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Resumen
El traumático divorcio de 1640 produjo secuelas en ambos países ibéricos o peninsulares: en España condujo a un continuado complejo de amputación, que frecuentemente se tradujo en una práctica política destinada a ahogar la independencia de Portugal, y del otro lado en intentos igualmente hostiles e hispanófobos. El Pacto Ibérico de postguerra fue una alianza defensiva destinada, en el orden interno, a conservar las dictaduras y, en el externo, a impedir la restauración democrática. Sólo el establecimiento de sistemas constitucionales en ambos estados ha permitido, con la integración en las mismas alianzas político-económicas (CEE) y militares (CIEO y OTAN), encauzar inteligentemente las discrepancias y establecer cauces de cooperación basados en los intereses
comunes.
comunes.