Autor
Palabras clave
Constitución y Estado Autonómico. Reforma constitucional y reforma de los Estatutos de Autonomía. Tribunal Constitucional. Igualdad, personal y territorial, de los ciudadanos.
Resumen
Este trabajo es una reflexión sobre la Constitución española, y particularmente sobre la «constitución territorial del Estado»: su apertura, ambigüedad e indeterminación y la enorme complejidad de las fórmulas y técnicas empleadas en el reparto territorial del poder. Complejidad que, al cabo, ha situado al Tribunal Constitucional en una posición central y necesariamente fuerte dentro de la arquitectura política del Estado.
Treinta años después, el verdadero desafío de la Constitución y del Estado por ella
alumbrado es cómo prevenir los riesgos de la fragmentación política en un modelo de organización territorial tan peligrosamente abierto que no parece tener fin y que amenaza con la centrifugación de un Estado trabajosamente construido a lo largo de estos años. El problema hoy es que, con las reformas estatutarias, el proceso de transformación de nuestro Estado constitucional puede generar una dinámica de mutación constitucionalde tal calado y magnitud que tensione el Título VIII de la Constitución hasta un extremo tal que reviente por sus costuras.
La conclusión del Autor es que la apertura o relativa indeterminación de la Constitución de 1978 en lo que hace a la estructura territorial del Estado no equivale, sin embargo, a la inexistencia de límites que separen lo que cabe y lo que no cabe dentro de ella.
Treinta años después, el verdadero desafío de la Constitución y del Estado por ella
alumbrado es cómo prevenir los riesgos de la fragmentación política en un modelo de organización territorial tan peligrosamente abierto que no parece tener fin y que amenaza con la centrifugación de un Estado trabajosamente construido a lo largo de estos años. El problema hoy es que, con las reformas estatutarias, el proceso de transformación de nuestro Estado constitucional puede generar una dinámica de mutación constitucionalde tal calado y magnitud que tensione el Título VIII de la Constitución hasta un extremo tal que reviente por sus costuras.
La conclusión del Autor es que la apertura o relativa indeterminación de la Constitución de 1978 en lo que hace a la estructura territorial del Estado no equivale, sin embargo, a la inexistencia de límites que separen lo que cabe y lo que no cabe dentro de ella.
Keywords
Constitution and the State of the Autonomous Regions. Constitutional reform and the reform of the Regional Charters. The Constitutional Court. Citizens’ personal and territorial equality.
Abstract
This article provides some reflection on the Spanish constitution and, more particularly, on the «territorial constitution of the State». It considers how open-ended, ambiguous and indeterminate it is and the enormous complexity of the formulae and techniques employed to distribute powers throughout Spanish territory. This complexity has required the Constitutional Court to become a mainstay of the political architecture of the State.
Thirty years down the line, the real challenge facing the Constitution and the State
that it governs, is how to avoid the risks of political fragmentation in an organisational model whose potential for devolving powers is left so dangerously open that it appears to have no end and threatens to centrifuge a State that has been so arduously constructed over the last few years. The problem today is that with the reforms of regional charters, the process of transforming our constitutional State may have generated such deep constitutional mutation that Title VIII of the Constitution will be stretched beyond its bursting point.
The author’s conclusion is that the fuzziness or relative lack of determination in the
1978 Constitution regarding the territorial structure of the State is not equivalent to the non-existence of limits separating what can be done within its scope and what cannot.
Thirty years down the line, the real challenge facing the Constitution and the State
that it governs, is how to avoid the risks of political fragmentation in an organisational model whose potential for devolving powers is left so dangerously open that it appears to have no end and threatens to centrifuge a State that has been so arduously constructed over the last few years. The problem today is that with the reforms of regional charters, the process of transforming our constitutional State may have generated such deep constitutional mutation that Title VIII of the Constitution will be stretched beyond its bursting point.
The author’s conclusion is that the fuzziness or relative lack of determination in the
1978 Constitution regarding the territorial structure of the State is not equivalent to the non-existence of limits separating what can be done within its scope and what cannot.