La euforia reformista de los primeros años republicanos no tardaría en dar paso a un progresivo radicalismo agravado por circunstancias como el avance del desempleo y la actuación obstruccionista de los patronos ante las reformas en el medio rural. La represión desatada contra los militantes y las sedes socialistas durante la Guerra Civil y en la inmediata postguerra condicionaron sobremanera la reconstrucción organizativa en la clandestinidad, que no se consolidaría hasta los años 70. Aun así, el sindicato socialista se reivindicaría como auténtica escuela de ciudadanía, contribuyendo a la lucha por las libertades democráticas y la consecución y extensión de los derechos sociales.
La búsqueda de un espacio propio en la Transición, en competencia con Comisiones Obreras, explica el maximalismo rupturista de una central sindical que, sin embargo, no tardaría en adoptar estrategias de concertación siguiendo postulados claramente socialdemócratas y reforzando, al mismo tiempo, el proceso de consolidación de la ciudadanía social. En esta misma línea cabe encuadrar su apuesta por el Diálogo Social, compatible en todo caso con acciones dirigidas a salvaguardar y ampliar el Estado Social de Bienestar y combatir los recortes sociales durante la crisis económica de 2008-2012, llegando a rebasar las reivindicaciones obreristas clásicas y abanderar demandas propiamente ciudadanas.
Junto a Mariano Esteban de Vega es autor del capítulo dedicado a «Castilla y León» del tomo XLIII-1 de la Historia de España Menéndez Pidal (2007). Desde 2019 dirige Alcores. Revista de Historia Contemporánea.