Sobre la redención populista y la fuerza constitucional: el valor intangible de la democracia

Palabras clave
populismo
soberanía popular
democracia constitucional
cláusulas de intangibilidad
Estado de derecho.
Resumen
Los diferentes significados de populismo no hacen sino certificar la necesidad de redefinir la democracia. Y aquí no valen los plañideros: el populismo ha vuelto para quedarse. Por eso debemos esclarecer sus «razones»; y —desde la izquierda posmarxista— nada mejor que contrastar la obra de Laclau y Mouffe. También el repaso a las diferentes maneras de entender los movimientos populistas nos permitirá asomarnos a su construcción del pueblo frente al antipueblo. Pero será el constitucionalismo el que nos resuelva la paradoja de la democracia: de un lado, poder popular absoluto; de otro, gobierno para los integrantes del pueblo y, con ello, límite jurídico al ejercicio del poder. De poco sirve decantarnos por una concreta definición del populismo (ideología blanda, discurso, estrategia política, patología), pero sí cabe observar su simbiosis con la democracia. Y, precisamente, con la máxima vox populi, vox dei, la redención populista se convierte en su enemigo más mortífero. Desde aquí, el populismo o se reeduca con su anclaje constitucional en la dignidad de la persona y en el rule of law, o desde la totalización popular del poder y su encarnación personalizada, la democracia tiene los días contados.
Keywords
Populism; popular sovereignty; constitutional democracy; intangibility clauses;rule of law.
Abstract
The different definitions of populism do nothing if not reinforce the need to redefine democracy. Populism has returned to stay, so it is necessary to analyze “populist reason”; and from the post-Marxist perspective this means the work of Mouffe and Laclau. A review of different ways to understand populist movements is also imperative to confront the fiction of one ‘People’ versus the real and plural population. However, constitutionalism will be our answer to resolve the democratic paradox: on the one hand, popular power is absolute; on the other hand, government by and for the citizenry and, with it, legal limit to the exercise of power. Nowadays, it is not a good idea to seek a new definition of populism (soft ideology, discourse, political strategy, pathology), but we need to condemn its symbiosis with democracy as vox populi vox dei. Populism is not the redemption of democracy, but its worst enemy. So, we have two alternatives: either populism is redirected through its constitutional anchoring in individual human dignity and intangible rights, or the unlimited power of the people and its totalitarian embodiment will mean that the democracy’s days are numbered.