Autor
Palabras clave
Auschwitz
Memoria
cinematografía
testigo
George Stevens
Wanda Jakubowska
Resumen
Este artículo estudia el papel jugado por el testigo en las primeras representaciones cinematográficas de los campos de concentración y de exterminio. Se centra en los testimonios recogidos por dos figuras que son, a su vez, dos puntos de vista ante el acontecimiento: el de quien lo ha vivido (superstes), como la directora Wanda Jakubowska, y el de quien ha asistido como tercero (testis), los camarógrafos que filmaron la liberación de los campos. En el umbral de la visión del horror, desde la ficción y el documental, ambas formas de testimonio nacieron como miradas que se interrogaron por la representación de una evidencia que se mostraba como lo real impensable. Luego, tras el montaje, la absorción por el espectador fue inseparable de la representación y el imaginario, de una visión del mundo que iba más allá de la mirada que filma. Y esa visión del mundo era la del infierno de Bergen-Belsen y de Auschwitz, campos modelos –en occidente y en el este– a partir de los cuales comenzó a construirse la primera memoria sobre los crímenes del nazismo, condicionada por la interpretación jurídica y política del acontecimiento. Solo la ficción fue capaz de mostrar la especificidad reservada al pueblo judío: la diferencia entre campos de concentración y de exterminio.
Keywords
Auschwitz; memory; cinematography; witness; George Stevens; Wanda Jakubowska
Abstract
This paper studies the role played by the witness in the first cinematic representations of concentration and extermination camps. It focuses on the testimonies gathered by two different figures that become, in turn, two points of view of the happenings: the vision of the one who lived through it (superstes), as is the case with Wanda Jakubowska Director, and the vision of the one who was present as a third party (testis), the cameramen who filmed the liberation of the camps. On the very threshold of this vision of horror, from fiction to the documentary, both forms of testimony came into being as perspectives that doubt the representation of the evidence shown as an inconceivable reality. Then, after the montage, the internalization by the spectator becomes inseparable from the representation and the imagery of a vision of the world that went beyond the figure that films. And that view of the world was the hell of Auschwitz and Bergen-Belsen, model camps –in the West and in the East– from which the first memories began to be constructed based on the earliest reports of the crimes of Nazism, conditioned by the legal and political interpretations of the happenings. Only fiction was able to show the specificity reserved to the Jewish people: the difference between the concentration and the extermination camps.