de los partidos políticos —de importantes consecuencias para la actividad política— y no se corresponde con una forma de Estado o gobierno.
Por tratarse de una especie de reconstrucción partiendo de los textos de Weber, no se incorpora en el artículo la recepción y el análisis de la democracia plebiscitaria en la bibliografía secundaria existente, que se deja para otro trabajo. La excepción es la referencia al artículo de Wolfgang Mommsen en la revista Kölner Zeitschrift für Sozialpsychologie (Mommsen, 1963: 295-322), del que se puede afirmar que está en el origen de la interpretación dominante del concepto weberiano de democracia plebiscitaria desde hace décadas. Son precisamente las omisiones de algunos pasajes de Weber en esta interpretación de Mommsen las que me han motivado a acometer esta reconstrucción del significado del concepto.
Como ya hemos mencionado, la primera aparición de democracia plebiscitaria se encuentra en el libro La política como profesión, redactado por Max Weber en la primavera de 1919, en el cual ampliaba considerablemente la extensión de su famosa conferencia del mismo título, que había pronunciado en Múnich el 28 de enero de 1919.
Democracia plebiscitaria aparece en un pasaje de la obra en el que Weber contrapone la nueva organización de los partidos políticos, establecida ya en esos momentos en algunos países, a aquella forma anterior en la que la vida política había sido dirigida por los diputados parlamentarios y por los «notables» locales de los «partidos», que no contaban con una organización formal y sólida, pues no tenían todavía una estructura burocratizada ni tenían una implantación estable. La razón por la que Weber aborda el análisis de la organización moderna de los partidos políticos en esa parte de la obra es para definir un nuevo tipo de político profesional, al que denomina funcionario de partido. Este nuevo tipo de político lo diferencia del tipo de político que, según él, había predominado desde los comienzos del Estado constitucional, y sobre todo desde la instauración de la democracia (es decir, desde la extensión del derecho a voto), y que él veía encarnado en las últimas décadas del siglo xix y primera del xx en la figura del publicista político, y sobre todo en la del periodista. Este nuevo tipo —el funcionario de partido— estaba vinculado directamente a ese proceso de transformación de los partidos políticos, cuyo establecimiento y características analiza precisamente en La política como profesión.
Este análisis sobre la democracia plebiscitaria lo comienza Weber haciendo referencia a los factores que estaban a la base de su origen y al significado que tenía esta nueva forma de organización de los partidos políticos para la actividad política. En el pasaje de La política como profesión en el que aparece por vez primera democracia plebiscitaria escribe que esta es
hija de la democracia, del derecho a voto de las masas, de la necesidad de una publicidad masiva y de una organización de las masas, del desarrollo de una dirección centralizada al máximo y de una disciplina más rígida. Acaba el poder de los notables [locales] y el papel dirigente de los parlamentarios. La actividad política la toman en sus manos personas «que tienen en la política su profesión principal» y que están fuera del Parlamento, bien como «empresarios» o como empleados con un sueldo fijo [en el partido]. El poder se encuentra en manos de quienes trabajan en el aparato de manera estable o de quienes depende su funcionamiento desde el punto de vista personal o económico […]. Lo decisivo es que todo este aparato humano —la «máquina», como se le llama significativamente en los países anglosajones—, o más bien las personas que lo dirigen, dan jaque mate a los diputados parlamentarios y están en situación de imponerles en gran medida su propia voluntad. Y este hecho tiene una significación especial para la elección de la dirección del partido. Ahora se convierte en líder aquel a quien obedezca el aparato, incluso por encima de la cabeza del Parlamento. La creación de estas máquinas significa, dicho con otras palabras, la introducción de la democracia plebiscitaria (Weber, 2021: 192-194; Weber, 2005a: 202-204).
En este pasaje se encuentran, entre otros, dos puntos nucleares para el concepto de democracia plebiscitaria: el cambio que se produce en la relación entre los diputados parlamentarios y sus partidos políticos nuevos —que logran imponerse a los parlamentarios en la dirección de la actividad política— y la denominación de democracia plebiscitaria que Weber da a este fenómeno. Las dos líneas finales del pasaje dicen con claridad que para Max Weber democracia plebiscitaria es lo mismo que la creación de los nuevos partidos-aparato.
La interpretación clásica de esta larga cita es, sin embargo, muy distinta: Mommsen, en su artículo de 1963 referenciado en la nota 1, remite esta primera aparición de democracia plebiscitaria a un lugar de La política como profesión distinto al que hemos señalado nosotros, a un lugar precisamente en el que no figura democracia plebiscitaria, sino otra expresión similar, «democracia de líderes plebiscitarios» («plebizistäre Führerdemokratie»), que se puede considerar intercambiable con democracia plebiscitaria, pues en él se recoge también la oposición existente entre partidos organizados dirigidos por líderes y la ausencia de líderes y partidos organizados. Este pasaje al que se remite Mommsen se encuentra en el volumen I/17 de las obras completas de Weber (MWG), páginas 223-224, y en la edición de Johannes Winckelmann de los Politische Schriften (Escritos políticos) de Weber (de 1958), que utilizó en su momento Mommsen, se encontraba en la página 532, mientras que el pasaje de las obras completas que hemos reproducido nosotros, en el que se dice simplemente democracia plebiscitaria, se encuentra en MWG I/17, páginas 202-204, que en la edición de Winckelmann de 1958 se encontraba en la p. 521, y en nuestra edición española de 2021 en las páginas 202-204.
Esta inexacta ubicación de la democracia plebiscitaria implica que Mommsen olvide en su artículo de 1963 una de las frases clave de la transcrita larga cita: la frase está situada en las dos últimas líneas de la cita, en las que Weber hace equivalentes democracia plebiscitaria y la «creación de estas máquinas» [aparatos partidarios]. En realidad, más que un olvido de esta equivalencia hay más bien una alteración del texto de Weber. La frase de Weber «la creación de estas máquinas significa, con otras palabras, la introducción de la democracia plebiscitaria» es alterada por Mommsen en su artículo, página 301, ya que en vez de «introducción de la democracia plebiscitaria» dice «introducción del sistema plebiscitario» («Einzug des plebiszitären Systems»). La sustitución de «democracia» por «sistema» y no tomar en cuenta la frase de Weber de que la «creación de estas máquinas [aparatos partidarios] es, dicho con otras palabras, la introducción de la democracia plebiscitaria», conduce en mi parecer a un desenfoque del concepto de democracia plebiscitaria. Una muestra de este desenfoque es lo que escribe Mommsen a propósito de la frase de Weber en el largo pasaje citado anteriormente de que «ahora se convierte en líder aquel a quien siga el aparato, por encima de la cabeza del Parlamento». Mommsen escribe que «el Parlamento, como órgano representativo del pueblo, pierde su posición privilegiada como lugar de debate político independiente y lo convierte en el escenario de la lucha entre partidos para ganarse el favor del electorado» (Mommsen, 1963: 301). Como he mostrado anteriormente, Weber no está hablando aquí de un cambio en la función representativa del Parlamento, sino de un cambio en la relación entre los diputados parlamentarios y los nuevos partidos políticos, en la que éstos últimos se imponen a aquéllos y se hacen dueños de la agenda política[1].
De esta nueva forma de organización de los partidos, es decir, de la forma plebiscitaria
de organización, Weber destaca dos características principales. La primera se refiere
al liderazgo, y Weber señala aquí el carácter carismático del liderazgo y la confianza
de sus seguidores en sus líderes: todos los miembros del partido esperan la victoria
de su líder y, con ella, su propia retribución personal: «Lo que esperan es, ante
todo, que, en la campaña electoral, el efecto demagógico de la persona del líder gane votos y escaños para que el partido llegue al poder y que se amplíen
al máximo las posibilidades de que su aparato encuentre la esperada retribución» (
En la exposición de estos dos casos históricos, Weber sigue a Mosei Ostrogorski de
manera constante, no solo en cuanto al contenido de la información, sino también en
la utilización de algunos de sus términos fundamentales Véase Ostrogorski ( Menciona aquí la figura del líder del partido, la del whip parlamentario, que aseguraba la disciplina del partido y de quien dependía el reparto
de los cargos, con el que, por tanto, tenían que relacionarse los que aspiraban a
alcanzar algún cargo. Destaca asimismo la figura de los agentes de los distritos locales
y la del aún más relevante Election agent. Era éste un empresario capitalista que era responsable de velar por la pureza de las
elecciones de acuerdo con la legislación (control de los gastos electorales, obligando
a los candidatos a que indicaran sus gastos electorales). Y menciona cómo los partidos
tuvieron que crear una enorme red de asociaciones, formar agrupaciones en cada barrio
de la ciudad y dotarlas de una rígida organización burocrática» (
El caso de Inglaterra corrobora las características generales de la democracia plebiscitaria que había señalado con anterioridad: 1) el partido político se sitúa por encima de sus diputados parlamentarios, a los que considera como prebendados suyos. No se trata de que el Parlamento sea anulado, sino de una profunda alteración en la relación entre los diputados parlamentarios y su partido. El partido es ahora el que dirige la política y la agenda parlamentaria, y considera a sus parlamentarios como «prebendados políticos que forman parte de su aparato; 2) la importancia que adquiere el «discurso demagógico», si bien Weber hace a este respecto una importante distinción entre el discurso demagógico de los tiempos de Gladstone (especialista en la aparente sobriedad del «dejar que los hechos hablen por sí mismos») y el de su propia época, donde «se utilizan medios puramente emocionales para movilizar a las masas» (ibid.: 203).
Este sistema del caucus inglés le parecía a Weber «una forma suave en comparación con la organización de los partidos norteamericanos, los cuales habían planteado el principio plebiscitario muy pronto y de modo muy puro» (íd.). En efecto, Weber sitúa la introducción de los nuevos partidos-máquina en Estados Unidos entre la derrota electoral de Andrew Jackson, en 1824, y el final de la década de 1840, precisamente cuando habían salido de la escena política los grandes diputados parlamentarios John Caldwell Calhoun y J. Daniel Webster y los diputados habían ido perdiendo poder respecto al aparato del partido.
Este temprano y rápido desarrollo del «aparato plebiscitario» en Estados Unidos lo atribuye Weber a su sistema político basado en una fuerte división de poderes (entre el ejecutivo y el legislativo). En este sistema, el presidente, elegido por los electores, tenía a su disposición cientos de miles de puestos públicos a repartir (spoils system), reparto que realizaba consultando a los senadores de los Estados federados, con lo que perdían peso, por tanto, los diputados del Congreso. Weber reitera que, para las elecciones presidenciales y para la de los gobernadores de los estados federados, los programas del partido y las listas electorales eran fijados por los congresos de los partidos, que se constituían a su vez con los delegados enviados por las asambleas, quienes a su vez debían su mandato a las primarias, las asambleas de base de los electores del partido. La pérdida de peso en la dirección de la política por parte de los diputados parlamentarios a favor de los partidos era aquí clara.
Y, de manera similar a como ha procedido con Gran Bretaña, Weber ofrece una descripción
de la organización de los partidos norteamericanos. En cuanto a las figuras de la
organización de los partidos norteamericanos, Weber destaca especialmente la figura
del boss, que es quien centraliza la organización del partido. Él es quien dirige la financiación
del partido (cuotas de los miembros; regalos, sobornos; recepción de las donaciones
de los magnates financieros) y gestiona la distribución de los cargos públicos entre
los miembros del partido según los servicios prestados por éstos al partido. Estos
partidos-máquina, como se les solía llamar, son, en resumen, una organización rígida de arriba a abajo,
como una empresa fuertemente capitalista
A diferencia de lo ocurrido en Gran Bretaña y de los Estados Unidos desde el siglo
xix, Weber constata en Francia una situación muy distinta respecto al establecimiento de
la democracia plebiscitaria. En La política como profesión destaca la permanencia en Francia (años de la Tercera República) de la vieja forma
de organización de los partidos, pues eran los diputados parlamentarios quienes tenían
en sus manos el reparto de los cargos, el control absoluto sobre todos los asuntos
concernientes a sus respectivos distritos electorales, y quienes ejercían una fuerte
influencia sobre las propuestas programáticas que les llegaban de los «notables» locales,
con los que estaban en constante conexión. Dentro de esta situación comparativamente
poco modernizada, Weber destaca asimismo el escaso número de políticos profesionales
existentes en Francia, es decir, de políticos para los que la política era su profesión
principal Sobre Francia, véase ibid.: 191-192.
Weber, por tanto, considera los casos de Inglaterra y Estados Unidos como realizaciones de la democracia plebiscitaria, lo cual quiere decir que la democracia plebiscitaria no está nombrando una forma de Estado o de gobierno, pues Inglaterra y Estados tenían formas de Estado distintas —una monarquía parlamentaria y una república presidencialista, respectivamente—, a las que, por otro lado, Weber no califica de democracias plebiscitarias, aunque hayan establecido la democracia plebiscitaria en sus respectivos sistemas políticos.
Sin embargo, Mommsen escribe que «la descripción de Weber de los partidos-máquina
modernos se ajusta mejor a los partidos totalitarios, ciertamente en contraste con
sus ideas» (
Los casos de Gran Bretaña y de Estados Unidos le sirven a Weber de contrapunto a la
situación de Alemania, pues aquí constata él un establecimiento muy débil del nuevo
tipo de organización de los partidos políticos. El único partido que Weber considera
que había modernizado algo su organización era el Partido Socialista (SPD), pero solo
en algunos aspectos, como el de su burocratización o el de la organización de actividades
partidarias, pues en la cuestión del liderazgo, sin embargo, seguía manteniendo una
gran hostilidad hacia el establecimiento de líderes. Y este fenómeno no solo lo observaba
en el SPD, sino en el conjunto de los partidos alemanes en el sentido de que todos
funcionaban como «gremios de notables» ( (
1) El primero es la propia Constitución alemana de 1871, concretamente su forma de
monarquía no parlamentaria, en la que el Parlamento (Reichstag) no tenía poder para elegir al Gobierno, con lo que el papel de los partidos políticos
en esta institución era prácticamente irrelevante. No sobra recordar en este punto
que, aunque con la creación del Deutsches Reich en 1870-71 se había establecido el sufragio universal (masculino) para las elecciones
generales al Reichstag, no se había introducido, sin embargo, un sistema de Gobierno parlamentario, en el
que los partidos tuvieran un papel activo en la formación del Gobierno del Reich. Weber señala además que los propios dirigentes de los partidos políticos se habían
acomodado a esta falta de parlamentarización del sistema. Los dirigentes del partido
católico Zentrum nunca habían ocultado su oposición a la parlamentarización del sistema porque temían
ser un partido minoritario en las elecciones y, en esas condiciones, les iba a resultar
difícil poder colocar en el gobierno a algunos de los suyos. Y tampoco el Partido
Socialista (SPD) la deseaba «porque no quería mancharse las manos con el sistema político
burgués existente». Esta misma actitud negativa respecto a la parlamentarización del
sistema la encontraba Weber en los partidos burgueses desde los años ochenta del siglo
xix (
2) El segundo factor, que condicionaba al primero, lo encuentra Weber en el hecho de que funcionarios bien formados y eficientes no solo ocupan cargos en la Administración sino también los cargos políticos. Y estos Gobiernos compuestos por funcionarios se sustraían, además, al control de las comisiones parlamentarias, a diferencia de lo que ocurría con las comisiones parlamentarias inglesas.
3) El tercer factor era que los partidos alemanes se caracterizaban por ser partidos
con «una concepción el mundo», es decir, partidos donde la «ideología» tenía un peso
determinante, muy diferentes a los de Estados Unidos que estaban centrados en la conquista
del poder (
La contraposición entre la situación de Alemania y la existente en los dos casos analizados de Gran Bretaña y Estados Unidos le parece evidente. Y, para el futuro, Weber sigue pensando que no hay una alternativa al nuevo tipo de partido político de líderes y aparato, aun siendo plenamente consciente de algunas consecuencias inevitables que se producen en los miembros del aparato con el establecimiento de la nueva forma de organización de los partidos:
Hay que tener claro —escribe— que la dirección de los partidos por líderes plebiscitarios
produce el «vaciamiento espiritual» del aparato, su proletarización intelectual, podríamos
decir; pues, para ser un aparato útil al líder, tiene que obedecer ciegamente, tiene
que ser una «máquina» en el sentido americano, no obstaculizada por la vanidad de
los notables o por sus pretensiones de tener una voz propia. La elección de Lincoln
solo fue posible gracias a este carácter de la organización del partido, y con Gladstone
ocurrió lo mismo en el caucus, como ya hemos dicho. Este es el precio a pagar precisamente para que la dirección
[del partido] tenga un líder, pues solo cabe esta disyuntiva: o democracia de líderes
con «aparato» o democracia sin líderes, lo cual quiere decir el mando de «políticos
profesionales», pero sin Beruf, es decir, sin las cualidades carismáticas internas que convierten realmente a uno
en líder. Y esto significa que manda la «camarilla» (
La disyuntiva es, por tanto, o democracia plebiscitaria, en los términos que él ha definido y descrito, con los casos de Gran Bretaña y Estados, o un «gobierno de la camarilla», que significa, en resumen, que manden políticos o «claques», que rodean y aíslan a los líderes, impidiendo que estos puedan contar directamente con un partido modernizado. Esta segunda situación es la que considera Weber que se da en la Alemania de comienzos de 1919, cuando pronuncia su conferencia en Múnich, en unos momentos en los que aún no se podía saber cómo iban a funcionar los partidos políticos y los políticos profesionales.
Esta contraposición entre la democracia de líderes plebiscitarios con aparato y democracia
sin líderes, es decir, sin líderes y sin aparato, la vuelve a exponer Weber en el
capítulo III de Economía y sociedad, como veremos más adelante en el epígrafe número III. Para Weber no hay una alternativa
al establecimiento de partidos modernizados (burocratizados y de carácter plebiscitario).
No se trata para él de «elegir» entre una de las dos formas de organización de los
partidos, pues el establecimiento de la democracia plebiscitaria, es decir, la transformación de los partidos políticos es, básicamente, la consecuencia
inevitable de la extensión del derecho a voto. La democratización del sufragio requiere
el establecimiento de partidos con capacidad para la lucha electoral en una sociedad
en la que ha aumentado enormemente el número de ciudadanos-electores. Por tanto, los
partidos y líderes de nuevo cuño que dirigen la política, y para los que sus diputados
parlamentarios son «prebendados» suyos, no se corresponden con partidos totalitarios,
sino con partidos democráticos en sociedades que habían avanzado hacia el sufragio
universal (masculino), y habían reconocido ya el femenino, como en el caso de Alemania. El sufragio femenino se había establecido en Alemania en 1918, con la revolución
de noviembre.
En algunos de los escritos de esta época posterior a la guerra mundial, Weber ofrece
algunas reflexiones sobre el futuro inmediato de Alemania, concretamente relacionadas
con la modernización de los partidos políticos. En primer lugar, considera que las
elecciones presidenciales podrían ser una ocasión. Él estaba convencido de que la
nueva forma de Estado de Alemania sería una república, pues consideraba que de la
monarquía ya no se podía esperar nada a ese respecto. En sus escritos sobre la situación
y el futuro de Alemania después del final de la Primera Guerra Mundial se había manifestado
a favor de una república con un presidente elegido por sufragio universal Sobre su posición a favor de una república presidencialista, véanse Weber (
La elección directa del presidente del futuro Reich por los ciudadanos era considerada por Weber como una buena ocasión para que los partidos
políticos alemanes se organizaran adecuadamente para esas elecciones presidenciales.
Como pensaba que en Alemania habría en el futuro al menos cuatro grandes partidos,
creía que la lucha electoral por la Presidencia de la República sería un acicate para
que los propios partidos políticos que presentaran candidatos a la elección adoptaran
precisamente una forma plebiscitaria de organización, como la experimentada en Gran
Bretaña y en Estados Unidos. La permanencia del viejo sistema de partidos de notables
echaría a perder, según él, el futuro inmediato de una democracia de progreso político
y económico, que él quería para Alemania. Y aunque él no veía todavía claro a comienzos
de 1919 cuál iba a ser el tipo de organización que adoptarían los partidos alemanes
ni cuáles iban a ser las vías para acceder a la actividad política profesional, sugiere
que aquellos que por su situación patrimonial se vieran obligados a «vivir de la política»
tomen en consideración el trabajo del periodismo, ser «funcionarios» de un partido,
o buscar algún puesto en alguna organización de representación de intereses, como
sindicatos, cámaras laborales o patronales, o en la Administración municipal (
También pensando en el futuro proponía la sustitución del sistema electoral proporcional,
introducido en Alemania con la Revolución de noviembre de 1918, por considerarlo precisamente
como un obstáculo para la formación de líderes en los partidos políticos. Su argumentación
era que ese sistema fomenta el mercadeo entre los «notables» por entrar en las listas
electorales y que, en el futuro, favorecería la inclusión en las listas electorales
de los «funcionarios» de los distintos grupos o asociaciones de interés, con la consecuencia
inmediata de que el Parlamento elegido con ese sistema sería un «Parlamento no político»,
en el que no habría auténticos líderes políticos.
La segunda vez que Weber utiliza la expresión democracia plebiscitaria lo hace en el epígrafe 14 del capítulo III de Economía y sociedad (1921), titulado «La interpretación no autoritaria del carisma». Si como hemos visto, en La política como profesión describía Weber la democracia plebiscitaria como el fenómeno de la nueva forma de organización de los partidos políticos, ahora, en este capítulo III de Economía y sociedad, la aborda desde la perspectiva de su tipología del poder legítimo (Herrschaft), es decir, Weber establece aquí el tipo de Herrschaft al que adscribe la democracia plebiscitaria. Esta aparece concretamente en el primero de los apartados en letra pequeña del epígrafe 14, y esta ubicación es muy significativa, pues en estos apartados en letra pequeña Weber comenta, explica o desarrolla algo que ha escrito previamente en el cuerpo principal del texto. El pasaje dice:
La democracia plebiscitaria —el tipo más importante de democracia de líderes (Führer-Demokratie)— es, en su sentido genuino, un tipo de poder carismático que está oculto bajo la forma de una legitimidad derivada de y perpetuada por la voluntad de los gobernados (Beherrschten). Pero, en realidad, el líder (el demagogo) manda en virtud de la confianza y de la
lealtad que sus seguidores le prestan a su persona como tal; primeramente, manda sobre los seguidores reclutados para él, y luego, si
sus seguidores le procuran el poder, en la comunidad política (Verband) (
Si los textos en letra pequeña de la Sociología del poder, como textos que desarrollan o concretan el texto principal, requieren ser relacionados con el texto principal al que se refieren, en el caso de la democracia plebiscitaria es todavía más necesario acudir al texto principal del epígrafe 14 y a otros epígrafes anteriores del capítulo III, pues Weber expone en ellos algunos conceptos necesarios para comprender la adscripción tipológica de la democracia plebiscitaria. En ellos trata Weber, por ejemplo, los conceptos de «transformación del carisma», «combinación de los tipos de poder» y el nuevo tipo de poder que Weber establece ahora, al que denomina «poder plebiscitario» (plebiszitäre Herrschaft).
La «transformación» del poder carismático en otro tipo de poder la aborda Weber en
el epígrafe 11 del capítulo III, en donde escribe que «cuando la relación carismática
se convierte en una relación duradera —dando lugar a una comunidad de creyentes, de soldados o de discípulos, o a un partido
político, una comunidad política o una comunidad eclesial— entonces el poder carismático,
que por así decir existía en forma pura in statu nascendi, tiene que cambiar radicalmente: se transforma en una forma tradicional o en una forma
racional (legal) o en una combinación de ambas» Weber ( Weber había expuesto con anterioridad otros casos en los que la «transformación»
del carisma se producía a otros motivos. Véase Weber (
Otro elemento fundamental del marco conceptual weberiano para entender la ubicación
tipológica de la democracia plebiscitaria es el de la «combinación de distintos tipos de poder». En el epígrafe 13 del mismo
capítulo III escribe Weber que son muy raras las relaciones de poder en una comunidad
organizada (Verband) que puedan adscribirse a uno solo de los tres tipos puros de poder legítimo de su tipología. Recuerda Weber a este respecto
que el tipo de poder, y por lo tanto el de su obediencia, es la creencia de que el poder es legítimo, es decir, la creencia en el prestigio del o de los gobernantes.
Y añade que, en el caso de la legitimidad «legal», esta creencia nunca es solamente
legal, pues esa creencia es también una creencia profundamente «arraigada», es decir,
una creencia con una base de carácter tradicional. En el caso del poder tradicional
señala asimismo que rara vez a lo largo de la historia se ha dado un caso de poder
tradicional en el que, para los puestos más altos de una comunidad, no se contara
con alguna persona poseedora de un carisma personal. Y lo mismo dice del poder carismático:
ha sido igualmente raro que se haya dado en la historia un poder solamente carismático, pues el elemento carismático ha solido ir combinado con algún elemento
de carácter legal, como la burocracia, o con algún elemento de carácter tradicional, como una relación
feudal (
Con estos dos conceptos —la «transformación del carisma» y la «combinación» de tipos»—
se puede comprender adecuadamente el nuevo tipo de poder que Weber establece en el
epígrafe 14 del capítulo III, que él denomina poder plebiscitario y que es el «tipo más importante de una combinación de poder» (
El poder plebiscitario (plebiszitäre Herrschaft) es precisamente un poder mixto, ocupando en la clasificación de Weber la posición de un subtipo del poder carismático, en el que están presentes elementos del tipo legal y del tipo carismático, con lo que el carisma se presenta sin el carácter autoritario que era la característica propia del tipo carismático puro. En el texto principal del epígrafe 14 Weber menciona dos ejemplos o casos de este poder plebiscitario: el liderazgo de los partidos modernos y la práctica política realizada por los dos Napoleones en Francia en el siglo xix. El pasaje dice así:
El caso más común se da en el liderazgo de los partidos del Estado moderno, pero existe
también dondequiera que el gobernante (Herr) se sienta legitimado como delegado (Vertrauensmann) de las masas y sea reconocido como tal; el medio adecuado para expresar este reconocimiento es
el plebiscito: lo practicaron los dos Napoleones después de conquistar violentamente
el poder del Estado; y lo practicó el segundo Napoleón cuando perdió su prestigio
convocando de nuevo un plebiscito (
Al pasar ahora al análisis de la definición de democracia plebiscitaria, que hemos reproducido anteriormente, la primera observación a hacer es que esta definición detalla o desarrolla la frase del texto principal de que el liderazgo de los partidos políticos es el caso más común de poder plebiscitario. Cuando Weber escribe en esta definición que la democracia plebiscitaria es un poder carismático oculto bajo la forma de un poder legitimado por los gobernados, donde el líder manda en realidad en virtud de la confianza y lealtad que sus seguidores le prestan a su persona, está expresando con otras palabras que en la democracia plebiscitaria se da la combinación de poder legal y poder carismático que, en el texto principal, constituía el poder plebiscitario (plebiszitäre Herrschaft). No existe, por tanto, realmente ninguna diferencia entre lo escrito en el texto principal y lo escrito en el texto en letra pequeña. En aquel decía «liderazgo de los partidos del Estado modernos» y en éste último dice democracia plebiscitaria, pero ya sabemos, por la Política como profesión, que para Weber la democracia plebiscitaria era la denominación de la organización de los partidos modernos (líderes con «máquina), con lo que ambas expresiones son intercambiables, como hemos mostrado en el epígrafe II del presente artículo. Además, las últimas frases del texto de la definición hacen referencia expresa a los partidos políticos cuando escribe que el líder manda, en primer lugar, sobre los seguidores que su aparato le va procurando, y luego, en el caso de un triunfo electoral, en la dirección del Estado. Weber no deja de referirse aquí al liderazgo de los partidos, al que había mencionado ya en el texto principal del epígrafe 14.
Una segunda observación sobre la definición de democracia plebiscitaria tiene que ver con la afirmación de Weber de que ésta es el «ejemplo más importante
de democracia de líderes». Esta afirmación podría plantear la duda de si Weber suministra aquí un criterio de
clasificación distinto el empleado en el texto principal, en el que había puesto a
la democracia plebiscitaria (partidos modernos) como un ejemplo de poder plebiscitario. Pero, atendiendo a su propia definición de democracia de líderes, que él caracteriza por la emotividad natural de la confianza en el líder, se puede
ver que ésta no se desvía de lo que había dicho antes del poder plebiscitario en el texto principal Weber dice de «la democracia de líderes (Führerdemokratie)» que «posee generalmente el carácter emocional natural de la confianza y lealtad al líder, de la que suele proceder la tendencia
a seguir como líder al individuo más extraordinario, al que más promesas hace, al
que despliegue los medios de persuasión más atractivos» ( Entre estos casos menciona Weber el ejemplo de Cromwell en el siglo xvii inglés, quien seleccionaba a su «aparato» con criterios religiosos, el de Robespierre
en la Revolución Francesa, que seleccionaba a su «aparato» con criterios morales,
y también menciona los casos de los alcaldes de grandes ciudades en Estados Unidos,
de finales del siglo xix y comienzos del xx, por el poder especial que tenían para configurar su propio equipo para que el gobierno
municipal pudiera afrontar situaciones de emergencia.
Weber utiliza aquí también la expresión «democracia de líderes plebiscitarios» para
contraponerla a «democracia sin líderes», como ya había hecho en Weber (
La «transformación» del carisma generada por una interpretación racional, no autoritaria,
del carisma, que había desembocado en la acuñación del tipo de poder combinado denominado
poder plebiscitario, la completa Weber con una distinción entre el líder político elegido y el Wahlbeamte (funcionario por elección). Esta diferenciación aporta una clarificación adicional
al concepto de democracia plebiscitaria, al resaltar el doble componente de la democracia plebiscitaria a diferencia del funcionario por elección, en el que desaparece el componente carismático.
Con funcionario por elección se refiere Weber a aquellos cargos públicos en los Estados Unidos (jueces, fiscales,
algunos cargos en los Estados miembros de la Federación), que son de carácter electivo
(por los ciudadanos), pero en los que sus titulares no pueden actuar con un carisma
personal propio por la total dependencia en que se encuentran respecto de sus electores.
Se trata de cargos que, por un lado, no forman parte de la organización jerarquizada
de la Administración, pero, por otro, son para Weber el caso más radical de la transformación
del carisma, en el sentido de que el hecho de su elección los convierte en «siervos»
de los electores, pues entre los electores y el elegido funciona una especie de «mandato
imperativo» (
Esta tipificación de la democracia plebiscitaria, que acabamos de exponer, no ha sido, sin embargo, tomada en cuenta en la interpretación
sobre la transformación del carisma. Volviendo al artículo de Mommsen (
Mommsen escribe, además, que la democracia plebiscitaria se acerca al fenómeno del bonapartismo y del cesarismo, ( Weber (
Finalmente, el concepto de democracia plebiscitaria de Weber expuesto hasta aquí encuentra apoyo en otros pasajes en los que Weber diferencia
y contrapone de nuevo claramente la «democracia de líderes plebiscitarios» ( Weber (
La primera conclusión es que con democracia plebiscitaria se refiere Weber al fenómeno de la burocratización de los partidos políticos (sistema
de caucus), una «burocratización de carácter específicamente plebiscitario, que convierte
al diputado parlamentario de «señor» de los electores en un siervo de los líderes de la máquina de su partido» (
La segunda conclusión, derivada de la anterior, es que el concepto de democracia plebiscitaria de Max Weber no está denominando una forma de Estado o de gobierno porque él la refiere a un fenómeno que se ha dado en distintas formas de Estado: en una monarquía parlamentaria como la británica y en una república presidencialista como la de Estados Unidos. Democracia plebiscitaria no es una forma de Estado, pues Weber no denomina ni a Gran Bretaña ni a Estados Unidos democracias plebiscitarias, aunque en ambos Estados se haya establecido la democracia plebiscitaria. Por consiguiente, la democracia plebiscitaria no es un sistema político, no es una especie de democracia (una «variante cesarista de la democracia»), ni está emparentada con la «democracia directa».
Este resultado muestra la existencia de una coherencia entre las dos ocasiones en las que Weber menciona la democracia plebiscitaria, que se corresponden a su vez con la perspectiva de conocimiento en la que está situado Weber —una perspectiva sociológica—, pues se interesa por la organización y funcionamiento de los partidos políticos modernos (que describe) y por la ubicación del tipo de poder que se da en éstos últimos dentro su tipología del poder (como un caso de poder plebiscitario (plebiszitäre Herrschaft), al que él adscribe también a otros muchos casos).
Si las conclusiones a las que llego son coherentes con los textos de Weber, de esta «reconstrucción» o «delimitación» del concepto llevada a cabo se derivaría la necesidad de tenerla en cuenta, con carácter previo, al analizar la recepción del concepto o el establecimiento de las cadenas de influencia entre Weber y otros autores de su época o posteriores, pues la tensión entre palabra y concepto presenta, en este caso, una intensidad muy elevada.
[1] |
Véase más abajo la nota 50: Weber ( |
[2] |
Véase Ostrogorski ( |
[3] |
Menciona aquí la figura del líder del partido, la del whip parlamentario, que aseguraba la disciplina del partido y de quien dependía el reparto
de los cargos, con el que, por tanto, tenían que relacionarse los que aspiraban a
alcanzar algún cargo. Destaca asimismo la figura de los agentes de los distritos locales
y la del aún más relevante Election agent. Era éste un empresario capitalista que era responsable de velar por la pureza de las
elecciones de acuerdo con la legislación (control de los gastos electorales, obligando
a los candidatos a que indicaran sus gastos electorales). Y menciona cómo los partidos
tuvieron que crear una enorme red de asociaciones, formar agrupaciones en cada barrio
de la ciudad y dotarlas de una rígida organización burocrática» ( |
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Sobre el boss, véase Weber ( |
[6] |
Sobre Francia, véase ibid.: 191-192. |
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( |
[8] |
( |
[9] |
El sufragio femenino se había establecido en Alemania en 1918, con la revolución de noviembre. |
[10] |
Sobre su posición a favor de una república presidencialista, véanse Weber ( |
[11] |
Sobre el sistema proporcional, véase Weber ( |
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Weber ( |
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Weber había expuesto con anterioridad otros casos en los que la «transformación»
del carisma se producía a otros motivos. Véase Weber ( |
[14] |
( |
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Weber dice de «la democracia de líderes (Führerdemokratie)» que «posee generalmente el carácter emocional natural de la confianza y lealtad al líder, de la que suele proceder la tendencia
a seguir como líder al individuo más extraordinario, al que más promesas hace, al
que despliegue los medios de persuasión más atractivos» ( |
[16] |
Entre estos casos menciona Weber el ejemplo de Cromwell en el siglo xvii inglés, quien seleccionaba a su «aparato» con criterios religiosos, el de Robespierre en la Revolución Francesa, que seleccionaba a su «aparato» con criterios morales, y también menciona los casos de los alcaldes de grandes ciudades en Estados Unidos, de finales del siglo xix y comienzos del xx, por el poder especial que tenían para configurar su propio equipo para que el gobierno municipal pudiera afrontar situaciones de emergencia. |
[17] |
Weber utiliza aquí también la expresión «democracia de líderes plebiscitarios» para
contraponerla a «democracia sin líderes», como ya había hecho en Weber ( |
[18] |
Weber ( |
[19] |
Weber ( |
Mommsen, W. J. (1963). Zum Begriff der «plebiszitären Führerdemokratie» bei Max Weber. Kölner Zeitschrift für Sozialpsychologie, 15, 295-322. |
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Ostrogorski, M. (1902). Democracy and the organization of political parties. London: Macmillan and Co. |
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Weber, M. (2005a). Wissenschaft als Beruf 1917, Politik als Beruf 1919. Tübingen: J.C.B. Mohr (Paul Siebeck). |
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Weber, M. (2005b). Die drei reinen Typen der legitimen Herrschaft. En Hanke y Th. Kroll (eds.). Wirtschaft und Gesellschaft. Die wirtschaftlichen und die gesellschaftlichen Ordnungen und Mächte. Nachlass. Teilband 4: Herrschaft (pp. 726-742). Tübingen: J.C.B. Mohr (Paul Siebeck). |
|
Weber, M. (2021). La política como profesión. El político y el científico (pp. 141-252). J. Abellán (trad. y ed.). Madrid: Alianza Editorial. |
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Weber, M. (2023a). Sociología del poder. Los tipos de poder legítimo. J. Abellán (trad. y ed.). Madrid: Alianza Editorial. |
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Weber, M. (2023b). Sufragio y democracia en Alemania. En J. Abellán (ed.). Escritos sobre la reorganización político-constitucional de Alemania (1918-1919) (pp. 3-72). Madrid: Tecnos. |
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Weber, M. (2023c). Sobre la Constitución (9-12 de diciembre de 1918). En J. Abellán (ed.). Escritos sobre la reorganización político-constitucional de Alemania (1918-1919) (pp. 73-120). Madrid: Tecnos. |
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Weber, M. (2023d). La futura forma del Estado de Alemania (14 de Enero de 1919). En J. Abellán (ed.). Escritos sobre la reorganización político-constitucional de Alemania (1918-1919) (pp. 121-175). Madrid: Tecnos. |
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Weber, M. (2023e). El presidente del Reich (25 de Febrero de 1919). En J. Abellán (ed.). Escritos sobre la reorganización político-constitucional de Alemania (1918-1919) (pp. 192-205). Madrid: Tecnos. |