Autor
Palabras clave
Gran Bretaña
siglo xix
peticiones
política popular
movilización conservadora.
Resumen
El estudio de las peticiones colectivas en el Reino Unido se ha centrado por lo general en campañas progresistas, reformistas o liberales, y movimientos tales como el antiesclavismo, el radicalismo, el cartismo, el libre comercio o el sufragio femenino. Sin embargo, sería mejor considerar las nuevas formas de petición colectiva surgidas a finales del siglo XVIII como tecnologías neutrales. Algunas de las mayores peticiones del siglo XIX resultaron de campañas tory, conservadoras, lealistas o reaccionarias. La defensa de las iglesias protestantes oficiales de Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales movilizó millones de firmas, al igual que la oposición a que se otorgaran derechos a los disidentes católicos y protestantes. Los intereses proteccionistas, a su vez, se opusieron al libre comercio. En contraste con las reformistas, estas campañas eran, por lo general, reactivas, y respondían a propuestas de cambio de sus adversarios. Hicieron estas también un mayor uso, en su práctica peticionaria, de redes preexistentes del clero y la Iglesia, y tardaron algo más que sus adversarios en adoptar nuevas formas de asociacionismo y nuevas formas de petición colectiva. Por ejemplo, los conservadores siguieron haciendo hincapié en la respetabilidad y la calidad de los firmantes en vez de la cantidad, por más que los números tuvieran una importancia cada vez mayor en los debates públicos. El uso de las peticiones también mantuvo la identidad conservadora. En general, las peticiones de los conservadores muestran de qué manera estos, si no a la democracia, sí se adaptaron a la política popular del siglo XIX.
Keywords
Great Britain; 19th century; petitioning; popular politics; conservative mobilisation.
Abstract
Accounts of mass petitioning in Britain have generally focused on the deployment of petitions within progressive, reformist or liberal campaigns. Classic examples include anti-slavery, radicalism, Chartism, free trade, and women’s suffrage. Yet the new forms of mass collective petitioning that emerged in the late eighteenth century are best regarded as neutral technologies. Many of the largest petitions of the nineteenth century came from conservative, tory, loyalist, anti-reform or reactionary campaigns. The defence of the established churches consistently mobilised tens of thousands of petitions, and millions of signatures, as did opposition to granting rights to Catholics and Dissenters. To give another example, protectionist interests resisted free trade. These campaigns reveal that conservative petitioning was generally reactive, responding to proposed changes. In addition, the practice of petitioning within such movements made greater use of established bodies, such as clergy and the church, and was rather slower to develop new forms of association and adopt the new modes of mass petitioning than their opponents. For example, conservatives continued to emphasise the respectability and quality of signatures and petitioners, even after numbers had become increasingly important in the public debates over petitions on key issues. The use of petitioning was also significant in maintaining conservative identity. Overall, the engagement of conservatives shows how they adapted, if not to democracy, then to popular politics in the nineteenth century.